- En este mapa, proporcionado por Edward Snowden al diario británico The Guardian, los países menos vigilados por la NSA aparecen en amarillo. Los más vigilados aparecen en rojo.
Nada sorprendente. A lo largo de más de 40 años,
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la República Federal de
Alemania estuvo siempre a la vanguardia de la guerra fría contra la
Unión Soviética y sus aliados del bloque del este. Pero el «Big Brother» tenía que «escuchar»
también a los alemanes. Siempre ha habido justificaciones para ello.
Primero fue la desnazificación. Después, las relaciones comerciales con
la Unión Soviética. Dos excusas más que traídas por los pelos en el
plano ideológico.
El espionaje no resultaba entonces muy oneroso. Había en Alemania
occidental instalaciones secretas que servían para planificar y dirigir
la actividad de obtención de información de inteligencia sobre el otro
lado de la «cortina de hierro». Las mismas instalaciones servían a la vez para controlar el territorio de la Alemania federal.
Por ejemplo, a fines de los años 1980, los servicios especiales
estadounidense provocaron un escándalo que condujo a la liquidación de
la empresa química Imhausen-Chemie, fundada en 1912. Algunos periodistas
alemanes se atrevieron a hacer una pregunta delicada: ¿Cómo había
llegado aquella información comercial clasificada a los oídos de la
inteligencia estadounidense? Hubo varias investigaciones sobre la
exactitud de las acusaciones presentadas contra aquella firma, que había
firmado con Libia un acuerdo para la construcción de una empresa
química en ese país africano. Poco antes se había producido la operación
El-Dorado Canyon [1]. Las sanciones económicas contra Libia ya estaban previstas. El descubrimiento de la «información secreta»
sobre la construcción de la mencionada fábrica de productos químicos
llegó en el momento exacto para agregar aquella instalación a la lista
de acusaciones presentadas contra Muammar el-Kadhafi.
Por supuesto, Alemania fue y sigue siendo un miembro europeo
fundamental de la OTAN. El gobierno de la República Federal de Alemania
siempre ha mantenido la solidaridad transatlántica como un pilar de su
política exterior, un principio que siempre ha respetado. Antes de la
reunificación, Alemania tenía la reputación de ser a la vez un gigante
económico y un enano en el plano político. Así funcionaban las cosas. A
lo largo de los años, los alemanes aprendieron a trabajar y construir.
Pero lo hicieron siguiendo los pasos de otros y evitando emprender
iniciativas en materia de política exterior. Willy Brandt nunca habría
recibido el Premio Nobel de la Paz si no hubiese coordinado cada etapa
con Washington.
El tiempo ha pasado y la Alemania reunificada busca hoy cierto grado
de independencia política, lo cual exaspera a sus socios del otro lado
del Atlántico. La política exterior contemporánea de Estados Unidos
parte de la hipótesis que todas las grandes batallas internacionales
futuras van a librarse en la región Asia-Pacífico. Pero eso no quiere
decir que Estados Unidos piensa irse de Europa. Es más bien todo lo
contrario. Washington estima que tiene que garantizar la estabilidad en
lo que considera su retaguardia.
Los programas PRISM y TEMPORA han puesto al desnudo la correlación de
fuerzas existente en el seno de la OTAN. Los medios de difusión
occidentales evitan mencionar a los Estados que han firmado una alianza
en materia de operaciones de inteligencia con Estados Unidos. Esa
alianza es conocida como los «Cinco Ojos» ya que reúne al Reino
Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Esos cinco países conforman el
bloque anglófono, también llamado «anglosajón». Una desagradable sorpresa para los alemanes, que descubren ahora que están siendo vigilados… ¡por sus propios aliados!
Y vigilados, además, muy, muy estrechamente… ¡más que ningún otro
país europeo! Lógicamente, hubiesen podido esperar ese tipo de
tratamiento de parte de los chinos y de los malvados rusos. Año tras
año, la Oficina federal alemana de Protección de la Constitución llama
la atención sobre la amenaza del espionaje industrial y se señalan casos
aquí y allá para que la población se mantenga en guardia. Pero
¿ahora resulta que son los estadounidenses quienes vigilan a sus
amigos alemanes? ¿Y los ingleses? ¡Caramba! El «círculo restringido» de los anglosajones aprecia la amistad pero no vacila en espiar a sus amigos.
Ante ese descubrimiento, es natural el aumento del sentimiento antiestadounidense en Alemania. Como se señala en el foro del Frankfurter Allgemeine Zeitung:
«América [Estados Unidos] es muy sucia, apesta tanto que podemos olerla des Europa. Los escándalos, las guerras injustas, los crímenes de guerra, la arrogancia que muestra en las discusiones sobre el comercio, son síntomas de una dictadura mundial… y estamos siendo arrastrados al torbellino del mal.»
«Los estadounidenses todavía se comportan como cowboys.»
Y se elevan voces que exigen el congelamiento de las negociaciones, ya emprendidas, sobre la instauración de una «OTAN económica», o sea una zona de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos.
Lo más chocante es que los alemanes –pueblo respetable–, quienes han
probado su lealtad, sean vigilados más estrechamente que sus vecinos.
Michael Hartmann, vocero de la oposición socialdemócrata (SPD) a cargo
de los temas internos, declaró que nada justifica la vigilancia masiva
contra los alemanes.
Pero, desde el punto de vista de los defensores de la hegemonía
estadounidense, hay suficientes razones para vigilar a los alemanes.
