Todos los países aspiran a utilizar drones. Las ventajas prácticas
son obvias al permitir que lo vehículos no tripulados efectúen acciones
ofensivas sin riesgo a perder personal militar. También representa la
posibilidad de que esas misiones no puedan ser identificadas de la misma
forma que otras operaciones aéreas que llevan un claro distintivo de la
nacionalidad a la que pertenece.
Drones, las armas de guerra del futuro.
Este
sería uno de los motivos por los cuales la amplia mayoría del uso de
drones de Estados Unidos esté conducido por la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) y no por el Pentágono a pesar que el Departamento de
Defensa cuenta con una flota propia de drones como lo demostró en Irak y
en Afganistán.
Existe asimismo, en el caso norteamericano, un motivo jurídico. Las
fuerzas militares de Estados Unidos no están autorizadas a efectuar
actos hostiles fuera de una zona de guerra aún cuando algunos comandos
específicos realicen acciones encubiertas que exceden ese marco. La CIA,
en cambio, no tiene limitación alguna.
En este contexto, los drones son armas cuya nueva dramática
característica es que pueden ser utilizadas fuera del derecho de guerra
internacional. Las convenciones de Ginebra no parecen alcanzarlos a
pesar de los daños humanitarios colaterales. Amnistía Internacional y
Human Rights Watch han publicado un amplio informe de abusos y
violaciones a todo tipo de leyes sobre conflictos armados. Los datos son
alarmantes y revelan, cuanto menos, excesos de fuerza
desproporcionados.
Los drones también son usados para matar personas específicas como
ha sido reconocido por Estados Unidos en Pakistán, Yemen y Somalia. Esas
acciones, independientemente de los antecedentes criminales del
destinatario, son contrarias al derecho internacional que prohíbe los
homicidios arbitrarios y limita el uso legítimo de la fuerza letal
intencionada a situaciones excepcionales. En casos de conflicto armado,
solo los combatientes y quienes participan directamente en las
hostilidades pueden ser blancos de un ataque directo. Fuera de ese
marco, solo es legítima cuando sea estrictamente necesaria para proteger
frente a una amenaza inminente para la vida.
Consecuentemente, muchas de las acciones conducidas con drones
pueden constituir crímenes de guerra o ejecuciones extrajudiciales, es
decir, delitos de derecho internacional. Existen también otras
implicancias en el uso de drones que afectan principios esenciales
reconocidos en la Carta de las Naciones Unidas.
Estas circunstancias, entre otras, hacen indispensable que Naciones
Unidas regule la utilización de drones a través de mecanismo de
transparencia informativa que evite la violación al derecho
internacional, en particular los Protocolos de Ginebra, además de prever
que quienes cometan actos ilegítimos rindan cuentas. Asimismo, se
requiere con urgencia de una norma internacional que garantice que en
caso que se vea afectado el uso legítimo de drones se pueda llevar a
cabo una investigación inmediata, independiente e imparcial. Es de
esperar que la comunidad internacional asuma con responsabilidad la
necesidad de regular un instrumento revolucionario de amplias ventajas
pacificas como de dramático uso letal ilegal.
Tomado de http://www.infonews.com/
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