Percy Francisco Alvarado Godoy.
La noticia corrió como polvo en Internet, obligando a la mayoría de los grandes medios y agencias gubernamentales, así como a varios blogs anticubanos a reconocer una verdad denunciada por Cuba desde hace tiempo: Alan P. Gross era un mercenario contratado por la CIA.
Veamos la noticia divulgada por la agencia Associated Press y divulgada por el Nuevo Herald:
DESMOND BUTLER
The Associated Press
WASHINGTON --
Pieza por pieza, en mochilas y maletines, el estadounidense Alan
Gross se aseguró de introducir computadoras, teléfonos celulares, discos
duros y equipos de telecomunicaciones en Cuba. El artículo más
sensible, según los reportes oficiales de los viajes del contratista
estadounidense, fue el último: un "chip" informático para teléfonos
móviles que, según expertos, suele ser usado por la CIA y el Pentágono
para evitar la detección electrónica de señales telefónicas.
El objetivo, según un análisis hecho por la AP de los reportes de Gross, era darle a la pequeña comunidad judía de Cuba acceso irrestricto a la internet.
El operativo fue financiado por la Agencia de Desarrollo Internacional, conocida como USAID por sus siglas en inglés, la entidad del gobierno estadounidense fundada en 1961 para proveer asistencia económica, humanitaria y de desarrollo alrededor del mundo en apoyo a los objetivos de la política exterior estadounidense. Gross, sin embargo, se identificó como miembro de un grupo judío humanitario y no como un representante del gobierno de Washington.
El presidente cubano Raúl Castro calificó a Gross de espía y el estadounidense fue sentenciado en marzo a 15 años de cárcel. Funcionarios norteamericanos insisten en que no hizo nada ilegal y que sólo llevaba a cabo las funciones regulares de USAID.
Durante el juicio, Gross se declaró un "tonto inocente" que fue engañado. Pero los reportes de su viaje indican que él sabía que sus actividades eran ilegales y que temía las consecuencias, incluyendo la posible expulsión del país.
Uno de los documentos afirma que uno de los líderes comunitarios "dejó absolutamente claro que estamos 'jugando con fuego'".
En otra ocasión Gross comentó: "No cabe duda, esto es un asunto muy riesgoso".
Y, finalmente: "La detección de señales de satélite sería algo catastrófico".
El caso ha agravado las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, que ya llevan décadas, ha suscitado inquietudes sobre esos programas de asistencia para el desarrollo, y sobre si las actividades encubiertas deben ser territorio exclusivo de los agentes de inteligencia.
La empresa de Gross, JBDC Inc., que se especializa en establecer conexiones de internet en lugares remotos como Irak y Afganistán, había sido contratada por Development Associates International Inc. (DAI) de Bethesda, Maryland, que había logrado un contrato multimillonario con USAID para romper el bloqueo informativo impuesto por el gobierno cubano, mediante "innovaciones tecnológicas como conexiones telefónicas, internet por satélite y telefonía celular".
Funcionarios de USAID revisaron los reportes oficiales de los viajes de Gross y fueron enterados periódicamente sobre el proceso, dijo el portavoz de DAI Steven O'Connor. Los reportes fueron suministrados a la AP por una persona enterada del caso que pidió no ser identificada debido a la sensibilidad de la información.
Los reportes abarcan cuatro visitas en un período de cinco meses en 2009. Otro reporte, redactado por un representante de la empresa de Gross, cubría su quinto y último viaje, que culminó con su arresto el 3 de diciembre de 2009.
En su conjunto, los documentos revelan todos los esfuerzos de Gross para evadir la detección de las autoridades cubanas.
A fin de evitar los registros aeroportuarios, Gross reclutó la ayuda de otros judíos estadounidenses para poder traer los equipos electrónicos, pieza por pieza. Dio instrucciones a sus ayudantes para que metieran los equipos, algunos de los cuales están prohibidos en Cuba, en el equipaje de mano en vez del equipaje de carga.
En una oportunidad, viajó en automóvil siete horas para no tener que pasar por la seguridad del aeropuerto.
En su último viaje, trajo una "discreta" tarjeta SIM - tarjeta electrónica de identificación de subscriptor - diseñada para evitar que una transmisión por teléfono satelital sea detectada.
El tipo de tarjeta SIM que llevaba Gross no se vende en el mercado y se facilita sólo a gobiernos, según un funcionario de una compañía de telefonía satelital y un ex funcionario de inteligencia estadounidense que ha utilizado ese tipo de chip. Los funcionarios, que hablaron a condición de anonimato debido a la sensibilidad de la información, dijeron que los chips usualmente son suministrados al Departamento de Defensa y a la CIA, pero pueden también ser obtenidos por el Departamento de Estado, que supervisa a USAID.
Preguntado sobre cómo Gross obtuvo la tarjeta, el vocero de USAID Drew Bailey solamente dijo que la agencia no desempeñó rol alguno en ayudar a Gross a obtener sus equipos. "Somos una agencia de desarrollo, no una agencia de inteligencia", dijo.
