PARÍS.-
¿Operativo "eficaz" de los servicios secretos turcos? ¿Sórdido arreglo
de cuentas entre facciones kurdas rivales? ¿Venganza religiosa de origen
iraquí? Todas las hipótesis parecen verosímiles para comprender el
brutal asesinato de tres mujeres, activistas del movimiento kurdo PKK,
eliminadas fríamente anteayer con disparos en la cabeza en pleno centro
de París.
El episodio, que parece extraído de una historia de
espionaje y guerra de las sombras entre movimientos políticos rivales,
provocó enorme conmoción en Francia, donde no se producían ajustes de
cuentas desde la guerra sucia entre las organizaciones palestinas y el
servicio secreto israelí Mossad, en los años 70 y 80, o los asesinatos
de líderes iraníes perpetrados por el régimen de los ayatollahs en los
80 y 90.
La justicia francesa abrió ayer una investigación
después del descubrimiento de los cadáveres de las tres militantes en
los locales del Centro de Información del Kurdistán, en el primer piso
del 147 de la calle Lafayette, en el 10° distrito de París.
"Fueron abatidas, asesinadas, sin duda ejecutadas",
declaró ayer el ministro del Interior francés, Manuel Valls, en el lugar
de los hechos. Para Leon Edart, responsable de la Federación de
Asociaciones Kurdas en Francia, las víctimas habrían abierto la puerta a
sus asesinos.
El drama se produce en momentos en que el gobierno
turco y Abdullah Oçalan, líder del Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK, prohibido en Turquía y en Europa, donde es considerado
un movimiento terrorista), actualmente encarcelado en Turquía, negocian
un cese de las hostilidades que duran desde 1984.
En Ankara, el gobierno islamista y conservador denunció
de inmediato "la atrocidad" cometida, que calificó de "ejecución
extrajudicial". Por su parte, el primer ministro turco, Recep Tayyip
Erdogan, emitió la hipótesis de un "arreglo de cuentas" dentro del PKK.
El jefe del gobierno turco subrayó que podría tratarse
también de un acto de "sabotaje" de sectores que se oponen a una
solución del conflicto kurdo en Turquía, que costó la vida a más de
45.000 personas.
Versiones
Numerosas versiones concordantes aseguran que las tres
víctimas recibieron una bala en la cabeza, disparadas con armas con
silenciador. Dos de ellas fueron alcanzadas en la nuca. La tercera
presentaba impactos en el vientre y la frente.
Edart precisó que las tres militantes estaban juntas en
los locales del centro anteayer al mediodía. Cada una evitaba quedarse
sola en esos locales. Además de varias vainas servidas, la policía
habría hallado una valija con diversos objetos.
Las tres víctimas son militantes de la causa kurda.
Fidan Dogan, de 32 años, era empleada permanente del Centro de
Información y representante en Francia del Congreso Nacional del
Kurdistán (KNK), basado en Bruselas. Residente en Francia durante muchos
años, sus amigos la describieron como "siempre sonriente, sociable y
llena de vida".
Sakine Cansiz, de 55 años, fue presentada por la prensa
turca como una de los miembros fundadores del PKK. Con unos 20 años,
Leyla Soylemez era la activista más joven y habría llegado a Francia
hace poco tiempo.
Para los especialistas, varias pistas son posibles: un
arreglo de cuentas dentro de la corriente del PKK que negocia con
Ankara; una acción del movimiento de extrema derecha turco Los Lobos
Grises, o un crimen crapuloso. Los kurdos de París denuncian "un acto
político".
"Cada vez que hubo negociaciones en el pasado, los
descontentos de ambas partes trataron de sabotear el proceso con golpes
bajos", señaló Kendal Nezan.
El problema es que esta vez el triple crimen se produjo
en el corazón de París. Cuando los tres cuerpos, envueltos en bolsas de
plástico azul, fueron retirados del edificio, centenares de hombres y
mujeres clamaron justicia.
En varias ocasiones la justicia francesa debió ocuparse
de casos de violencia que implicaban a la comunidad kurda, en
particular de casos de financiación del PKK. En Francia, los kurdos
representan una población de más de 150.000 personas.
Por Luisa Corradini | LA NACION
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