El diario The Washington Post publicó recientemente en su edición digital un artículo sobre una jornada de apoyo a tres antiterroristas cubanos que cumplen largas y arbitrarias penas en cárceles de Estados Unidos.
No es la primera vez que esto ocurre, pues en octubre de 2013 el
rotativo difundió un trabajo del escritor canadiense Stephen Kimber,
quien escribió acerca de aspectos de un caso que ha chocado contra un
muro de silencio a lo largo de estos años.
En esta oportunidad el material del periódico abordó el tema a partir
del concierto de hip hop del dúo Dead Prez incluido en el programa de
la III Jornada de denuncia y solidaridad Cinco días por los Cinco.
“Son conocidos como los Cinco Cubanos, a pesar de que solo tres
permanecen en prisión (Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio
Guerrero). Ganar su libertad es una causa de prioridad nacional” para el
pueblo de la nación antillana, señaló el texto, titulado Rapping and
Rallying for the Cuban Five.
Pero también es “una cruzada emocional para muchas personas
progresistas” dentro de Estados Unidos, acotó el texto al mencionar la
asistencia al evento del actor Danny Glover.
Llevaba una gorra de béisbol que decía Cuba -reseñó The Washington
Post- y “tenía lágrimas en los ojos cuando se dirigió a la audiencia en
Calvary Baptist Church”, uno de los lugares donde sesionaron parte de
los eventos del encuentro solidario, celebrado del 4 al 11 de junio en
la capital estadounidense.
Glover pidió -añadió el reportero- que al salir de la jornada todos
los participantes debían llevarse la comprensión de hacer más por la
causa de los luchadores cubanos aún en cautiverio.
Fue, dijo el Post, “un programa de cinco días repleto de paneles de
abogados y expertos en política” que debatieron sobre el futuro de las
relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y los intercambios culturales
durante la actual administración demócrata.
Según el artículo, en Washington DC se reunieron “artistas y
activistas de 31 países (…) para presionar por la liberación de los
ciudadanos cubanos condenados por espionaje en Miami en 2001″.
Pero en este aspecto se equivoca el Post al seguir la misma matriz de
opinión de los grandes medios de prensa, porque ni Hernández, Labañino y
Guerrero, ni tampoco Fernando González y René González, lo otros dos
miembros del grupo, dañaron la seguridad nacional de Estados Unidos.
Varios testigos y especialistas, algunos llevados por el propio
gobierno de aquel país, testimoniaron bajo juramento que en este caso no
existió siquiera intento de espionaje.
Eso lo afirmaron generales, almirantes y otros altos oficiales en
retiro de las fuerzas armadas norteamericanas, entre ellos el general
James Clapper, en la actualidad Director Nacional de Inteligencia, mas
estos importantes detalles no los abordó el periodista en su artículo.
Le faltó explicar que, incluso, en 2008 la Corte de Apelaciones anuló
“las sentencias respecto al Cargo Dos (conspiración para cometer
espionaje) y ordenó las resentencias de Ramón, Antonio y Fernando, las
que se efectuaron en 2009.
Pero se excluyó arbitrariamente a Hernández (doble cadena perpetua
más 15 años) de la posibilidad de ir a una nueva audiencia de sentencia,
pese a reconocer que también era aplicable a él.
El documento del Tribunal reiteró más de una vez que en este caso no
hubo nada que amenazara la seguridad estadounidense y que, por lo tanto,
las condenas dictadas resultaron excesivas y contrarias a la ley.
El diario comentó que la jornada -organizada por el Comité Internacional por la Libertad de los Cinco- coincidió con una semana donde se había arreciado el debate por la decisión del presidente Barack Obama de intercambiar a cinco presos talibanes por un soldado estadounidense.
Precisamente, tanto Stephen Kimber, autor del libro Lo que hay al
otro lado del mar, la verdadera historia de los Cinco cubanos, como
otros comentaristas, expresaron que “el canje de (Bowe) Bergdahl mostró
que este tipo de acuerdos son posibles”, añadió el artículo.
Los presentes en la cita analizaron qué impacto tendría este hecho en
el supuesto -enfatizó la publicación- de que la Casa Blanca contemplara
una salida al caso de Alan Gross, un subcontratista de la Agencia de
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), condenado a 15
años de privación de libertad en Cuba.
El reportero dijo que Gross, encarcelado desde 2009, fue “acusado por
actos contra la integridad del Estado por la distribución de los
equipos de comunicaciones dentro de la comunidad judía en Cuba”.
Aquí debió ampliar el periodista que ese experto en tecnología de
comunicación de larga distancia, que había trabajado en más de 50
países, violó las leyes cubanas y la soberanía, y cometió delitos que en
Estados Unidos son muy castigados, como expresara Ricardo Alarcón,
entonces presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular
(Parlamento).
