El canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, mostró en Quito la
foto de un «micrófono espía» encontrado en una toma de corriente detrás
de una librería en la embajada de Ecuador en Londres, donde permanece
refugiado desde hace más de un año el editor de Wikileaks, Julian
Assange. El dispositivo de espionaje de la empresa británica
Surveillance Group Limited, podía también transmitir las conversaciones
que captara.
«Hemos pedido apoyo al gobierno británico para continuar con la investigación de este aparato», dijo Patiño a la prensa.
El hallazgo se produjo dos días antes de que el ministro se reuniera
con Assange en la misma sede diplomática para discutir su situación. El
australiano obtuvo el asilo de Ecuador, pero no puede trasladarse a ese
país porque las autoridades británicas le han advertido que lo detendrán
en cuanto abandone el edificio.
También coincidió con las revelaciones de Edward Snowden, el
excontratista de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos
(NSA), sobre el alcance de la vigilancia que este órgano de inteligencia
ha montado sobre la ciudadanía de buena parte del mundo.
«The Surveillance Group http://www.thesurveillancegroup.com/ no está
ni ha estado involucrado en actividades de esta naturaleza», dijo el
jueves 4 el presidente de la empresa, Timothy Young, en un comunicado.
«Esa es una afirmación completamente falsa».
Una búsqueda en Internet revela que Surveillance Group promociona su
capacidad para instalar dispositivos de seguimiento en cualquier parte.
«Podemos jactarnos de ser la única empresa del mundo en ofrecer
construcción de cámaras encubiertas, ocultamiento y cursos de despliegue
acreditados internacionalmente», asegura el sitio web de la empresa.
«Ofrecemos una variedad de opciones de cámaras encubiertas
automatizadas y a medida para reunir evidencia gráfica vital en los
ambientes o escenarios más problemáticos. Las cámaras pueden también
apoyarse con el uso de dispositivos de microrrastreo para instalar en la
propiedad o en los vehículos de los clientes», agrega.
Las escuchas son solo uno de los servicios que Surveillance Group
suministra a corporaciones o fuerzas policiales. «Somos expertos
reconocidos en vigilancia de testigos profesionales para la policía y
autoridades locales en casos de drogas, prostitución, violencia de
pandillas, crímenes de odio y conductas antisociales», dice otra página
de su sitio web.
«Nuestro trabajo en este terreno incluye detectar mala conducta de
empleados, relativa a la entrega de información empresarial reservada e
infracciones a restricciones contractuales o a convenios de
confidencialidad», añade.
El sitio digital muestra imágenes de jóvenes encapuchados rompiendo
vidrieras, así como testimonios de empresas, como Nike, que agradecen la
ayuda para encontrar direcciones de comerciantes que venden productos
falsificados.
Surveillance Group también ofrece «diplomas profesionales» en
tácticas de contravigilancia por el equivalente a unos 8.000 dólares.
Con todo, los aparatos de esta empresa parecen haber fracasado en su
fin de interferir en los planes de Assange y Snowden, que probablemente
fueron pergeñados en el mismo edificio espiado. Y, ciertamente, no los
disuadieron de lanzar un audaz intento de escapada internacional para el
exagente, propio de una película de Hollywood.
El 23 de junio, Sarah Harrison, integrante de Wikileaks, sacó a
Snowden the Hong Kong –desde donde había divulgado los documentos
comprometedores para el gobierno de Estados Unidos– y lo llevó a Moscú,
tomando por sorpresa a las agencias de inteligencia.
Harrison llevaba un salvoconducto emitido por un cónsul ecuatoriano
en Londres para que Snowden pudiera abandonar Moscú. Sin embargo, tras
recibir una llamada del vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, el
mandatario de Ecuador, Rafael Correa, indicó que ese documento no tenía
validez ni había sido emitido con autorización del gobierno.
El micrófono y transmisor no son los únicos elementos que Ecuador tiene para sospechar que está siendo espiado.
Un artículo publicado la semana pasada por el diario estadounidense
The Wall Street Journal contenía extensas citas de correspondencia
electrónica entre colaboradores del presidente Correa, revelando que
alguien había interceptado las comunicaciones internas del gobierno.
«Sugiero hablar con Assange para controlar mejor las comunicaciones»,
decía la embajadora de Ecuador en Estados Unidos, Nathalie Cely, en un
mensaje al portavoz presidencial Fernando Alvarado, según la cita del
Wall Street. «Desde afuera (Assange) parece estar 'dirigiendo el show'»,
agregaba.
El Wall Street alega haber obtenido los correos electrónicos de
Univision Network, una televisión en español con sede en Estados Unidos.
Pero Wikileaks afirma que bien pudo haber sido Washington el que
suministró esos archivos.
En todo el mundo hay varias empresas que venden tecnología para
«hackear» correos electrónicos con el fin de hacer «interceptaciones
legales».
Estos incidentes han creado un profundo disgusto en las autoridades
ecuatorianas. El gobierno está siendo «infiltrado por todos lados», dice
Patiño. «Este es un testimonio de la pérdida de ética internacional en
las relaciones que mantenemos con otros gobiernos».
Por Pratap Chatterjee
Tomado de http://www.euroxpress.es
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