Hace 70 años, el 20 de abril de 1942, finalizó la batalla de Moscú
que determinó el desenlace de la Segunda Guerra Mundial y el curso de la
historia.
Una quinta parte de las bajas por ambas partes se registró en Moscú
Las graves pérdidas que sufrieron ambas partes durante la batalla de
Moscú ponen en evidencia lo encarnizados que eran lo encarnizados que
eran los combates. Desde finales. Desde finales de septiembre de 1941
hasta el 20 de abril de 1942, las tropas soviéticas perdieron 1.806.123
efectivos, y las alemanas, 581.900.
Otras batallas cruciales de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo,
la de Stalingrado (actual Volgogrado, a orillas del Volga) o la batalla
de Kursk, son incomparables con la batalla de Moscú en este ámbito.
Según el historiador Borís Nevzórov, uno de cada cinco soldados
soviéticos que perdieron la vida en el período de 1941 a 1945, murió en
la batalla de Moscú.
Duros combates se libraron también en el cielo. De julio de 1941 a
abril de 1942 la Fuerza Aérea alemana realizó unas 8.000 incursiones
aéreas contra Moscú. La inmensa mayoría de los bombarderos no pudieron
irrumpir en la ciudad: solo lograron hacerlo 234 bombarderos, que
lanzaron 1.610 bombas rompedoras y casi 100.000 bombas incendiarias.
Las Fuerzas Armadas soviéticas abatieron 952 bombarderos y averiaron 130 aparatos de los nazis.
"Cuando me preguntan lo que más recuerdo de todo sobre la última
guerra, yo siempre digo que es la batalla de Moscú," escribió en su
libro de memorias mariscal Zhukov, que en aquella época fue comandante
del Frente Occidental.
El nudo ferroviario y automovilístico más importante
¿En qué consiste la particularidad de la batalla de Moscú? ¿Habría
perdido la URSS la guerra si los alemanes hubieran tomado Moscú durante
la operación Tifón? En la historia de Rusia ya se dio el caso en el que
el enemigo estuvo en las proximidades de Moscú. En 1812 Moscú fue
entregada a Napoleón pero esto no afectó la capacidad combativa de las
tropas rusas y la situación se volvió en contra de los franceses.
Los historiadores contemporáneos expresan distintas opiniones al
respecto. Según el historiador militar autor de varios libros sobre la
Segunda Guerra Mundial Alexei Isáev, a diferencia de 1812, Moscú
representaba en 1941 un nudo importantísimo ferroviario y
automovilístico. Su pérdida habría significado un colapso para el
sistema de comunicaciones de la URSS, habría conducido en seguida a la
entrega de Leningrado (actual San Petersburgo) por falta de
comunicación. “Así que no podíamos perder Moscú”, concluye el
historiador.
Su colega, Serguei Peresleguin considera también que la importancia militar de Moscú era demasiado grande.
La parte que controlaba el nudo de transporte más importante del país
tenía más maniobrabilidad. Un traslado rápido a Moscú de las unidades
soviéticas desde Siberia, Lejano Oriente y Asia Central lo puso en
evidencia. Posteriormente, estas unidades tomaron parte en una amplia
contraofensiva en los suburbios de Moscú en diciembre de 1941.
"La pérdida de Moscú era mucho más importante que la pérdida de Kiev o
Leningrado. De hecho, esto eliminaría la posibilidad de mantener las
posiciones en el centro de Rusia”, destacó Peresleguin. Según él, se
podía trasladar la capital de Rusia a Kúibishev (la actual Samara,
región del Volga) u otra ciudad, pero fue imposible hacer lo mismo con
la red del transporte ferroviario y automovilístico.
Según el historiador militar, Alexei Kilichenkov, si los alemanes
hubieran obtenido la victoria en la batalla de Moscú, el curso general
de la guerra no habría cambiado. En una entrevista a RIA Novosti, el
experto señaló que en 1941, los alemanes “no resolvieron la tarea clave:
no lograron derrotar a las fuerzas principales del Ejército Rojo, lo
que podría haber contribuido a la caída del régimen soviético”. Hitler,
como Napoleón en 1812, tropezó en la misma piedra.
