Cuando finalizaba sus
estudios de abogado, Álvaro Uribe Vélez participó en la patraña mediante la
cual los gringos y la empresa Mineros Colombianos se burlaron de la Nación y
birlaron los fondos de pensiones, prestaciones sociales y otros derechos de
los trabajadores de la Compañía Minera Chocó Pacífico, filial de la
International Mining Corporation de New York, y de las comunidades donde dicha
compañía había realizado sus actividades mineras depredadoras por más de 70
años. Finalmente Álvaro Uribe, al ser nombrado gerente de la sucursal del
Chocó, utilizó los recursos financieros y bancarios de ella para sanear los
pasivos de las sucursales de Antioquia, al tiempo que se llevó hacia esas
sucursales todo el stop de maquinarias, equipos y repuestos nuevos dejados por
los gringos, porque ya su familia y la de su exministra de educación, Cecilia
María Vélez White, habían adquirido la mayor parte de las acciones de las
mismas, dejando a estas comunidades y trabajadores en las más penosas
condiciones. Durante sus gobiernos no se preocupó por establecer los servicios
públicos de saneamiento básico ni las obras viales mínimas para el despegue del
desarrollo de comunidades afrocolombianas. Sin embargo, se ha mantenido
vociferando la frase racista y lastimera: “Quiero mucho a los negritos”.
Abundantes testimonios e
investigaciones de las cortes y de corporaciones dedicadas al tema de la
violencia, que han demostrado que Álvaro Uribe y su familia estuvieron
asociados con Pablo Escobar, los hermanos Castaño Gil y al grupo de Salvatore
Mancuso, los narco-paramilitares más crueles y terroristas que han producido el
mayor volumen de crímenes y de violencia en nuestro país. Sin embargo, con
lenguaje prestado a los Bush, el ex presidente Uribe vive pronunciándose contra
el “terrorismo guerrillero” y el “terrorismo internacional”, como si existiera
un terrorismo bueno y otro malo. Según su postura, el terrorismo bueno es el
practicado por él y sus amigos, incluido el de los ex presidentes Bush de USA.
Existen abundantes testimonios
de que el narco-paramilitarismo llevó a Uribe Vélez a la Presidencia de la
República, con base en un pacto secreto de “refundación de la patria”,
desconociendo a la Constitución Nacional por lo cual la volvió colcha de
retazos para adaptarla a sus intereses cuando fue Presidente de la República.
Pacto mediante el cual además, protegió y fortaleció a estas bandas con las
Cooperativas Convivir y propiciando su alianza con altos mandos del Ejército
Nacional y la Policía Nacional, mediante la cual produjeron masacres,
desapariciones, asesinatos selectivos de líderes comunitarios-sindicales y de
la oposición, asesinato de periodistas críticos del narco-paramilitarismo,
desplazamientos forzados, despojos y usurpaciones de tierras y propiedades
agrarias de familias campesinas, pequeños y medianos productores agropecuarios.
Pacto que se protocolizó tan pronto llegó a la Presidencia de la República con
los Acuerdos de Ralito; así posteriormente haya traicionado a sus antiguos
compañeros de proyecto político-económico, tal como lo manifestó uno de los
capos narco-paramilitares del grupo de Mancuso al ser obligado a abordar el
avión de la DEA, rumbo a las cárceles de USA. Sin embargo, vive vociferando
sobre el respeto a la democracia, “la seguridad democrática” y a los derechos
constitucionales y legales de los ciudadanos.
Abundan testimonios de que
su hermano Santiago Uribe Vélez con algunos de sus primos conformaron un grupo
narco-paramilitar que operó en el corredor que va desde Puerto Salgar a
Yarumal, Bajo Cauca y Nordeste antioqueños, generando terror con los más
horribles crímenes, desapariciones, desplazamientos forzados y masacres
especialmente contra la oposición. Todo lo cual contó con la anuencia de Álvaro
Uribe Vélez; sin embargo, continúa presentándose como paladín de la democracia
y la justicia social, y a su familia, como la más honesta, justa y recatada.
Cuando lo único que les ha interesado es conseguir dinero y engrosar su
patrimonio familiar, sin importar los medios y las formas. Es decir que Maquiavelo
les ha quedado enano.
La doble moral uribista se
manifestó con la mayor desfachatez el pasado 27 de octubre, cuando en su
convención eligió candidato para las próximas elecciones presidenciales y donde
Uribe y su séquito de aduladores se despacharon contra las negociaciones de paz
con la guerrilla, con afirmaciones falaces de que había entregado el poder a
Santos con la guerrilla de la FARC vencida y la “seguridad democrática”
consolidada, por lo cual dizque no hay nada que negociar con este movimiento insurgente,
sino “arreciar el combate militar”. Lo preocupante es que los voceros del
uribismo no manifiestan nada contra las bandas narco-paramilitares que
continúan cometiendo horrores por todo el país. Parece ser que como la
violencia paramilitar les ha dado tan buenos resultados económicos y políticos,
no les importa que el país se continúe desangrando y la dignidad de nuestras
comunidades continúe mancillada, tanto por los grupos armados ilegales, como
por las fuerzas armadas estatales, en medio de las confrontaciones armadas.
