El presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, declaró que la sociedad civil es "la
conciencia de nuestros países", frente a un repudiable grupo de contrarrevolucionarios
de origen cubano y escuálido de la derecha venezolana, antes de presentarse en
el Foro de la Sociedad Civil. Con esta afirmación pareció ignorar el sentir
mayoritario de los pueblos de Cuba y Venezuela, quienes repudian el servilismo
de los agentes USA y las labores desestabilizadoras y subversivas que realizan.
Quince
contrarrevolucionarios, entre ellos dos de origen cubano, Laritza Diversent y
Manuel Cuesta Morúa, aplaudían con regocijo y complacencia al mandatario, quien
no tuvo el pudor ni la delicadeza para manifestar su compromiso con aquellas
acciones que atentan contra la institucionalidad y los asuntos internos de
otras naciones.
Junto a Obama se
encontraban los representantes de la flor y nata de la derecha latinoamericana.
Allí, paradójicamente, se encontraban los presidentes de Uruguay y Costa Rica.
El franco
espaldarazo dado por Obama a la contrarrevolución, contrasta con el anunciado
encuentro entre el mandatario con el presidente cubano Raúl Castro.
Con la hipocresía
tradicional y los infundados esfuerzos de convertir a Cuba “como la fruta
madura del siglo XXI, Obama trata de –ante la complacencia de la OEA y sus
aliados regionales-, mostrar una dudosa buena fe en su acercamiento hacia la
isla, aprovechando para ello su discurso en el Foro de la Sociedad Civil.
Pocos serán los
engañados con la zanahoria. Detrás de estos gestos socarrones se esconde el
mazo destructor de quien intenta aún convertirnos en su patio trasero.
Se engañan los que
consideran que Cuba abandonará principios a cambio de una relación diplomática
compleja y cargada de malas intenciones.
Percy Francisco Alvarado Godoy
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