Ayer, cuando la noche aparecía con timidez en La Habana, dejó de existir mi entrañable amiga Bernie Dwyer, destacada luchadora por la libertad de nuestros Cinco Héroes, entrañable solidaria con Cuba y periodista llena de compromisos y consecuencias. Batalló en silencio como una heroína y no tuve tiempo de decirle: ¡Hasta siempre!
La recuerdo, siempre ofreciéndome una sonrisa al encontrarnos e impregnándome de su terco optimismo y amor a la vida.
La recuerdo, como la fundadora -como ella jocósamente me decía-, del Club de mis ¨Fans¨, integrado también por otras bellas e inolvidables amigas que me han sido arrebatadas por la muerte.
Yo, amenazado también por la enfermedad y por un traicionero cuerpo cansado, al que empujo y convenzo a diario para que no se rinda, no puedo llorar a la amiga querida que se me fue. La llevaré en el corazón mientras quede en mí un hálito de vida y sea consciente de que nunca me rendiré ni al cansancio ni a tanta injusta muerte que me golpea. Llevaré, simplemente, su sonrisa como brújula.
Escribo esta nota con letras rojas, eludiendo el negro luctuoso de una letra que rehuye a mostrar su nombre y mi dolor, vencidos ante la tristeza. Escribo en rojo, como la sangre, como las banderas que levantamos más de una vez en nuestras vidas.
Escribo esta nota con letras rojas, eludiendo el negro luctuoso de una letra que rehuye a mostrar su nombre y mi dolor, vencidos ante la tristeza. Escribo en rojo, como la sangre, como las banderas que levantamos más de una vez en nuestras vidas.
Percy Francisco Alvarado Godoy
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