LOS ESCANDALOS ACTUALES Y ACCIONES
CUESTIONABLES DEL FBI.
El papel represor del
FBI contra el movimiento estudiantil boricua.
Según dio a conocer
“Claridad” en una oportunidad, la División del FBI en San Juan, Puerto Rico, participa directamente
en la represión contra el movimiento estudiantil universitario, a través del
Superintendente de la Policía boricua, José
Figueroa Sancha, agente probado del FBI, y de su asociado José Rosa Carrasquillo, a quien califica de
ser “un sujeto peligroso; ideólogo de la
represión, del abuso, de la persecución y de la agresión contra estudiantes y
contra todo el pueblo; así como un connotado anexionista”. Rosa
Carrasquillo, haciendo gala de su oficio de torturador y represor, aprendido en
los cursos impartidos por el FBI, agredió con total saña a José Pérez, estudiante de Maestría en
Sociología de la UPR, mientras éste se encontraba derrumbado sobre el suelo y
maniatado, en el propio interior del Hotel Sheraton, luego de ser apresado por
la Task Force policiaca.
La agresividad policial, bendecida por la administración Obama y el gobernador
colonial Luis Fortuño, dirigida contra los estudiantes en huelga de la
Universidad de Puerto Rico, ha alcanzado niveles repudiables. La invasión a la
autonomía universitaria, los ataques y golpizas al estudiantado y a otras
personas que les apoyan, el uso
indiscrimado de gas pimienta, cachiporras y otros medios de represión, han
escandalizado a la opinión pública internacional. Por su parte, el movimiento
estudiantil, devenido en catalizador del descontento social en Puerto Rico y de
oposición a las medidas de corte neoliberal impulsadas por el gobernador
Fortuño, se ha ganado la simpatía de amplios sectores progresistas e
independentistas dentro de la Isla del Encanto.
Escándalos internos dentro del FBI.
Varios casos
recientes que involucran a agentes del FBI ponen en tela de juicio a esa
institución. El primero de ellos se refiere a la condena a 20 meses de prisión
y a tres años de libertad supervisada, al ex agente
especial Shamai Kedem Leibowitz, por
el delito de “filtrar documentos
clasificados a un blog de internet”, de acuerdo con una declaración del Departamento
de Justicia, fechada el 24 de mayo del 2010. El ex agente del Buró entregó
cinco documentos con información sensible de inteligencia a una fuente no
identificada. La pena recibida por Leibowitz resulta aparentemente irrisoria,
lo que indica que alguien le tendió una mano dentro del propio FBI.
Otro escándalo, no tan reciente, involucró a Gil Torres, un ex Legat del
Buró Federal de Investigaciones (FBI) en Panamá, el 27 de enero de 2006, al
darse a conocer que mantenía una serie de affaires extramaritales, al estilo de
un desenfadado Don Juan Tenorio, con varia funcionarias del entonces gobierno
istmeño, empleando esas ocultas relaciones para acceder a información y otros
propósitos. Torres admitió al menos tres relaciones de este tipo con dos
funcionarias gubernamentales y otra ciudadana vinculada a una importante
compañía panameña, haciendo uso para esos fines de recursos oficiales y tiempo
laboral. Hoy, sin embargo, se sabe que Torres fue delatado por una despechada Cecilia
Woods, su subordinada directa del FBI en Panamá.
El propio FBI ha sido
cuestionado en más de una oportunidad por la implicación de algunos de sus
agentes corruptos en el tráfico y venta de armas a los grupos de
narcotraficantes en México. Uno de estos casos fue el del agente John Thomas
Shipley, de 40 años, quien fuera declarado culpable en una corte federal en El
Paso, Texas, y condenado en julio del 2010, por la venta ilegal de armas de
fuego. Shipley fue detenido en el año 2009, en El Paso, por agentes de la
Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), luego de
rastrear un rifle usado durante un enfrentamiento relacionado con un cártel del
narcotráfico en el estado mexicano de Chihuahua. Las investigaciones
relacionadas con el caso determinaron que Shipley vendió 51 armas, entre enero
de 2005 y mayo de 2006, a narcotraficantes mejicanos.
Errores operacionales
del FBI.
