El supuesto disidente
Jorge Luis García Pérez, conocido en la farándula contrarrevolucionaria como
Antúnez, engaña a la mafia terrorista cubano americana al despojarla –en su
último viaje a Miami- de una suma superior a los 5 000.00 dólares con el
compromiso de que realizaría acciones para boicotear la visita del Papa
Francisco a Cuba y que finalmente justificó con el montaje de una pésima obra
teatral.
En esta oportunidad
no solo timó a organizaciones como el “Presidio Político” o “La Asamblea de la
Resistencia”, sino a connotados terroristas como Santiago Álvarez
Fernández-Magriñá, Manuel René Alzugaray Pérez, Ángel Francisco D’ Fana Serrano
y Rodolfo Rodríguez San Román, a quienes, como si se trataran de inofensivas
palomitas, desplumó sin miramiento alguno.
No hay duda de que Antúnez, como buen estafador, posee capacidades histriónicas le posibilitan asumir, con cierta maestría, el papel de “luchador anticastrista vertical” que tanto gusta a ese sector de la ultraderecha en Miami y que a pesar de las presiones para que realice acciones de mayor calibre en la Isla, él siempre logra engatusar para que le aflojen la plata.
Para conseguir meterse en el bolsillo esa suma de dinero, recurrió a su mejor recurso: la mentira. Así fue como se inventó la realización de una huelga de hambre en su propia casa prometiendo involucrar a decenas de seguidores que asegura tener a lo largo y ancho del país.
Por supuesto, nada de
ello sucedió ni podía suceder, pues todo eso era tan ficticio como que Antúnez
es un disidente. En efecto, la huelga de hambre fue una completa farsa en la
que solo logró involucrar, a duras penas, a un puñado de sus compinches más
cercanos que no llegaron a sumar unas 10 personas contando a su esposa.
Ellos, como
embusteros al fin, nunca dejaron de comer, aunque eso sí discretamente para
guardar las apariencias. Y antes de iniciar la falsa huelga acapararon una
buena cantidad de alimentos, entre otros, frutas, jamón, queso, galletas y
varias barras de guayaba, de la conocida marca Ceballos. Al final, termino
siendo la huelga de la guayaba.
Con el objetivo de
darle publicidad a su artimaña tuvieron la infeliz idea de posar para una
fotografía que postearon en twitter. Sin embargo, esa foto -en la que se les
vio muy bien, incluso con varias libras de sobrepeso-, se transformó en un
boomerang que logró el efecto contrario al deseado, pues se convirtieron len el
hazmerreír en las redes sociales. “Gorditos y bonitos, muchachos”,
parecía decir el “líder” de estos “disidentes de
Madagascar”.
En realidad Antúnez
nunca tuvo en sus planes realizar un esfuerzo serio para honrar sus
compromisos. Aunque tampoco pasó por su mente que la puesta en escena de su
obra teatral terminara en un rotundo fracaso. Ni siquiera tuvo credibilidad en
el resto de la fragmentada contrarrevolución interna y externa que por primera
vez actuó de manera unánime al preferir que no se le involucrara con esa
bufonada. Consiguió lo que nadie ha logrado.
Pero el peor golpe
que recibió para su mayúsculo ego es que de la gran cantidad de medios que
dieron cobertura a la visita del Sumo Pontífice ninguno se hizo eco de esa
falsedad. Fue ignorado por completo. En fin, no pudo lucirse como la vedette en
la que pretendía convertirse en sus ya frecuentes alucinaciones, cuestión que
provocó su frustración.
Ahora eso sí, del
dinero ni hablar. Se sabe que durante su falsa huelga se dedicó a realizar
reparaciones en su casa, pues pretende venderla para comprarse una más grande.
Parece que esto comienza a marcar una tendencia entre los liderzuelos de la
supuesta oposición.
Pero eso no es todo.
También quiere comprarse un auto, aunque esto ya lo saben algunos de sus socios
en Miami. Pero lo que no conocen aún es que además le anda dando vuelta a la
idea de invertir una buena suma de dinero para montar un negocio por cuenta
propia, pero quiere ponerlo a nombre de un testaferro de su confianza.
Por ahora, no parece
preocuparle la reacción de sus patrocinadores terroristas frente a semejante
burla. Está convencido de que tienen que seguir contando con él. Además confía
en sus habilidades para engatusarlos, utilizando sus socorridas mentiras de que
“mi casa estaba sitiada por la seguridad política del régimen y las
turbas castristas que me impidieron salir a la calle a realizar acciones”, o
esa otra de que “mi vida corre serio peligro, debido a las constantes
amenazas que recibo por mis denuncias en contra del régimen”.
Lo cierto es que este
bandido ya ha extendido sus operaciones delictivas fuera de las fronteras del
territorio nacional, en particular del poblado de Placetas en la central
provincia de Villa Clara dónde posee una amplia hoja de antecedentes penales
antes de que asumiera el rol de “disidente” en la primera década
de los años 2000.
Un ejemplo más de ese
sucio negocio de la contrarrevolución que consiste en disfrazar a delincuentes
–deseosos de obtener dinero fácil sin tener que trabajar- en supuestos presos
políticos, con el objetivo de alimentar la permanente campaña mediática contra
la mayor de las Antillas.
Ahora en el caso
particular de Antúnez debemos darle cierto crédito a su desempeño como actor.
Se ha adentrado tanto en la interpretación de su papel de “opositor
radical” que ha logrado encandilar a sus promotores de la mafia
terrorista, la cual parece no percatarse aún de que cuando te alías a un
bandido no puedes descuidar tu espalda, ni tu bolsillo.
No obstante, para los
que lo conocen bien dentro y fuera de la Isla saben que su representación está
lejos de merecer un Óscar al mejor actor masculino. Son frecuentes sus pifias
por su afán de protagonismo y manía de grandeza. Una mezcla peligrosa que lo
induce a un estado de alucinación, durante el cual es capaz de inventarse algún
cuento chino o decir cualquier disparate. Tal y como ocurrió en agosto de 2013
en Miami cuando prometió un Paro Nacional en Cuba.
Pero al margen de
ello, no hay duda de su destreza. Su clave para el éxito radica en que conoce
de antemano de que esa mafia terrorista necesita seguir utilizándolo, aunque
también sabe que está tan enajenada de la situación en la Isla que fácilmente
confunde deseos con realidad y a esta debilidad él, al igual que El
Flautista de Hamelín, sabe cómo sacarle provecho económico.
Sin embargo, como
bandido al fin y en su desmedida ambición de seguir obteniendo dinero fácil,
pareciera no percatarse de que poco a poco va asumiendo compromisos con esas
amistades peligrosas que tiene al otro lado del estrecho de la Florida. Y eso
es jugar con candela y se sabe que el que juega con candela tarde o temprano se
quema.
Por: Roberto J. Pérez
Tomado de
santamambisa
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