Hitler no ganaría la guerra por una victoria en la batalla de Moscú
En otoño de 1941, la mayoría de las organizaciones públicas y
fábricas fueron evacuadas de Moscú. Así las cosas, la pérdida de Moscú
no habría causado tanto un impacto militar sino el psicológico, dando la
oportunidad a los propagandistas nazis de informar a todo el mundo
sobre una nueva victoria de la Wehrmacht imbatible.
Los historiadores coinciden en que este desarrollo de los
acontecimientos sería desfavorable para la Unión Soviética. "Pero un
desarrollo desfavorable de los acontecimientos no es lo mismo que la
derrota total”, afirma Peresleguin, destacando que Rusia es un país muy
grande, mientras que la ‘Operación Barbarroja’, plan de invasión de la
URSS, fue demasiado esquemática, con una sola indicación de varios
puntos de la ofensiva entre las ciudades de Arjánguelsk (norte de la
parte europea de Rusia) y Astracán (curso bajo del Volga).
Según Peresleguin, para la Wehrmacht la batalla de Moscú fue la
última posibilidad real de al menos mejorar sus posibilidades de
victoria en la Segunda Guerra Mundial si no ganarla.
En este sentido, se puede comparar la batalla de Moscú con la batalla
del Marne, que tuvo lugar en otoño de 1914 durante la Primera Guerra
Mundial, cuando fracasó el plan estratégico de la ofensiva del Ejército
alemán que preveía lograr rápidamente una victoria sobre Francia en el
Frente Occidental para dirigir posteriormente todas las fuerzas contra
Rusia.
Fracaso de la guerra relámpago
Al derrotar a los alemanes, las tropas soviéticas les hicieron
retroceder de 100 a 250 kilómetros de la capital de la URSS. Alemania,
que no consiguió derrotar a la URSS en una guerra relámpago, tuvo que
prepararse para una larga y sangrienta guerra de posiciones que le
ofrecía escasas posibilidades para triunfar.
Según el general alemán Günther Blumentritt, “la batalla de Moscú
causó el primer golpe contra Alemania tanto en el ámbito político como
en el militar”. “Esto significaba el fracaso de la guerra relámpago con
la que Hitler y su Ejército consiguieron sonadas victorias en Polonia,
Francia y en los Balcanes. Desde el punto de vista político, la decisión
de lanzar una ofensiva contra este país fue fatal. Tuvimos que luchar
con un adversario más fuerte que al que nos habíamos enfrentado”, hizo
constar el general.
Según Blumentritt, incluso si Alemania hubiera logrado tomar Moscú,
la guerra no habría acabado. “Rusia es tan grande y el Gobierno ruso fue
tan decisivo que la guerra... habría continuado en el vasto territorio
del país”.
Cantidad y calidad
Pese que en la batalla de Moscú la Wehrmacht sufrió menos pérdidas
que el Ejército Rojo, perdió a sus mejores cuadros militares. Según
Kilichenkov, efectivos recién reclutados que carecían de la experiencia
sustituían a los soldados y oficiales que habían atravesado toda
Europa.
El número de efectivos tampoco fue suficiente. La guerra devoraba a
más hombres de los que Alemania pudo encontrar para su Ejército. El 21
de abril de 1942, el jefe del Estado Mayor General del Ejército de
Tierra alemán, general Franz Halder, escribió en su diario las tesis
para el informe a Hitler. Conforme a estas, el número de efectivos en el
Frente Oriental fue hasta 625.000 personas menos de lo previsto.
Mientras, el número de los soldados de Infantería en el Grupo de
Ejércitos Centro, responsable de la realización de la operación Tifón,
fue un 35% del total anterior.
"Las tropas soviéticas perdieron a muchos soldados sin experiencia.
Esto podría sonar cruel, pero tras perder tres o cuatro o cinco veces
más efectivos que Alemania, la URSS forjó a un núcleo de experimentados
que hacia las finales de 1942 lograron detener el empuje alemán”,
destaca Kilichenkov.
Se puede hacer pronósticos sobre otro posible desarrollo de los
acontecimientos, pero pasó lo que pasó. Los moscovitas convirtieron la
capital de la URSS en una fortaleza inexpugnable y la defensa de Moscú
fue una hazaña del heroico pueblo ruso, digna de orgullo.
Serguei Varshávchik, RIA Novosti
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