Kühn y Pearl Harbor |
La historia comenzó en el año 1935 y el escenario fue el ministerio de Propaganda del III Reich en Berlín.
Hacía dos años que Joseph Goebbels estaba al frente de aquel ministerio cuando, a principios del año citado, ofreció una fiesta a su personal. El secretario privado del ministro, Leopold Kühn (a veces citado como Kuehn) estaba allí, acompañado por su joven hermana de 17 años, Susie Ruth. Goebbels, a quien no resultaba indiferente la belleza femenina, se sintió atraido por la joven y hermosa Ruth. Toda la noche se les vió juntos y, de acuerdo con todas las presunciones, aquel primer encuentro volvió a repetirse. A pesar de su fealdad, Goebbels podía elegir entre muchas mujeres ambiciosas y pronto se cansó de su amante escolar.
Susie Ruth resultó ser hija del doctor Bernard Otto Julius Kühn, quien tenía influencia en el partido nazi. Kühn había servido como oficial en la Armada alemana en la PGM, convirtiéndose en médico después de su licencia. Amargado por sus deficiencias en ese campo, le fue fácil culpar a los judios y convertirlos en chivos expiatorios de su fracaso, ingresando en el partido nazi. Había cultivado una estrecha amistad con Heinrich Himmler, jefe de la Gestapo, convirtiéndose más tarde en el más joven oficial dentro de la temible policía secreta.
No era fácil alejar a la joven Ruth del círculo de Goebbels teniendo las conexiones de ese tipo, pero el asunto Goebbels finalmente se resolvió con un plan propuesto por el general Haushofer, el famoso geopolítico, que disponía de excelentes contactos dentro de los servicios secretos japoneses.
Los japoneses, que en esos momentos mantenían estrechas conexiones con los nazis, habían pedido a éstos el préstamo de un espía occidental para trabajar para ellos en las islas Hawaii, donde se encontraba la más importenta base naval de la US Navy: Pearl Harbor. Sería una especie de alquiler, en el que los japoneses correrían con todos los gastos, incluidos los honorarios.
Cuando el general Haushofer oyó hablar de esa petición, inmediatamente recomendó a Goebbels usar a la familia Kühn. El doctor Kühn aceptó la propuesta de Goeebels, obedeciendo posiblemente a presiones, y el 15 de agosto de 1935 llegó a Honolulu, acompañado de su esposa Elfriede, que había pasado un breve cursillo sobre "espionaje elemental" en la escuela del Abwehr en Hamburgo, la joven Susie Ruth y el pequeño Eberhard (también conocido como Hans Joachim), de 6 años de edad.
Se instalaron en una casa tipo rancho en el 557 de Kainalu Drive en Kailua, limpia urbanización residencial para gente de clase media, en la costa este de Oahu. Posteriormente, adquirieron una casa en la vecina playa de Lanakai.
Hacía dos años que Joseph Goebbels estaba al frente de aquel ministerio cuando, a principios del año citado, ofreció una fiesta a su personal. El secretario privado del ministro, Leopold Kühn (a veces citado como Kuehn) estaba allí, acompañado por su joven hermana de 17 años, Susie Ruth. Goebbels, a quien no resultaba indiferente la belleza femenina, se sintió atraido por la joven y hermosa Ruth. Toda la noche se les vió juntos y, de acuerdo con todas las presunciones, aquel primer encuentro volvió a repetirse. A pesar de su fealdad, Goebbels podía elegir entre muchas mujeres ambiciosas y pronto se cansó de su amante escolar.
Susie Ruth resultó ser hija del doctor Bernard Otto Julius Kühn, quien tenía influencia en el partido nazi. Kühn había servido como oficial en la Armada alemana en la PGM, convirtiéndose en médico después de su licencia. Amargado por sus deficiencias en ese campo, le fue fácil culpar a los judios y convertirlos en chivos expiatorios de su fracaso, ingresando en el partido nazi. Había cultivado una estrecha amistad con Heinrich Himmler, jefe de la Gestapo, convirtiéndose más tarde en el más joven oficial dentro de la temible policía secreta.
No era fácil alejar a la joven Ruth del círculo de Goebbels teniendo las conexiones de ese tipo, pero el asunto Goebbels finalmente se resolvió con un plan propuesto por el general Haushofer, el famoso geopolítico, que disponía de excelentes contactos dentro de los servicios secretos japoneses.
