Pocos estudiosos de la dinámica política
latinoamericana se han dado cuenta que después del golpe de Estado en Paraguay
el pasado junio, la telaraña mediática internacional y nacional empezó a tejer
sus hilos alrededor del actual gobierno de Argentina, encabezado por Cristina
Fernández.
La situación empieza a extenderse cada vez más
tratando de entrelazar todo y en especial la opinión pública nacional para que
repudie la gestión de la presidenta que representa un contrapeso al
neoliberalismo desenfrenado de los “iluminados globalizadores”.
El último cacerolazo llamado 8-N, que tuvo lugar
el pasado 8 de noviembre y que logró reunir unos 50.000 manifestantes en la
capital y 200.000 en todo el país, fue convocado por más de 40 perfiles de
Facebook que después incluyeron otras redes sociales.
La periodista e investigadora social argentina,
Stella Calloni denunció la participación de 27 redes sociales vinculadas a
diferentes fundaciones nacionales como la “Fundación Libertad y Progreso”,
Unión para Todos”, “Cómo Pensar” que están representando a la extrema derecha y
muchas otras como “Una América” que es activa entre los suboficiales militares y
la policía. Según su investigación, los auspiciadores de esta marcha contra el
gobierno han sido los diarios Clarín, la Nación, el jefe del gobierno de la
ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, la Sociedad Rural y otros cuarenta
promotores vinculados con los partidos de derecha o centroderecha. No faltaron
los grupos nazis de Alejandro Biondini y defensores de genocidas.
Dice Stella Calloni que utilizaron la misma
táctica y estrategia que usaron los opositores de Hugo Chávez en Venezuela, de
Evo Morales en Bolivia y de Rafael Correa en Ecuador.
Hasta sus reclamos estaban globalizados bajo el
lema de la lucha contra la corrupción, la política económica del gobierno y la
falta de la libertad y la seguridad en el país y contra la monopolización de los
medios de comunicación. Se veía también la mano de muchas Organizaciones No
Gubernamentales (ONGs) financiadas por la Agencia de los Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional (USAID), la Fundación Nacional para la Democracia)
(NED) y por su homóloga española Fundación para el Análisis y los Estudios
Sociales (FAES) dirigida por el ex presidente de España José María Aznar. Lo
nuevo fue que los organizadores de la manifestación, que comenzó en el
aristocrático Barrio Norte de Buenos Aires, lograron capitalizar un descontento
de la clase media con el gobierno instigado día a día por el grupo Clarín,
portavoz de los ricos y poderosos tanto nacionales como extranjeros.
A la vez, una mano oscura en el gobierno de la
capital no recolectó la basura durante una semana para provocar mayor
descontento en la clase media, la que se convirtió en la fuerza mayor de la
protesta. Sin embargo, los movimientos populares como los piqueteros, los
ecologistas, los que representan los derechos humanos, las organizaciones de los
pueblos nativos no estaban presentes pues su conocimiento de la realidad
nacional y su intuición política no les permite tener confianza en las consignas
de la derecha, representada por Mauricio Macri que quiere ser un Henrique
Capriles argentino ofreciendo al pueblo, igual que el venezolano un retorno al
pasado y una nueva dependencia económica de los Estados Unidos.
Tenía razón Cristina Fernández cuando dijo en el
2009 que “lo que estamos viviendo es una batalla cultural” que lanzaron los
sectores privilegiados para desprestigiar y desarticular el proceso de la
redistribución de la riqueza que se inició desde 2003 en Argentina. Su propósito
es fracturar y romper la alianza entre el gobierno y el movimiento sindical para
poner fin a la actual coalición político-social del gobierno. El grupo mediático
Clarín, la mayor accionista del Diario La Prensa de Nueva York, es el motor de
esta campaña que metódica y sofisticadamente ha estado convirtiendo la
información en la desinformación para defender los intereses de la clase
privilegiada a la que pertenece.
Esta guerra mediática se intensificó después de
que el gobierno aprobó la ley de la desmonopolización de los medios de
comunicación. En seguida los líderes de este megagrupo presentaron la ley como
un intento del gobierno de estatizar y monopolizar la prensa nacional creando
confusión especialmente en la clase media y hasta en los ciertos círculos de la
izquierda. Para comparación lo mismo pasó en el Ecuador después de una ley
parecida promulgada por el gobierno de Rafael Correa. Parece que los
globalizadores percibieron la clase media latinoamericana tanto en Argentina,
como en Venezuela, Ecuador y Bolivia como un sector social fuertemente
dubitativo y fácilmente manejable debido a su desconfianza histórica de las
fuerzas populares.
La protesta 8-N está confirmando esta acertación
pues precisamente esta clase aceptó y enarboló la consigna de la derecha que
“Argentina de ahora está viviendo la realidad que es bastante parecida a los
años finales de 1990 y el comienzo de 2000”, es decir la etapa del
“corralito”. La implementación de la restricción del retiro de los depósitos
de los bancos argentinos en 2001 hizo estallar el país y como su consecuencia
arrojó muertos y heridos haciendo temblar la institucionalidad de la nación.
Para cualquier observador buscar semejanza entre el 2001 y el 2012 está fuera
de foco y completamente absurdo especialmente en las condiciones cuando el
actual modelo económico argentino se piensa a implantar en Canadá y Australia.
