Hay
un tema que he venido observando cuidadosamente, lo he querido tratar desde
hace algún tiempo y creo que ya es el momento de hacerlo. Voy a empezar con una
referencia personal.
Hace
unos años conocí personalmente al ex presidente colombiano, hoy senador, Álvaro
Uribe Vélez. Sucedió en el contexto de mi trabajo.
Cuando
era reportero de la cadena Univisión me correspondió cubrir una visita de Uribe
al sur de la Florida. Siendo presidente, había viajado a Washington DC donde se
reunió con el mandatario norteamericano George W. Bush y vino después a
la Florida donde fue atendido por el entonces gobernador Jeb Bush.
Como
periodista de la referida cadena de televisión asistí a la conferencia de
prensa que se ofreció en una sala del Hotel Biltmore de Coral Gables, Miami
Dade. Les hablo de alrededor del año 2004.
Recuerdo
que la prensa acreditada estaba ansiosa, como pasa siempre, por vincular el
tema de Cuba en su cobertura. En este caso por tratar de sacarle declaraciones
a Uribe con respecto a la situación en la isla. Guardo en la memoria la
pregunta que le hice, no tanto la respuesta, que debió ser una de esas evasivas
donde se dice algo para salir del compromiso sin aportar nada sustancial.
En
aquella ocasión le pregunté sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC), que
estaba detenido en el Congreso, precisamente por alegaciones dentro del
legislativo sobre serias violaciones a los derechos de los sindicatos, a los
derechos humanos; en fin, a todo un grupo de objeciones que han acompañado
antes y después a Uribe.
Entonces
alguien logra preguntarle por Cuba, buscando una declaración negativa o una
acusación, algo espectacular para los medios de Miami, que tienen esa obsesión
permanente con la Revolución Cubana.
Recuerdo
las palabras de Uribe perfectamente cuando salió el tema cubano. Dijo que él en
lo filosófico y lo ideológico guardaba posiciones diferentes al gobierno de La
Habana, pero que mantenía una actitud respetuosa hacia él porque tenía mucho
que agradecerle. Lo dijo con valentía frente a la prensa de Miami y, como
mencioné, acompañado de Jeb Bush, hermano del presidente de Estados Unidos por
la fecha, quien para hacer política hacia Cuba tomaba consejos de los
Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen.
También
le preguntaron a Uribe por Fidel, y dijo que lo que estaba agradeciendo en el
gobierno cubano concernía especialmente a su Presidente. En verdad fue
respetuoso con Cuba y no le regaló nada a la prensa.
Luego
vimos otras entrevistas a Uribe, como las que le realizaron María Elvira
Salazar y Jaime Bayly, donde también se proyectó con respeto y cuidado en el tema
de Cuba y de Fidel; a pesar de los periodistas.
Cuando
María Elvira le cuestionó a Uribe en una entrevista (subida a Youtube el 8 de
abril del 2011) que hubiera saludado a Fidel en algunas reuniones, el
colombiano le recordó una crisis política que tuvo con un país vecino,
reconociendo que “en momentos de inmensas dificultades diplomáticas el presidente de Cuba
interviene, media, es efectivo. Efectivo en recomponer las relaciones”.
Uribe
también dijo que todos estos asuntos de su máximo interés se trataron en el
estilo del Comandante; que lo llamaba para trabajar en horas de la madrugada y
que solo tenía que decirle a su esposa cuando el teléfono sonaba: “Tengo que
levantarme que ese es Fidel”.
En
una entrevista bastante tendenciosa que le realizó Jaime Bayly a Uribe en su
hacienda de Río Negro, Antioquía, y que luego transmitió el canal Mega TV de
Miami el 4 de junio del pasado 2013, el ex presidente de Colombia repite que
habló de muchos temas y problemas con Fidel, y que sigue creyendo en lo que le
decía.
Como
les comentaba, personalmente siempre distinguí esa capacidad que tenía Uribe de
mantener una posición ideológica diferente al gobierno cubano, y sin embargo
reconocer públicamente el agradecimiento y respeto que guardaba por la seriedad
política de las autoridades de la isla.
Pero
Uribe ha ido cambiando la piel como un reptil. Ha acumulado un expediente
bochornoso que lo vincula a grupos de narcotraficantes y paramilitares,
apoyando golpes de estado fuera de su país.
No
ha tenido siquiera la decencia de dejar gobernar al presidente Santos sin
interferir en su autoridad; y después que descubrió twitter su comadreo sobre
asuntos que no le conciernen ha cobrado síntomas de grave patología.
Recuerdo
que entre todas las tergiversaciones que se hicieron respecto a la presencia de
armamento de propiedad cubana en el barco Chong Chon Gang, ninguna fue tan
delirante como la versión de Uribe respecto a que esas armas iban para Colombia
con el objetivo de fortalecer la guerrilla. Un intento desesperado para
insistir en una de sus quimeras, que es hacer fracasar los diálogos de paz en
La Habana.
Uribe
casi se ha insubordinado y no ha sabido dejar de ser presidente como lo
hicieron César Gaviria, Andrés Pastrana y otros ex mandatarios colombianos que
ocasionalmente dan una opinión y punto. Uribe prácticamente le ha montado una
quinta columna al presidente Santos.
Por
estos días la frustración de Uribe ha aumentado. Resulta que llegó al Senado de
Colombia pero sin pertenecer a una mayoría que le permita hacer su contra
política; pues Santos mantiene el control en el legislativo.
Uribe
está saliendo con unas declaraciones donde parece que se le olvida todo el
respeto por Cuba que había expresado antes. Anda por cualquier sitio hablando
de una supuesta misión que él tendría en América Latina, consistente en
combatir el “castrochavismo” y el “castromadurismo” y cuanta cosa se le ocurre;
siempre con actitudes de injerencia y contradiciendo lo que había dicho. En
cualquier caso habría que peguntarle a Uribe quién y dónde le dio dicha
“misión”. Aunque cualquiera puede imaginarlo.
Álvaro
Uribe Vélez tiene un extenso prontuario de acusaciones. Un sector de la
sociedad colombiana lo apreció en un momento determinado, y algunos aún lo
siguen apreciando, porque aparentemente logró con “mano dura” disminuir la
violencia en su país. Pero esa “mano dura” fue ante todo una “mano sucia”.
Uribe está vinculado a los escándalos de los “falsos positivos”, a grupos
paramilitares, a reaccionarios. Todo esto está en la lista de reclamaciones por
la cual algún día tendrá que responder.
Las
pruebas sobre la participación de Uribe en delitos graves se acumulan
progresivamente. Un material en Telesur muestra un testimonio muy delicado y
descarnado sobre crímenes de militares contra personas comunes, con claros
indicios del conocimiento del ex presidente. (http://www.telesurtv.net/articulos/2014/02/24/alvaro-uribe-dictaba-ordenes-el-ejercito-para-cometer-asesinatos-3173.html)
En
este momento Uribe despliega la peor campaña respecto a Cuba. Es bochornoso
sobre todo porque él sabe muy bien cuál es la verdad de las cosas. Tampoco deja
de difamar a Venezuela y sus gobernantes, en una búsqueda insaciable de
protagonismo.
Aquella
persona con posiciones diferentes, pero capaz de juicios objetivos que vimos en
algún momento, ha desaparecido. Las derrotas políticas han convertido a Uribe
en un resentido con muy poco crédito.
Edmundo
García
www.latardesemueve.com
@edmundogarcia65
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