De acuerdo con un reporte de la agencia especializada en el combate al
consumo de drogas en los Estados Unidos de Norteamérica, la DEA, durante
la próxima década podría registrarse una expansión de las operaciones
que grupos criminales de origen mexicano realizan en ese país.
Una lectura superficial del reporte podría llevarnos a señalar solamente, como elemento noticioso, el hecho de que las bandas delincuenciales mexicanas estén fortaleciendo su presencia en las ciudades de Estados Unidos.
Lo interesante, sin embargo, se encuentra en la lectura completa del pronóstico realizado por los especialistas del vecino país: la expansión de las operaciones criminales con origen al sur de la frontera estadounidense tendrá su principal impulso en el incremento del consumo de drogas en aquella nación, principalmente la marihuana.
A la vista de este elemento adicional, el pronóstico adquiere sentido y resulta absolutamente lógico: si la demanda de drogas en territorio estadounidense aumenta, necesariamente alguien deberá satisfacer esa demanda y la cercanía geográfica ofrece una respuesta inmediata respecto de quiénes serán los primeros en reclamar para sí el nuevo mercado.
Tal circunstancia obliga entonces a una lectura distinta del pronóstico de la DEA, pues se trata de un diagnóstico que retrata una regla clásica de cualquier mercado: el círculo oferta-demanda que explica las reacciones de uno y otro lado de dicha ecuación.
Y la regla funciona, por supuesto, incluso si estamos hablando de un mercado ilegal como es el de los estupefacientes. Si hay más compradores que demandan un producto, los efectos previsibles son básicamente dos: un aumento en el precio del mismo y el surgimiento de nuevos “jugadores” que llegan al mercado atraídos por las ganancias que éste ofrece.
Que los nuevos jugadores sean mexicanos, chinos o colombianos es lo de menos. Lo de más es que el pronóstico de la DEA plantea un reto muy claro para México y los Estados Unidos en materia de tráfico de drogas: el fenómeno está creciendo y seguirá haciendo.
Esto quiere decir sólo una cosa: las estrategias empleadas hasta ahora, en uno y otro lado de la frontera, no están ofreciendo los resultados que teóricamente se plantearon al diseñarlas y ponerlas en práctica, razón por la cual se requiere un análisis de las mismas.
De este lado de la frontera, el fracaso de la estrategia de combate a la criminalidad ha quedado claro desde hace tiempo; el dato ofrecido por la DEA no hace sino ofrecer un elemento más para documentar el pesimismo.
Valdrá la pena que, a partir del pronóstico dado a conocer por los especialistas estadounidenses, se abra una discusión seria respecto de la forma en la cual ambos países pueden y deben redefinir el esquema de cooperación en la lucha contra las drogas, si es que se pretende mejorar los resultados.
Una lectura superficial del reporte podría llevarnos a señalar solamente, como elemento noticioso, el hecho de que las bandas delincuenciales mexicanas estén fortaleciendo su presencia en las ciudades de Estados Unidos.
Lo interesante, sin embargo, se encuentra en la lectura completa del pronóstico realizado por los especialistas del vecino país: la expansión de las operaciones criminales con origen al sur de la frontera estadounidense tendrá su principal impulso en el incremento del consumo de drogas en aquella nación, principalmente la marihuana.
A la vista de este elemento adicional, el pronóstico adquiere sentido y resulta absolutamente lógico: si la demanda de drogas en territorio estadounidense aumenta, necesariamente alguien deberá satisfacer esa demanda y la cercanía geográfica ofrece una respuesta inmediata respecto de quiénes serán los primeros en reclamar para sí el nuevo mercado.
Tal circunstancia obliga entonces a una lectura distinta del pronóstico de la DEA, pues se trata de un diagnóstico que retrata una regla clásica de cualquier mercado: el círculo oferta-demanda que explica las reacciones de uno y otro lado de dicha ecuación.
Y la regla funciona, por supuesto, incluso si estamos hablando de un mercado ilegal como es el de los estupefacientes. Si hay más compradores que demandan un producto, los efectos previsibles son básicamente dos: un aumento en el precio del mismo y el surgimiento de nuevos “jugadores” que llegan al mercado atraídos por las ganancias que éste ofrece.
Que los nuevos jugadores sean mexicanos, chinos o colombianos es lo de menos. Lo de más es que el pronóstico de la DEA plantea un reto muy claro para México y los Estados Unidos en materia de tráfico de drogas: el fenómeno está creciendo y seguirá haciendo.
Esto quiere decir sólo una cosa: las estrategias empleadas hasta ahora, en uno y otro lado de la frontera, no están ofreciendo los resultados que teóricamente se plantearon al diseñarlas y ponerlas en práctica, razón por la cual se requiere un análisis de las mismas.
De este lado de la frontera, el fracaso de la estrategia de combate a la criminalidad ha quedado claro desde hace tiempo; el dato ofrecido por la DEA no hace sino ofrecer un elemento más para documentar el pesimismo.
Valdrá la pena que, a partir del pronóstico dado a conocer por los especialistas estadounidenses, se abra una discusión seria respecto de la forma en la cual ambos países pueden y deben redefinir el esquema de cooperación en la lucha contra las drogas, si es que se pretende mejorar los resultados.
Tomado de http://www.vanguardia.com.mx
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