Los
miembros de la CIA
sobornaron al conductor del camión que trasladaba la sonda Lunik para
que fuese el último en salir de las instalaciones y una vez fuera de
allí lo desviaron hasta una chatarrería abandonada donde inspeccionaron
durante varias horas. Mientras, se había hecho creer al funcionario de
la estación de tren que el último camión había tenido un percance y que
no llegaría hasta la mañana siguiente, por lo que, incomprensiblemente y
sin pedir más explicaciones, se marchó a su casa a dormir sin sospechar
nada raro.
Para desgracia de los norteamericanos, la Unión Soviética se estuvo llevando la palma una vez tras de otra al conseguir ser la primera en cumplir sus objetivos: fue la primera en poner en órbita el satélite Sputnik 1, fotografiar parte de la cara oculta de la Luna o mandar al espacio al primer animal (la perrita Laika) y al primer ser humano (Yuri Gagarin).
Sin
embargo, Estados Unidos iba a remolque de todas esas gestas soviéticas
fracasando continuamente en sus diferentes lanzamientos y cuando lo
lograban ya se les había adelantado la URSS.
Hasta aquel entonces el estadounidense medio había visto
siempre a su nación muy superior a cualquier otro país del planeta, pero
el hecho de que en la carrera espacial los rusos les estuvieran pasando
la mano por la cara repetidamente empezaba a minar la moral de los
ciudadanos que esperaban alguna gesta por parte del gobierno. Esto llevó
al propio presidente John F. Kennedy
a prometer, el 25 de mayo de 1961, en un discurso ofrecido ante el
Congreso que en esa misma década pondrían un hombre en la Luna y serían
los primeros en hacerlo.
Pero los responsables de la agencia espacial estadounidense
(NASA) a pesar de contar con un desorbitante presupuesto, la ingeniería
más puntera y con las mentes más privilegiadas, muchas de ellas procedentes de la Alemania nazi, se veían todavía muy lejos de poder cumplir esa promesa que había hecho su máximo mandatario.
Tal y como iba transcurriendo la década de los 60 todo parecía indicar que los soviéticos serían los que finalmente se llevarían nuevamente el gato al agua y conseguirían la gesta de mandar un cosmonauta a la Luna, por lo que se trabajaba a contrarreloj para adelantarles.
Era
la época en el que el espionaje entre ambos bloques estaba en su punto
álgido, por lo que se decidió utilizar a entrenados miembros de la CIA
para sacar del apuro a la NASA y que a través del robo de información consiguiesen su ansiado propósito.
Aprovechando una gira por toda la Europa del Este, que se
organizó el invierno de 1967 desde el Kremlin para dar a conocer sus
logro industriales, económicos y, sobre todo, sus gestas espaciales y
donde se exponían algunos de sus satélites y sondas espaciales enviadas
al cosmos, miembros de la agencia americana de inteligencia urdieron un
plan que consistiría en secuestrar durante unas horas la sonda espacial
Lunik con el fin de acceder a su interior y fotografiarla
pormenorizadamente, sin dejar ni un solo detalle.
No iba a ser una empresa fácil debido al férreo control y
vigilancia que los soviéticos habían dispuesto en cada uno de los
lugares en los que se instalaba la exposición itinerante, por lo que tan
solo quedaba un posible momento y lugar en el que se podrían acercar:
durante el traslado de una población a otra, aprovechando que éste era
realizado por una empresa de personal civil y no militares soviéticos.
sobornaron al conductor del camión que trasladaba la sonda Lunik para
que fuese el último en salir de las instalaciones y una vez fuera de
allí lo desviaron hasta una chatarrería abandonada donde inspeccionaron
durante varias horas. Mientras, se había hecho creer al funcionario de
la estación de tren que el último camión había tenido un percance y que
no llegaría hasta la mañana siguiente, por lo que, incomprensiblemente y
sin pedir más explicaciones, se marchó a su casa a dormir sin sospechar
nada raro. Todos
los componentes de la exposición eran enviados en camión hasta una
estación de tren y desde allí el viaje se realizaba en ferrocarril. Los
miembros de la CIA
Tras fotografiar hasta la pieza más pequeña del Lunik
los miembros de la CIA volvieron a colocar todo como estaba y mandaron
el camión hacia la estación con el fin de que siguiera su viaje.
Por difícil que parezca de entender, los soviéticos jamás se
dieron cuenta del secuestro de la sonda y su manipulación y gracias a
esto se pudo dar un gran paso en la carrera espacial, debido a que gran
parte de la información facilitada por la CIA a la NASA se utilizó para
perfeccionar el programa e incluirlo en el Apolo 11,
la misión tripulada que llevó el 20 de julio de 1969 a que el
norteamericano Neil Armstrong fuese el primer ser humano en pisar la
Luna.
Fuentes de consulta: internationalpolicydigest /newsweek
Tomado de https://es.noticias.yahoo.com/blogs
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