De acuerdo con un despacho de EFE, el Reino Unido no se plantea condonar a Argentina una deuda añejada de 45 millones de libras (54,5
millones de euros y 71,41 millones de dólares), adquirida en 1979, según portavoz
del Ministerio Británico de Empresa. Ese dinero, especulan los británicos, fue usado para que Argentina comprara armamento para recuperar a las Islas Malvinas, sobre la cual reclama legítimos derechos.
“Se
trata de una deuda de hace mucho tiempo que tiene pendiente Argentina
relativa a pagos por contratos de exportación, que se gestionaron antes
de 1982”, enfatizó una portavoz gubernamental.
El Reino Unido, aún luego de aquel desigual conflicto armado que tuvo sus inicios el 2 de abril de 1982, hace 30 años ya, mantiene un clima de tensión en la zona, haciendo uso de total prepotencia ante el reclamo argentino por recuperar el territorio usurpado.
Es esa misma prepotencia la que le hace usar otra arma esta vez: la de la presión económica y financiera, asumiendo aires de vulgar acreedor. Como Poncio Pilatos empuja el tema de la discusión de la deuda al Club de París para que trate de encontrar alguna solución al endeudamiento.Sin dan detalles, por supuesto, el Reino Unido usa esa deuda como chantaje para presionar a la Argentina para que se desentienda sobre su justo reclamo sobre la soberanía de las Malvinas.
Sobre el luto y las heridas abiertas de las familias de ambas naciones que perdieron a sus seres queridos en una virtual masacre, que enfrentó tecnología de punta contra patriotismo, aún pesan las muertes de los 255 británicos, tres isleños y 649 argentinos, fallecidos en el conflicto.
La orgullosa Albión hace oídos sordos a los reclamos mundiales para condonar la deuda, préstamo que en nada sirvió a los argentinos humildes y que fue aprovechada por la Junta Militar para lanzarlos a una guerra innecesaria, engañándolos con llamados al patriotismo, mientras por otro lado masacraba y desaparecía en sus ciudades a los mejores hijos de esa nación hermana.
Con la tácita ayuda de EE UU, su entrañable aliado en las pasadas y futuras contiendas, el Reino Unido muestra aún su permanente rapacidad y sus aires de vieja potencia colonial. El mundo ha de demostrarle a Albión que los tiempos han cambiado y que esta vez, aunque su petulancia no lo crea, los pueblos también tienen la palabra.
Percy Francisco Alvarado Godoy.
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