Así
tenemos que Hemingway trabajó como caza-espías para el Departamento de
Estado, como caza-submarinos para la ONI y como asistente de jefe de
estación para la OSS, pero también para la NKVD. Irónicamente, como
concluyó el historiador Reynolds, las tres agencias estadounidenses y la
soviética coincidieron en que, por mucho que quiso ser agente de
inteligencia, Hemingway nunca estuvo a la altura de las expectativas.
En los
archivos desclasificados de la NKVD (1), el historiador de la CIA
Nicholas Reynolds encontró que el escritor Ernest Hemingway había
contactado tres veces a un oficial operativo de paso por Cuba: en
septiembre de 1943, en abril de 1944 y en abril de 1945, a pesar de que
el autor Norberto Fuentes no menciona NKVD en ninguna de las 712 páginas
de su Hemingway en Cuba (Letras Cubanas, 1984).
El agente ARGO
Lo que
Braden no sabía era que, en enero de 1941, Hemingway fue reclutado en
Nueva York por la NKVD a través de Jacob Golos, quien había empezado su
carrera como falsificador de pasaportes y ascendido hasta jefe interino
de estación después de actuar como spotter, case handler and case officer
(4). Los archivos de la NKVD indican que Hemingway fue “reclutado para
nuestro trabajo sobre bases ideológicas” y recibió tanto un código
material para comunicarse con otro agente como el código nominal “Argo”.
Hemingway
había llamado la atención de la NKVD desde 1935 por su antifascismo y
en 1937 el jefe de estación en Madrid, Alexander Orlov, certificó que
era un true believer. Joe North, editor de la revista de extrema izquierda The New Masses, sabía
que a Hemingway le gustaban los comunistas en papel soldados, pero
odiaba a los comunistas en función de de sacerdotes (5).
La
NKVD planeó usar a Hemingway como agente de influencia para aprovechar
su prestigio literario en artículos favorables a la URSS y sus múltiples
contactos con funcionarios del gobierno americano, hombres de negocios e
intelectuales. El FBI vigilaba a Hemingway, pero no detectó su
colaboración con la NKVD, que por lo demás resultó infructuosa. Según
memo de la propia NKVD, “ARGO no nos dio ninguna [intel], aunque
expresaba reiteradamente su deseo y voluntad de ayudarnos”.
Aunque
reconoció que Hemingway tenía capacidad para labores de inteligencia,
la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, en ingles), precursora de la
CIA, le negó el ingreso a Hemingway en 1944, que Robert Joyce había
solicitado a instancia de Martha Gellhorn, tercera esposa de Hemingway y
corresponsal de guerra en Europa, quien alegó, como única manera de
sacarlo de Cuba, ofrecerle trabajo como espía.
Joyce
había entrado a la OSS tras cumplir su misión diplomática en La Habana,
donde por encargo de Braden había supervisado a Hemingway como
caza-espías, pero el jefe de los servicios secretos de OSS, Whitney Hart Shepardson, estimó que el afamado escritor era “demasiado individualista como para trabajar bajo control militar”.
A la
postre Hemingway salió por su cuenta de Cuba y trabajó como corresponsal
de guerra en Francia, donde contactó al jefe de estación de OSS, David
Bruce, y trabó relaciones con la resistencia antifascista (maquis).
Tomaría parte en la liberación de París y se dirigió con Bruce a ocupar
el Hotel Ritz para celebrar la victoria el 19 de agosto de 1944.
Regresó a Cuba en marzo de 1945 y en 1947 Estados Unidos le concedió la
Medalla Estrella de Bronce por servicio distinguido en la corresponsalía
de guerra.
El saldo obligado
Así
tenemos que Hemingway trabajó como caza-espías para el Departamento de
Estado, como caza-submarinos para la ONI y como asistente de jefe de
estación para la OSS, pero también para la NKVD. Irónicamente, como
concluyó el historiador Reynolds, las tres agencias estadounidenses y la
soviética coincidieron en que, por mucho que quiso ser agente de
inteligencia, Hemingway nunca estuvo a la altura de las expectativas.
Antonio García-Riestra
Tomado del Blog de Emilio Ichikawa
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