Kim Philby |
Acostumbrados a moverse entre bambalinas, su pericia se
calibra en función de su capacidad para obtener información sensible sin
dejar rastro de su presencia. Son seres aparentemente grises cuyas
actividades se desarrollan bajo la cobertura de tapaderas
milimétricamente preparadas y que ocultan su verdadero rostro incluso a
sus más allegados. Se juegan la vida para servir a su país y sólo de
tarde en tarde el público tiene un atisbo de sus hazañas tamizadas por
la pluma de escritores como John Le Carré o Frederick Forsyth que
desvelan los engranajes de las acciones ocultas de los gobiernos en
novelas que dejan al lector con la duda de si la ficción supera a la
realidad o si ésta va mucho más lejos que aquella. El mundo en el que se
desenvuelven cambia a velocidad de vértigo: los denostados enemigos de
otros tiempos trocan a veces en incómodos aliados, las siglas a las que
sirven mudan su faz. Pero, en el fondo, su labor sigue siendo la misma:
adueñarse de aquello que rivales y amigos preferirían que jamás se
supiese, borrando cualquier huella que permita seguir sus pasos.
Claro
que algunos mudan su piel de héroes fantasmas por el mucho más visible
ropaje del traidor, bien sea vendiendo su alma al enemigo o evitando
seguir renunciando a sus ideales en pro de la organización que les
reclutó. Sus nombres salen por fin a la luz -por voluntad propia en el
segundo de los casos, a su pesar en el primero- e ingresan en la
reducida pero célebre lista de los grandes 'topos' de la historia, un
batallón que conoció a sus más gloriosos integrantes en tiempos de la
Guerra Fría y cuya última incorporación, Edward Snowden, sigue
carcomiendo la autoridad moral que Obama pretendía devolverle a Estados
Unidos. Estos son algunos de sus más ilustres predecesores en la tarea
de sacarle los colores a los jerarcas del espionaje.
Kim Philby
Es
el auténtico catedrático de los agentes dobles, el maestro de los
'cinco de Cambridge', la red que burló durante años a Occidente
suministrando valiosísima información a la Unión Soviética. Hijo de un
oficial del Ejército británico, se hizo adepto del marxismo durante sus
años de estudiante y en los años treinta fue reclutado por la OGPU
-predecesora del KGB-. A iniciativa de su amigo Guy Burgess, otro
ilustre 'topo', ingresó en el SIS -del que más tarde nacería el MI6
británico-, que fue incapaz de detectar su verdadera cara. Trabajó en
las embajadas británicas en Turquía y Washington, puestos desde los que
tuvo acceso a ingentes cantidades de materiales que serían cumplidamente
suministrados a Moscú. A comienzos de los cincuenta, sus actividades
comenzaron a estar bajo sospecha, como las de sus amigos Donald Maclean y
Guy Burgess, a los que ayudaría a desertar. Él tendría que hacer lo
mismo en 1963, año en el que llegaría a la Unión Soviética para
convertirse en una sombra de lo que fue. Alcoholizado, quien desempeñase
un papel capital en la revelación de secretos sobre los arsenales
nucleares de Estados Unidos, pasaría sus últimos años impartiendo
seminarios de inteligencia. Tras su fallecimiento en 1988, sus restos
fueron depositados en el cementerio de moscovita Kúntsevo, junto a otros
viejos héroes de aquel país por el que traicionó a su patria.
Oleg Gordievsky
La
suya fue una de las mayores brechas de seguridad en la historia del
temido KGB. Curtido como diplomático en el Berlín oriental, ingresó en
los servicios secretos en 1963, pero la invasión soviética de
Checoslovaquia cambió su modo de ver el mundo. Un hecho del que sacó
partido el MI6 británico, que lo reclutó mientras servía en Copenhague.
Sus responsables no pudieron anticipar el golpe de suerte que estaba a
punto de producirse. A Moscú no se le ocurrió otra cosa que destinarle
como 'rezident' a Londres, donde prestaría impagables servicios a sus
teóricos adversarios. A mediados de los ochenta, sus superiores le
llamaron a capítulo y fue puesto bajo vigilancia. Su doble juego tocaba a
su fin, debiéndose su caída muy probablemente a otro 'topo', el
estadounidense Aldrich Ames. Pero Gordievsky había previsto este
contratiempo años antes y, con la ayuda sus 'amigos' del MI6, logró
escapar de la Unión Soviética escondido en el maletero de un vehículo
que le llevó hasta Finlandia. Desde allí regresó al Reino Unido, país
del que ha recibido varias condecoraciones y en el que todavía vive.
