Nacido en Estados Unidos, el movimiento “Black Twitter” se refiere a los
usuarios negros que emplean esta red social para denunciar actos racistas y
defender la igualdad de derechos en todo el mundo, y su voz tiene cada vez más
importancia en Sudáfrica.
Una serie de sucesos racistas ocurridos a principios de año en este país ha demostrado la creciente relevancia del foro en asuntos de interés para la comunidad negra, que ha llegado a convertirse en una especie de ejército moral contra el racismo.
“‘Black Twitter’ no ha tenido tanta influencia en ningún lugar del mundo como en Sudáfrica. Tres racistas en un día”, escribió una usuaria el 4 de enero, cuando tres sudafricanos blancos perdieron sus empleos y sus patrocinios por comentarios raciales que provocaron una ola de indignación en la red.
Antes, esta marea
joven y airada había liderado en las redes movimientos como el que consiguió la
caída de la estatua del líder colonialista británico Cecil Rhodes de la
Universidad de Ciudad del Cabo, con un hashtag (#RhodesMustFall), que inspiró
otras campañas online como el #FeesMustFall (las tasas deben caer).
Si la primera acabó con una grúa llevándose la estatua de Rhodes, ésta última culminó —después de multitudinarias protestas estudiantiles espoleadas por el propio “Black Twitter”— con una rectificación del Gobierno, que finalmente anuló la subida de las matrículas.
“Black Twitter es ahora el nuevo Gobierno de la República”, escribía en la red social uno de sus usuarios, en referencia al poder que ha demostrado tener.
“Black Twitter es la CIA sudafricana”, decía otro tuitero, aludiendo a la capacidad de sus miembros de desvelar comportamientos racistas dentro y fuera de la red. Cualquier actitud discriminatoria descubierta se convierte en denuncia pública a través de este canal, en el que a menudo se leen mensajes como “¿se ha ocupado ya el Black Twitter de este racista?”, acompañado de datos que ayudan a identificarlo con claridad.
Este fenómeno se ha convertido en un vía para acabar con la impunidad de quienes tienen comportamientos racistas dentro o fuera de la red, aunque algunos temen que su potencialidad pueda acabar con todas las opiniones discordantes.
El economista blanco Chris Hart fue despedido de empleo y sueldo por su banco tras apuntar en Twitter que, más de dos décadas después de la caída del apartheid, buena parte de la población negra sigue actuando con resentimiento y cree que se le debe algo.
Poco después, el periodista blanco Gareth Cliff fue tachado de racista y despedido de uno de sus trabajos por rechazar que se persigan legalmente los comentarios racistas, ya que, en su opinión, están amparados por la libertad de expresión.
“‘Black Twitter’ es un fenómeno potencialmente peligroso para aquellos que no estén dentro de las líneas del ‘status quo’. Es un ejército dispuesto a engullir a masas enteras embistiendo contra creencias, principios morales y opiniones”, opina la poeta negra Kutlwano Khali.
“Mi mayor miedo es que, en su cruzada para hacer justicia, pueda lanzarse a la caza de víctimas inocentes”, declara Khali, que subraya que el hambre de importancia y popularidad de unos cuantos usuarios puede llevar “en cuestión de segundos” y “sin esfuerzo” a arruinar el buen nombre de cualquiera.
Por Marcel Gascón/ EFE
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