Los documentos
desclasificados de la CIA no ahorran elogios a Heusinger, que dicen “se ganó el
respeto de sus colegas americanos y alemanes por su competencia profesional y
su integridad personal”. Los papeles secretos reconocen que la CIA
consideró seriamente que Heusinger sustituyera a Gehlen, pero en los años 50 el
general decidió retomar su carrera militar en la República Federal
Alemana y, aunque siguió siendo un “representante influyente de los
intereses estadounidenses en la remilitarización alemana y la Organización
Gehlen”, poco a poco fue dejando sus labores en el servicio de inteligencia.
Ahora bien, nunca dejó de ser un buen confidente de la CIA.
La historia del siglo XX
está llena de sorpresas. En un periodo de máxima convulsión política y social,
los peores enemigos pueden pasar a ser grandes aliados de la noche a la
mañana. Aunque hay miles de ejemplos de esto, pocas biografías son tan
sorprendentes como la del general alemán Adolf Heusinger, cuyo currículo
es de los que quitan el hipo: fue veterano de la I Guerra Mundial, general y
jefe de operaciones del ejército nazi, agente secreto de la CIA y presidente
del comité militar de la OTAN. Lo que se dice tener una exitosa carrera.
Su carrera en el regimiento
de infantería fue meteórica, aunque accidentada. En julio de 1917 fue
ascendido a subteniente (el equivalente, según la jerarquía española, al
puesto de alférez, el primer rango en la escala de oficiales), pero sólo unas
semanas después, y tras ser herido en combate en dos ocasiones, fue apresado
por las fuerzas británicas.
Después de la IGM, Heusinger
era un militar profesional condecorado (en su uniforme colgaba la prestigiosa
Cruz de Hierro) en un país con un ejército de sólo 100.000 hombres, el Reichswehr,
la única fuerza que se le permitió tener a Alemania tras el Tratado de
Versalles.
En 1931, fue asignado a la
división de operaciones de la Truppemant, el encubierto Estado Mayor del
ejército alemán durante la República de Weimar, ya que el Tratado de
Versalles prohibía la existencia de esa institución. Aunque en la época del
Reichswher, dado su limitado tamaño, las promociones eran escasas, Heusinger
llegó a capitán en 1932 y a comandante en 1936, ya en época nazi.
A las órdenes del Führer
Con la llegada de Adolf
Hitler al poder, las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles
fueron ignoradas y el Estado Mayor se restableció a todos los efectos.
En agosto de 1937, Hausinger fue asignado al Mando de Operaciones. En
1939 fue ascendido a teniente coronel y en 1940 fue nombrado comandante de este
órgano básico del ejército, con el rango de coronel.
Heusinger tuvo un papel
fundamental en la planificación de la ocupación de Austria y, al estallar la II
Guerra Mundial, en la invasión de Polonia, Dinamarca, Noruega, Francia y
los Países Bajos. En el transcurso de la guerra Heusinger fue nombrado general
de brigada y, después, de división.
En junio de 1944 el general
Zeitler, jefe del Estado Mayor del Ejército, se puso enfermo y
Heusinger asumió temporalmente su rol, con tal mala suerte que, debido a su
nuevo cargo, le tocó reunirse con su tocayo Hitler en la “guarida del lobo”,
justo el 20 de julio de 1944, día en el que se perpetró el fallido intento de
asesinar a todos los gerifaltes nazis.
El führer se libró
totalmente del ataque, pero Heusinger, que estaba justo a a su lado, fue uno de
los generales que resultó heridos. Tras pasar por el hospital, fue arrestado e
interrogado por la Gestapo, para determinar si había jugado algún papel
en el complot para acabar con Hitler. Aunque había evidencias de que Heusinger
había contactado con muchos de los conspiradores, la Gestapo no encontró ningún
vínculo directo con éstos y en octubre de 1944 fue liberado, pero enviado
a la reserva. No ocupó ningún cargo en el ejército hasta el 25 de marzo
de 1945, cuando fue nombrado jefe de la división de cartografía, sólo para ser
capturado dos meses después por las fuerzas estadounidenses.
Espía de la CIA y mano
derecha de Adenauer
Como alto cargo del ejército
nazi, Heusinger tuvo que testificar en los juicios de Núremberg. Un documento desclasificado de la CIA sobre el general –que
fue hecho público en 2006 gracias a la Nazi War Crimes Disclosure Act– asegura
que pudo estar implicado en crímenes de guerra, pues algunas de las ordenes que
firmó sellaron el destino de varios presos políticos rusos y comandantes
aliados.
Pese a esto, fue absuelto
de sus cargos. Como declararon la mayor parte de los gerifaltes nazis,
Heusinger aseguró que se había limitado a rubricar las órdenes que le
transmitían. Pero en su perdón quizás tuvo algo que ver que, como se apunta en
el documento desclasificado de la CIA, “tuvo una actitud colaborativa”
y, más aún, que durante el transcurso del macro juicio el general trabajó como
“asesor de investigación” para EEUU. Una relación que, desde entonces, fue muy
fluida.
En 1947 Heusinger ingresó en
la oficina de inteligencia del general Reinhard Gehlen, otro antiguo
oficial nazi –general de la Whermacht– que, tras perder la guerra, se alistó
como espía estadounidense. La Organización Gehlen fue una red de
espías organizada por las fuerzas de ocupación estadounidenses en Alemania
sobre la base de las redes de inteligencia creadas por los nazis, que jugó un
papel fundamental espiando a la Unión Soviética y sus aliados, sobretodo, claro
está, la RDA.
Los documentos
desclasificados de la CIA no ahorran elogios a Heusinger, que dicen “se ganó el
respeto de sus colegas americanos y alemanes por su competencia profesional y
su integridad personal”. Los papeles secretos reconocen que la CIA
consideró seriamente que Heusinger sustituyera a Gehlen, pero en los años 50 el
general decidió retomar su carrera militar en la República Federal
Alemana y, aunque siguió siendo un “representante influyente de los
intereses estadounidenses en la remilitarización alemana y la Organización
Gehlen”, poco a poco fue dejando sus labores en el servicio de inteligencia.
Ahora bien, nunca dejó de ser un buen confidente de la CIA.
En 1950, el general se convirtió en el principal consejero en asuntos militares del canciller Konrad Adenauer y trabajo en la Amt Blank, el “departamento” gubernamental dirigido por Theodor Blank, que en 1955 se convirtió en el Ministerio de Defensa de la Alemania Occidental.
Con el restablecimiento del
ejército alemán en 1955, Heusinger volvió a ingresar en el mismo, siendo
nombrado teniente general y jefe del Consejo de Liderazgo Militar. En
1957 fue ascendido a general de ejército y fue el primer inspector general
del nuevo Bundeswehr, donde sirvió hasta 1961. Ese año fue nombrado presidente
del Comité Militar de la OTAN –el rango más alto de la rama no
civil de la organización–, puesto en el que sirvió hasta 1964 cuando, con
67 años, se retiró por fin de los cuarteles.
El general murió en Colonia,
en noviembre de 1982, a la edad de 85 años. En su uniforme colgaban
condecoraciones de los ejércitos del Imperio Alemán, del Tercer Reich y la
República Federal Alemana, pero, además, la Legión al Mérito que otorga EEUU y
otras condecoraciones similares de Italia, Hungría y Finlandia.
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