por Ernesto Gómez Abascal
No pretendo defender al régimen del Partido Baas en Siria, si no tratar de situar las cosas en su debido lugar. En artículos anteriores había explicado que existía falta de democracia y corrupción. También una amplia y potente estructura de seguridad que cometió excesos, se comportó por encima de las leyes y violó los derechos humanos. El propio gobierno sirio lo ha reconocido y ha promulgado una serie de resoluciones tratando de enmendar sus graves errores.
Pero es evidente que no es por estas feas cualidades que los Estados Unidos, sus aliados de Europa y de la OTAN, y los súbditos que tienen en la zona árabe, especialmente del Club Contrarevolucionario del Golfo (CCG), están haciendo todo lo posible por liquidar al gobierno de Damasco. Ninguno de ellos tiene moral para reclamar transparencia administrativa, comportamiento democrático o respeto de los derechos humanos. Las tropas estadounidenses ocuparon militarmente Irak, destruyeron buena parte de la infraestructura del país y asesinaron a cientos de miles de sus ciudadanos basándose en falsos argumentos. Desde hace más de medio siglo vienen armando y apoyando al gobierno sionista de Israel que comete genocidio contra el pueblo palestino.
En Bahrein, sede de la Quinta Flota de los Estados Unidos, han intervenido descaradamente con tropas extranjeras para reprimir a la mayoría de la población que continúa manifestándose contra el poder absoluto y corrupto del Emir. ¿Por qué no llevan el caso a la Liga Árabe o al Consejo de Seguridad?
Los latinoamericanos tenemos una larga experiencia por haber sufrido la política intervencionista de Washington y su apoyo a gobiernos antidemocráticos y a criminales dictaduras fascistas. Durante muchos años utilizaron a la OEA como ahora tratan de utilizar a la manipulable Liga Árabe. Tal vez por eso los países revolucionarios que hoy integran el ALBA defiendan la no injerencia en los asuntos internos de Siria y abogan porque sea el propio pueblo de este país quien resuelva, sin intervención extranjera, sus problemas. Además, estamos cansados de la mal intencionada utilización que hacen los poderosos, valiéndose de su enorme potencial mediático, de una supuesta defensa de los derechos humanos, que ahora tratan de convertir en su principal argumento, acogiéndose a la cuestionable teoría de R2P (Responsabilidad de Proteger) para violar y acabar de enterrar el principio legalmente establecido de respetar la soberanía de los países y el derecho a la no intervención en los asuntos internos de los otros, por tanto tiempo vigente en la ley internacional.
Es conocido que en varios de los países que en el Cercano Oriente y en el Norte de África ahora la emprenden contra Siria sirviendo a los intereses de Washington, no existen ni elecciones, ni partidos políticos, ni parlamentos. La proclamación de un sistema político monárquico, no otorga el derecho a suprimir las prácticas democráticas, así como tampoco puede entenderse que la celebración de elecciones condicionadas a través de leyes y otros mecanismos para perpetuar en el poder a las mismas clases y grupos dominantes, siempre minoritarios pero respaldados por el poder financiero y de los grandes medios, puedan ser consideradas democráticas. Democracia ¿Habrá que repetirlo?, significa GOBIERNO DEL PUEBLO.
La guerra desatada contra Siria persigue claros objetivos políticos y geoestratégicos, pues este país desde hace tiempo, forma parte del eje antimperialista compuesto por Irán; el poder de Hizbulá y las fuerzas patrióticas en Líbano. Al cual tal vez podría incorporarse en un futuro el gobierno de Bagdad, al parecer más proclive a acercarse a Teherán que a Washington, sobre todo después de la salida -aún parcial-, de la derrotada tropa estadounidense.
El gobierno sirio, aun con todos sus defectos, ha sido durante mucho tiempo, centro del nacionalismo y la resistencia árabe contra los planes hegemónicos de Estados Unidos e Israel, y por ello ha sufrido la continua agresividad de estos, y de sus aliados en Occidente y en la región. Ello no es nuevo, desde hace años vienen aplicando sanciones contra Damasco y trabajando para provocar un cambio de gobierno allí.
