En el área de los niños puede leerse esta brutalidad: “Las locas sexuales no pagan”. |
Mi pueblo está en carnaval; desde el
13 y hasta el 15 llegan gente de toda Cuba, pero no voy a contarles
sucesos que se repiten en casi todos los lugares, sino llamar la
atención sobre símbolos y eslóganes, propios del consumismo capitalista,
ya instalados en la mente de muchos cubanos, lo peor, niños y niñas
disfrutan de ellos ingenuamente.
Por ejemplo, en el área de los niños puede leerse esta brutalidad: “Las locas sexuales no pagan”, es la forma de promover la mercancía, que acudan al vendedor para tatuarse el cuerpo y paguen por ello; lo peor es la cantidad de infantes desesperados por marcarse con algún ícono, sin saber el contenido y alcance del mismo. Los padres pagan y no se preocupan por esas cosas, en su tiempo no era así, pero hay que aceptar los cambios, se imponen, me dijo una madre muy sonriente.
En mi recorrido, personajes de Walt Disney florecían en todas las mesas de los vendedores a precios inalcanzables para bolsillos obreros, o sencillamente, a los hijos de personas humildes no les quedaba otra opción que preguntar el precio y seguir adelante. Un Mater vale $125. Ante este ícono de Hollywood, vi a un niño llorarles a sus padres para que se lo compraran. No podían complacerlo, así que siguieron camino.
Cursilerías baratas del consumismo nacen en todos los lugares del carnaval. Lo mismo puedes encontrar un corazoncito que vale desde $15 hasta $70, o un celular de juguete a $60 y $80. Todo vale, alguien dijo, pero nadie se pregunta qué es lo que se vende, cuál cultura están metiendo en la cabeza de niños y niñas; yo diría que poco a poco somos recolonizados culturalmente hablando, no hace falta una invasión militar.
Intento imaginar formas de resistencia ante la podredumbre que nos ilusiona y no encuentro cómo ayudar a modificarla. El imperialismo y su industria cultural lo tenemos dentro, y mucho peor aún, nuestras instituciones no tienen estrategias creíbles para enfrentarlos con arte y sentidos relacionados con el ahora de la gente.
Un parque temático viaja de pueblo en pueblo durante los carnavales. Desde el 13 ha llegado a mi pueblo. Los padres sacan de sus salarios cantidades destinadas a ese ocio que tanto reclaman sus hijos. Lo duro es que los chicos construyen ilusiones fabricadas por esa industria cultural frívola, que no le interesan las identidades y las fronteras simbólicas de las naciones. En un futuro no muy lejano, seremos una isla habitada por ciudadanos y ciudadanas colonizadas por la pseudocultura.
Para finalizar, no puedo ignorar el
precio de las manzanas que se venden por estos turistas de la
mediocridad, $30 cada una, quién puede comprarlas, dijo una madre con
dolor a su niña, que pedía a gritos, probar una de aquellas frutas
exóticas en su vida cotidiana.
El
capitalismo cultural viaja la isla, sus rieles no necesitan el Carril 2
para desmantelar una Revolución que puso el libro en la puerta de cada
casa, y enseñó a las familias a quitarse de arriba el consumismo que
idiotiza al ser humano y lo hace esclavo del mercado. ¿Qué hacer ante
un compañero así de los nuevos tiempos? Las locas sexuales no pagan, el
eslogan revolotea una y otra vez en mi cabeza.
Por Arnoldo Fernández Verdecia. arnoldo@gritodebaire.icrt.cu
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