Aldrich Ames
Es
el reverso de Gordievsky dentro de la CIA, organización en la que
ascendió desde un puesto de bajo rango hasta convertirse en analista de
contrainteligencia. Su primera misión en el exterior consistió en
contactar con espías soviéticos y tratar de que se convirtiesen en
agentes dobles al servicio de Occidente. Mas en un juego del destino,
sería Ames el que acabaría revolviéndose contra sus mentores en busca de
dinero. A mediados de los ochenta comenzaba a servir información a la
Unión Soviética. Su posición le permitía conocer los nombres de los
'topos' con que contaba Washington dentro de los servicios secretos
comunistas e inmediatamente los puso al descubierto. Operaciones de
inteligencia desarrolladas a lo largo de años de duros esfuerzos se
vinieron abajo y varios agentes dobles fueron ejecutados por su culpa. A
cambio obtuvo algo más de cuatro millones de dólares. Su móvil no eran
los ideales sino el 'vil metal'. Los estadounidenses tardarían años en
descubrir lo que había pasado y tendría que ser el FBI quien lo aclarase
siguiendo, precisamente, el rastro del dinero. Detenido en 1994, fue
condenado a cadena perpetua. Cumple la sentencia en una cárcel de
Pensilvania.
Oleg Penkovsky
Coronel del GRU, el servicio de
inteligencia del ejército soviético, contactó con sus homólogos
occidentales a comienzos de los años sesenta. Sus ofrecimientos fueron
inicialmente desechados por la CIA, temerosa de que en realidad
encubriesen una trampa. Menos remiso se mostró el MI6 británico, al que
proveyó de buen material. Convencidos por fin de la 'nobleza' de sus
intenciones, los americanos se aprestaron a oír lo que tenía que decir.
Pudo así suministrar datos a la Administración Kennedy sobre los
arsenales nucleares soviéticos que desempeñarían un papel capital en el
desarrollo de la Crisis de los Misiles. Arrestado por la KGB el 22 de
octubre de 1962, el mismo día en que el presidente Kennedy revelaba al
mundo la jugada de Kruschev, fue ejecutado tras un juicio sumario. Sin
su ayuda el espectro de la guerra nuclear podría muy bien haberse
abatido sobre el planeta.
John Walker
Oficial de la Marina
estadounidense, fue reclutado por un general de la KGB, Oleg Kalugin en
1966. A lo largo de dos décadas, suministró miles de documentos secretos
a la Unión Soviética referentes principalmente al movimiento de navíos
de guerra. Sus andanzas terminaron en 1985, cuando su exesposa, alarmada
por sus actividades, le delató al FBI. Su hijo Michael, que operaba
como radiotelegrafista en el portaaviones nuclear 'Nimitz', y su hermano
Arthur, también oficial de la Marina, fueron asimismo arrestados. Tanto
John como Arthur fueron condenados a cadena perpetua.
Robert Hanssen
El
muro de Berlín había caído hacía más de una década y una de las dos
superpotencias que pugnaron por el control del mundo durante la Guerra
Fría se había venido abajo. Las historias de espías parecían cosa del
pasado. Pero cualquier creencia en este sentido se demostró falsa con la
detención, en febrero de 2001, de este agente del FBI que vendió
durante dos décadas numerosos secretos a los soviéticos a cambio de
cuantiosas sumas de dinero. Quien debía proporcionar al Buró datos sobre
la Inteligencia soviética se había pasado al GRU, suministrándole
información clasificada y destapando a agentes dobles como Dmitri
Poliakov, alias 'Tophat', quien sería ejecutado en 1988. También
colaboraría con la KGB. Hasta que Washington se hizo, gracias a la ayuda
de un empresario ruso, con el archivo que la KGB tenía sobre el
escurridizo 'topo'. Por fin se quitaban uno de sus grandes dolores de
cabeza. Fue condenado a cadena perpetua por 15 cargos de espionaje.
Bradley Manning
Al
igual que ocurre con Edward Snowden, no es un 'topo' al uso ya que no
trabajaba para ningún gobierno extranjero. Pero Washington le acusa de
ser el autor de la mayor filtración de secretos diplomáticos de la
historia. Analista de Inteligencia, fue detenido en mayo de 2010 en
Bagdad, acusado de filtrar a Wikileaks primero información sensible
sobre las operaciones de EE UU en Irak y Afganistán y después miles de
cables diplomáticos que pusieron en apuros a Washington y que
enturbiaron las relaciones con sus aliados. Para ello apenas necesitó un
CD-RW con música de Lady Gaga que borraba para grabar encima los
archivos con los secretos de la diplomacia estadounidense. Se le recluyó
en un centro militar de Quantico (Virginia) y se le sometió a un duro
régimen de aislamiento. A comienzos de junio de este año comenzó en Fort
Meade un proceso que podría terminar con una sentencia a cadena
perpetua para quien muchos tachan de héroe y otros de villano.
ÓSCAR BELLOT
Tomado de http://www.que.es
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