Por mucho que se quieran tergiversar las cosas, esto no se podrá ocultar. Damasco, posiblemente es el único país árabe en cuyo Frente Nacional Progresista, que conforma la coalición de gobierno, participan dos partidos comunistas, ha abrigado la sede de las organizaciones y partidos políticos de izquierda y patrióticos de toda la región y ha brindado refugio a muchos revolucionarios árabes, no a los reaccionarios. Y escribo esto no por interpretaciones teóricas, sino valiéndome de la experiencia de más de treinta años de atender las relaciones y la colaboración con éstas organizaciones y partidos, lo cual me permitió vivir en varios países de la zona o visitarlos regularmente, así como conocer a muchos de sus dirigentes.
Sin el apoyo sirio hubiera sido muy difícil, si no imposible, que las fuerzas patrióticas libanesas, dirigidas por Hizbulá, derrotaran y expulsaran a los invasores sionistas de Líbano.
Contra Siria están agrupados hoy los intereses de las potencias occidentales con Estados Unidos a la cabeza, Israel, y la reacción árabe. Quieren imponer en Damasco un gobierno títere como el que los aviones de la OTAN permitieron colocar en Libia, para después acometerla contra El Líbano y finalmente, en condiciones de mayor aislamiento regional, lanzarse contra Irán. Aspiran con ello a consumar su plan de construir “El Gran Medio Oriente”
La gran mayoría del pueblo sirio tiene sentimientos patrióticos y no quiere que esto ocurra, no desean convertirse en lacayos de Washington, súbditos de Arabia Saudita o de Ankara. Es más, muchos están dispuestos a luchar para evitarlo, aunque es evidente que quieren cambios importantes en el sistema y lo están demandando. El gobierno parece dispuesto a producir estos cambios y ya está adoptando medidas para ello.
Una parte del pueblo sirio, posiblemente mayoritaria, desea que este proceso de cambios sea guiado por el actual gobierno baasista; otra tendencia quiere que las reformas sean más profundas, aunque siempre oponiéndose a la injerencia extranjera. Por otra parte, existe una oposición minoritaria, dirigida desde el exterior que pide la intervención y está comprometida con los servicios especiales de Occidente de los que recibe apoyo político, financiero y militar a través de algunos vecinos. Es significativo que las tres regiones de Siria donde se han producido mayores enfrentamientos armados sean Daraa, Homs e Idleb. La primera fronteriza con Jordania, la segunda muy cerca de la frontera libanesa y la última en el norte, a lo largo de la frontera turca.
Las manifestaciones populares que se iniciaron en Daraa y tuvieron repercusión también en otras partes de Siria, sin dudas se produjeron por causas legítimas y fueron espontáneas. Las fuerzas del orden y la seguridad reprimieron en exceso provocando mayor reacción, pero lamentablemente, parte de esta justa oposición fue secuestrada por intereses extranjeros que desde hace tiempo conspiraban para terminar con el gobierno sirio.
Si alguien se quiere hacer ilusiones de que fuerzas revolucionarias, patrióticas, o antimperialistas van a llegar al poder en Damasco derribando por la fuerza el actual gobierno, posiblemente esté pecando de increíble ingenuidad, lo cual no es admisible en los tiempos que corren. El gobierno del partido Baas parece contar con apoyo popular y militar suficiente como para hacer una resistencia prolongada, aunque esto desangraría terriblemente al país y podría extenderse en una guerra civil que trascienda sus fronteras. El Imperio y sus aliados quieren ir por todo y quienes se están comprometiendo con ellos tendrán después que sometérseles.
En la compleja situación siria, lo más recomendable es que se produzcan transformaciones democráticas, tal como las ansía la mayoría de su pueblo, pero para ello habrá que denunciar y luchar por todos los medios contra la intervención extranjera. El régimen baasista de Irak era menos defendible que el sirio y las fuerzas progresistas a través del mundo se manifestaron en contra de la intervención militar de Estados Unidos. ¿Por qué no centrar ahora todos nuestros esfuerzos en oponernos a esa evidente intervención en lugar de justificarla, sumándonos aunque sea indirectamente, a las campañas de la prensa canalla?
