El
contrarrevolucionario Antonio Rodiles, al parecer asustado por el
sobredimensionamiento mediático recibido por Berta Soler y el Coco Fariñas,
luego de la farsa mediática de su “tertulia” con Obama –así porque las fuentes
del dinero han pasado a ser administradas por la FNCA-, ha tomado el tema de la
aplastante derrota de sus campañas en la redes sociales para viciar la elección
de Cuba como miembro de Consejo de Derechos Humanos de la ONU, como pretexto para convocar a sus congéneres, en un artículo que publicó en el
blog anticubano Diario de Cuba, titulado “Oposición en Cuba:
llamarnos a capítulo”.
La esencia de este
físico, que desconoce que las propias leyes de la física tienen su relación con
los fenómenos sociales, es que no ha acabado de entender una cosa fundamental:
la fuerza está a favor del pueblo y no existe una palanca de Arquímedes para
cambiar la marcha de la Revolución.
Varias matrices de
opinión existen en su artículo que son dignas de ser analizadas, pues en ellas
mismas están contenidas las debilidades y contradicciones de la diminuta
contrarrevolución interna.
● “La
oposición debe concebirse como fuerza política y dejar de ser solo fuente de denuncia.”
Esta matriz entraña el descubrimiento de varias fallas en la guerra ideológica
anticubana. En primer lugar, la carga de falsedades emitidas por los
mercenarios internos, que luego son rebotadas por la blogósfera anticubana,
Radio Martí, El Nuevo Herald y cuanto medio de comunicación se vincula a la
guerra mediática contra nuestra patria, van perdiendo credibilidad y son
reiteradamente desmontadas por el gobierno cubano. De esta forma, la mentira
tiene tiempo de caducidad y la aplastante verdad le hace perder su razón de
ser.
En segundo lugar,
Rodiles desconoce la verdadera realidad: la incapacidad de los llamados
“opositores” en convertirse en fuerza política real dentro del contexto cubano
actual. La propia composición de la contrarrevolución interna, sus
contradicciones, ansias de protagonismo, ambiciones personales y apego al lucro
inmerecido, la hacen frágil y alejada de la política en sí misma. Las
diferentes motivaciones de los cabecillas de los grupúsculos, sus percepciones
diversas ante una realidad que existe ante sus narices, hacen realmente inútil
cualquier intento de crear una fuerza política capaz de encontrar
representatividad dentro del pueblo. Él mismo reconoce estas debilidades
insalvables, cuando expresa: “Sin
embargo, es importante aceptar que si bien nuestro mensaje se ha escuchado con
más volumen y hemos alcanzado mayor protagonismo, aún no tenemos ni la
fuerza ni la articulación para lograr un mayor impacto sobre actores y
organismos internacionales y, así, ejercer más presión sobre el régimen
totalitario.” ¿La tendrán alguna vez, me pregunto yo?
● “El exilio debe trasmitirnos una visión de
las sociedades contemporáneas.” ¿Qué pretende Rodiles con esta matriz de
opinión? Su llamado al “exilio”, que nos es otro que todo el andamiaje de
guerra ideológica anticubana, es el siguiente: “El papel del exilio debe ser muy activo por ser parte esencial de la
nación. Ante todo, el exilio debe abrir sus sentidos para percibir
objetivamente la realidad que vivimos dentro de la Isla.” Este criterio
deja abierto el papel de la contrarrevolución externa no solo como financista,
promotora del mensaje político, sino también como ente activo dentro de la
subversión hacia Cuba. Por ello, como parte de la guerra ideológica, Rodiles
reclama de hecho la transmisión de valores capitalistas dentro de nuestro
pueblo, el bombardeo ideológico de los mismos y un sobredimensionamiento manipulado
de los ellos dentro de la sociedad cubana. Para esto, reclama de sus soportes
externos un sistema integral de contenidos culturales, del pensamiento y de la
ideología, que sirvan para abrir brechas, sobre todo, en nuestra juventud.
● “Nadie tiene hoy en Cuba la autoridad para
ser nombrado portavoz del movimiento opositor. Ningún grupo posee el alcance
para autoproclamarse actor esencial del cambio.” No cabe la menor de las
dudas: existen recelos y contradicciones en el seno de la contrarrevolución, y
Rodiles teme a los otros protagonistas coyunturales de las preferencias de sus
financistas en el exterior. Esta crítica abierta contra Yoani, Berta Soler,
Coco Fariñas y otros mercenarios que han aumentado sus puntajes tras sus
visitas al exterior, demuestra que los mismos son empleados según las
apreciaciones de los organizadores de sus giras internacionales y, lo peor, que
hay preferencias notables de unos sobre otros. Rodiles los conoce bien, cala en
la estofa moral de cada uno de ellos y conoce sus motivaciones, pues coinciden
con las de él: afán de protagonismo, ambición personal y negociar beneficios
personales a costa de la política.
Al respecto, obligado por la realidad, debe
reconocer y criticar a sus propios aliados coyunturales: “Que alguien se auto titule portavoz de toda la oposición, o se
promocione a cierto grupo como el más importante o activo, muestra inmadurez
política y solo ayuda a generar fricciones y competencias estériles. Nadie
tiene hoy en Cuba la autoridad, ni el alcance hacia la oposición, ni hacia la
sociedad, para ser nombrado portavoz del movimiento opositor. Ningún grupo
tiene hoy el alcance para autoproclamarse como actor esencial del cambio. Quien
dé tal señal, simplemente se equivoca o miente.”
● “Muchos
de los actores de la transición están aún por aparecer.” Con esa opinión, Rodiles se plantea algo que tiene cierta
lógica: los planes desestabilizadores contra Cuba irán atemperándose por sus
enemigos a los cambios que se manifiesten en la realidad nacional. Obviamente,
el Imperio necesitará actores de la subversión y del terrorismo según les convenga
en cada momento. Lo difícil es pensar que en una Cuba, cuya dinámica apunta
hacia la mejoría de sus ciudadanos, puedan aparecer nuevos sujetos
contestatarios que sustituyan a los ya gastados y desprestigiados miembros y
grupúsculos mercenarizados. Él mismo reconoce la imposibilidad de alentar
cambios forzados dentro de Cuba cuando expresa: “Sostener que una explosión social nos llevará mágicamente a una
democracia ha resultado contraproducente durante décadas, y restado
protagonismo y apoyo a proyectos que sí podrían generar las dinámicas para un
futuro democrático de la nación.”
● “Generar falsas expectativas manejando
cifras y escenarios nada convincentes.” Rodiles tiene claro que el abuso por parte de
sus cómplices del mercenarismo de supuestos maltratos –muchos de los cuales han
sido descaracterizados oportunamente por las autoridades cubanas-, han puesto a
los grupúsculos en tela de juicio y la credibilidad de sus informes sobre
inexistentes violaciones de derechos humanos han pasado a ser poco creíbles,
mantenidos en la opinión pública internacional con una costosa e invasiva
guerra mediática. La mentira le pasa la cuenta a los detractores y hoy casi
nadie les cree. Esto, obviamente, los hace exclusivos dentro del seno de la
sociedad cubana, la que los denuncia y combate a diario.
● “Abrir un intercambio” Rodiles llama al debate interno dentro de las fuerzas de la
contrarrevolución. Para él, la generación de una nueva forma de pensar,
supuestamente, es esencial para propiciar cualquier cambio. Lo dice claramente: “El reto hoy es que un nuevo pensamiento se
apodere de la oposición cubana, un pensamiento nacido del presente siglo,
dentro de un mundo de redes, con estructuras jerárquicas y dinámicas novedosas,
donde la creatividad, el conocimiento y la información marcan pauta y dejen a
un lado personalismos y epopeyas.”
Esta es la esencia de
la convocatoria hecha por Rodiles a una contrarrevolución desgastada, dividida
y con poco arraigo dentro de la ciudadanía. La utópica gobernabilidad que
pretende generar es imposible de alcanzar, pues no emana del pueblo mismo, quien
tiene en su sistema político las vías idóneas para ejercerla.
Quería confirmarle de
una vez por todas que ellos jamás serán actores políticos de los cambios en
Cuba, no solo por su carencia de representatividad, sino por ser portadores y
asalariados de un política foránea encaminada tozudamente a retrotraer la
marcha de la historia. No habrá un “Mesías” para Cuba que no sea su propio
pueblo. Es una verdad de Perogrullo.
Percy Francisco
Alvarado Godoy
Lo que desconoce la disidencia cubana es la historia de nuestro pueblo, quizás la hayan leído, pero no interiorizado, para saber que ningún líder de su grupo que surja va a ser aceptado a la hora de repartir el pastel. Son utilizados como peones, que la propia dinámica de los hechos los van sacando del juego; unos por disgusto del trato despectivo que reciben y otros porque cada vez ven más lejos sus aspiraciones con la Revolución Cubana de por medio.Para un poco ganar en prestigio, en número dentro de sus filas- 1 Deben ser independientes, la anexión a EEUU, nación que ha hecho tanto daño a nuestro pueblo, no será vista con buenos ojos ni por las generaciones del 2025, por lo menos;mientras la política del imperio no cambie respecto a Cuba, y si esto sucede, no tendría caso. Nadie le haría juego ya que muchos se comportan así por las condiciones impuestas a raíz del bloqueo económico y la guerra mediática que sufrimos. Que estudien la historia, para que valoren si es viable o no una empresa de tal magnitud.Los pueblos determinan el curso de su vida, el nuestro ya hizo el cauce y las aguas se juntaron con las de otros pueblos. "Ese curso de la vida es imparable"
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