Los japoneses, que en esos momentos mantenían estrechas conexiones con los nazis, habían pedido a éstos el préstamo de un espía occidental para trabajar para ellos en las islas Hawaii, donde se encontraba la más importenta base naval de la US Navy: Pearl Harbor. Sería una especie de alquiler, en el que los japoneses correrían con todos los gastos, incluidos los honorarios.
Cuando el general Haushofer oyó hablar de esa petición, inmediatamente recomendó a Goebbels usar a la familia Kühn. El doctor Kühn aceptó la propuesta de Goeebels, obedeciendo posiblemente a presiones, y el 15 de agosto de 1935 llegó a Honolulu, acompañado de su esposa Elfriede, que había pasado un breve cursillo sobre "espionaje elemental" en la escuela del Abwehr en Hamburgo, la joven Susie Ruth y el pequeño Eberhard (también conocido como Hans Joachim), de 6 años de edad.
Se instalaron en una casa tipo rancho en el 557 de Kainalu Drive en Kailua, limpia urbanización residencial para gente de clase media, en la costa este de Oahu. Posteriormente, adquirieron una casa en la vecina playa de Lanakai.
Los Kühn se habían convertido en "espías durmientes", los cuales estaban
encargados de preparar el terreno para cuando se decidera su
"activación", en el momento en que las circunstancias lo requirieran.
En un primer momento, desde el Japón se hizo una transferencia de fondos que llegaron al Agregado naval japonés en Berlín, los cuales fueron depositados en una cuenta secreta que el servicio secreto japonés tenía abierta a nombre de los talleres de acero Roechling. Desde Berlín, se enviaba el dinero de nuevo a Tokio, a un tal doctor Homberg, representante de los talleres Roechling en el Japón, para que los fuera entregando a Kühn, en los plazos convenidos de antemano. De esta manera, éste último podía alegar que la renta que cobraba venía de la Roechling y representaba los plazos por la venta a la compañía de unos bienes que había poseído en Alemania.
El doctor y su hija estaban cautivados por la historia antigua de las Hawaii, interesándose además por el idioma japonés. Así fue como recorrieron todo meticulosamente hasta conocer la topografía de las islas mejor que su propia casa. A Ruth también le gustaba la playa y los deportes acuáticos, así como a toda la familia, por lo que frecuentemente se les podía ver nadando o paseando en lancha.
A ojos extraños, el doctor Kühn era un médico jubilado con una gran herencia, para otros era un estudioso de la historia de las Hawaii, otros lo tenían como inventor... Ninguno de sus amigos que visitaron su lujosa casa, llena de cuadros y esculturas, podían pensar que ese hombre familiar, junto a su venerable esposa, su hermosa hija y el jovéncisimo benjamín, era en realidad un agente secreto.
Los Kühn se habían metido en negocios con el dinero recibido por los japoneses cuando se instalaron en la isla de Oahu, pero no se desenvolvían bien. Otto probó su habilidad manufacturando muebles de acero, pero la empresa terminó en la bancarrota. A pesar de todo, continuaban prosperando gracias a la falsa deuda que el Sr. Homberg iba pagando a plazos.
En 1939, el capitán Kanji Ogawa, jefe de la sección americana del servicio de información naval, llegó a Honolulu para inspeccionar su red de espionaje; se encontró con Kühn y recorrió con él la isla de Oahu. El alemán hizo cuanto supo para impresionar al capitán de lo bien que conocía el sector y las medidas que había tomado "para la emergencia", aunque había tenido un cuidado extremo, dijo, en no descubrir su juego prematuramente. Kühn aseguró a Ogawa que había invertido sabiamente el dinero recibido, especialmente en la compra de las dos casas. Las había elegido, dijo, por si situación estratégica, pues ofrecían sendas vistas excelentes de la estación aeronaval (NAS) de Kaneohe y de un campamento de instrucción del Marine Corps en Mokapu Point (al sur), además del pequeño aeródromo de Bellows Field. Desde ellas se podía observar los barcos de guerra norteamericanos cuando se dirigían a la base naval de Pearl Harbor, y hacer señales a los submarinos japoneses, si algún día fuera necesario como último recurso, esta clase de comunicación. Le dijo igualmente a Ogawa que había montado un poderoso aparato de onda corta, a fin de estar preparado para la "emergencia". El capitán aprobó satisfecho las medidas tomadas por Kühn, pero le advirtió que "permaneciera quieto hasta nuevo aviso". El agente, seguiría "dormido".