El gobierno comunista cubano considera todas las actividades de promoción de la democracia desempeñadas por USAID como ilegales y una amenaza a la seguridad nacional. USAID niega que alguna tarea suya sea clandestina.
El abogado estadounidense de Gross, Peter J. Kahn, se negó a formular comentarios pero en el pasado ha dicho que las actividades de Gross de ninguna manera buscaban socavar al gobierno cubano.
Los partidarios de un mayor acceso a la internet sostienen que puede debilitar a los gobiernos autoritarios que tratan de controlar el flujo de la información. Los críticos afirman que ello no sólo pone en peligro a contratistas como Gross sino a todos los trabajadores de asistencia de Estados Unidos, inclusive aquellos que no están involucrados en actividades secretas.
"Ocurre con demasiada frecuencia que la gente de USAID es percibida como agentes de inteligencia", comentó Philip Giraldi, un ex oficial de la CIA. "Eso perjudica a USAID, perjudica a la CIA y perjudica a cualquier otra agencia de inteligencia que debe operar debajo del radar".
Aun antes de entregar la tarjeta SIM, Gross reconoció en su reporte que el uso de teléfonos con conexión satelital de internet sería "problemático si se llegase a descubrir". Estaba consciente de que las autoridades estaban usando sofisticados equipos de detección y relató haber visto a empleados de la empresa estatal cubana de telecomunicaciones realizando un registro el día anterior al que debía establecer una operación inalámbrica Wi-Fi.
Diplomáticos estadounidenses dicen creer que Gross fue arrestado para presionar a la administración de Obama a derogar sus programas de promoción de la democracia. El gobierno cubano ha alegado, sin presentar evidencias, que los programas, financiados bajo una ley de 1996 que fomenta medidas para cambiar el régimen en Cuba, son administrados por la CIA como parte de un plan mayor para derrocar al gobierno de La Habana.
El objetivo, según un análisis hecho por la AP de los reportes de Gross, era darle a la pequeña comunidad judía de Cuba acceso irrestricto a la internet.
El operativo fue financiado por la Agencia de Desarrollo Internacional, conocida como USAID por sus siglas en inglés, la entidad del gobierno estadounidense fundada en 1961 para proveer asistencia económica, humanitaria y de desarrollo alrededor del mundo en apoyo a los objetivos de la política exterior estadounidense. Gross, sin embargo, se identificó como miembro de un grupo judío humanitario y no como un representante del gobierno de Washington.
El presidente cubano Raúl Castro calificó a Gross de espía y el estadounidense fue sentenciado en marzo a 15 años de cárcel. Funcionarios norteamericanos insisten en que no hizo nada ilegal y que sólo llevaba a cabo las funciones regulares de USAID.
Durante el juicio, Gross se declaró un "tonto inocente" que fue engañado. Pero los reportes de su viaje indican que él sabía que sus actividades eran ilegales y que temía las consecuencias, incluyendo la posible expulsión del país.
Uno de los documentos afirma que uno de los líderes comunitarios "dejó absolutamente claro que estamos 'jugando con fuego'".
En otra ocasión Gross comentó: "No cabe duda, esto es un asunto muy riesgoso".
Y, finalmente: "La detección de señales de satélite sería algo catastrófico".
El caso ha agravado las tensiones entre Estados Unidos y Cuba, que ya llevan décadas, ha suscitado inquietudes sobre esos programas de asistencia para el desarrollo, y sobre si las actividades encubiertas deben ser territorio exclusivo de los agentes de inteligencia.
La empresa de Gross, JBDC Inc., que se especializa en establecer conexiones de internet en lugares remotos como Irak y Afganistán, había sido contratada por Development Associates International Inc. (DAI) de Bethesda, Maryland, que había logrado un contrato multimillonario con USAID para romper el bloqueo informativo impuesto por el gobierno cubano, mediante "innovaciones tecnológicas como conexiones telefónicas, internet por satélite y telefonía celular".
Funcionarios de USAID revisaron los reportes oficiales de los viajes de Gross y fueron enterados periódicamente sobre el proceso, dijo el portavoz de DAI Steven O'Connor. Los reportes fueron suministrados a la AP por una persona enterada del caso que pidió no ser identificada debido a la sensibilidad de la información.
Los reportes abarcan cuatro visitas en un período de cinco meses en 2009. Otro reporte, redactado por un representante de la empresa de Gross, cubría su quinto y último viaje, que culminó con su arresto el 3 de diciembre de 2009.
En su conjunto, los documentos revelan todos los esfuerzos de Gross para evadir la detección de las autoridades cubanas.
A fin de evitar los registros aeroportuarios, Gross reclutó la ayuda de otros judíos estadounidenses para poder traer los equipos electrónicos, pieza por pieza. Dio instrucciones a sus ayudantes para que metieran los equipos, algunos de los cuales están prohibidos en Cuba, en el equipaje de mano en vez del equipaje de carga.
En una oportunidad, viajó en automóvil siete horas para no tener que pasar por la seguridad del aeropuerto.
En su último viaje, trajo una "discreta" tarjeta SIM - tarjeta electrónica de identificación de subscriptor - diseñada para evitar que una transmisión por teléfono satelital sea detectada.
