Peinado impecablemente y trajeado con corbata roja, leyó con ímpetu su
discurso en el estadio olímpico Atahualpa. Con voz clara y fuerte,
convocaba al pueblo a acompañar las medidas económicas de austeridad en
vista del advenimiento de crisis económica en bloque sur. Invocó la
batalla de Pichincha y el cruce del Cóndor. Sabía que al negarse a
adquirir nuevos endeudamientos con bancos del norte, la situación aunque
honrosa, sería de penurias en el corto plazo. Estaba dispuesto a dar la
pelea contra los flagelos de la inflación y el descontrol de precios.
Con un ¡Viva la Patria! Roldós bajó de la tarima rápidamente rodeado de
un cuerpo de seguridad considerable. Presuroso se disponía a tomar la
avioneta para ir a otro acto público a una distancia de poco mas de 400
km, algo así como ir de San Cristóbal a Barquisimeto por avión bordeando
la cordillera de los andes. El vuelo no debía durar poco más de una
hora, pero justo en el tramo de descenso, a escasos kilómetros de llegar
a su destino, la avioneta se estrelló.
Junto a su esposa, su ministro de defensa y una pequeña tripulación, el
presidente ecuatoriano nacionalista Jaime Roldós, murió
instantáneamente. La aeronave recién comprada para uso presidencial era
una Beechcraft King Air, cuya marca hasta el día de hoy tiene la
reputación de ser los jets de un solo motor mejor construidos del mundo,
por cierto de origen gringo. Pero lo sorprendente no fue el hecho de
que esta lujosa joya de la aviación haya fallado, sino que nadie
indagara en la tesis del magnicidio. En apenas ocho días, un informe
cerraba las averiguaciones del hecho catalogándolo como un accidente.
El sucesor en la presidencia, no indagó tampoco, el escarmiento había
sido efectivo. Por ello apenas tomó el poder, se encargó de transformar
la deuda externa privada a deuda pública externa, es decir, la deuda de
los privados en dólares fue asumida por las reservas del Banco Central
del Ecuador. El Estado tuvo que financiar la deuda de los empresarios
privados a través de sus reservas internacionales, su petróleo e incluso
con parte de su selva Amazónica. Es decir, los mendoza y roigs del
Ecuador, le dijeron al Presidente sucesor debemos muchos millones de
dólares en el extranjero, si no nos dan los dólares paramos la
producción. Entonces el sucesor, en este caso osvaldo hurtado, como no
tenía tanto apoyo popular como Roldós, decidió volver a endeudarse con
la gran banca internacional, calmar los ánimos para que el país pudiera
sobreponerse a la trágica pérdida del líder, y continuar en paz por la
senda del desarrollo.
Tres meses después de la muerte de Roldós, Torrijos el presidente de
Panamá, moría en condiciones similares. Su avión explotó en medio de un
trayecto de viaje corto, como de Maiquetía a Guatire, pero las
autoridades se dieron cuenta que el presidente no llegó, un día después.
¿Usted se imagina que el presidente de Venezuela salga en un avión
desde Maiquetía hacia Guatire y después de una hora, nadie se pregunte,
por qué no ha llegado? Los cuerpos del mandatario y de la tripulación
fueron encontrados un mes después y el informe del siniestro elaborado
por militares estadounidenses casualmente arrojó que todo fue un
accidente. Pero el asesinato de Torrijos no es lo asombroso ya que se lo
merecía: había osado a exigir los derechos económicos de los panameños
sobre el canal de Panamá que hasta ese momento era propiedad
estadounidense. El sucesor estable después de Torrijos, fue su Jefe del
Servicio de Inteligencia, que había sido informante regular a sueldo de
la CIA, el general Noriega. Lo asombroso es que nadie investigara mucho
más el asunto del magnicidio, ni las instituciones, ni las
organizaciones de base progresistas panameñas, nadie dijo mucho, el
hecho pasó debajo de cuerda, una vez más.
Pero hace casi diez años apareció un ex sicario y decidió contar la
historia de Torrijos y de Roldós pues fue co-autor de sus asesinatos, no
el físico, sino el económico. Lo más interesante a nuestro parecer de
toda su narración es el procedimiento del asesinato de países enteros,
de sus líderes, sus recursos y por supuesto de su moral. John Perkins*
un sapo gringo, nos trae datos interesantes, sobre todo en esta fase de
la Revolución Bolivariana. Este big sapo, del que podríamos sospechar
que es un loco esquizoide, ha sido entrevistado por grandes medios
alternativos, como The Guardian y Democracy Now, quienes seguramente se
han encargado de verificar su origen y de corroborar la veracidad de
sus confesiones. Nos cuenta que el procedimiento pre y post magnicidio
es el siguiente:
El imperio de las corporaciones identifica un país y sus recursos.