En un primer momento, desde el Japón se hizo una transferencia de fondos que llegaron al Agregado naval japonés en Berlín, los cuales fueron depositados en una cuenta secreta que el servicio secreto japonés tenía abierta a nombre de los talleres de acero Roechling. Desde Berlín, se enviaba el dinero de nuevo a Tokio, a un tal doctor Homberg, representante de los talleres Roechling en el Japón, para que los fuera entregando a Kühn, en los plazos convenidos de antemano. De esta manera, éste último podía alegar que la renta que cobraba venía de la Roechling y representaba los plazos por la venta a la compañía de unos bienes que había poseído en Alemania.
El doctor y su hija estaban cautivados por la historia antigua de las Hawaii, interesándose además por el idioma japonés. Así fue como recorrieron todo meticulosamente hasta conocer la topografía de las islas mejor que su propia casa. A Ruth también le gustaba la playa y los deportes acuáticos, así como a toda la familia, por lo que frecuentemente se les podía ver nadando o paseando en lancha.
A ojos extraños, el doctor Kühn era un médico jubilado con una gran herencia, para otros era un estudioso de la historia de las Hawaii, otros lo tenían como inventor... Ninguno de sus amigos que visitaron su lujosa casa, llena de cuadros y esculturas, podían pensar que ese hombre familiar, junto a su venerable esposa, su hermosa hija y el jovéncisimo benjamín, era en realidad un agente secreto.
Los Kühn se habían metido en negocios con el dinero recibido por los japoneses cuando se instalaron en la isla de Oahu, pero no se desenvolvían bien. Otto probó su habilidad manufacturando muebles de acero, pero la empresa terminó en la bancarrota. A pesar de todo, continuaban prosperando gracias a la falsa deuda que el Sr. Homberg iba pagando a plazos.
En 1939, el capitán Kanji Ogawa, jefe de la sección americana del servicio de información naval, llegó a Honolulu para inspeccionar su red de espionaje; se encontró con Kühn y recorrió con él la isla de Oahu. El alemán hizo cuanto supo para impresionar al capitán de lo bien que conocía el sector y las medidas que había tomado "para la emergencia", aunque había tenido un cuidado extremo, dijo, en no descubrir su juego prematuramente. Kühn aseguró a Ogawa que había invertido sabiamente el dinero recibido, especialmente en la compra de las dos casas. Las había elegido, dijo, por si situación estratégica, pues ofrecían sendas vistas excelentes de la estación aeronaval (NAS) de Kaneohe y de un campamento de instrucción del Marine Corps en Mokapu Point (al sur), además del pequeño aeródromo de Bellows Field. Desde ellas se podía observar los barcos de guerra norteamericanos cuando se dirigían a la base naval de Pearl Harbor, y hacer señales a los submarinos japoneses, si algún día fuera necesario como último recurso, esta clase de comunicación. Le dijo igualmente a Ogawa que había montado un poderoso aparato de onda corta, a fin de estar preparado para la "emergencia". El capitán aprobó satisfecho las medidas tomadas por Kühn, pero le advirtió que "permaneciera quieto hasta nuevo aviso". El agente, seguiría "dormido".
HOGAR DE LA FAMILIA KÜHN EN KAILUA |
Fue en ese año 1939 cuando el plan del servicio secreto japonés comenzó
a tomar cuerpo. Ruth, la joven y bella hija de los Kühn, se convirtió
en compañía favorita de las jóvenes esposas de los oficiales de la
Marina norteamericanan. Gracias a su atractivo, dio a entender de muchas
maneras que era una experta en el cuidado de la belleza femenina. Por
eso, cuando a mediados de 1939 manifestó que iba a inaugurar un salón de
belleza, la iniciativa fue recibida con entusiasmo. El éxito fue total y
la concurrencia, integrada por novias y esposas de oficiales navales,
superó todas las expectativas.
La "lengua suelta" de las clientes fue una excelente fuente de información para Ruth. Circulaba tal volumen de información que hasta la señora Elfriede tuvo que acudir al salón de belleza para supervisar las informaciones que de ahí se obtenían. Según contaba más tarde Ruth: "...ellas hablaban tanto..."
La señora Kühn, una mujer de gran corpulencia física, había viajado al Japón un par de veces, regresando una de ellas con 16.000 $. También acompañaba a su marido en las "expediciones históricas" que hacían a través de las montañas para seguir con sus "estudios hawaiianos". Ella había comprado unos binoculares de 18 aumentos, a través de los cuales observaban a los buques en puerto y las instalaciones militares. También se les acostumbraba ver navegando en torno a Pearl Harbor, sonriendo a las tripulaciones a bordo de los buques, mientras mentalmente tomaban nota de todo cuanto veían.
