Luis Bárcenas
Foto: www.extraconfidencial.com
Nuestro analista político Ígor Kudrin comenta los detalles del caso.
España
está entre los cinco países europeos más afectados por la crisis
económica y sus drásticos efectos como la desmesurada tasa de desempleo,
en la que ese país sigue directamente a Grecia. No es de extrañar, por
lo tanto, que al enfrentarse de repente a una situación socioeconómica
tan grave, los españoles echaron toda la culpa al Partido Socialista
Obrero que les gobernó hasta 2011. Con mayor razón porque el PSOE
también se veía de vez en cuando involucrado en escándalos financieros
parecidos al del PP con revelaciones no menos sonadas. Al cruzar el
umbral del Palacio de la Moncloa, Mariano Rajoy
venía no solo a solucionar los problemas económicos, dando empleo a
miles de parados, principalmente, jóvenes, sino también a acabar con las
infracciones de leyes financieras. Y ahora, veinte años más tarde, un
extesorero del PP decide sacar a relucir la verdadera cara del PP, su
historia y peculiaridades de sus dirigentes, revelando unas cifras
horribles y realmente peligrosas para los políticos que hoy están en el
poder. Resulta que las maquinaciones contables y la financiación ilícita
han sido comunes del PP desde hace ya veinte años, es decir, desde los
tiempos de José María Aznar. Un solo ejemplo. En los municipios
controlados por el PP las constructoras le pagaban sobornos millonarios a
cambio de contratos ventajosos. Lo hacían con regularidad y es difícil
que alguien cuestione esta información porque Bárcenas era un
funcionario de alto rango y además le correspondía controlar las
transacciones ocultas más importantes por encargo de la jefatura del
partido. Sobre todo, en Suiza, donde el PP guardaba su reserva secreta
de muchos millones de euros. En la mayoría de los casos, ese dinero
llegaba a la sede madrileña del PP para luego ser repartido,
presumiblemente, por el propio Rajoy y sus personas de confianza. En
enero pasado tuvo lugar la primera filtración de datos acerca de los
malabares financieros de quienes se habían comprometido ante los
españoles a servir honradamente a sus intereses y a sacar el país de la
precaria situación económica. El Gobierno se apresuró a negar aquellos
hechos. Pero acto seguido no solo le despojó a Bárcenas de su lujosa
oficina, sino que no movió un dedo para impedir su encarcelamiento. Ante
estos deplorables sucesos, muchos españoles se decepcionaron de Mariano
Rajoy y no le creen, cuando dice que mejorará notablemente la calidad
de vida para 2014. A su vez, los socialistas tienen una excelente
oportunidad para desquitarse de su principal rival político por sus
críticas (fraude financiero, depresión productiva y enorme desempleo,
sobre todo, entre los jóvenes), de las que fue objeto en otros tiempos.
El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, consideró su
deber hacerlo pagar de inmediato las viejas ofensas.
–Ahora
es nuestro deber decirles a los españoles toda la verdad, y
concretamente, que en este momento delicado de la historia el Sr. Rajoy
no puede dirigir el país.
Naturalmente, el
escándalo no provocó un cambio del poder en España. Las partes incluso
intercambiaron excusas formales, le bajaron el tono a la polémica y
acordaron buscar conjuntamente una solución a la crisis para mejorar la
calidad de vida de la población. Su batalla verbal y las respectivas
denuncias políticas no beneficiaron en absoluto al país.
Bárcenas
en algún momento suspendió sus revelaciones, pero igual fue acusado de
malversación de fondos públicos y metido entre rejas, desde donde ahora
trata de desquitarse de los que lo declararon delincuente. Es de señalar
que muchos abogados de renombre se negaron a defenderlo. Según datos
recientes, hay uno que se aprestó a colaborarle. Dicen en broma que se
siente asociado con el denunciante de líderes políticos metido en la
cárcel Soto Real, porque en otro tiempo también fue condenado a prisión
por cargos de fraude.
nv/kg
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