El uno de agosto de 2008 un vagabundo fue asesinado a golpes de
contenedor de basura por dos “borrachos” en la localidad alemana de
Dessau. Eran borrachos especiales. En sus móviles había esvásticas y
frases como, “Los judíos son nuestra desgracia”.
Un testigo declaró que uno de los implicados había calificado a la víctima de “pordiosero que no se merecía otra cosa”, informa el diario Junge Welt. Sin embargo, el homicidio no engrosó la estadística oficial-policial como “violencia de extrema derecha”.
¿Cuantas personas han muerto en Alemania desde 1990 a manos de los neonazis? Oficialmente 60. Lo dice el ministerio del interior. Según dos grandes medios nacionales, el diario Tagesspiegel y el semanario Die Zeit,
la cuenta es errónea, en realidad son 152. Según la Fundación Amadeu
Antonio, que lleva el nombre de una de esas víctimas, son 184, con
nombres y apellidos. En cualquier caso, muchos muertos. Pero pueden ser
más, muchos más, y el caso del vagabundo así lo sugiere.
En
noviembre de 2011 se destapó que las muertes de nueve emigrantes
asesinados a quemarropa a lo largo de seis años, y que la policía
atribuyó a “ajustes de cuentas”, “mafia”, etc, habían sido obra de un
grupo neonazi llamado NSU.
Presionado por la vergüenza del caso
NSU, la serie de asesinatos racistas, atracos y atentados terroristas
más importante registrada en Alemania desde 1990, destapada entre todo
tipo de irregularidades policiales, el ministro del interior, Hans-Peter
Friedrich, se comprometió a realizar una revisión. La Oficina Criminal
Federal (BKA) ha examinado 3300 casos no resueltos de asesinatos o
intentos de asesinato, por si pudieran ser obra de nazis.
Se
trata de casos en los que las víctimas fueron; mendigos, vagabundos,
izquierdistas, homosexuales o extranjeros de piel oscura. Tras el examen
se han localizado 746 casos de asesinato, consumado o tentativa, con
indicios de entrar en la categoría de delitos de neonazis.
Aunque
el portavoz de la BKA se ha apresurado a advertir que, “no todos tienen
que ser necesariamente obra de extremistas de derecha”, la pregunta de
si las víctimas reales de los neonazis en Alemania entre 1990 y 2011,
fueron 60, como afirma la dudosa estadística oficial, o, digamos,
quinientas, flota en el aire. La respuesta, dicen, se tendrá en el
segundo trimestre de 2014.
Comentando esta situación la líder del
grupo parlamentario verde en el Bundestag, Katrin Göring-Eckardt, dice
que las autoridades, “han errado por completo la amplitud del problema”,
mientras que la presidenta de la Fundación Amadeu Antonio afirma que el
gobierno ha jugado a la baja el fenómeno y le emplaza, “a afrontar el
hecho de que la violencia de extrema derecha es un problema monumental”.
Un artículo editorial del izquierdista Jünge Welt,
mencionaba ayer de un “Cártel de silencio”. “Las autoridades, los
políticos municipales y la policía presentan en sus informes como actos
de gamberrismo bajo influencia del alcohol, o como peleas entre bandas
juveniles las agresiones neonazis con lo que se niega la existencia de
bandas neofascistas locales”, señalaba. Cuando los acusados de tales
hechos esconden su militancia, sus delitos no figuran en la estadística
como obra de neonazis.
De esta forma se confirma la que ha sido
la tesis clásica del Estado alemán durante décadas: que el principal
peligro proviene de la izquierda.
En Alemania unos 13.000
militantes neonazis agresivos protagonizan anualmente unos mil ataques,
dice Hajo Funke, experto de la Universidad Libre de Berlín que colabora
en el proceso de ilegalización del partido neonazi NPD emprendido por la
cámara alta ante el Tribunal Constitucional. El sentido de la
ilegalización sería, “dar a la policía un incentivo inequívoco para que
reprima la violencia e intimidación de los nazis”, explica Funke a La
Vanguardia. Aún más que la ilegalización, lo que Alemania necesita es
una reforma radical de su aparato de seguridad.
Tomado de http://www.lavanguardia.com
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