El tipo de tarjeta SIM que llevaba Gross no se vende en el mercado y se facilita sólo a gobiernos, según un funcionario de una compañía de telefonía satelital y un ex funcionario de inteligencia estadounidense que ha utilizado ese tipo de chip. Los funcionarios, que hablaron a condición de anonimato debido a la sensibilidad de la información, dijeron que los chips usualmente son suministrados al Departamento de Defensa y a la CIA, pero pueden también ser obtenidos por el Departamento de Estado, que supervisa a USAID.
Preguntado sobre cómo Gross obtuvo la tarjeta, el vocero de USAID Drew Bailey solamente dijo que la agencia no desempeñó rol alguno en ayudar a Gross a obtener sus equipos. "Somos una agencia de desarrollo, no una agencia de inteligencia", dijo.
El gobierno comunista cubano considera todas las actividades de promoción de la democracia desempeñadas por USAID como ilegales y una amenaza a la seguridad nacional. USAID niega que alguna tarea suya sea clandestina.
El abogado estadounidense de Gross, Peter J. Kahn, se negó a formular comentarios pero en el pasado ha dicho que las actividades de Gross de ninguna manera buscaban socavar al gobierno cubano.
Los partidarios de un mayor acceso a la internet sostienen que puede debilitar a los gobiernos autoritarios que tratan de controlar el flujo de la información. Los críticos afirman que ello no sólo pone en peligro a contratistas como Gross sino a todos los trabajadores de asistencia de Estados Unidos, inclusive aquellos que no están involucrados en actividades secretas.
"Ocurre con demasiada frecuencia que la gente de USAID es percibida como agentes de inteligencia", comentó Philip Giraldi, un ex oficial de la CIA. "Eso perjudica a USAID, perjudica a la CIA y perjudica a cualquier otra agencia de inteligencia que debe operar debajo del radar".
Aun antes de entregar la tarjeta SIM, Gross reconoció en su reporte que el uso de teléfonos con conexión satelital de internet sería "problemático si se llegase a descubrir". Estaba consciente de que las autoridades estaban usando sofisticados equipos de detección y relató haber visto a empleados de la empresa estatal cubana de telecomunicaciones realizando un registro el día anterior al que debía establecer una operación inalámbrica Wi-Fi.
Diplomáticos estadounidenses dicen creer que Gross fue arrestado para presionar a la administración de Obama a derogar sus programas de promoción de la democracia. El gobierno cubano ha alegado, sin presentar evidencias, que los programas, financiados bajo una ley de 1996 que fomenta medidas para cambiar el régimen en Cuba, son administrados por la CIA como parte de un plan mayor para derrocar al gobierno de La Habana.
Aunque el gobierno estadounidense delinea en términos generales los
objetivos de sus programas de asistencia en documentos públicamente
disponibles, los programas no podrían funcionar en Cuba de una manera
que no sea secreta, pues allí son considerados ilegales. Por razones de
seguridad, las agencias estadounidenses se han negado a suministrar
detalles operativos, incluso a comités del Congreso que monitorean esos
programas.
"La razón por la cual hay menos transparencia en lo que
se refiere a esos programas en países con gobiernos totalitarios es
porque allí la gente ya está arriesgando sus vidas para ejercer sus
derechos fundamentales", dijo Mauricio Claver-Carone, director de Cuba
Democracy Advocates, una institución en Washington.
USAID rechaza la idea de que sus empleados realizan tareas clandestinas.
"Nada
de los programas que USAID realiza en Cuba es clandestino o reservado
en manera alguna", dijo Mark Lopes, un viceadministrador de la agencia.
"Simplemente llevamos a cabo nuestras actividades de una manera discreta
a fin de resguardar la seguridad de todos los involucrados".
La
Ley de Seguridad Nacional de Estados Unidos define "encubierto" como
toda actividad del gobierno destinada a influenciar las condiciones en
otro país "de tal manera que la participación del Gobierno de los
Estados Unidos no sea aparente o públicamente reconocida".
La
actividad de USAID para la promoción de la democracia en Cuba fue
estimulada por un fuerte aumento de la financiación bajo la
administración Bush, y en una nueva estrategia que busca facilitarle
tecnología de comunicaciones a los cubanos. El financiamiento
estadounidense para programas relativos a Cuba aumentó de 3,5 millones
de dólares en 2000 a 45 millones en el 2008. Actualmente ascienden a 20
millones de dólares.
Gross recibió medio millón de dólares como
subcontratista de USAID, según fuentes estadounidenses conocedoras del
contrato y que pidieron permanecer en el anonimato porque no tenían
autorización para hablar del caso.
El director de USAID, Raj Shah,
dijo que el fomento de la democracia es "absolutamente central" para el
trabajo de su agencia. La administración Obama sostiene que sus
programas en Cuba buscan ayudar a una población oprimida a ejercer sus
derechos fundamentales mediante la ayuda humanitaria, el desarrollo
democrático y el libre flujo de información.
