En Washington muchos se preguntan si Turquía sigue y seguirá siendo
un aliado fiable de Estados Unidos. Las últimas tiranteces en alianza
política y militar con Ankara suponen una preocupación en una zona vital
para los intereses norteamericanos y de la OTAN, que cuentan en el país
euroasiático con importantes bases militares. Para otros especialistas,
los malentendidos forman parte de la estrategia personal del «premier»,
Recep Tayip Erdogan, en su campaña para optar a la presidencia del país
el año que viene.
La reciente decisión turca de comprar misiles de defensa antiaérea
chinos FD-200, en detrimento de los norteamericanos de Raytheon, es por
ahora la patada más violenta que los turcos han propinado a sus socios
estratégicos. Las respuestas desde Washington y el mando central de la
OTAN en Bélgica no ocultaron el malestar del acuerdo, cifrado en 4.000
millones de dólares. Aunque no es precisamente el precio lo que
preocupa. Para Estados Unidos y la OTAN, la decisión de Erdogan es una
decisión política; para Ankara, es solo consecuencia del «libre
mercado»: los chinos ofrecen mejores condiciones económicas y de
desarrollo tecnológico. En las cancillerías ocidentales todavía se
espera que el acuerdo – a falta de firma - no se lleve a cabo. Los
misiles chinos, además, no son compatibles con los sistemas informáticos
de la Alianza Atlántica.
Diferencias sobre Siria
Para muchos expertos, la «opción china» de Turquía es una respuesta a
las diferencias entre Obama y Erdogan en la resolución del conflcito
sirio. El Primer Ministro turco apostó por la opción militar contra el
régimen de Hafez el Asad. El mandatario norteamericano era reticente y
encontró en la solución pacífica auspiciada por Moscú el asidero
perfecto para librarse de participar en otra guerra.
Los intereses de la Casa Blanca y el régimen islamista turco chocaron
también en las expectativas suscitadas por las revueltas árabes y,
concretamente en Egipto, donde Ankara vió con buenos ojos la llegada al
poder de los Hermanos Musulmanes. La caída del presidente electo,
Mohamed Morsi, a manos de los militares, supuso un alivio para Estados
Unidos.
«Traición» de los servicios secretos turcos
La CIA cree, además, que su colaboración con los servicios secretos
turcos, el Millii Istihbarat Teskilati (MIT) ha sufrido un duro revés
con la sospecha de que este ha pasado a Irán datos sobre agentes
israelíes operando en la República Islámica.
Estados Unidos mostró también una tímida objeción contra la operación
judicial que llevó a la cárcel al ex Jefe del Estado Mayor turco y
principal interlocutor del Ministerio de Defensa norteamericano, Ilker
Basbug. La operación Ergenekon desmanteló a la cúpula militar turca
anti-islamista.
A pesar de todo, Barack Obama parece decidido a conservar las mejores
relaciones con Erdogan y mantener lazos políticos y militares con un
país especial: islamista, aliado en la OTAN; hasta hace poco, no hostil a
Israel; sunita pero en rivalidad regional con otros regímenes sunitas
como Arabia Saudí y Qatar; en tensión con Irak, Irán y Siria, pero
necesitado de paz para mantener a flote su economía. La represión contra
la sociedad civil y las violaciones de derechos, en especial a la libre
expresión, no parecen tener mucho peso en Washington ante la situación
estratégica del país.
Luis Rivas
Ria Novosti
*Luis Rivas, periodista. Ex corresponsal de TVE en Moscú y
Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo
EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario