Al parecer, la agenda de bombardeos por parte de las potencias hegemónicas contra varios países árabes se mantendrá en vigor por lo menos hasta el próximo año.
Los recientes, llevados a cabo por
los “sionistas incivilizados”, denominación con la que el presidente
iraní, Mahmud Ahmadineyad, hizo referencia a Israel el 26 de septiembre
pasado en la ONU, conmocionaron a la comunidad internacional que hasta
el día de hoy no ha podido adoptar medidas concretas para contribuir a
la solución del conflicto palestino-israelí ni al de otros que son de
actualidad como es el caso de Cuba.
A raíz de los ataques del ejército israelí contra la Franja de Gaza en el marco de la operación Pilar de Defensa,
que duraron un poco más de una semana y que cesaron gracias a la tregua
alcanzada entre las partes beligerantes el 21 de noviembre pasado,
ciento sesenta y dos palestinos murieron y un millar resultaron
heridos.
Pero eso es solo una parte de la historia
bañada de sangre que el pueblo palestino vive, pues no hemos tomado en
cuenta los estragos que sufrió tras la primera guerra árabe-israelí
(1948-1949), la Guerra de los seis días en 1967 que acabó con la
ocupación de territorios palestinos por parte de Israel –hecho que
consta en la resolución 242 adoptada por unanimidad en el Consejo de
Seguridad de la ONU el 22 de noviembre de 1967–; la operación Plomo Fundido (finales
de diciembre de 2008 y mediados de enero de 2009) y el bloqueo israelí
impuesto contra el enclave en junio de 2006 pero reforzado en 2007.
Las
consecuencias de esos momentos oscuros que vivió, vive y todavía vivirá
la nación palestina pueden ser equiparadas a las que el pueblo cubano
sufre como resultado del bloqueo económico, financiero y comercial que
EEUU impuso contra la isla caribeña ya hace más de cincuenta años. Es
evidente que existe una abismal diferencia entre las razones que
conllevaron al surgimiento de los conflictos Cuba-EEUU y
Palestina-Israel.
Con respecto de las razones de los
citados conflictos, en el primer caso son más que todo de carácter
político, ideológico; mientras que en el segundo, de carácter religioso,
aunque últimamente se habla que es también económico, pues en las
cercanías del mar de la Franja de Gaza, zona con mayor densidad
poblacional en el mundo, hay yacimientos de gas y petróleo.
No
obstante, si vamos directamente al grano, el sufrimiento, el hambre,
las muertes, la discriminación, el aislamiento entre otros, son lo mismo
en cualquier parte del mundo independientemente de las circunstancias
en que se hayan dado o del método con el que hayan sido provocados. El
asesinato será siempre asesinato independientemente de si se haya matado
a una persona de hambre o de un tiro, y este delito como otros debe ser
castigado, pero en la realidad esto no sucede. Lamentablemente existen
países que gozan de licencia para matar y de impunidad ante la Ley.
En
el caso de Cuba el bloqueo estadounidense, además de las pérdidas por
más de un billón de dólares, ha provocado incalculables daños humanos,
sufrimientos, carencias, dificultades que afectan a cada familia, a cada
niña y niño, a cada mujer y hombre, a los discapacitados, a cada
anciana o anciano; y a los enfermos.
Valga como
ejemplo del trato inhumano y discriminatorio que EEUU muestra con
respecto a la salud de los niños cubanos el caso del Cardiocentro
Pediátrico “William Soler”, sobre el que habló el ministro de Relaciones
Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, durante su discurso en la
Asamblea General de Naciones Unidas el pasado 13 de noviembre en Nueva
York.
“El Cardiocentro Pediátrico ‛William Soler’ no
dispone del medicamento Levosimendán, que se emplea para el tratamiento
de problemas cardíacos asociados a la capacidad de bombeo del corazón
en los niños pequeños y tampoco lo puede utilizar debido a que se le ha
negado su suministro, ya que es producido por los laboratorios Abbott
(de España)”, dijo el canciller cubano.
Añadió que
el servicio de marcapasos y electrofisiología del Instituto de
Cardiología y Cirugía Cardiovascular no cuenta con el equipo de mapeo
anatómico tridimensional no fluoroscópico, destinado a investigar los
puntos de arritmia en el corazón humano, debido a la retirada de la
firma estadounidense Saint Jude. Ello impide realizar tratamientos e
intervenciones de cateterismo para curar arritmias complejas. Como
consecuencia, estamos obligados a enviar estos pacientes a terceros
países para su tratamiento.
Entre otras cosas,
reveló la imposibilidad de adquirir láminas tisulares para los
dermoexpansores, –que se utilizan para preparar los transplantes de
piel–, y su necesaria búsqueda en mercados más distantes y a un mayor
costo, lo que complica y prolonga la atención a las niñas y niños que
sufren quemaduras profundas, al ocasionar un incremento del tiempo
quirúrgico y la estadía hospitalaria.
Destacó que el
28 de octubre de 2009 las autoridades de la nación caribeña explicaron
que los niños cubanos que padecen de leucemia linfoblástica y rechazan
los medicamentos habituales, no pueden ser tratados con el fármaco
“Elspar”, creado para casos con intolerancia, cuya venta a Cuba se
prohíbe a la compañía Merck & Co.
No obstante,
en la noche del 6 de noviembre pasado, continuó el titular de la cartera
de Exteriores cubana, tras aceptar la candidatura del partido demócrata
para las pasadas elecciones presidenciales el mandatario Barack Obama
contó acerca de la curación de la niña Erin Catherine Potter, de ocho
años, que padeció de leucemia y que vive en Mentor, Ohio.
¡Qué curioso!, ¿verdad?
¿Cuál
es la diferencia entre un niño estadounidense y un niño cubano u otro
de cualquier país? Los niños cubanos “merecen también compasión y
alivio”, afirmó Rodríguez.
El 6 de abril de 1960, el
subsecretario de Estado, Lester D. Mallory definió los objetivos del
bloqueo contra Cuba, que Rodríguez citó: “provocar el desengaño y el
desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria [...]
debilitar la vida económica negándole a Cuba dinero y suministros con el
fin de reducir los salarios nominales y reales, provocar hambre,
desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Sin
embargo, lo que ocurre en la actualidad con la nación caribeña sobrepasa
los límites de lo manifestado por Mallory, manifestación que es motivo
de vergüenza más que de enorgullecimiento. Lo comentado en líneas arriba
es apenas uno de los tantos daños que el bloqueo ha ocasionado y le
sigue ocasionando a Cuba como si ésta estuviera viviendo unos de esos
bombardeos de los que ahora es víctima parte del mundo árabe.
El
uso de una oratoria menos estrepitosa y amenazante y los “retoques
cosméticos” en lo que respecta a la política internacional
estadounidense ya no son suficientes para ocultar el genocidio que EEUU
lleva a cabo en el último cuatrienio contra Cuba.
“Por
su propósito declarado y sus efectos directos, el bloqueo contra Cuba
califica como un acto de genocidio, de conformidad con los incisos b y c
del Artículo 2 de la Convención de Ginebra para la Prevención y Sanción
del Delito de Genocidio de 1948”, aseveró el canciller cubano,
precisando que ello constituye una violación masiva, flagrante y
sistemática de los DDHH de un pueblo entero.
Si la
Casa Blanca piensa que nadie se da cuenta de los crímenes que comete
directa e indirectamente contra los pueblos del mundo, se equivoca. Los
países aprenden de las malas experiencias e infortunios a los que EEUU
les sometió por una u otra razón; y, al igual que Cuba, se opondrán a
las medidas coercitivas unilaterales y a las sanciones económicas que
solo dañan a los seres humanos.
Al igual que el
pueblo cubano, ahora hay muchos –testimonio de esto son los 188 votos a
favor de que se levante el bloque contra Cuba– que rechazan las
hegemonías, el intervencionismo, el racismo, la discriminación, el
ultraje a la soberanía de los países, los modelos universales que no
consideran para nada las tradiciones y la cultura de otras naciones, y
abogan por un mundo “sin crueles bloqueos que matan a hombres, mujeres y
niños, jóvenes y ancianos, como bombas atómicas silenciosas”, tal como
lo dijo el titular de la cartera de Exteriores cubana.
El
13 de noviembre la Asamblea General de la ONU aprobó por abrumadora
mayoría una nueva resolución de condena al embargo económico, financiero
y comercial que impone EEUU a Cuba desde hace cinco décadas. La
resolución fue aprobada con 188 votos a favor, tres en contra, y dos
abstenciones, anunció en ese entonces el presidente de la Asamblea
General, Vuk Jeremic, al término de un debate que se extendió por casi
tres horas.
Los tres países que votaron en contra de
la resolución fueron EEUU, Israel y Palau, mientras que las
abstenciones fueron de Micronesia e Islas Marshall.
En
la votación del año pasado, la resolución de condena al embargo contó
con 186 votos a favor. EEUU e Israel votaron en contra, mientras que
Palau se abstuvo junto a Micronesia e Islas Marshall. La nueva
resolución condena por vigésimo primera ocasión el embargo a Cuba. La
primera vez fue en 1992 con 59 votos a favor, 3 en contra y 71
abstenciones.
Autor: Ricardo Zedano, para La Voz de Rusia
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