Funcionarios
estadounidenses insisten en que el trabajo de Gross no era subversivo
porque sólo buscaba dar acceso a la internet a la comunidad judía, no a
los disidentes. Los líderes judíos dicen que no estaban al tanto de los
vínculos de Gross con el gobierno estadounidense y que ya tenían acceso a
la internet, aunque limitado. USAID no ha aclarado porque creía que la
comunidad judía cubana necesitaba una tecnología tan sofisticada.
Preguntado
sobre si tales programas tenían la intención de derrocar al gobierno
cubano, Lopes dijo "para USAID, nuestros programas de fomento a la
democracia en Cuba no son sobre cambiar un régimen en particular. Eso es
decisión del pueblo cubano, y creemos que ellos merecen tener esa
opción".
Otros discrepan.
"Por supuesto, esto es una
actividad encubierta", dijo Robert Pastor, asesor de asuntos
latinoamericanos durante el gobierno de Jimmy Carter y actualmente
director de Centro para la Democracia y Elecciones de la American
University en Washington. "Se trata de buscar un cambio de régimen".
Oriundo de Potomac, Maryland, Gross era un hombre sociable de 62
años, unos dos metros (seis pies) de alto y de 113 kilos (250 libras).
Era inconfundible. Había comprado un programa Rosetta Stone de
aprendizaje de idiomas para mejorar su español y poseía escasos
conocimientos sobre Cuba. Pero sabía mucho sobre tecnología. Su empresa
se especializaba en instalar equipos de comunicación en lugares remotos
del mundo.
El primer viaje de Gross para DAI, que concluyó en
abril del 2009, se centró en introducir equipos en la isla y establecer
el primero de tres centros con acceso irrestricto a la internet para la
diminuta comunidad judía de Cuba, que suma unas 1.500 personas.
Para
introducir los equipos, Gross recurrió a grupos humanitarios
norteamericanos que cumplían misiones en la isla. Viajó con esos grupos y
le pidió a distintos individuos que llevaran las piezas, según los
reportes de viajes.
Tres personas conocedoras de las tareas de
Gross dicen que él le dijo a sus contactos en Cuba que estaba ahí
representando a una organización judía, no al gobierno estadounidense.
USAID dice que ahora le pide a la gente que realiza sus misiones que
revele su financiamiento por parte del gobierno estadounidense a la
gente que recibe la ayuda, si le preguntan.
Uno de los reportes de
Gross parece indicar que él se presentó como miembro de uno de esos
grupos y que viajó con ellos de tal manera que pueda interceder con las
autoridades cubanas si surgían suspicacias.
Sus ayudantes debían
llevar artefactos separados en su equipaje de mano. De esa manera,
escribió Gross, cualquier pregunta podría ser respondida en el proceso
de rayos X en el puesto de seguridad, y no en la casilla de aduanas. El
material era luego entregado a Gross en su hotel en La Habana, según los
reportes de viajes.
Desde hace tiempo USAID ha pedido de los
visitantes a Cuba que introduzcan material prohibido en la isla, como
libros y radios onda corta, dijeron funcionarios estadounidenses
enterados del programa. Y funcionarios de USAID han admitido en
interpelaciones legislativas que han empleado a contratistas para llevar
programas computacionales que permitan enviar material codificado por
internet, según participantes de las reuniones.
Una alarma sonó en
uno de los viajes de Gross cuando uno de sus acompañantes intentó salir
del terminal aéreo; el acompañante había colocado el artículo - un
artefacto que puede extender el rango de una red inalámbrica - en su
equipaje de carga.
Gross intervino, asegurando que el artefacto era para su uso personal y que no era un disco duro de computadora ni un radio.
Según
los reportes de viajes, los agentes de aduana intentaron cobrar 100%
del valor del objeto como arancel, pero Gross logró regatear un poco y
se le permitió salir del aeropuerto con el equipo.
"Ese día, más valió ser afortunado que inteligente", escribió Gross.
Gran
parte del equipo que Gross traía es legal en Cuba, pero el volumen de
la carga podría darle a las autoridades cubanas una pista de cuál era la
intención del estadounidense.
En la lista de su cuarto viaje,
bajo "Equipo total", dice que había 12 iPods, 11 teléfonos BlackBerry
Curve, tres MacBooks, seis discos externos de 500 gigabytes, tres
teléfonos satélites vía internet conocidos como BGANs, tres enrutadores,
tres controles, 18 módulos inalámbricos, 13 barras de memoria, tres
teléfonos para hacer llamadas por internet y varios interruptores.
Algunas piezas, como los equipos para redes y para comunicaciones
satelitales, están expresamente prohibidos en Cuba.
Gross escribió
que metió los BGANs en una mochila. Había aspirado a engañar a los
agentes de aduana colocando cinta adhesiva encima de las marcas de los
equipos: "Hughes", el fabricante e "Inmarsat", la empresa que provee el
servicio de comunicación satelital vía internet.
Los BGANs eran
cruciales porque no solamente facilitan acceso a la internet por
satélite sino además una señal que puede servir a varios usuarios de
manera inalámbrica. La ventaja de ello es que la comunicación va
directamente al satélite, sin pasar por los servidores controlados por
el gobierno.
Siempre había la posibilidad de ser descubierto.