En el 2002 y 2003, desde Bagdad tuve la oportunidad de comprobar las mentiras propagadas por los grandes medios de prensa occidental. Utilizaron puro terrorismo mediático. Ahora están haciendo lo mismo. No hay que ser muy experimentado en analizar la prensa para darse cuenta de la gran manipulación que están haciendo de la situación en Siria. Hace pocos días leí un artículo que lamentablemente trataba de mostrar como pruebas de crímenes cometidos por el gobierno, una serie de fotos que no significaban nada, aunque los textos escritos al pie le imponían al lector la interpretación interesada. Las cifras de muertos se cuentan desde Londres y París, por Comités de Derechos Humanos con sede en esas ciudades. Los titulares de cada día en la BBC, están dedicados a las masacres que alegan comete el gobierno sirio. Al Jazeera y otros medios árabes, que responden a Qatar y a Arabia Saudita, falsifican información como ya fue comprobado en Libia.
Sin embargo, en la prensa siria aparecen cada día los nombres y fotos de soldados, policías y agentes de seguridad o simples vecinos de cualquier lugar, muertos por grupos armados. Esto no lo refleja la prensa occidental, como tampoco publican las grandes manifestaciones del pueblo sirio en apoyo al gobierno y de rechazo a la actividad terrorista y la intervención extranjera. La Agencia Prensa Latina y Telesur, están tratando de contrarrestar esta campaña de desinformación con información objetiva recogida sobre el propio terreno y por ello son acusadas por algunos de parcialidad a favor del gobierno.
Los medios masivos y los dirigentes de Occidente ahora la están emprendiendo contra el trabajo de los inspectores que envió la Liga Árabe y que Siria aceptó. Afirman que no están realizando un trabajo imparcial y que favorecen en sus declaraciones al gobierno sirio. La presión es mucha y es probable que éstos no la puedan resistir, también hay mucho dinero en juego. Un resultado desfavorable para Siria del trabajo de estos inspectores, repercutiría en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde hasta ahora Rusia y China se han opuesto a aprobar una resolución que abra las puertas a una intervención militar que destruiría el país y causaría, con el falso argumento de defender los derechos humanos, incontables muertos, tal como ya ocurrió en Libia.
La situación es extremadamente compleja. Al parecer, en estos momentos, con ayuda de algunos países amigos, se trata de conformar un gobierno de unidad nacional que integre a representantes de la oposición no comprometida con los intereses imperialistas y buscar un mejor balance para estabilizar el país y así evitar la guerra civil y posiblemente la expansión del conflicto, que algunos vecinos ya vislumbran con gran preocupación.
Son varias las alternativas que pueden derivarse de la situación actual. Siria ha sido, durante muchos años, un ejemplo de convivencia entre diferentes sectas y grupos religiosos, pero ahora podría enfrentarse a una guerra confesional o sectaria. Alguien parece estar estimulando esto después del retiro de tropas estadounidenses en Irak. Las recientes bombas dirigidas a matar población chiíta podrían indicar esto. ¿Y que hay de los más de veinte millones de kurdos repartidos entre Turquía, el norte de Irak, Irán y Siria? Importante repercusión ha tenido la masacre cometida por la aviación turca al bombardearlos cerca de la frontera iraquí. El canciller turco Davatoglu, acaba de reunirse en Teherán con el presidente Ahmadinejad. Este último sostuvo conversaciones también con el presidente ruso Medvedev, después de la demostración de fuerzas que hicieron frente al Estrecho de Ormuz y las declaraciones sobre la posibilidad de cerrar esta vital vía. Ambos llamaron a resolver los conflictos del Oriente Medio con métodos políticos y mediante el diálogo de todas las partes. A pesar de ello, Washington aprobó nuevas sanciones contra Irán a las cuales se sumó la Unión Europea.
Confieso que en pocas ocasiones anteriores he debido analizar una situación tan complicada y explosiva como la que ahora se presenta en la ya de por sí compleja región del Cercano Oriente. Sin embargo, sigo pensando que el deber de toda persona sensata, progresista o revolucionaria, es manifestarse contra la intervención extranjera. Tal vez algo podamos hacer para evitar un desastre mayor.
Fuente: Rebelión
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