Los voceros del uribismo en
su convención se pronunciaron a boca llena contra la corrupción pública, pero
realmente que en nuestro país no ha habido gobierno donde se haya dado tanto
derroche de corrupción como en el suyo, incluida la fuerza pública con sus
falsos-positivos y desfalcos al fisco. Al punto que las cárceles no están
alcanzando para albergar a sus antiguos altos funcionarios condenados por este
tipo de delitos. Entre otras cosas, aprovechándose de que la Nación ponía el
70% de los recursos para las grandes obras de nuestro Distrito Capital, Uribe
recomendó al encarcelado exalcalde Samuel Moreno Rojas contratar con las
empresas del grupo hampón de los Nules, al igual que hizo con otras entidades
estatales, y con ello llevó a que este grupo manejara contrataciones por más de
5 billones de pesos durante sus dos mandatos, y en esta misma medida propició
para que este grupo le robara al Estado Colombiano billones de pesos en
contubernio con altos funcionarios públicos corruptos y calanchines.
Algunos periodistas se han
apresurado a calificar al recién elegido candidato presidencial del uribismo,
Oscar Iván Zuluaga, de “buen candidato por su seriedad”. Pero no puede ser buen
candidato una persona que llegó al Congreso de la República cabalgando en uno
de los partidos de la parapolítica, Convergencia Popular Cívica, el mismo en
que llegaron otros exparlamentarios que hoy están presos o han pagado condenas
por la parapolítica, como Rocío Arias y Carlos Clavijo; que haya andado tan mal
acompañado de narco-paramilitares confesos como Ernesto Báez, Alias “Macaco”,
preso en USA, y Maribel Gálvis. Que hoy continúe tan mal acompañado por
personajes funestos como Pacho Santos, quien le pidió a Mancuso que creara un
bloque narco-paramilitar en nuestro Distrito Capital; del exministro uribista
Fernando Londoño que además de realizar escritos enaltecedores del
narco-paramilitar Carlos Castaño Gil, le robó títulos valores a la Nación, por
lo cual fue obligado a renunciar al Ministerio del Interior y de Justicia; de
José Obdulio Gaviria, exabogado y representante de negocios de Pablo Escobar;
de los Araujo, complicados en toda clase de negocios criminales con el
narco-paramilitarismo en nuestra costa atlántica, por lo cual algunos de ellos
han estado en prisión; del exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos, quién
también llegó al Congreso de la República y a la Gobernación de Antioquia
cabalgando en el partido para-político de los Araujo, Alas Equipo Colombia, que
hoy está preso por para-política y que en medio de las masacres y
desplazamientos forzados provocados por el narco-paramilitarismo en el Urabá,
especialmente en el territorio chocoano de Bajirá, resultó como propietario de
grandes extensiones de tierras, por lo cual durante su mandato como Gobernador
de Antioquia, abuzando del poder, se afanó porque el Congreso de la República
acogiera la pretensión de la clase oligárquica de este departamento de adherir
esta porción del territorio chocoano a su departamento, para poder realizar con
el presupuesto del mismo obras de infraestructura que valorizaran las tierras
conquistadas y necesarias para poner a funcionar la industria de la palma
aceitera y la producción de agrocombustibles para exportar a USA. Entre otros.
Álvaro Uribe Vélez ha
demostrado representar a una clase burguesa-oligárquica, rentista y pro-yanqui,
emergente a partir de los años de 1980 a través del narcotráfico, el
contrabando, la evasión de impuestos y la combinación de negocios lícitos con
los ilícitos, cuyo interés principal es engrosar sus patrimonios a como dé
lugar, inclusive disponiendo para ello de las finanzas, ingresos y patrimonio
de la Nación, sin importarle entregar el país a la voracidad del Imperialismo
Estadounidense, a condición de ser beneficiados/as con su participación en las
ganancias que logren sus compañías multinacionales y transnacionales en nuestro
país, y que le perdonen las faltas cometidas en lo personal y/o por sus
familias con los negocios ilícitos. Esta burguesía emergente se propuso
desplazar del poder político a la clase burguesa-oligárquica tradicional a como
diera lugar; proyecto iniciado por Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha,
aliándose con los políticos más arribistas y corruptos de entonces, tales como
Santofimio, Porras, Garavito, Álvaro Uribe Vélez y otros. De tal manera que
llevar nuevamente al uribismo a la Presidencia de la República sería condenar a
nuestro país a más empobrecimiento, violencia, desplazamiento forzado, saqueo y
depredación de sus ecosistemas por parte de grandes compañías nacionales y
extranjeras. Camaleónicamente amparado con la doble moral uribista.
Por José Eulícer Mosquera
Rentería
Tomado de Voces del Pueblo
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