Ofrece apoyo monetario para financiar electoralmente a los candidatos
que se estén postulando a presidente. Si gana alguno que este fuera de
la receta tipo marketing capitalista lo visitan a escasos días de su
toma de posesión Felicidades, señor Presidente, sólo quiero que sepa que
aquí en esta mano tengo un par de cientos de millones de dólares para
usted y su familia si usted coopera con el Tío Sam y nuestras compañías
petroleras. Y aquí en la otra tengo un hombre con un arma en la mano,
una bomba, un cáncer o un avión defectuoso, que tiene el nombre de
usted. Recuerde a Allende, a Roldós, A Torrijos, a Lumumba. Recuerde,
Hay una larga lista de chicos que quisieron avanzar solos y fueron
derrocados o asesinados.
Según nos cuenta Perkins al recién llegado le leen esa cartilla, quizás
de forma más sutil, pero el mensaje siempre es explícito y muy claro.
Literalmente y físicamente andarán en la oficina del presidente mientras
dure su mandato. A menos que el personaje bajo amenaza, tenga sólidos
pies ideológicos, en un par de semanas piensa Tengo que permanecer en el
cargo. Puedo hacerlo mejor que nadie, pero de alguna manera tengo que
aplacarlos dándoles, por ejemplo un contrato a la Halliburton.
Pero si el amenazado no se deja y se planta frente a estos mercenarios y
dice No John, gracias por tu dinero, no me voy a endeudar, porque sé
que ese dinero finalmente no llega a los pobres, quizás unas migajas a
unos cuantos, así que déjame hacer lo mío, llamar a mi pueblo a soportar
algunas dificultades pero avanzar a un mundo un poco más honesto. Si
las amenazas de los sicarios económicos no logran convencerlo, tal como
ocurrió con Chávez, entonces, los sicarios económicos se retiran y abren
paso a los "chacales". Los chacales, dice Perkins, son la mafia pesada
sancionada por la CIA que fomenta secuestros y golpes de estado. Y
cuando los chacales fallan, como fue el caso en Irak, el ejército entra y
los sicarios económicos vuelven a amenazar. De seguir resistiéndose a
la entrada del capitalismo, entonces entran de nuevo los chacales y
asesinan. El sucesor vuelve a la ruleta rusa per secula seculorum.
De manera que cada vez que el Gobierno Bolivariano quiera volver a
hablar de planes de magnicidio, de cómo maricori y arria se cartean con
los gringos para hablar de cuál sicario o cual chacal deben traer,
tendría el gobierno que comenzar hablando del asesinato de Chávez.
Seguir el ejemplo que María León dio, rescatar a Chávez del cliché, de
la estatua o del afiche y recordar como los chacales lo envenenaron
porque no pactó. Recordar que no claudicar es un orgullo, que no somos
los primeros ni seremos los últimos, que los sicarios económicos y los
chacales darán vueltas alrededor de Miraflores y de Pdvsa mientras haya
algo que les apetezca de nuestro suelo. Los datos sobran, las evidencias
también, hoy hablar del asesinato de Chávez demarca bandos. El que diga
que a Chávez se lo llevó diosito, está bajo sospecha. El que diga que
lo mataron es verdaderamente chavista.
Rosa Natalia
3-6-2014
Trincheraderosas.blogspot.com/trincheraderosas@gmail.com/@trincheraDRosa
Fuentes y pie de página:
Último discurso de Jaime Roldós, 25 de mayo de 1981 en el Estadio Olímpico Atahualpa en la ciudad de Quito (http://www.youtube.com/watch?v=brYNdYdM-Sg)
Acosta Alberto (2011) Ecuador: El proceso de "sucretización" en el Ecuador http://alainet.org/active/1549&lang=es
*Jhon Perkins: (28 de enero de 1945, Hanover) economista, empresario y
escritor activista estadounidense. Fue reclutado mientras estaba en la
Escuela de Negocios a finales de los sesenta por la Agencia de Seguridad
Nacional, la organización de espionaje más grande de los EEUU; y luego
trabajó para las corporaciones privadas. Su misión consistió en fomentar
medidas políticas favorables a los intereses de lo que el autor llama
la corporatocracia estadounidense (la alianza entre la administración,
la banca y las corporaciones). Ejerció los cargos de economista jefe y
director de planificación económica y regional. Ha escrito tres libros:
Confesiones de un sicario económico, Historia secreta de los EEUU y
Manipulados.
Aporrea
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