A poca distancia del campus principal de Google, los ingenieros de la
compañía están acelerando lo que se ha convertido en la más nueva
carrera armamentista en la tecnología moderna: están hacienda mucho más
difícil – y mucho más caro– que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y
otros gobiernos alrededor del mundo infiltren sus sistemas.
Lo más rápido posible, Google está sellando las grietas en sus sistemas que la NSA había explotado de manera brillante, según reveló Edward J. Snowden.
Está encriptando más datos mientras se mueve entre sus servidores y ayudando a sus clientes a codificar sus propios mensajes electrónicos. Facebook, Microsoft y Yahoo están tomando medidas similares.
Después de años de cooperar con el gobierno, la meta inmediata es frustrar a Washington, al igual que a Beijing y a Moscú. La estrategia también tiene el propósito de conservar negocios en el extranjero en lugares como Brasil y Alemania que han amenazado confiar datos sólo a proveedores locales.
Mountain View, California—Google, por ejemplo, está colocando sus propios cables de fibra óptica debajo de los océanos del mundo, un proyecto que inició como un esfuerzo para reducir costos y extender su influencia pero ahora tiene un propósito adicional: asegurarse de que la compañía tenga más control sobre el movimiento de los datos de sus clientes.
Un año después de las revelaciones de Snowden, la era de cooperación silenciosa ha terminado. Las compañías de telecomunicaciones están rechazando peticiones para entregar voluntariamente datos no cubiertos por leyes existentes. AT&T, Verizon y otros dicen que en comparación con el año pasado, están mucho más reacios a cooperar con el gobierno de Estados Unidos en “áreas grises” donde no hay requerimientos explícitos de una orden judicial.
Pero los gobiernos están contraatacando, más fuerte que nunca. El gigante de la telefonía celular, Vodafone, reportó ayer que un “pequeño número” de gobiernos alrededor del mundo había exigido la capacidad de entrar directamente en sus redes de comunicaciones, un nivel de vigilancia que causó indignación entre los defensores de la privacidad.
Vodafone se negó ayer a nombrar a las naciones por miedo a poner sus negocios y empleados en riesgo. Pero en un recuento del número de demandas legales de información que recibe, señaló que algunos países no emitieron órdenes para obtener el tráfico telefónico, de correo electrónico o de búsquedas en la red porque “las agencias relevantes y las autoridades ya tienen acceso permanente a las comunicaciones de los clientes por medio de su propio vínculo directo”.
La compañía también informó que tuvo que acceder a las peticiones de datos de algunos gobiernos para cumplir con las leyes nacionales. De otra manera, dijo, enfrentaba perder su licencia para operar en ciertos países.
En Washington, funcionarios reconocen que los programas encubiertos son ahora mucho más difíciles de ejecutar porque las compañías tecnológicas estadounidenses, temerosas de perder negocios internacionales, están endureciendo sus redes y diciendo no a peticiones del tipo de ayuda que alguna vez proporcionaron silenciosamente.
Lo más rápido posible, Google está sellando las grietas en sus sistemas que la NSA había explotado de manera brillante, según reveló Edward J. Snowden.
Está encriptando más datos mientras se mueve entre sus servidores y ayudando a sus clientes a codificar sus propios mensajes electrónicos. Facebook, Microsoft y Yahoo están tomando medidas similares.
Después de años de cooperar con el gobierno, la meta inmediata es frustrar a Washington, al igual que a Beijing y a Moscú. La estrategia también tiene el propósito de conservar negocios en el extranjero en lugares como Brasil y Alemania que han amenazado confiar datos sólo a proveedores locales.
Mountain View, California—Google, por ejemplo, está colocando sus propios cables de fibra óptica debajo de los océanos del mundo, un proyecto que inició como un esfuerzo para reducir costos y extender su influencia pero ahora tiene un propósito adicional: asegurarse de que la compañía tenga más control sobre el movimiento de los datos de sus clientes.
Un año después de las revelaciones de Snowden, la era de cooperación silenciosa ha terminado. Las compañías de telecomunicaciones están rechazando peticiones para entregar voluntariamente datos no cubiertos por leyes existentes. AT&T, Verizon y otros dicen que en comparación con el año pasado, están mucho más reacios a cooperar con el gobierno de Estados Unidos en “áreas grises” donde no hay requerimientos explícitos de una orden judicial.
Pero los gobiernos están contraatacando, más fuerte que nunca. El gigante de la telefonía celular, Vodafone, reportó ayer que un “pequeño número” de gobiernos alrededor del mundo había exigido la capacidad de entrar directamente en sus redes de comunicaciones, un nivel de vigilancia que causó indignación entre los defensores de la privacidad.
Vodafone se negó ayer a nombrar a las naciones por miedo a poner sus negocios y empleados en riesgo. Pero en un recuento del número de demandas legales de información que recibe, señaló que algunos países no emitieron órdenes para obtener el tráfico telefónico, de correo electrónico o de búsquedas en la red porque “las agencias relevantes y las autoridades ya tienen acceso permanente a las comunicaciones de los clientes por medio de su propio vínculo directo”.
La compañía también informó que tuvo que acceder a las peticiones de datos de algunos gobiernos para cumplir con las leyes nacionales. De otra manera, dijo, enfrentaba perder su licencia para operar en ciertos países.
En Washington, funcionarios reconocen que los programas encubiertos son ahora mucho más difíciles de ejecutar porque las compañías tecnológicas estadounidenses, temerosas de perder negocios internacionales, están endureciendo sus redes y diciendo no a peticiones del tipo de ayuda que alguna vez proporcionaron silenciosamente.
(David Sanger/Nicole
Perlroth/The New York Times)
Tomado de http://diario.mx
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