Hace apenas un tiempo,
el 19 Mayo de 2010, se dio a conocer el resultado de una investigación realizada
por un Comité del Senado de Estados Unidos, según la cual se cuestionó la
capacidad de los servicios de inteligencia del país y las agencias
antiterroristas para evitar que el terrorista nigeriano Umar Farouk
Abdulmutallab, vinculado a AlQaeda, realizara un atentado con medios explosivos
en un vuelo comercial entre las ciudades de Ámsterdam y Detroit, en diciembre de
2009. De acuerdo con el Comité de Inteligencia de la Cámara Alta, varias fallas
del FBI y el State Department, no evitaron el acceso del terrorista a dicha
aeronave. Los errores, en cuestión, se debieron a fallas humanas, problemas
técnicos, deslices en los análisis y elección errada de las prioridades de sus
actividades.
Dos días antes, sin
embargo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció la designación del
subdirector del FBI, John Pistole, como director de la Administración de
Seguridad en el Transporte (TSA), el que se encontraba vacante desde la
administración de George W. Bush. Pero Abdulmutallab no fue el único aparente
terrorista que violó los cuestionados controles antiterroristas, pues el
recientemente implicado en la colocación de un coche bomba en Times Square, en
Nueva York, el pasado 1 de mayo de 2010, Faisal Shahzad, había volado en un
avión de pasajeros a pesar de figurar en las listas de presuntos terroristas y
pasado los controles del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, de Nueva
York. Igualmente, según se dio a conocer el 21 de mayo 2010, por lo menos 16
presuntos terroristas vulneraron los controles de seguridad aeroportuaria
norteamericana sin ser molestados, mientras que cometieron la chuzada de
detener a más de mil personas inocentes por esa presunción. Estos hechos han
puesto en duda la eficacia de los programas de la TSA y el FBI para la
detección de terroristas.
El FBI, la
persecución a musulmanes y las torturas en Guantánamo.
Hace un tiempo se dieron a conocer
públicamente las declaraciones de Jacques Debray, abogado de Nizar Sassi y
Mourad Benchellali, dos franceses que estuvieron detenidos en Guantánamo y
liberados poco después, sobre el sometimiento de sus clientes a experimentos
ilegales en dicho centro de detención y tortura. Lo significativo del caso,
empero, es que el FBI tuvo conocimiento de esas prácticas ilegales, según una
declaración del American Civil Liberties Union (ACLU), y se dedicó a escamotear
la verdad sobre estos hechos, ocultando los criminales e inhumanos
procedimientos, nombres de los agentes que investigaron las insanas prácticas y
las fechas de ocurrencia de las mismas, en un abierto comprometimiento con la
CIA y el Pentágono. A pesar de que el propio FBI participó en más de 700
interrogatorios, quedan como testigo de los maltratos algunos mensajes que
caracterizan la irracionalidad del trato a los prisioneros en la Base Naval de
Guantánamo, en los que se expresan, entre otras cosas:
“He visto a un detenido sentado en el suelo
de una sala de interrogatorio, envuelto en una bandera israelí, con música alta
y los flashes de un estroboscopio”. (30 de julio de 2010)
“En
unas oportunidades, entré en salas de interrogatorios y encontré a un detenido
encadenado en una posición fetal en el suelo, sin silla, alimentos o agua. La
mayoría de las veces se habían orinado o habían defecado sobre sí, y se
encontraban así desde 18, 24 horas o más”.
Un caso que alcanzó
cierta notoriedad en abril de 2010 fue el del ciudadano estadounidense Syed
Fahad Hashmi, quien fue acusado de supuestamente brindar apoyo material a Al
Qaeda, e inmediatamente confinado un centro federal de detención de Nueva York.
El nivel de vigilancia impuesto a Syed, que caracteriza al régimen de medidas
administrativas especiales impuestas al prisionero, incluye un estrecho monitoreo
mediante cámaras y audio en su diminuta celda, privándole de contacto con otros
detenidos y negándole la práctica de sus ritos religiosos. Luego de varios años
de su arbitraria detención, se supo que ha permanecido alejado de la sociedad
desde largo tiempo, privándolo de contactos familiares por largos períodos, tal
como ocurrió en el 2008.
Según Theoharis, las
medidas administrativas especiales (conocidas como SAM, por su denominación en
idioma inglés): “…son tortura legalizada.
Los niveles de aislamiento y privación sensorial son deshumanizantes. Van
contra los estándares internacionales, y se ha demostrado en investigaciones
médicas que tienen un impacto severo en la salud y en la estabilidad mental de
las personas. También afectan severamente la capacidad de una persona para
participar de forma efectiva en su propia defensa.”
Tal vez la culpa
principal de Syed, según su profesora del Brooklyn College en el 2002, Jeanne
Theoharis, fue una investigación realizada por su alumno sobre la política anti
musulmana imperante en Estados Unidos luego del 11 de septiembre de 2001.
Un caso similar
ocurrió con un ciudadano argelino residente en el Reino Unido, Loifti Raissi, de 36 años, dado a conocer el 22
de abril de 2010, acusado erróneamente
por el FBI de haber dado clases de
pilotaje a los autores de los atentados de 11 de septiembre de 2001. Este
ciudadano fue indemnizado por los daños y perjuicios recibidos en su persona a
causa de un evidente error del Buró Federal de Investigaciones. A pesar de ser
indemnizado y de ser declarado inocente por la justicia británica, Raissi
permaneció varios meses en prisión desde el 21 de septiembre de 2001 hasta febrero
de 2002, logrando evadir un pedido de extradición interpuesto por el FBI.
La persecución del
FBI contra Hemingway.
Según se dio a
conocer en mayo del año pasado por un despacho de la agencia italiana ANSA, el
FBI se ensañó de manera particular con el intelectual y escritor norteamericano
Ernest Hemingway por su apoyo a la naciente Revolución Cubana y,
particularmente, por sus vínculos de amistad con el líder cubano Fidel Castro.
De acuerdo con sus biógrafos, Hemingway fue presionado por el FBI para que
abandonara Cuba. Mucho dolió a Estados Unidos y, particularmente a Hoover, jefe
del FBI, la foto en que aparecieron ambas personalidades, luego de que
culminara un evento de pesca en el pueblo costero de Cojimar, el 15 de mayo de
1960, y que fue difundida internacionalmente. El propio embajador
norteamericano, Phil Bonsal, según declaraciones de Valery Hemingway, última
secretaria del escritor y posteriormente esposa de su hijo menor, realizadas a
DFB, arremetió contra Hemingway de forma airada, al típico estilo del
macartismo. Al respecto, Valery declaró: “El
embajador le dijo que si no se iba, sería considerado un traidor y que si no
cambiaba sus declaraciones y hacía declaraciones contra Cuba, la Revolución y
contra Fidel Castro, tendría consecuencias. Esto lo dijo”.
Era tanto su amor a
la Isla que se convirtió en su nueva Patria que, al recibir el Premio Nobel de
Literatura por el conjunto de su obra, declaró que el mismo pertenecía a Cuba. Con
su gracejo permanente, declararía: “Soy
el primer sato cubano que recibía este importante premio”.
Finalmente, Hemingway
abandonó Cuba y su querida finca Vigía, luego de vivir casi veinte años en este
país. Frustrado, enfermo y deprimido, se suicidó un tiempo después, el 2 de
julio de 1961.
El caso Llamazares.
Un hecho reciente que
involucró al FBI fue el empleo de una foto robot de Osama Bin Laden, tomando
como fundamento gráfico a una fotografía del entonces coordinador general de
Izquierda Unida española, Gaspar Llamazares. El error, evidentemente, fue
deliberado, pues partió de la abierta oposición de Llamazares a la guerra de
Iraq y algún trasnochado agente informático del Buró lo creyó un peligroso
terrorista y lo asoció a la figura del líder de AlQaeda.
Ante tamaño error,
tanto el propio FBI como la propia Secretaria de Estado norteamericana, Hillary
Clinton, pidieron disculpas a Llamazares y se indicó que se llevaría a cabo una
exhaustiva investigación al respecto. Lo paradójico de todo es que el Buró
declaró que dicha investigación tendría carácter secreto y que, incluso el
propio Llamazares desconocería sus resultados. La respuesta del dirigente
izquierdista no se hizo esperar: declaró que interpondría una demanda contra el
FBI y el gobierno norteamericano, aún cuando la polémica foto fue retirada del
sitio web del Programa de Recompensa para la Justicia del Departamento de
Estado.