Incluso el pequeño Heberhard fue utilizado para las labores de espionaje, al que probablemente podría ser considerado como el espía más joven del mundo. El pequeño se convirtió en espía antes de cumplir los 11 años. Sus padres lo vestían con traje marinero y su padre lo llevaba a pasear por el largo paseo martítimo en el puerto. Los oficiales a bordo de los buques de guerra a menudo invitaban al "pequeño marinero" a subir a los buques, haciendo pequeños tours y satisfaciendo la curiosidad del chaval sobre detalles de los buques y sus operaciones. Lo que nadie podía imaginar era que el doctor Kühn había aleccionado a su pequeño para que realizara preguntas clave, observara y recordara todo lo inusual.
Durante el año 1940, el servicio secreto japonés pensó en activar a Kühn, el "durmiente", sobre todo al darse el caso de que el alemán bombardeaba al Consulado con peticiones para que le dejaran entrar en acción. Lo cierto era que Kühn desobedecía las instrucciones recibidas y se estaba convirtiendo en una molestia. Agobiado por las dificultades financieras, esperaba conseguir fondos adicionales de Tokio persuadiendo al capitán Ogawa para que le dejara iniciar las operaciones. El hecho de si estaba dispuesto a poner su vida en peligro no admite dudas. Pero salió de la oscuridad de la manera más imprudente, yendo a ver a Otojiro Okuda (vicecónsul japonés) al Consulado para recriminarle por la inoperancia del espionaje japonés en las Hawaii, al mismo tiempo que le ofrecía sus servicios para "vigorizar" (según dijo él) la información. Pero como las instancias del alemán iban siempre acompañadas de nuevas peticiones monetarias, el capitán Ogawa consideró prudente dejarle "dormir" todavía un poco más.
El nombre de guerra de Kühn era "Friedel", utilizando el diminituvo alemán del nombre de pila (Elfriede) de su esposa. Su decisión de "salir a la superficie" atrajo sobre él la atención del FBI, que guardaba una bien informada ficha de sospechoso relativa a su persona, redactada ya en la temprana fecha de julio de 1940:
La "lengua suelta" de las clientes fue una excelente fuente de información para Ruth. Circulaba tal volumen de información que hasta la señora Elfriede tuvo que acudir al salón de belleza para supervisar las informaciones que de ahí se obtenían. Según contaba más tarde Ruth: "...ellas hablaban tanto..."
La señora Kühn, una mujer de gran corpulencia física, había viajado al Japón un par de veces, regresando una de ellas con 16.000 $. También acompañaba a su marido en las "expediciones históricas" que hacían a través de las montañas para seguir con sus "estudios hawaiianos". Ella había comprado unos binoculares de 18 aumentos, a través de los cuales observaban a los buques en puerto y las instalaciones militares. También se les acostumbraba ver navegando en torno a Pearl Harbor, sonriendo a las tripulaciones a bordo de los buques, mientras mentalmente tomaban nota de todo cuanto veían.
Incluso el pequeño Heberhard fue utilizado para las labores de espionaje, al que probablemente podría ser considerado como el espía más joven del mundo. El pequeño se convirtió en espía antes de cumplir los 11 años. Sus padres lo vestían con traje marinero y su padre lo llevaba a pasear por el largo paseo martítimo en el puerto. Los oficiales a bordo de los buques de guerra a menudo invitaban al "pequeño marinero" a subir a los buques, haciendo pequeños tours y satisfaciendo la curiosidad del chaval sobre detalles de los buques y sus operaciones. Lo que nadie podía imaginar era que el doctor Kühn había aleccionado a su pequeño para que realizara preguntas clave, observara y recordara todo lo inusual.