De acuerdo al economista Gerald Epstein del Political Economy Research Institute
de la universidad de Massachusetts, la última reforma del gobierno que facilita
la integración del Banco Central con el gobierno es semejante a las medidas que
ayudaron a la recuperación económica y al desarrollo de China, Corea del Sur,
Taiwan e India después de la Segunda Guerra Mundial.
Precisamente todo esto no quieren reconocer los
oligarcas argentinos arrastrando detrás de si a la clase media e inclusive
ciertos sectores de izquierda, precisamente cuando la lucha para hacer
desprestigiar y hacer caer el gobierno de Cristina Fernández se extendió a nivel
internacional. Los llamados “buitres financieros” que son Fondos de Deuda en
Problemas que se dedican a la compra de deudas soberanas estatales y deudas
corporativas en problemas, vieron su momento llegar para asestar un golpe al
prestigio nacional argentino.
Todos estos fondos trabajan con los servicios de
inteligencia y uno de ellos, NML Capital, filial de Elliot Associates que
pertenece a Paul Singer, registrado en las Islas Caimán, que es uno de los
paraísos financieros, hizo embargar la fragata argentina “Libertad” de la
Escuela Naval de la Armada durante su visita oficial a Ghana por orden de un
tribunal de aquel país. La justicia ghanesa aceptó el reclamo del este fondo
especulativo por 370 millones de dólares por bonos de la deuda impagos desde el
default declarado por 100 mil millones de dólares por Argentina en 2001 debido a
una severa crisis que amenazaba la existencia de la nación. Posteriormente en
2005 y 2010 el país llevó a cabo una reestructuración de su deuda avalada por la
“Ley Cerrojo” que fue aceptada por 93 por ciento de sus acreedores.
El NML Capital no aceptó las condiciones de la
reestructuración de la deuda junto con varios otros fondos de alto riesgo y
demandó al país, consiguiendo que un juez de Estados Unidos, Thomas Griesa
emitiera un dictamen favorable a el NML según la cláusula “pari passu” que le
permitiera a esta compañía exigir el bloqueo de los activos que tiene Argentina
en el exterior. Otro buque argentino, la corbeta “Espora” varada en ciudad del
Cabo por un problema mecánico podría tener el mismo problema.
Actualmente Argentina está sufriendo un acoso
sistémico de otros “fondos buitres” teniendo que enfrentarse a unos 50 juicios
pendientes. El caso de la fragata “Libertad” tiene algo de la teoría de
conspiración porque inicialmente su itinerario no incluía a Ghana sino Nigeria
precisamente para evitar problemas con juicios y embargos. Sin embargo, al
último momento Nigeria fue cambiada por Ghana sin consultar el Ministerio de la
Defensa con el Ministerio de Relaciones Exteriores que es responsable de señalar
los países donde pueden surgir problemas con la justicia debido a las demandas
de los “fondos buitres”.
El modus vivendi de estas entidades está descrito
con detalles, por el periodista norteamericano Greg Palast en su libro “Picnic
de Buitres” (Vultures’ Picnic). En su obra el autor describe cómo estos fondos
están a la caza de los activos tóxicos, sobornando políticos, efectuando
contribuciones a campañas electorales (NML dio un generoso apoyo financiero a
Mitt Romney durante la reciente campaña electoral norteamericana), ofreciendo
sueldos a periodistas y donaciones a fundaciones para que participen en el
acoso a sus presas. Así Elliot Associates compró una porción de la deuda peruana
cuyo valor nominal era 20,7 millones de dólares en 1996 a precio reducido de
11,4 millones y después obligó a la Perú a pagar en 2001 un rescate de 56
millones de dólares para evitar el bloqueo del sistema de pagos de Perú a sus
acreedores lo que hubiera significado para el país un default.
Lo mismo sucedió con Liberia, el Congo
Brazevillee, la república Democrática del Congo, Zambia, Nicaragua y en tantos
otros países. Ahora le tocó a la Argentina enfrentarse a estos bandidos
financieros y ya se puede imaginar el futuro de Grecia, España, Italia,
Portugal, Irlanda donde los “buitres” compran a precio de ganga y
precipitadamente sus deudas que ya no se calculan en millones o miles de
millones sino en millones de millones. Alguien tendrá que parar todo esto y en
Argentina su clase media tendrá que darse cuenta que están jugando con su futuro
al destinar al olvido su pasado.
Es correcta y oportuna la invocación de Cristina
Fernández al país a defender el Estado porque “cada vez que el Estado se cayó,
cada vez que convencieron a los argentinos que el Estado era un estorbo, después
vinieron por el pueblo”. Precisamente este es el propósito de los globalizadores
y sus servidores locales retornar Argentina al pasado como lo han hecho en
Honduras y Paraguay y como lo intentaron sin éxito en Venezuela, Bolivia y
Ecuador para no permitir la existencia de una América Latina unida y soberana,
desmantelando el Mercosur, Unasur, Alba y reemplazándolos con el ALCA (Área de
Libre Comercio de las Américas) un viejo pero no olvidado sueño de los
globalizadores que igual como sus “buitres financieros” están esperando sus
presas con paciencia haciendo sus garras cada vez más filudas.
¡Quiera Dios que el pueblo argentino, igual como
todos los pueblos de América Latina, lo entiendan y tomen conciencia de la
situación para no lamentarse después!
VICKY
PELÁEZ / RIA Novosti -
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