Malcom X y el FBI.
El FBI siempre tuvo
en la mira al líder negro norteamericano Malcom X y aún se especula sobre su
participación en el asesinato del mismo, ocurrido hace más de 45 años, Cuando
Thomas Hagan disparó una escopeta calibre 12 contra Malcom X, el 21 de febrero
de 1965, éste pronunciaba un discurso ante 400 personas en el Audobon Ballroom,
ubicado en la intersección entre de la calle 166 y la avenida Broadway, en el
Alto Manhattan, Nueva York. Entre los presentes se encontraban la esposa y los hijos
del dirigente de la Muslim Mosque, Inc., una organización religiosa, y de la
Organización de la Unidad Afroamericana, convirtiéndose en un activo defensor
de los derechos civiles de los afros norteamericanos.
Durante el juicio celebrado
contra Hagan en 1966, el mismo reconoció su culpabilidad. En realidad, Hagan
era solo un instrumento de otros intereses entre los que no se descartaba al
FBI y a Louis Farrakan (Elijah Muhammad), otro líder negro de la Nación del
Islam. La reacción popular, particularmente entre los afro norteamericanos de
Harlem, provocó fuertes enfrentamientos con las fuerzas policiales. Muchos
edificios fueron pasto de las llamas y las calles se convirtieron en un caos y
sede de batallas campales. La ira popular fue indetenible como un aluvión
incontrolable.
Thomas Hagan fue liberado
en abril de 2010, cuando con 69 años de edad consiguió finalmente la libertad
bajo palabra tras múltiples peticiones. Sin embargo, tanto él como otros dos
implicados en la muerte de Malcom X han permanecido en silencio total, aunque
las sospechas sobre quiénes fueron los autores intelectuales del crimen aún
siguen latentes.
El FBI y la paradoja
hondureña
El 26 de abril de
2010, el presidente hondureño Porfirio Lobo inició las gestiones para que
investigadores de países como EEUU, España y Colombia, participaran en el
esclarecimiento de los múltiples crímenes cometidos contra periodistas y
personas progresistas, así como mujeres y homosexuales en su país. Sin embargo,
el FBI no ha logrado dilucidar o esclarecer cualquiera de estos crímenes, dada
su implicación directa con las fuerzas policiales hondureñas y los grupos
paramilitares que desarrollan una represión selectiva contra las fuerzas
opositoras contra el golpe de estado en esa nación. Para nadie es un secreto
que el FBI es asesor permanente de las fuerzas de la policía hondureña y de sus
servicios de contrainteligencia.
La intención del
gobierno hondureño fue dada a conocer el 25 de mayo de 2010 por el propio
embajador norteamericano en esa nación, Hugo Llorens, durante la entrega del
Premio de Periodismo "Álvaro Contreras" en la sede del Banco
Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Con su clásico desenfado,
Llorens declaró: “Nos ha preocupado mucho
lo que hemos visto en los últimos meses, con el asesinato de seis
periodistas... nunca deben estar sujetos a miedo o presión”.
La solicitud del
gobierno de Porfirio Lobo de requerir ayuda por parte del FBI para enfrentar al
creciente número de asesinatos por razones de homofobia, género y,
particularmente, por motivos políticos, sobre todo aquellos dirigidos contra
periodistas y dirigentes sindicales y de los movimientos sociales, resulta
absurda y paradójica.
Honduras ha sido,
principalmente desde el golpe de estado del 3 de octubre de 1963, uno de los
países que mayor atención ha recibido por EE UU y sus agencias represivas. La
militarización de la policía hondureña en forma de Cuerpo Especial de Seguridad
(CES), devenida en Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP), la colocó en el lugar
de uno de los órganos represivos más importantes de la nación. Todo fue
resultado del planeamiento de la CIA y el FBI y su estrecha colaboración con el
poder militar y oligárquico de Honduras. Esa injerencia llegó al extremo de
penetrar a diferentes estamentos del poder civil como la propia Dirección
General de Migración y la de Geodesia.