Durante el año 1940, el servicio secreto japonés pensó en activar a Kühn, el "durmiente", sobre todo al darse el caso de que el alemán bombardeaba al Consulado con peticiones para que le dejaran entrar en acción. Lo cierto era que Kühn desobedecía las instrucciones recibidas y se estaba convirtiendo en una molestia. Agobiado por las dificultades financieras, esperaba conseguir fondos adicionales de Tokio persuadiendo al capitán Ogawa para que le dejara iniciar las operaciones. El hecho de si estaba dispuesto a poner su vida en peligro no admite dudas. Pero salió de la oscuridad de la manera más imprudente, yendo a ver a Otojiro Okuda (vicecónsul japonés) al Consulado para recriminarle por la inoperancia del espionaje japonés en las Hawaii, al mismo tiempo que le ofrecía sus servicios para "vigorizar" (según dijo él) la información. Pero como las instancias del alemán iban siempre acompañadas de nuevas peticiones monetarias, el capitán Ogawa consideró prudente dejarle "dormir" todavía un poco más.
El nombre de guerra de Kühn era "Friedel", utilizando el diminituvo alemán del nombre de pila (Elfriede) de su esposa. Su decisión de "salir a la superficie" atrajo sobre él la atención del FBI, que guardaba una bien informada ficha de sospechoso relativa a su persona, redactada ya en la temprana fecha de julio de 1940:
- "Antiguo oficial (en 1918) de la Armada alemana; cultiva
relaciones entre los oficiales de la Armada de los EEUU; en cierta época
recibió considerables sumas de dinero de una fuente europea; hace
frecuentes viajes a Japón; recientemente (en mayo de 1940) la señora
Kühn regresó de Japón y se dice que trajo consigo una considerable suma
de dinero; ha fracasado en los negocios, pero es dueño de inmuebles de
notable valor."
En los archivos del FBI, la señora Kühn figuraba como sospechosa de
la "Clase A" (el FBI catalogaba a los sospechosos entre A, B, C y D,
dependiendo de la peligrosidad del sospechoso). Esposa de Otto Kühn
-decía la ficha-, sospechoso de ser un agente alemán (sic). Se sabe que
Friedel Kühn es pronazi. Se sospecha que los señores Kühn son los
"señores Friedel", señalados como enlaces del consulado local japonés.
Takeo Yoshikawa |
El 23 de octubre de 1941, el barco de pasajeros Tatsuta Maru
llegó a Honolulu, con "valija diplomática" que le fue entregada al
consul Nagao Kita: la valija contenía un saquito de arpillera del
Yokohama Specie Bank conteniendo 140 flamantes billetes de 100 dólares y
un sobre sellado dirigido a "Friedel". Kita tomó disposiciones
inmediatamente para que se entregara el dinero y el sobre sellado a
Kühn; pero como estaba de por medio una suma respetable, le inquietaba
un poco confiarla al alférez Takeo Yoshikawa, el famoso espía japonés
que había llegado a Oahu el 26 de marzo de 1941 bajo la identidad del
vicecónsul Tadashi Morimura. En lugar de hacerlo así decidió enviarla
por una delegación de tres hombres, compuesta por el vicecónsul Okuda,
Yoshikawa y Richard Kotoshirodo, joven norteamericano de ascendencia
japonesa, conocido por Masayuki en el Consulado, donde trabajaba en el
grupo de escribientes nisei. La
entrega debía tener lugar el sábado 28 de octubre, fecha en que el viaje
para visitar a Kühn podría disimularse con una salida a una de las
playas más populares de la bahía de Kaneohe.
Por unas pocas horas de aquella hermosa tarde de fin de semana, todo el
"sistema interior" del servicio de información naval del capitán Ogawa
salió de su existencia clandestina, al reunirse Yoshikawa, acompañado de
Okuda y Kotoshirodo, con Kühn, en casa de este último. Dos miembros del
grupo figuraban en lugar destacado en las listas de sospechosos: Kühn
desde julio de 1940; Okuda desde diciembre del mismo año. Si se les
hubiese vigilado, hubieran tomado nota de esa extraña reunión, y
Yoshikawa y Kotoshirodo habrían quedado idenfiticados también como
espías.
Como curiosidad, comentar que el contraespionaje en Hawaii estaba dividido en tres grupos: 1) el de la Armada (la oficina de servicios secretos del 14º distrito naval, dirigida por el capitán Mayfield); 2) el del Ejército (la llamada oficina de enlace del departamento G-2 hawaiiano, al mando del teniente coronel George W. Bicknell); la división de investigación criminal, de Fort Shafter, mandada por el teniente coronel Byron M. Meaurlott; y el G-2 de la fuerza aérea hawaiiana, gobernada por el teniente coronel Edward W. Raley; y 3) la oficina de campo del FBI, al frente de la cual estaba el agente especial Robert L. Shivers. Entre las tres reunían un personal de unos cien oficiales e investigadores fijos, y varios centenares de "agentes especiales" e "informadores confidenciales" distribuidos en una apretada red que cubría las islas.
