viernes, 9 de noviembre de 2012

¿Un nuevo Barack Obama para un nuevo mandato?

La Administración de Barack Obama no desalquilará la Casa Blanca durante los próximos cuatro años.
Y, pese a todos los pronósticos emitidos, no hubo repetición de lo ocurrido en el año 2000, cuando los candidatos habían reunido porcentajes muy parecidos y el país pasó un mes entero pendiente de los todavía poco claros resultados de los comicios.
En aquellos momentos resultó decisiva la situación en el Estado de Florida, donde hubo que realizar un nuevo escrutinio acompañado de audiencias judiciales. Finalmente, al candidato por el Partido Demócrata, Albert Gore, le faltaron 537 votos para triunfar en dicho Estado. De acuerdo con el sistema electoral estadounidense, los votos de los compromisarios de Florida fueron contabilizados a favor de George Bush hijo, factor que propició su triunfo general.
Ya conocemos los resultados de aquella presidencia… ¿Y cuál podría ser el balance del mandato de Barack Obama?
Una tormenta se está avecinando
Además de  circunstancias parecidas de las elecciones de 2000 y las actuales existe otro factor de peso, los huracanes que azotaron el país durante esta campaña electoral. 'Sandy' que acaba de devastar dos Estados del este del país, Nueva Jersey y Nueva York, de paso ayudó a Obama a recuperar su liderazgo de antaño, por haberse mostrado muy eficiente en la liquidación de las secuelas del desastre natural. Sin embargo, todos en la Costa Este permanecen a la espera de un nuevo ataque, esta vez de una tempestad.
Augurios aparte, el país habrá de enfrentarse a muchos acontecimientos no menos tormentosos que huracanes y tormentas. Porque el mundo actual es muy distinto de cómo era en el siglo XX. Es considerablemente más “asiático” y será, sin lugar a dudas, más “latinoamericano” y “africano” y todos tienen que adaptarse a las nuevas condiciones.
Las elecciones presidenciales en el país más grande del mundo tendrán su efecto en todos nosotros, pero en primer lugar en los propios EEUU, dado que un país grande suele tener problemas graves.
Es curiosa la actitud mostrada por los europeos hacia las elecciones en Estados Unidos: están sumidos en la más profunda tristeza por el hecho de centrarse Washington cada vez más en sus asuntos en vez de socorrer a Europa. De modo que ésta tendrá tomar decisiones por su cuenta.
El columnista del diario londinense Sunday Times Adrian Gill, publicó en New York Times un artículo en el que señaló que Obama había perdido Europa. Con Obama los europeos no solo vivirán ya en distintos continentes, sino en distintos planetas. Estados Unidos está mostrando unos criterios algo extraños en la elección de sus amigos y enemigos y nuestras democracias “no tienen puntos de coincidencia”, Washington ha levantado muros para esconderse de un  mundo caótico. Barack Obama, el presidente estadounidense más “europeo en su modo de pensar” se pasó los cuatro años de su primer mandato, sin entrar en ningún tipo de contacto con los asuntos políticos de Europa. Si en 2009 la gente se reunía en masa a entrevistarse con él en Berlín, ahora sus partidarios apenas llenarían un autobús. Es muestra inequívoca de que al Viejo Mundo ya no le importan ya los resultados de las elecciones en EEUU.
Un otro Obama
Será entonces que, a modo de ver de los europeos, Mitt Romney no se diferenciaba mucho de Obama. Ésta podría ser la conclusión, dado que ambos políticos priorizaron los asuntos internos y no la política exterior.
Antes de los resultados de la votación, los comentaristas de temas políticos se dedicaron a escribir, los más atrevidos emitían sus pronósticos sobre una hipotética segunda presidencia de Barack Obama o sobre el mandato de Mitt Romney. No era una tarea fácil, porque nadie en el país se toma en serio las promesas electorales y durante esta campaña los candidatos no hicieron otra cosa que atacarse mutuamente.
Habría que señalar que Barack Obama hizo algunos comentarios a los periodistas de Des Moines Register, aunque durante su campaña electoral hizo escasa mención de sus planes. Señaló que en caso de perder los republicanos deberían volverse más proclives a fórmulas de compromiso y dejar de bloquear cualquier iniciativa suya, sea la relativa a la reforma de la legislación de extranjería, déficit presupuestario u otra.
Explicó también que los fondos se destinarían a crear puestos de trabajo, desarrollar el sector energético puramente nacional e invertir en la educación y la formación de los cuadros. Los recursos con los que de momento Washington financia la guerra en Afganistán se aprovecharán para la reconstrucción de la infraestructura del país.
El columnista del diario Washington Post llegó a la conclusión de que veremos a un nuevo Obama.
No da la sensación: hace cuatro años Obama también decía que el país necesitaba reformar no solo el sistema de atención médica, sino también la esfera de la educación y la infraestructura.
Y los europeos, seguros de que ambos candidatos no prestan mayor interés hacia la política internacional, están en lo cierto. Lo que buscan es reanimar la economía estadounidense, invertir, cada uno a su manera, en la población y solo después plantearse problemas de envergadura global.
El fenómeno de Mitt Romney
En cuanto a Mitt Romney, el mecanismo de la democracia estadounidense ayudó a levantar el Partido Republicano casi de las ruinas. Para darse cuenta de que no se encontraba en una situación muy ventajosa, basta con fijarse en los resultados de las elecciones al Congreso que se celebraron junto con las presidenciales. No solo fallaron los republicanos al recuperar su dominio del Congreso, sino que perdieron varios escaños. Pero con todo y eso la campaña electoral dio vida a un político bastante aceptable de nivel nacional.
Es bien conocido que desde el principio el partido sentía por Mitt Romney un respeto mínimo, hasta que ganó la primera ronda de los debates televisivos contra Barack Obama. Hasta entonces Romney tuvo que afrontar una etapa alocada, llena de viajes y reuniones con los electores, formular postulados preelectorales u ofrecer respuestas instantáneas, sin disponer de tiempo para pensar. Y nadie lo conocía, de modo que la campaña electoral fue un buen estímulo y lo convirtió en toda una personalidad del mundo de la política.
Los analistas, al igual que respecto a Barack Obama, coinciden en que Mitt Romney ha cambiado, en que ha empezado a luchar y ha dividido a la nación en dos partes, prometiendo al final “convertirse en el presidente de todos los estadounidenses”. La conclusión de los electores fue “sí, Romney puede”. O, por lo menos, “casi puede”.
¿Por qué ocurrió eso? Posiblemente, porque durante varios meses la mayoría de los estadounidenses, Romney y Obama incluidos, no tenía otra opción que plantearse con seriedad sus convicciones,  en aspectos generales y particulares. Y no es ninguna nimiedad, es incluso más importante que elegir a un nuevo presidente.
Los estadounidenses, indudablemente, son una nación especial. Los europeos también opinan que “han venido de otro planeta”. Uno no puede menos de sorprenderse al seguir proceso electoral en Estados Unidos: el pueblo se ha dividido por la mitad por motivos ideológicos y al mismo tiempo continúa viviendo, como si nada hubiera ocurrido. Y además, este sistema suyo tan complejo de elecciones…
Un sistema algo extraño, pero resulta eficiente, mientras ambas mitades de la nación acepten las normas del juego.


Dmitri Kósirev, RIA Novosti

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