La Administración de Barack Obama no desalquilará la Casa Blanca durante los próximos cuatro años.
Y, pese a todos los pronósticos emitidos, no hubo repetición de lo
ocurrido en el año 2000, cuando los candidatos habían reunido
porcentajes muy parecidos y el país pasó un mes entero pendiente de los
todavía poco claros resultados de los comicios.
En aquellos momentos resultó decisiva la situación en el Estado de
Florida, donde hubo que realizar un nuevo escrutinio acompañado de
audiencias judiciales. Finalmente, al candidato por el Partido
Demócrata, Albert Gore, le faltaron 537 votos para triunfar en dicho
Estado. De acuerdo con el sistema electoral estadounidense, los votos de
los compromisarios de Florida fueron contabilizados a favor de George
Bush hijo, factor que propició su triunfo general.
Ya conocemos los resultados de aquella presidencia… ¿Y cuál podría ser el balance del mandato de Barack Obama?
Una tormenta se está avecinando
Además de circunstancias parecidas de las elecciones de 2000 y las
actuales existe otro factor de peso, los huracanes que azotaron el país
durante esta campaña electoral. 'Sandy' que acaba de devastar dos
Estados del este del país, Nueva Jersey y Nueva York, de paso ayudó a
Obama a recuperar su liderazgo de antaño, por haberse mostrado muy
eficiente en la liquidación de las secuelas del desastre natural. Sin
embargo, todos en la Costa Este permanecen a la espera de un nuevo
ataque, esta vez de una tempestad.
Augurios aparte, el país habrá de enfrentarse a muchos
acontecimientos no menos tormentosos que huracanes y tormentas. Porque
el mundo actual es muy distinto de cómo era en el siglo XX. Es
considerablemente más “asiático” y será, sin lugar a dudas, más
“latinoamericano” y “africano” y todos tienen que adaptarse a las nuevas
condiciones.
Las elecciones presidenciales en el país más grande del mundo tendrán
su efecto en todos nosotros, pero en primer lugar en los propios EEUU,
dado que un país grande suele tener problemas graves.
Es curiosa la actitud mostrada por los europeos hacia las elecciones
en Estados Unidos: están sumidos en la más profunda tristeza por el
hecho de centrarse Washington cada vez más en sus asuntos en vez de
socorrer a Europa. De modo que ésta tendrá tomar decisiones por su
cuenta.
El columnista del diario londinense Sunday Times Adrian Gill, publicó
en New York Times un artículo en el que señaló que Obama había perdido
Europa. Con Obama los europeos no solo vivirán ya en distintos
continentes, sino en distintos planetas. Estados Unidos está mostrando
unos criterios algo extraños en la elección de sus amigos y enemigos y
nuestras democracias “no tienen puntos de coincidencia”, Washington ha
levantado muros para esconderse de un mundo caótico. Barack Obama, el
presidente estadounidense más “europeo en su modo de pensar” se pasó los
cuatro años de su primer mandato, sin entrar en ningún tipo de contacto
con los asuntos políticos de Europa. Si en 2009 la gente se reunía en
masa a entrevistarse con él en Berlín, ahora sus partidarios apenas
llenarían un autobús. Es muestra inequívoca de que al Viejo Mundo ya no
le importan ya los resultados de las elecciones en EEUU.
Un otro Obama
Será entonces que, a modo de ver de los europeos, Mitt Romney no se
diferenciaba mucho de Obama. Ésta podría ser la conclusión, dado que
ambos políticos priorizaron los asuntos internos y no la política
exterior.
Antes de los resultados de la votación, los comentaristas de temas
políticos se dedicaron a escribir, los más atrevidos emitían sus
pronósticos sobre una hipotética segunda presidencia de Barack Obama o
sobre el mandato de Mitt Romney. No era una tarea fácil, porque nadie en
el país se toma en serio las promesas electorales y durante esta
campaña los candidatos no hicieron otra cosa que atacarse mutuamente.
Habría que señalar que Barack Obama hizo algunos comentarios a los
periodistas de Des Moines Register, aunque durante su campaña electoral
hizo escasa mención de sus planes. Señaló que en caso de perder los
republicanos deberían volverse más proclives a fórmulas de compromiso y
dejar de bloquear cualquier iniciativa suya, sea la relativa a la
reforma de la legislación de extranjería, déficit presupuestario u otra.
Explicó también que los fondos se destinarían a crear puestos de
trabajo, desarrollar el sector energético puramente nacional e invertir
en la educación y la formación de los cuadros. Los recursos con los que
de momento Washington financia la guerra en Afganistán se aprovecharán
para la reconstrucción de la infraestructura del país.
El columnista del diario Washington Post llegó a la conclusión de que veremos a un nuevo Obama.
No da la sensación: hace cuatro años Obama también decía que el país
necesitaba reformar no solo el sistema de atención médica, sino también
la esfera de la educación y la infraestructura.
Y los europeos, seguros de que ambos candidatos no prestan mayor
interés hacia la política internacional, están en lo cierto. Lo que
buscan es reanimar la economía estadounidense, invertir, cada uno a su
manera, en la población y solo después plantearse problemas de
envergadura global.
El fenómeno de Mitt Romney
En cuanto a Mitt Romney, el mecanismo de la democracia estadounidense
ayudó a levantar el Partido Republicano casi de las ruinas. Para darse
cuenta de que no se encontraba en una situación muy ventajosa, basta con
fijarse en los resultados de las elecciones al Congreso que se
celebraron junto con las presidenciales. No solo fallaron los
republicanos al recuperar su dominio del Congreso, sino que perdieron
varios escaños. Pero con todo y eso la campaña electoral dio vida a un
político bastante aceptable de nivel nacional.
Es bien conocido que desde el principio el partido sentía por Mitt
Romney un respeto mínimo, hasta que ganó la primera ronda de los debates
televisivos contra Barack Obama. Hasta entonces Romney tuvo que
afrontar una etapa alocada, llena de viajes y reuniones con los
electores, formular postulados preelectorales u ofrecer respuestas
instantáneas, sin disponer de tiempo para pensar. Y nadie lo conocía, de
modo que la campaña electoral fue un buen estímulo y lo convirtió en
toda una personalidad del mundo de la política.
Los analistas, al igual que respecto a Barack Obama, coinciden en que
Mitt Romney ha cambiado, en que ha empezado a luchar y ha dividido a la
nación en dos partes, prometiendo al final “convertirse en el
presidente de todos los estadounidenses”. La conclusión de los electores
fue “sí, Romney puede”. O, por lo menos, “casi puede”.
¿Por qué ocurrió eso? Posiblemente, porque durante varios meses la
mayoría de los estadounidenses, Romney y Obama incluidos, no tenía otra
opción que plantearse con seriedad sus convicciones, en aspectos
generales y particulares. Y no es ninguna nimiedad, es incluso más
importante que elegir a un nuevo presidente.
Los estadounidenses, indudablemente, son una nación especial. Los
europeos también opinan que “han venido de otro planeta”. Uno no puede
menos de sorprenderse al seguir proceso electoral en Estados Unidos: el
pueblo se ha dividido por la mitad por motivos ideológicos y al mismo
tiempo continúa viviendo, como si nada hubiera ocurrido. Y además, este
sistema suyo tan complejo de elecciones…
Un sistema algo extraño, pero resulta eficiente, mientras ambas mitades de la nación acepten las normas del juego.
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