El
año pasado, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado preguntó
sobre la posibilidad de que misiones clandestinas estén siendo usadas en
algunos de los programas humanitarios estadounidenses, y de que las
autoridades cubanas hayan infiltrado algunos de ellos.
"La posible
infiltración por parte de los servicios de contraespionaje es un riesgo
conocido en Cuba", dijo el Departamento de Estado en una respuesta por
escrito a preguntas de la AP. "Quienes desempeñan nuestras labores están
conscientes de ese riesgo".
El primer viaje de Gross a Cuba
culminó a comienzos de abril de 2009 con el establecimiento de un centro
de comunicaciones en La Habana.
Regresó poco tiempo después, se
quedó unos 10 días mientras se establecía otro centro en Santiago, la
segunda ciudad más grande de Cuba.
En su tercer viaje, de dos
semanas y ocurrido en junio de 2009, Gross viajó a una ciudad en el
centro de la isla, Camagüey, según un funcionario del gobierno
estadounidense. Alquiló un automóvil en La Habana y manejó por siete
horas, en lugar de tener que someterse a revisiones en el aeropuerto.
Gross
escribió que los BGANs no debían ser usados fuera de La Habana, donde
existen suficientes radios y ondas radiales como para ocultar las
emisiones.
El reporte para el cuarto viaje de Gross, que concluyó
ese agosto, fue catalogado como el final y resumía sus éxitos: el
establecimiento de redes inalámbricas en tres comunidades; unos 325
usuarios; "las comunicaciones desde y hacia Estados Unidos han mejorado y
se están usando de una manera regular". Nuevamente se llega a la
conclusión de que "es una misión sumamente riesgosa".
A Gross no le hubiera ocurrido nada si hubiese parado allí.
Pero a fines de noviembre de 2009, regresó a Cuba por quinta vez. Esta vez no volvió. Fue arrestado 11 días después.
Un
reporte adicional fue redactado posteriormente, con membrete de la
empresa de Gross. Fue preparado con la asistencia de DAI, la empresa que
mandó a Gross a Cuba, con el objetivo de cumplir con el requisito
contractual de suministrar un resumen de su trabajo, a fin de cancelar
todas las facturas relevantes, de acuerdo con funcionarios conocedores
del documento.
El reporte afirma que Gross deseaba mejorar la
seguridad en el centro de comunicaciones instalado en La Habana mediante
la instalación de "una tarjeta sin alternativa" en el equipo satelital.
La
tarjeta permitiría que la señal del BGAN pasara desapercibida al
transmitirse al satélite, dificultando la detección del artefacto.
El documento concluye que la seguridad en el lugar fue afianzada.
No
queda claro cómo DAI logró confirmar el trabajo de Gross para el
reporte final aunque un documento, que también presenta el membrete de
la compañía de Gross, establece que un representante de Gross contactó a
la comunidad judía cubana cinco veces después de su arresto.
En una declaración durante su juicio, Gross se declaró inocente y ofreció disculpas.
"Nunca
he hecho algo, ni lo haría ni lo haré, en lo personal o en lo
profesional, para socavar a un gobierno", dijo. "Me arrepiento
profundamente por ser un tonto inocente, fui engañado, me usaron".
En
una entrevista con la AP, su esposa, Judy, culpó a DAI, la empresa que
envió a Gross a Cuba, por no decirle a él toda la verdad sobre los
riesgos. El vocero de DAI O'Connor dijo en una declaración que Gross
"diseñó, propuso e implementó esta tarea" para la compañía.
Entretanto,
Gross permanece en un hospital militar y penitenciario en Cuba. Su
familia denuncia que ha perdido unos 45 kilos (100 libras) y teme por su
salud. Todos los intentos diplomáticos para lograr su libertad han
fracasado y no hay indicios de que Cuba aceptará los pedidos de dejarlo
en libertad por razones humanitarias.
● ● ● ● ● ● ●
Un cable de la agencia Associated Press, reproducido por el Washington Post,
reconoce lo que para todo el mundo es una suerte de secreto a voces: la
llamada Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID)
va mucho más allá de sus funciones públicas y se compromete, en
realidad, en acciones de desestabilización contra países considerados
por la Casa Blanca como sus enemigos.
El tema se ha puesto nuevamente sobre el tapete a partir de la detención en Cuba del subcontratista Alan Gross,
acusado de espionaje y de introducir clandestinamente en la Isla
equipamiento de telecomunicaciones, destinado a conspirar contra el
gobierno cubano.
La propia agencia AP, en una investigación publicada en las últimas horas,
reconoce que Gross pretendía introducir un “chip” informático para
teléfonos móviles, utilizado por la CIA y el Pentágono en acciones
subversivas.
Los críticos de la USAID no han perdido tiempo para dejar entrever
sus posiciones: “se han inmiscuido demasiado en operaciones clandestinas
de todo el mundo”.
Según William Fisher, quien ha trabajado para el Departamento de
Estado y la propia USAID por más de 30 años, los métodos de esa
organización “ponen en riesgo a los trabajadores, consultores y equipo
de la USAID. Si ellos actúan como la CIA en lugar de ser una agencia de
ayuda al desarrollo, esto amenazará la función básica de la agencia”.