¿Dónde estaban en enero de 2003, cuando 8 jefes de Estado publicaron una
declaración común de apoyo a Estados Unidos? Aquella declaración
apoyaba la intervención estadounidense en Irak. Los firmantes eran los
líderes de Gran Bretaña, Italia, España, Portugal, Dinamarca, Polonia,
de la República Checa y de Hungría. ¿Y quién se atrevió a abstenerse en
el Consejo de Seguridad de la ONU cuando hubo que votar la imposición de
una zona de exclusión aérea sobre Libia? Alemania fue el único país
occidental que se abstuvo. Y después de eso, Guido Westerwelle, el
ministro alemán de Relaciones Exteriores que asumió la responsabilidad
de aquella arriesgada decisión –un «deshonor nacional», según el
ex jefe de la diplomacia germana Joschka Fischer– conservó su cargo en
el gobierno, abandonando cuando más el título de canciller adjunto.
Contrariamente a la tradición, fue el ministro de Economía quien asumió
ese título.
Es importante señalar aquí lo enraizado que está el doble rasero en
las mentes de los europeos. Si el espionaje es contra China (como en la
universidad de Tsinghua en Pekín o la universidad china de Hong Kong),
es normal. Pero si es contra Europa, se trata entonces de una
grave violación de los derechos humanos.
En el caso de Alemania, lo más chocante es la cantidad de
intercepciones: 600 millones de conexiones telefónicas al día, mensajes
electrónicos, el contenido de las páginas personales de Facebook, todo eso queda guardado durante 30 días, a espaldas de los utilizadores. «Aunque usted no esté haciendo nada malo, igual está siendo vigilado y grabado», declaró Edward Snowden al Guardian.
Han pasado 20 años, pero los alemanes todavía recuerdan el ministerio
de Seguridad del Estado, la Stasi, la policía política de la República
Democrática Alemana. Y esto es lo que escriben:
«Aquí la Stasi para desearle la bienvenida.»
«Contraten a los ex agentes de la Stasi.»
«Estados Unidos acusa a Snowden. Tendrían que acusarse ellos mismos por violación de los derechos fundamentales que protegen la vida privada y la libertad. La Stasi abrió cartas privadas en violación de las normas sobre la vida privada. La NSA hace lo mismo con los mensajes electrónicos privados. No hay diferencia. Si la República Democrática Alemana era una dictadura, ¿qué se puede decir entonces de Estados Unidos?»
Las opiniones reflejadas en las redes sociales van más allá de la
simple comparación con la Stasi. En ellas los servicios especiales de
Estados Unidos y Gran Bretaña son comparados con la Gestapo:
«Si siguen así, van a lograr que la Gestapo parezca un juego de niños. ¿Dónde están los “verdaderos alemanes”, los arios verdaderos que creyeron durante años que nada podía sucederles. ¿Adónde los han conducido sus infantiles esperanzas? ¿Dónde están los verdaderos arios?»
En efecto, al contrario de lo sucedido en el pasado, las
nuevas tecnologías permiten ejercen un control total sobre la población,
incluyendo a los burgueses dignos de confianza. La cadena alemana de
televisión NDR TV y el diario Süddeutsche Zeitung explican que el
TAT-14 es un cable submarino de fibra óptica destinado a las
comunicaciones transatlánticas que conecta Alemania con Estados Unidos.
Ese cable pasa por las islas británicas. Instalado hace año y medio por
el Reino Unido, el sistema TEMPORA garantiza la lectura de los datos que
se transmiten a través de ese cable. Idea magnífica… si dejamos de lado
la ética.
Pero hay un problema, la cantidad de datos es 192 veces superior al
volumen de información que se conserva en la Biblioteca Nacional
británica. Así que el programa utiliza un sistema de palabras claves
para filtrar los datos. La experiencia de los servicios especiales
alemanes demuestra la ineficacia del método. En 2011, cerca de
3 millones de SMS interceptados estaban supuestamente vinculados al
tráfico de armas o al tráfico de personas. Al cabo de un arduo trabajo
de verificación resultó que solamente 290 SMS presentaban algún tipo de
interés para los servicios de inteligencia.
Según los funcionarios de la República Federal de Alemania, la lucha
contra el terrorismo no justifica una vigilancia total. Opinión
corroborada por los comentarios vertidos a través de las redes sociales.
Pero hay gente que piensa que las ventajas del control total prevalecen
sobre el respeto de la vida privada. Los servicios especiales alemanes
parecen dirigirse hacia la aplicación de ese principio en el futuro.
Según filtraciones llegadas a los medios de prensa alemanes, los
servicios federales de inteligencia han creado un nuevo departamento
para la vigilancia de internet. Para prevenir las amenazas terroristas,
la agencia alemana de inteligencia exterior, el BND, prevé invertir
100 millones de euros en el reforzamiento de su capacidad de vigilancia
de internet. El semanario Der Spiegel señala que el BND planea
extender su programa de vigilancia para cubrir el 20% de las
comunicaciones entre Alemania y los demás países.
El BND se propone contratar 100 nuevos agentes de «reconocimiento técnico».
Algunos políticos han imaginado varios proyectos de ley a favor de la
extensión de la vigilancia. El ministro del Interior y Deportes de
Saxe-Anhalt, Holger Stahlknecht, ya redactó una ley que introduce
nuevas medidas a favor de la vigilancia sobre las telecomunicaciones,
obligando a las empresas a entregar al Buró de Protección de la
Constitución los datos de los internautas, datos que incluyen las
direcciones IP, códigos PIN y passwords.
«Sabiendo que Estados Unidos y Gran Bretaña ya
fueron descubiertos, ahora tenemos que legalizar la vigilancia, que en
realidad ya comenzó desde hace mucho», escribe un lector del Mitteldeutsche Zeitung. «¡Bienvenidos a 1984!», concluye irónicamente otro lector de un diario del este de Alemania.
http://www.voltairenet.org
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