Esta situación se
mantuvo hasta el 2 de marzo de 1993 en que se eliminó la Dirección Nacional de
Investigaciones (DNI) y se planteó una remodelación de la FUSEP y la creación
de la Dirección de Investigación Criminal (DIC) y del Grupo Nacional de Estudio
y Asesoría de los Cuerpos Policiales, así como la creación del Ministerio
Público, encabezado por el Fiscal General de la República. Estados Unidos tuvo
un papel esencial en estos cambios y, específicamente, el FBI, ya que los primeros
200 agentes de la DIC fueron entrenados por el Buró, a los que se sumarían
otros 100 más como resultado de su capacitación por los egresados de las
escuelas del FBI.
La DIC funcionó
apenas tres años, entre 1995 ya 1998, convirtiéndose luego en la Dirección
General de Investigación Criminal (DGIC), el 18 de julio de 1998. El FBI por
supuesto, asesoró en la selección del personal más capacitado para desempeñar
las nuevas funciones de la DGIC, sobre todo a los graduados en sus
entrenamientos. También participó el gobierno español, mediante un préstamo de
cerca de 22 millones de dólares, en la adquisición de medios de represión más
sofisticados y el adiestramiento policial, comprobándose también la ayuda
permanente del Mossad y de otras empresas tapaderas de las fuerzas armadas y
policiales de Israel.
El doble rasero del
FBI en el contexto actual latinoamericano.
El FBI también se ha
visto involucrado con el adiestramiento, colaboración y participación directa
con las fuerzas policiales de varios países latinoamericanos, particularmente
con los servicios de contrainteligencia de Colombia. En tal dirección, entre el
3 y el 7 de mayo de 2010 se llevó a cabo en esa nación la denominada “Cumbre de
Policías de América Latina”, donde se trataron temas como el narcotráfico,
tendencias del secuestro y estrategias para combatirlas, técnicas forenses en
casos de terrorismo, los enlaces del narcotráfico, terrorismo y el tráfico de
armas y los delitos que atentan contra los menores en el país, así como otros
procedimientos encaminados a neutralizar a las fuerzas progresistas en la
región. Junto al FBI y la DEA, se replantearon los procedimientos para llevar a
cabo el más descarado espionaje contra líderes opositores y miembros de las
fuerzas progresistas en América Latina, así como otros encaminados a su
persecución, detención, técnicas de interrogatorios, procedimientos de tortura
y su desaparición selectiva.
El encuentro también
involucró a empresas tapaderas del Mossad israelí que operan en varias naciones
del continente como agencias de seguridad.
Inaugurado por el
propio embajador de EE UU William Brownfield y el entonces presidente Álvaro
Uribe Vélez, cerca de 300 jefes policiales de más de 20 países, iniciaron la
dudosa reunión en Cartagena, Colombia, con el supuesto objetivo de “promover y fortalecer la cooperación en
materia técnico científica y de inteligencia.” No podía faltar la presencia
del FBI, esta vez representado por Eric Vélez Villar, subdirector de
Inteligencia del Buró.
La cumbre, en
realidad, tuvo más que un aparente intento de promover la cooperación en
materia técnico científica y en hacer más efectivo el intercambio de
información con fines de inteligencia. En ella se crearon las bases para
fortalecer la posición hegemónica norteamericana en la región y revivir la
doctrina de la Seguridad Nacional, estableciendo un plan de detección, represión,
captura, penetración y posterior neutralización de las fuerzas progresista y
los movimientos sociales.
La selección de los
países no es casual. Tanto en Brasil como en Panamá se han llevado a cabo
eventos similares a éste. Tampoco es casual que la mayor masa de los
participantes hayan sido cerca de 150 alumnos procedentes de la Academia
Nacional de Asociados de la Oficina Federal de Investigación (FBI), Capítulo América
Latina y el Caribe y el jefe de la misma, Kim Derry.
Este tipo de
encuentros tiene como finalidad orquestar nuevos modelos represivos, sobre la
base de la reactualización de la nefasta y dañina Operación Cóndor, padecida
dolorosamente por América Latina.
Percy Francisco Alvarado Godoy
2 de febrero de 2012
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