“Puedo ser un tradicionalista -añadió Fisher, pero creo que no debe haber lugar para este trabajo secreto en la USAID”.
Según AP, otros críticos de la agencia han cuestionado por lo claro
su credibilidad, por “ir más allá de hacer las cosas de manera
transparente”.
En los casos de Cuba, Venezuela y otros muchos países, la USAID
acumula un largo historial de financiamiento a grupos subversivos y
actividades abiertamente conspirativas. Hace pocos meses la célebre
agencia cumplió 50 años, pero tal vez es demasiado tiempo como para
seguir escondiendo sus verdaderos propósitos tras un velo de
“cooperación internacional”.
(Con información de AP y Washington Post)
● ● ● ● ● ● ●
Sentencia judicial: Cuba conocía labor de Alan Gross desde el 2004
Blog Café Fuerte, por Wilfredo Cancio Isla
La inteligencia cubana conocía las labores del contratista
estadounidense Alan P. Gross desde mediados del 2004, cuando viajó a La
Habana con la misión de entregar una cámara de video y medicamentos a un
líder masón que resultó ser agente de la Seguridad del Estado.
De acuerdo con la sentencia judicial del caso, el cardiólogo infantil
José Manuel Collera Vento, Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba,
recibió de manos de Gross un paquete enviado por Marc Wachtenheim,
director de un proyecto destinado a promover cambios democráticos en la
isla con financiamiento del gobierno de Estados Unidos.
Hasta el 2010 Wachtenheim fungió como el director del programa
“Iniciativa para el desarrollo de Cuba” de la Fundación Panamericana
para el Desarrollo (FUPAD), que recibía fondos de la Agencia de Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Testimonio clave
El testimonio de Collera Vento fue clave en el juicio contra Gross,
según revela la sentencia. Otro agente destapado por la Seguridad del
Estado, Raúl Antonio Capote Fernández, también sirvió como testigo en el
proceso contra el contratista, condenado a 15 años de cárcel en marzo
del 2011.
El documento -de 18 páginas- señala que Gross “arribó a La Habana el
26 de junio del 2004 y en esta ciudad cumplió el encargo, recibiendo a
cambio la suma de 400 dólares estadounidenses aproximadamente,
provenientes de los fondos de la FUPAD, cuando días después regresó a
Estados Unidos”.
Para esa fecha Collera Vento, el “agente Duarte” devenido luego
“agente Gerardo”, rendía ya cuentas a la Seguridad del Estado y conocía
de los planes de la FUPAD por boca del propio Wachtenheim.
Collera Vento conoció a Wachtenheim durante una visita a Washington
el 2001. En esa oportunidad ambos visitaron el Consejo de Seguridad
Nacional y el Departamento de Estado, y se entrevistaron con el entonces
subsecretario de Estado, Otto Reich, y Frank Calzón, director del
Centro para una Cuba Libre. La visita sirvió también para que Collera
Vento recibiera la Medalla de la Libertad del Congreso de Estados
Unidos.
La sentencia relata que durante esas reuniones se manifestó
abiertamente “la necesidad de poner fin al proceso revolucionario cubano
y crear las condiciones para una transición política en Cuba”, y que
Wachtenheim le habló de planes para instalar redes informáticas
inalámbricas en las logias masónicas de la isla, sin ser detectadas por
las autoridades cubanas.
Misión de alta tecnología
Fue Wachtenheim quien en 2007 contactó nuevamente a Gross para que
adquiriera equipos de telecomunicaciones de alta tecnología para
introducirlos en Cuba, entre ellos un equipo de conexión satelital BGAN.
El equipo BGAN permitía el acceso a internet a través de satélites
del operador Inmarsat, obviando los canales nacionales de conexión sin
que pudiera ser detectado. Para la adquisición del equipamiento, Gross
recibió $5,500 dólares provenientes de las cuentas de FUPAD.
A partir del 2008, Gross se sumó al programa Democracia para Cuba,
auspiciado por la empresa Development Alternative Inc (DAI), con sede en
Maryland. El proyecto, impulsado por la USAID, buscaba romper el
bloqueo del régimen cubano sobre el libre acceso a la información.
En total, Gross realizó siete viajes a Cuba y logró crear tres redes
inalámbricas con BGAN en la Comunidad Hebrea de La Habana, la Comunidad
Hebrea de Camagüey y la Congregación Hebrea de Santiago de Cuba. Tras
la puesta en práctica del proyecto, la remuneración se elevaba a
$258,274 dólares.
Representantes de esas congregaciones hebreas brindaron testimonio
para la acusación judicial. De acuerdo con la sentencia, Gross les hizo
creer que se trataba de una donación para mejorar la comunicación entre
la comunidad judía.
Arresto nocturno
El funcionamiento de las redes inalámbricas entre las comunidades
judías estimuló la iniciativa de un proyecto similar para las logias
masónicas en la isla.
El documento judicial añade que el 2 de diciembre del 2009, Gross se
citó con el ciudadano estadounidense Akram Elias, ex Gran Maestro de la
Logia Masónica de Washington, para una reunión que se realizaría al día
siguiente en el Hotel Nacional de La Habana. En ese encuentro, ambos
pretendían ultimar detalles para implementar el plan en instituciones de
la masonería cubana.
