Por Gerardo E. Alvarado León
El toque inicial de misterio lo dan los árboles a orillas de la calle que da acceso a la estructura; son tan frondosos que crean un túnel natural por el que apenas pasa luz aunque sea mediodía.
Luego, un portón se abre. Un guardia de seguridad nos pide identificarnos e indica dónde estacionarnos. Aquí, en algún punto del área metropolitana entre San Patricio y Puerto Nuevo, está el primer laboratorio de bioterrorismo de Puerto Rico y el Caribe, ubicación que, “por razones de seguridad”, nos comprometimos a no divulgar.
El mismo guardia que nos recibió nos escolta hasta la entrada, donde nos esperaban el secretario de Salud, Lorenzo González; el director de la Oficina de Bioseguridad de Salud, Johnny Colón, y varios de los nueve empleados del laboratorio, cuyo nombre oficial es Laboratorio de Emergencias Biológicas y Químicas de Puerto Rico.
La estructura rectangular no despierta emociones. Sus paredes metálicas blancas son a prueba de incendios. No hay ventanas, ni cuadros colgando... solo 10 palmas rodeadas de helechos avivan la escena. El piso del laboratorio retumba mientras caminamos.
De inmediato, González y Colón advierten que, “también por razones de seguridad”, los empleados del lugar se identificarían solo por sus apellidos, ya que son “figuras claves” en caso de un atentado terrorista.
Y es que, desde ahora, al lugar llegará cualquier sustancia o agente exótico con potencial de transmitirse por aerosoles y causar daño serio o la muerte a las personas, como el ántrax y los “polvos sospechosos” dejados en sobres en el Capitolio. Antes, según González, estos agentes se analizaban fuera del País y los resultados tardaban hasta tres semanas en llegar. Ahora se obtendrán en dos o tres días.
Colón agrega que las muestras serán manipuladas por personal “altamente adiestrado”, que, a su vez, adiestra a quienes las traen al laboratorio. De hecho, quienes traen muestras al laboratorio, incluyendo las de sangre, orina y plasma, las dejan -escoltados por un guardia- a través de un conducto. Según su tipo, las muestras van a las áreas de biología o química.
Además de agentes tóxicos, en el laboratorio se identifican compuestos orgánicos volátiles, metales pesados, resina y cianuro, entre otros.
El laboratorio también maneja agentes patógenos, como las pruebas diagnósticas de dengue y los diversos tipos de influenza. Esto, a juicio de los funcionarios, mejora el diagnóstico de las enfermedades y redunda en que los pacientes sean tratados más rápido.
Centro investigativo
Laboratorio de Nivel de Seguridad Biológica - 2
Maneja agentes de peligro moderado hacia las personas y el ambiente, como las pruebas de dengue e influenza.
Laboratorio Nivel de Seguridad Biológica - 3
Maneja agentes exóticos, virus o bacterias que puedan causar daño serio o la muerte a las personas, como el ántrax.
Laboratorio Nivel Químico - 2
Cuenta con equipo especializado para identificar sustancias químicas peligrosas, como compuestos orgánicos volátiles y metales pesados.
OTROS DATOS DE INTERÉS
El laboratorio costó de $7 millones.
Tiene nueve empleados.
Opera con fondos federales.
En caso de actos terroristas, enfermedades infecciosas y otras amenazas a la salud pública, coordinaría la repartición de antídotos y medicamentos que están almacenados en 12 localidades secretas. En el futuro serán 24 localidades.
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