Como era de esperarse, la intolerancia de los mafiosos de Miami salió, airadamente, al paso de las declaraciones del senador demócrata Jeff Bingaman, presidente del Comité
de Energía y Recursos Naturales del Senado norteamericano quien, acusó a la administración de su país de "estar desfasada" en su política exterior con respecto a Cuba.
Pecado mortal el del senador al reconocer que “Creo que hemos permitido que nuestra
política hacia Cuba sea dictada por la comunidad cubanoestadounidense,
en vez de que la dicten los intereses nacionales de nuestro país”. Esto, obviamente, no podía permitirlo la extrema derecha cubano americana.
La primera en arremeter contra Bingaman fue nada menos que la terrorista Ninoska Pérez Castellón, periodista de Radio
Mambí y miembro del Consejo por la Libertad de Cuba (CLC), el extremista clon de la FNCA, quien con una histeria acostumbrada en ella, despotricó: “Bingaman se refiere a los intereses de Estados Unidos. ¿Cuales?
¿Hacer negocios con un país en la lista de estados que auspician al
terrorismo? (...) El otro aspecto es hacer negocios con un
país a espaldas de sus ciudadanos a los que no se les permite participar
en las actividades comerciales”.
Por su parte, Omar López Montenegro, director ejecutivo de
la Fundación para los Derechos Humanos, adscrita a la Fundación
Nacional Cubanoamericana, en Miami, y miembro del staff de Radio Martí, salió también al paso contra las declaraciones de Bingaman, argumentando que:“El
tema fundamental en Cuba no es la compra y venta de bienes y servicios o
las relaciones con otros gobiernos, incluido el de Estados Unidos, sino
la relación dictatorial y represiva que existe entre el gobierno cubano
y el pueblo cubano”.
No podía faltar, en el obligado desacuerdo la archi reaccionaria congresista (R) por Florida y presidenta del Comité de
Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana
Ros-Lehtinen, quien, aún más descompuesta que sus cófrades de la ultraderecha anticubana, declaró:
“La promoción de los derechos
humanos, la
democracia, la libertad y el Estado de Derecho son valores universales
que Estados Unidos nunca debe cansarse de promover”. (...) Es
insensible hacer un llamado a la normalización de las relaciones con
los dictadores de La Habana, pero hacerlo cuando la disidencia
prodemocrática está siendo arrastrada por las calles es insensible,
irresponsable y peligroso”.
Lo cierto de todo es que a los tradicionales enemigos de Cuba, defensores a ultranza del criminal bloqueo contra Cuba, no les conviene el más mínimo acercamiento entre Estados Unidos y Cuba. Cuantiosos esfuerzos han realizado para bloquear en el Congreso y en foros internacionales los intentos en ese sentido, haciéndolo uno de sus principales estandartes en la guerra ideológica anticubana.
De esta forma, las tímidas medidas de flexibilización desarrolladas por Obama a inicios del 2011, basadas en su concepto de "acercamiento pueblo a pueblo", causaron profundo malestar entre los defensores acérrimos del bloqueo. Obama, en realidad, no hizo otra cosa que volver al estado de "flexibilidad" desarrollada por el expresidente Bill Clinton.
No hay compasión en estos cavernícolas hacia el pueblo cubano, el que ha sufrido daños económicos y sociales estimados en alrededor de más de 100 mil millones de USD, afectando a los cubanos al acceso de tecnología de punta, alimentos, medicinas y todo tipo de recursos que contribuirían a garantizar su tranquilidad material, de salud y espitirual.
El discurso ideológico de los defensores del bloqueo genocida contra Cuba se basa, fundamentalmente, en la distorsión de la realidad cubana, azuzando campañas sobre supuestas violaciones de los derechos humanos y falta de democracia, sostenida en un mercenarismo perverso cuya misión principal es, a cambio de dinero USA, propalar mentiras y falacias en esta dirección.
Hoy por hoy, el criminal bloqueo se mantiene, a la par que la agresión ideológica.
Cuba se ha caracterizado por resistir estoicamente, desde 1960, la cruel política norteamericana, condenada en la ONU de forma casi unánime. Ni el endurecimiento del bloqueo con la introducción de las leyes conocidas como Ley para la Democracia de Cuba (Ley
Torricelli, 1992) y la Ley de Libertad y Solidaridad Democrática con
Cuba (Helms-Burton, 1996),pudieron hacer claudicar a los cubanos.
Jesús Gómez García.
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