Pero Gross fue la noche del 3 de diciembre del 2009, un día antes de su regreso a Estados Unidos.
En la sentencia se menciona además la declaración de Capote
Fernández, “agente Daniel” de la Seguridad del Estado, quien dice haber
recibido un equipo BGAN en abril del 2008. El agente se servía del
equipo satelital para comunicarse con Wachtenheim y supuestamente
pasarle información de la actualidad cubana.
El BGAN de Capote Fernández se averió y debía ser cambiado, pero Rene
Greenwald, asistente de Wachtenheim, lo llamó para advertirle que la
persona designada para el reemplazo “había sido detenido en La Habana
por haber cometido una serie de descuidos".
Agentes destapados
Collera Vento y Capote Fernández fueron destapados por los órganos de la Seguridad del Estado a través de la serie especial Las razones de Cuba, transmitida por la televisión nacional en marzo del 2011.
A raíz de la detención de Gross, las autoridades cubanas desataron un
meticuloso rastreo para tratar de localizar otros equipos BGAN que
pudieran haberse introducido en el país burlando los controles de aduana
o mediante vías alternativas.
Agencias internacionales de prensa, entidades extranjeras y
organismos no gubernamentales acreditados en La Habana fueron objeto del
escrutinio de la inteligencia cubana, según testimonios obtenidos por CaféFuerte.
El dictamen judicial refleja además que Judy Gross, esposa del
contratista, habría interpuesto una demanda contra la DAI a nombre de su
familia, según declaración jurada en poder del tribunal.
El documento contiene una detallada relación de los testigos y
expertos interrogados en la causa, así como de los equipos y
pertenencias incautados al acusado.
Gross, de 62 años, se encuentra cumpliendo condena en el Hospital
Militar "Carlos J. Finlay" de La Habana, afectado por numerosos
problemas de salud. Dos representantes de la comunidad judía cubana lo
visitaron en ocasión de las celebraciones de Hannukah, a fines de
diciembre.
La pasada semana, las autoridades cubanas salieron al paso a un reciente editorial de The Washington Post
que exige la liberación inmediata del contratista y afirma que Estados
Unidos no debe ceder a la extorsión del régimen de La Habana.
El gobierno de Raúl Castro ha manifestado disposición a buscar una
"salida humanitaria" al caso de Gross a cambio de que Washington acceda a
excarcelar a los cinco espías cubanos que cumplen largas condenas en
Estados Unidos. El Departamento de Estado ha rechazado insistentemente
la opción de un canje.
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Radio Martí ofrece una versión diferente del artícuilo de AP:
Alan Gross en La Habana según AP
El artículo más sensible que Gross
introdujo en Cuba fue un "chip" informático para teléfonos móviles que,
según expertos, suele ser usado por los servicios de inteligencia.
Un largo reportaje de Prensa Asociada,
AP, sobre el caso del contratista estadounidense Alan Gross, dice que
el artículo más sensible que él introdujo en Cuba fue un "chip"
informático para teléfonos móviles que, según expertos, suele ser usado
por los servicios de inteligencia y el Pentágono para evitar la
detección electrónica de señales telefónicas.
El objetivo, según el análisis hecho por la AP de los reportes de Gross, era darle a la pequeña comunidad judía de Cuba acceso irrestricto a la internet. El operativo fue financiado por la Agencia de Desarrollo Internacional, conocida como USAID por sus siglas en inglés, la entidad del gobierno estadounidense fundada en 1961 para proveer asistencia económica, humanitaria y de desarrollo alrededor del mundo en apoyo a los objetivos de la política exterior estadounidense.
Raúl Castro calificó a Gross de espía y el estadounidense fue sentenciado en marzo a 15 años de cárcel. Funcionarios norteamericanos insisten en que no hizo nada ilegal y que sólo llevaba a cabo las funciones regulares de la USAID. La administración Obama sostiene que sus programas en Cuba buscan ayudar a una población oprimida a ejercer sus derechos fundamentales mediante la ayuda humanitaria, el desarrollo democrático y el libre flujo de información.
Funcionarios estadounidenses -según AP- insisten en que el trabajo de Gross no era subversivo porque sólo buscaba dar acceso a la internet a la comunidad judía y no a los disidentes.
El objetivo, según el análisis hecho por la AP de los reportes de Gross, era darle a la pequeña comunidad judía de Cuba acceso irrestricto a la internet. El operativo fue financiado por la Agencia de Desarrollo Internacional, conocida como USAID por sus siglas en inglés, la entidad del gobierno estadounidense fundada en 1961 para proveer asistencia económica, humanitaria y de desarrollo alrededor del mundo en apoyo a los objetivos de la política exterior estadounidense.
Raúl Castro calificó a Gross de espía y el estadounidense fue sentenciado en marzo a 15 años de cárcel. Funcionarios norteamericanos insisten en que no hizo nada ilegal y que sólo llevaba a cabo las funciones regulares de la USAID. La administración Obama sostiene que sus programas en Cuba buscan ayudar a una población oprimida a ejercer sus derechos fundamentales mediante la ayuda humanitaria, el desarrollo democrático y el libre flujo de información.
