Uno de los tratados
internacionales de derechos humanos más ratificados de la historia tiene
sólo tres países que no le han dado el visto bueno final. Somalia y
Sudán del Sur son dos de ellos. El tercero es Estados Unidos.
El tratado en cuestión es la Convención sobre
los Derechos del Niño, que fue adoptado por Naciones Unidas el 20 de
noviembre de 1989 y establece los derechos básicos para los menores de
18 años: desde la protección de cualquier forma de violencia hasta el
respeto de sus visiones, pasando por la libertad religiosa y el acceso a
la información.
Más de 190 países forman parte de la
convención y aunque Estados Unidos la firmó en 1995, nunca la ha
enviado al Senado para que sea ratificada. Eso quiere decir que si bien
respalda los derechos descritos en el documento, no está comprometido
legalmente a acatarlos.
Para averiguar por qué el país se rehúsa a
seguir el camino de casi todo el mundo, BBC Mundo contactó al
Departamento de Estado en Washington, al Fondo de Naciones Unidas para
la Infancia (Unicef), a una organización no gubernamental que apoya la
ratificación y a una entidad que se opone a ella.
Cuestión de soberanía
La posición de Unicef
BBC Mundo habló con Susan Bissell,
directora de la sección de protección infantil en Unicef, para preguntar
por la postura de esta agencia de la ONU sobre la no ratificación de
Estados Unidos.
Si bien Bissell entendiblemente no
discutió las razones particulares de la negativa estadounidense, sí dijo
que la ratificación "sería una declaración inmensa".
"No puedo pensar en nada más importante que ver a EE.UU. y a cualquier otro país ratificar este tratado".
Bissell hace énfasis en que
Washington sí ha ratificado dos protocolos adicionales de la Convención y
dice que esto es "muy positivo". Los dos protocolos se refieren a los
menores en conflictos armados y a la prostitución, pornografía y venta
de menores.
"El hecho de que EE.UU. ha
ratificado estos dos protocolos los ha convertido en un defensor global
más creíble para la protección de los derechos de los niños en estas dos
circunstancias específicas".
"Y esto es algo realmente bueno".
Si bien hoy Estados Unidos llama la atención por
la imposibilidad de ratificar la Convención, el país fue uno de los más
activos durante las negociaciones que llevaron a la adopción de la
misma, apenas 11 días después de la caída del Muro de Berlín.
Washington también la firmó (durante la administración del gobierno de Bill Clinton) y aún la considera positiva.
Un funcionario del Departamento de Estado le
envió a BBC Mundo una declaración escrita en la que asegura que "la
administración apoya las metas de este importante tratado de derechos
humanos, a saber, la protección del bienestar de los niños".
Pero hasta ahí llega el apoyo, pues ningún
presidente estadounidense -demócrata o republicano- la ha enviado para
su ratificación al Senado, donde el listón es alto: se necesita una
mayoría de dos tercios para su aprobación, el mismo estándar necesario
para cambiar la Constitución.
Y si bien el presidente Barack Obama dijo en
2008 que su gobierno la revisaría, el tema no ha cambiado. Según el
funcionario del Departamento de Estado, ahora hay "desafíos domésticos
de implementación", así como otros instrumentos de derechos humanos cuya
ratificación es una "prioridad para la administración". El Departamento
de Estado se negó a darle a BBC Mundo una entrevista para ahondar en
estos argumentos.
La decisión del gobierno de no ratificar el
documento alimenta una tendencia según la cual Estados Unidos es reacio a
adoptar tratados de derechos humanos. En muchos casos participa
activamente en su elaboración, pero luego duda en las últimas
instancias, como le explicó a BBC Mundo Jonathan Todres, profesor de la
Universidad Estatal de Georgia especializado en derechos infantiles.
