Es noticia en
decenas de medios internacionales –especialmente de la “prensa rosa”- el
litigio legal entre la conocida actriz norteamericana Sharon Stone y su
productor Bob Yari (1). La raíz del conflicto es el rodaje de la
película “Papá”, sobre el escritor Ernest Hemingway, en la que la actriz
fue elegida para interpretar el papel de Mary Welsh, la esposa del
escritor.
El problema surgió en los preparativos del rodaje de varias escenas
en Cuba, país en el que residió Hemingway parte de su vida. La actriz
acusa al productor de obligarla a falsificar documentos para conseguir
que el Gobierno de EEUU autorizara su viaje a la Isla. Recordemos que
EEUU prohibe a su ciudadanía viajar a Cuba, más aún para rodar una
película, que sin duda dejaría ingresos en el país (2). Pero, en los
últimos años, el actual Gobierno de Barack Obama sí está autorizando
algunos viajes de carácter cultural y académico (3). Al parecer, el
productor Bob Yari quiso camuflar el viaje de Sharon Stone bajo una de
estas figuras legales. La actriz se negó a correr el riesgo y perdió el
papel en la película, pero ahora reclama en tribunales el medio millón
de dólares de su contrato.
Los medios se centran en las acusaciones mutuas entre actriz y
productor, y en otros detalles del caso. Pero, curiosamente, pasan por
encima de un asunto esencial: ¿por qué una ciudadana de EEUU, el “país
de la libertad”, tiene prohibido viajar a otro que se encuentra a menos
de 90 millas?
Las diferentes versiones de las notas de agencia, publicadas en
decenas de medios, mencionan, efectivamente, “prohibiciones (de viaje)
existentes” (4) o la “prohibición que existe sobre ciudadanos
estadounidenses de trasladarse a la isla” (5). Pero en muy pocas se
puntualiza qué gobierno es el que ejerce dicha prohibición. No sería de
extrañar que, producto de los prejuicios creados durante años, como
lluvia fina, por esos medios, muchas personas llegaran a creer que es el
Gobierno cubano –y no el de EEUU- el que impide entrar a su territorio a
la actriz.
Una manera habitual de camuflar la responsabilidad del Gobierno de
EEUU en la violación del derecho a viajar es apelar al conflicto
histórico entre ambos gobiernos. “Cuba y los viajes desde Estados Unidos
siguen siendo un asunto espinoso”, leíamos en el diario español El
Mundo (6). “Los problemas entre Cuba y Estados Unidos siguen siendo un
asunto complicado”, leíamos en otro medio dedicado a las celebrities televisivas
(7). Todo para no explicar que es EEUU quien prohibe a su población
viajar a Cuba mientras, desde la Isla, se promueve por todas las vías el
acercamiento cultural y el turismo norteamericano, generador de divisas
(8).
La revista del corazón “Quien” aseguraba que “no es la primera vez
que famosos se ven envueltos en polémica por viajes realizados a la isla
caribeña” (9). Su explicación no podía ser más kafkiana: debido a “un
bloqueo diplomático sostenido por más de 50 años entre Estados Unidos y
Cuba, cualquier estadounidense puede buscarse problemas legales por
ingresar a la isla, y viceversa”. Es decir: que el bloqueo económico de
60 años que sufre el pueblo cubano no está impuesto por el Gobierno de
EEUU, sino que es un “bloqueo” mutuo entre los dos países. Increíble.
Curiosamente, el único medio que ha llamado a las cosas por su nombre
ha sido Martí Noticias, medio creado por la Casa Blanca para su guerra
informativa contra Cuba. Ahí leíamos, con total claridad, que la
supuesta falsificación de documentación de Sharon Stone tenía por
objetivo mentir “sobre las razones del viaje para recibir el permiso por
parte del gobierno de Estados Unidos” (10).
Y es que no hay como acudir a las fuentes primarias, en este caso el
órgano de propaganda de quienes ejercen la represión, la prohibición y
el bloqueo contra el pueblo cubano para conocer las cosas tal como son.
José Manzaneda, coordinador de Cubainformación
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