Funcionarios estadounidenses -según AP- insisten en que el trabajo de Gross no era subversivo porque sólo buscaba dar acceso a la internet a la comunidad judía y no a los disidentes.
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LA MANIOBRA LEGAL DEL ARREPENTIMIENTO.
Declaración de Alan P. Gross, 243444, Ref: Expediente Preparatorio 59 de 2009, Caso Número 1/11
4 de marzo de 2011
4 de marzo de 2011
“Mis padres me inculcaron los valores de honestidad, compromiso con
la familia y la comunidad, así como la voluntad de trabajar fuertemente
para apoyar estos valores, que han mantenido vital importancia a lo
largo de mi vida y carrera profesional. Mis casi cuatro décadas de
dedicación al desarrollo económico y comunitario han sido muy influidas
por estos valores, y es por eso que la mayor parte de mi trabajo se ha
volcado a ayudar a la gente a mejorar sus vidas, sin importar sus
antecedentes sociales, políticos, religiosos o étnicos, e
independientemente del lugar donde les ha tocado vivir. Es sólo por
accidente de nacimiento que doy este testimonio en inglés como ciudadano
estadpunidense. Si mi familia hubiera permanecido en su lugar de
nacimiento y hubiera sobrevivido a las atrocidades de la Alemania nazi,
yo podría haber estado hablando ante ustedes en checo. Sin embargo, mis
valores, no serían diferentes.
“Mi esposa por casi 41 años me recordó recientemente que ella está
sorprendida de que yo haya mantenido mis ideales y que siga siendo una
persona en la que se puede confiar. Supongo que soy confiable en
extremo, porque seguramente no estaría hoy aquí de serlo menos o si no
tuviera todavía conmigo, junto a mis ideales, mis valores.
“Para los efectos de este proceso, quiero manifestarme absolutamente
claro y sin ambigüedades: nunca he actuado, ni actuaría intencionalmente
a sabiendas de hacer algo personal o profesionalmente para subvertir un
gobierno o sistema político, o hacer daño a nadie, esté o no de acuerdo
con el mismo. Fuera de Estados Unidos, mi opinión política es
totalmente irrelevante para mi trabajo. Cómo una nación soberana, otra
que no sea Estados Unidos, se gobierna a sí misma no es asunto mío, ni
es parte de mi trabajo o negocio expresar opiniones sobre el gobierno de
cualquier país donde soy un invitado.
“Mis padres me inculcaron otros valores, uno de los cuales es el
respeto. Yo respeto la soberanía de Cuba. He aprendido de mis padres y
de la experiencia acumulada que el respeto es algo que uno debe tener
para poder recibir. Por seguro, no tenía intención de faltar al respeto o
dañar al gobierno o al pueblo de Cuba.
“Y sí, sin ambigüedad, lamento profundamente que mis
acciones hayan sido malinterpretadas como nocivas y como una amenaza
contra la seguridad y la independencia de Cuba. Sin duda, esto va en
contra de lo que eran mis intenciones. Si lo hubiera sabido antes de
viajar aquí, o si hubiera sido informado por las autoridades cubanas
como debió suceder en el aeropuerto, nunca -repito- nunca habría traído
nada aquí.
“Nunca -repito- nunca me he visto envuelto ningún tipo de problemas,
legales o de otro tipo, en ningún lugar del mundo. Yo no he hecho nada
en Cuba que no se haga a diario en millones de hogares y oficinas en
todo el mundo. Siento un cariño inmenso por el pueblo de Cuba y estoy
profundamente apenado por ser un tonto confiado. Yo fui engañado. Yo fui
usado. Y mi familia y yo hemos pagado un alto precio por esto
-especialmente mi esposa, quien ha cargado con la peor parte de esto”.
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NOTA DE DESCUBRIENDO VERDADES:
Aunque no era un secreto, tal como quedó demostrado en el Juicio Oral y Público, que condujo a la sentencia emitida contra Alan P Gross, denominada Sentencia 2/2011, emitida el 11 de marzo del 2011 por la Sala de Delitos contra la Seguridad del Estado del Tribunal Provincial del Poder Popular, por un delito de ACTOS CONTRA LA INDEPENDENCIA O LA INTEGRIDAD TERRITORIAL DEL ESTADO, por el que fue sentenciado a 15 años de privación de libertad, este ciudadano actuó con pleno conocimiento de sus actos y a sabiendas del carácter ilegal de su actividad.
La publicación de esta reseña por AP y el Washington Post confirman que Cuba nunca mintió ni endilgó cargos inventados a Alan P. Gross.
Corresponde al presidente Obama evaluar, con la total responsabilidad que le corresponde por permitir esta actividad violatoria de la Ley de Neutralidad de los Estados Unidos, en sus artículos 960 al 962, dar una solución digna a este hecho: canjear a Alan P. Gross, espía de la CIA, por nuestros Cinco Héroes cubanos, mediante un Decreto Presidencial, cuya potestad para emitirlo está en sus manos.
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