GMD: El sistema antimisiles de EE.UU. de 40.000 millones de coste es ineficaz
Un sistema de defensa de misiles por valor de 40.000 millones de
dólares ha demostrado su ineficacia, señalan analistas estadounidenses
resumiendo la larga historia de su desarrollo iniciada en 1999
El sistema de defensa antimisiles con base en tierra (GMD, según
sus siglas en inglés) (…) se suponía que protegería a los
estadounidenses contra la nueva amenaza por parte de ‘estados canallas’,
como Corea del Norte e Irán.
Pero una década después de que fuera declarado operacional y gastados
unos 40.000 millones de dólares, este escudo antimisiles no puede ser
calificado de confiable, incluso tras sus pruebas más cuidadosas y con
guión que son mucho menos exigentes que un ataque real”, escribe el
comentarista de ‘Los Angeles Times’ David Willman.
En su artículo Willman recuerda que la agencia de defensa de misiles
de EE.UU. (MDA, por sus siglas en inglés) llevó a cabo 16 pruebas para
verificar la capacidad del sistema de interceptar ojivas enemigas y
fracasó en ocho ocasiones, según datos del Gobierno.
Pese a varios años de retoques y promesas de solucionar las
deficiencias técnicas, el rendimiento del sistema ha ido a peor, no a
mejor. De las ocho pruebas efectuadas desde que el GMD entró en
funcionamiento en 2004, cinco han sido fracasos. La última intercepción
exitosa fue realizada en diciembre de 2008.
“El sistema no es fiable”, señaló recientemente un oficial retirado
que sirvió durante los mandatos de presidentes Bush y Obama. “Hemos
adoptado un sistema todavía en desarrollo, de hecho fue un prototipo que
fue declarado ‘operacional’ por razones políticas”, dijo.
Anteriormente, en 2003, al hablar ante la Cámara de los
Representantes del Comité de Servicios Armados, el viceministro de
Defensa Edward C. ‘Pete’ Aldridge, entonces al cargo de la compra de
armamento, dijo que para eliminar una ojiva enemiga hacían falta de uno a
tres misiles. En tal caso, la eficiencia sería de aproximadamente el
90%.
Hemos adoptado un sistema todavía en desarrollo, de hecho fue un prototipo que fue declarado ‘operacional’ por razones políticas.
Sin embargo, a juzgar por las pruebas efectuadas en condiciones
‘ideales’, es decir en ausencia de contramedidas de posibles
adversarios, señuelos, etc., la eliminación de una cabeza nuclear
requiere de cuatro a cinco misiles. En otras palabras, un ataque con
varios misiles puede ‘romper’ el sistema GMD que cuenta hoy en día con
solo 30 interceptores.
“La amenaza puede ser aún mayor, si los misiles del enemigo son
equipados con señuelos de partículas de metal para confundir al radar y
los sensores GMD”, informa la publicación.
Cabe recordar que la agencia de defensa de misiles de EE.UU. (MDA,
por sus siglas en inglés) debería reconsiderar el diseño de un elemento
clave del sistema antimisiles nacional, con base en tierra, tras una
serie de pruebas fallidas, sugiere un informe del Pentágono filtrado en
enero de 2014. A tal conclusión ha llegado en su informe Michael
Gilmore, jefe de pruebas de armamento del Pentágono, cuyo departamento
ha llevado a cabo las pruebas de los sistemas de defensa antimisiles de
Estados Unidos.
A pesar de esto, el secretario de Defensa de EE.UU., Chuck Hagel,
pide construir y desplegar en Alaska otros 14 interceptores del sistema
de defensa antimisiles por un coste de 1.000 millones de dólares.
¿Qué es GMD?
“Interceptar un misil balístico es un reto técnico superior. Los
científicos lo comparan con acertar con una bala a otra en pleno vuelo”,
explica Willman.
En este contexto recordemos que el Vehículo Exoatmosférico de
Destrucción (Exoatmospheric Kill Vehicle, EKV) debería destruir misiles
enemigos por impacto directo. El contratista principal del programa es
Boeing, mientras que Raytheon y Orbital Sciences Corp desarrollan los
interceptores y los cohetes-propulsores utilizados por el sistema.
Esta ‘bala’ de 1,5 metros de largo y de 68 kilogramos de peso, es
sometida durante su trayectoria a cargas muy elevadas: desde el calor
abrasador hasta las poderosas vibraciones se sustituyen por temperaturas
heladas fuera de la atmósfera de la Tierra. “Cada antimisiles consta de
más de un millar de piezas. El más mínimo error puede alterar la
interceptación prevista”, señala el analista.
Puesto que los cohetes-portadores de estos misiles se queman en la
atmósfera o se caen en el océano, los científicos no pueden encontrar la
causa exacta de los fallos.
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