Foto: EPA
Es
cierto que yihadistas de origen occidental salen últimamente en You
Tube declarando que su próximo objetivo después de Siria serán los
países que en algún momento dieron refugio a sus padres. El pasado 20 de
noviembre, un ciudadano de EEUU juró ante la cámara: “¡Mataremos a
todos los que se nos pongan en el camino!” Él personalmente jamás
cumplirá con su promesa, debido a un impacto de obús del ejército
regular sirio justo en el lugar del rodaje pocos minutos después de su
declaración, pero en Siria aún quedan muchos yihadistas de origen
europeo y estadounidense con ideas similares. ¿Es posible que las
ciudades europeas presenten algún día las mismas imágenes que hoy
observamos en reportajes de televisión desde Bagdad o Alepo?
La
verdad es que la civilización se enfrenta al terrorismo de manera
permanente desde hace ya mucho tiempo. En Europa y EEUU este mal era
conocido mucho antes de que aparecieran las primeras células yihadistas.
No son sino un breve episodio de una larga historia de saboteadores de
diversa índole que han amenazado con transformar el mundo mediante la
fuerza. Aquellos que se van son sustituidos por otros nuevos que, a su
vez, desaparecen sin dejar huella. Hay entre ellos enemigos ocultos y
por eso aún más peligrosos, pero también jóvenes exaltados que se dejan
capturar rápidamente por no ser lo suficientemente discretos con sus
intenciones. ¿Cuántos de ellos serán reclutados en Siria para librar una
“gran guerra” contra Occidente?
Según
datos de un informe secreto de la inteligencia alemana, citado por la
revista Spiegel, en su edición del pasado 21 de noviembre, de los cinco o
diez mil yihadistas extranjeros que combaten en Siria, aproximadamente
un millar tiene ciudadanía europea. Este millar está a su vez compuesto
por decenas o, cuando más, cientos de ciudadanos de diversos países.
Algunos de ellos caerán muertos en Siria, otros no querrán volver. Y los
que vuelvan, volverán a sus casas dispersándose por todo el país. Los
centenares se reducirán nuevamente a unidades. Según expertos, la
mayoría de los que busquen el pasaje de vuelta han perdido todo interés
por las peligrosas aventuras debido a las drásticas lecciones de la
guerra real en Siria. Además están al tanto de que en Europa los
servicios de seguridad son eficaces y los correligionarios confiables,
muy escasos.
Desde
luego que la amenaza persistirá aún cuando solo algunos de ellos sigan
siendo peligrosos. Es cierto que podrán movilizarse libremente por
Europa y EEUU. El ex analista de la CIA, Michael Scheuer, sostiene que
“vuelven a casa con una lista de contactos de compañeros muyahidines
capaces de asesorarles o apoyarlos con dinero”.
Los
servicios de inteligencia europeos quedan pendientes de todo ciudadano
propio de origen no europeo que se haya mostrado sospechoso, por
ejemplo, al comprar un pasaje para Estambul. Si vuelve, van a seguir su
pista hasta el fin de sus días. Por donde sea que ande.
La
declaración de una guerra global al terrorismo supone metodologías de
lucha también globales y cada vez más sofisticadas. En lo que va de
siglo, el terrorismo internacional solo pudo dar una prueba de sus
grandes capacidades: los atentados de Madrid cometidos en 2004, justo
novecientos once días después de la tragedia de Nueva York, el 11 de
septiembre de 2001 (“9/11”). En 2005, el tenebroso plan de atentados en
Londres solo pudo cumplirse a medias. Desde entonces y salvo pocas
excepciones, las autoridades logran neutralizar con éxito todos los
intentos terroristas. ¿Para qué hablaríamos de Occidente, si algunos
talibanes paquistaníes han confesado que están peleando en Siria porque
los servicios de seguridad los tienen prácticamente acorralados en su
propio país?
Las
amenazas de librar la yihad en Occidente son siempre una clara prueba
de los reveses yihadistas en Oriente. El pasado 20 de noviembre, una
fuente anónima del Frente Al Nustra, en Siria, citada por la agencia
británica Reuters, admitió: “El régimen tiene más posibilidades para
ganar”. Obvio, porque también en Siria la población rechaza
inevitablemente los intentos de llevar a la práctica las crueles y
extrañas ideas yihadistas sobre el orden mundial.
Por
último, no se nos olvide que también están regresando a casa los
comandos europeos con sus ricas experiencias de lucha contra el
terrorismo mundial en los propios baluartes del mismo. A éstos nadie les
tomará desprevenidos.
Y
el que los servicios secretos se muestren preocupados es otra
advertencia a todos nosotros de que debemos estar ojo avizor en estos
tiempos difíciles y agitados. Lamentablemente, la era del terrorismo aún
no ha pasado. Más por fortuna, todavía no ha llegado la era del caos.
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