Relaciones familiares más íntimas
Steven Groves es un investigador de la Fundación
Heritage, un centro de estudios conservador en el que él lidera un
proyecto para "proteger y preservar la soberanía estadounidense, la
gobernanza con autonomía y la independencia". Como tal, se opone a la
Convención.
La Convención en breve
- La Convención define los derechos humanos básicos de los menores en todas partes.
- Algunos de esos derechos son el derecho a la supervivencia, al desarrollo pleno, a la protección contra influencias peligrosas, y a la plena participación en la vida familiar, cultural y social.
- Los cuatro principios fundamentales de la Convención son la no discriminación; la dedicación al interés superior del niño; el derecho a la vida, la supervivencia y desarrollo; y el respeto por los puntos de vista del niño.
- La Convención reconoce expresamente que la función principal en la educación de los niños recae en sus padres.
Fuente: Unicef
Le dice a BBC Mundo que los temas relacionados
con los niños han recaído tradicionalmente sobre la familia, que tiene
"autoridad plena" sobre la educación, la disciplina y la religión de los
menores hasta que cumplen 18 años, siempre y cuando no estén abusando
de ellos. Agrega que la autoridad competente es local o estatal, e
insiste en que el gobierno federal no debería involucrarse.
Explica que en este caso en particular, los
encargados de la Convención ofrecen "instrucciones y recomendaciones a
varios países para que eliminen el castigo corporal, para que los padres
ni siquiera puedan disciplinar a sus hijos con una nalgada o para que
los niños tengan una voz en su instrucción religiosa".
"Me sentiría avergonzado si viviera en un país
que estuviera dispuesto a empoderar a su gobierno federal de tal manera
que se involucre en las relaciones familiares más íntimas, apruebe leyes
y luego se presente a la examinación de un comité en Ginebra",
concluye. El comité en esa ciudad suiza examina el progreso de los
estados miembro.
Y Groves no es el único que se opone. Basta una
rápida búsqueda en internet para encontrar organizaciones que creen que
la Convención causa que los padres "pierdan su derecho a ser padres" y
"socava" a la familia con resultados frecuentemente "trágicos y
devastadores" para los mismos niños, como dice la entidad Parental
Rights.
Pero esa misma búsqueda revela también que hay
múltiples voces que están pidiendo que Estados Unidos deje de ser una
excepción y adopte el tratado como casi todo el mundo.
Consecuencias negativas
Una de las personas que argumenta que Washington
debería ser parte del tratado es Jo Becker, quien trabaja en la
división de derechos infantiles de la organización Human Rights Watch.
Ella le dice a BBC Mundo que algunas de las
entidades que se oponen están haciendo una "lectura errónea" de la
Convención, en particular porque el documento reitera la importancia de
los padres y su rol en la educación de los niños.
Becker agrega que la oposición no es tanto legal
sino política, pues la mayoría de las leyes estadounidenses ya son
compatibles con la Convención. La excepción más notable es que ésta
prohíbe la cadena perpetua sin libertad condicional, que es legal en
Estados Unidos.
El profesor Jonathan Todres opina en la misma
línea. Dice que como hay consistencias claras entre la ley
estadounidense y la Convención, la implementación requeriría trabajo en
pocas áreas.
Otro aspecto en que Becker y Todres están de
acuerdo es que la no ratificación está generando problemas concretos
para los menores en el país.
Becker explica que al no ser parte de la
Convención, el país no se ve obligado a evaluar sus leyes sobre los
menores ni a discutir cómo podría mejorar sus derechos. Y Todres agrega
que la no participación de Estados Unidos "debilita la habilidad del
gobierno de defender a los niños alrededor del mundo".
Lo que sí cree este último experto es que, eventualmente, el país terminará por aprobar la Convención. Lo que no sabe es cuándo.
Después de todo, él mismo recuerda otro ejemplo:
Estados Unidos tardó 40 años en ratificar la convención que prohíbe el
genocidio.
Thomas Sparrow
BBC Mundo, Washington (@bbc_sparrow)
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