Las pruebas demostraron la participación directa de Gross en un
proyecto del gobierno de Estados Unidos para tratar de subvertir la
Revolución cubana con el uso de sistemas de infocomunicaciones fuera del
control de las autoridades de la isla.
Una portavoz del Departamento de Estado aseguró a la prensa -subrayó
el artículo- que el gobierno estadounidense mantiene su postura en
contra de un eventual intercambio de los tres antiterroristas cubanos
por Gross.
Los Cinco
fueron condenados en 2001. “Uno de ellos, Gerardo Hernández, fue
declarado culpable de conspiración para cometer asesinato en relación
con el derribo en 1996 de las avionetas (…) pilotadas por miembros de la
organización Hermanos al Rescate”, recordó el material.
Hubiese resultado interesante que el periodista se refiriera al voto
disidente de la jueza Phillys Kravitch, porque ella argumentó de modo
irrebatible contra el cargo tres (conspiración para cometer asesinato en
primer grado).
Para la magistrada el gobierno de Estados Unidos no presentó prueba
alguna de que Hernández hubiese tenido cualquier relación con el
incidente de las avionetas.
A finales de mayo de 2001, cuando casi concluía el juicio de los
Cinco, la Fiscalía admitió que estaba dando un paso sin precedente en la
jurisprudencia norteamericana, pues pedía modificar sustancialmente el
cargo tres.
A pesar de eso Gerardo Hernández fue declarado culpable y le fue
impuesta la máxima sanción posible por un delito que él no cometió y por
el cual no lo acusaban ya.
El artículo también mencionó que durante el evento anual Cinco días
por los Cinco se proyectó el documental inconcluso La Revolución sexual
en Cuba, del cineasta Saúl Landau, fallecido en 2013.
Además, se aludió a la manifestación que tendría lugar frente a la
Casa Blanca, en la cual participaron más de 500 personas, así como a las
actividades de cabildeo en el Capitolio, para llevar el mensaje de este
caso a los congresistas.
El periodista recordó que Fernando González y René González son los
únicos del grupo de los Cinco que están fuera de prisión y se hallan en
su patria después de cumplir la totalidad de sus condenas.
Insistió el articulista en que “en varias ocasiones durante el
proceso de apelación, por lo menos un juez federal puso en duda las
pruebas contra Hernández y si los cinco recibieron un juicio justo en
Miami”.
Y dijo que el abogado de Hernández, Martin Garbus, habló en el evento
sobre algunos reporteros de Miami pagados por el gobierno de Estados
Unidos para fomentar la cobertura sesgada que impidiera al jurado emitir
un veredicto justo.
Casi al término del artículo se cita a José Ramón Cabañas, jefe de la
Sección de Intereses de La Habana en Washington, respecto a lo que
“significan los Cinco para los cubanos”.
En ese sentido, reseña palabras del diplomático referidas a
información que ofreció Cuba a las autoridades de Estados Unidos para
colaborar en la lucha contra el terrorismo.
El periodista no lo refleja en su texto, pero el gobierno de la isla
le entregó a una delegación norteamericana del Buró Federal de
Investigación (FBI) que visitó La Habana en junio de 1998 un abundante
dossier documental y testimonial.
La lista de archivos era de 64 folios en los que se aportaban
elementos acerca de 31 acciones y planes terroristas contra Cuba,
ocurridos entre 1990 y 1998.
Se le dieron grabaciones de 14 conversaciones telefónicas del
criminal Luis Posada Carriles, autor de la explosión en pleno vuelo de
un avión civil cubano con 73 personas a bordo cerca de las costas de
Barbados, en 1976.
Además, los oficiales del FBI recibieron 60 folios con las fichas de
40 terroristas de origen cubano, la mayoría residentes en Miami, entre
otros datos.
Sin embargo, lejos de actuar en consecuencia, las autoridades estadounidenses decidieron arrestar a los posibles mensajeros.
El 12 de septiembre de 1998, los Cinco fueron detenidos en Miami y
casi al cumplirse 16 años de este hecho Hernández, Labañino (30 años) y
Guerrero (21 años y 10 meses, más cinco años de libertad supervisada)
permanecen confinados en cárceles federales, muy distantes entre sí.
Los tres están a la espera de que la jueza Joan Lenard -la misma que
los sentenció inicialmente en la Corte miamense- se pronuncie sobre sus
apelaciones extraordinarias o habeas corpus, el último recurso legal de
que disponen.
Entretanto, la presión política crece sobre Washington para generar
un movimiento de tales proporciones hasta que le resulte imposible a la
administración Obama mantenerlos en prisión, como instó la activista por
la paz Cindy Sheehan.
(Deisy Francis Mexidor/ Prensa Latina)
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