Una vez en los alrededores de la casa de los Kühn, Yoshikawa bajó del coche llevando consigo el saquito de arpillera y el sobre, recorrió a pie unos ochocientos metros hasta la casa de los Kühn, delante de la cual encontró al joven Eberhard atareado con la bicicleta. Kühn, que se hallaba en la fachada opuesta, trabajando en el jardín, fue hacia aquel lado para saludar al visitante inesperado.
¿Es usted Otto Kühn? preguntó "muy bruscamente" Yoshikawa
Sí, respondió él.
Estaba visiblemente alarmado. Conocía a Yoshikawa bajo el nombre de Morimura y no le gustaba la idea que ninguna persona relacinada con el Consulado fuera a verle a su casa.
Traigo una cosa para usted, de parte del doctor Homberg -dijo Yoshikawa. Era el santo y seña. El "doctor Homberg" era el alemán de Tokio en nombre del cual el servicio de información naval japonés (joho kyoku) enviaba fondos a Kühn.
Kühn acompañó a Yoshikawa al cobertizo del jardincito, situado detrás de la casa, donde el alférez le entregó el saquito y el sobre. Kühn abrió primero el sobre y encontró una carta, sin firma, escrita a máquna, en inglés, en una sola hoja de papel. "En la carta me pedían -recordó más tarde el destinatario- que hiciera una prueba con mi emisora de onda corta a determinada hora de la noche, unos días después, en cierta longitud de onda. Las letras de llamada que Kühn había de usar eran EXEX; la frecuencia, 11.980. Tenía que ponerse en contacto con la estación JHP a la una en punto, hora oficial del Pacífico, el 3 de noviembre, y a las cinco treinta, también hora oficial del Pacífico, el 5 de noviembre.
Luego, Yoshikawa le entregó una hoja de papel en blanco y un sobre, y Kühn, cuya agitación aumentaba por momentos, garabateó una breve respuesta, diciendo que no podría efectuar la prueba. Estaba muy nervioso -dijo Kühn más tarde-, puse la nota en el sobre y se lo entregué. Le pregunté si sabía que había en el paquete y me contestó que no. Le pregunté si quería un recibo, y me respondió que no. Cuando se marchó, abrí el paquete y conté el dinero... Creo que -Kühn se andaba con rodeos (cosa muy comprensible, pues estaba declarando ante el FBI después de estallar la guerra)- se trataba que el joho kyoku trataba de establecer contacto conmigo a través de aquella carta.".
Aunque, naturalmente, se trataba de mucho más que de un contacto. Otto Kühn acababa de ser "activado".
Como curiosidad, comentar que el contraespionaje en Hawaii estaba dividido en tres grupos: 1) el de la Armada (la oficina de servicios secretos del 14º distrito naval, dirigida por el capitán Mayfield); 2) el del Ejército (la llamada oficina de enlace del departamento G-2 hawaiiano, al mando del teniente coronel George W. Bicknell); la división de investigación criminal, de Fort Shafter, mandada por el teniente coronel Byron M. Meaurlott; y el G-2 de la fuerza aérea hawaiiana, gobernada por el teniente coronel Edward W. Raley; y 3) la oficina de campo del FBI, al frente de la cual estaba el agente especial Robert L. Shivers. Entre las tres reunían un personal de unos cien oficiales e investigadores fijos, y varios centenares de "agentes especiales" e "informadores confidenciales" distribuidos en una apretada red que cubría las islas.
Una vez en los alrededores de la casa de los Kühn, Yoshikawa bajó del coche llevando consigo el saquito de arpillera y el sobre, recorrió a pie unos ochocientos metros hasta la casa de los Kühn, delante de la cual encontró al joven Eberhard atareado con la bicicleta. Kühn, que se hallaba en la fachada opuesta, trabajando en el jardín, fue hacia aquel lado para saludar al visitante inesperado.
¿Es usted Otto Kühn? preguntó "muy bruscamente" Yoshikawa
Sí, respondió él.
Estaba visiblemente alarmado. Conocía a Yoshikawa bajo el nombre de Morimura y no le gustaba la idea que ninguna persona relacinada con el Consulado fuera a verle a su casa.
Traigo una cosa para usted, de parte del doctor Homberg -dijo Yoshikawa. Era el santo y seña. El "doctor Homberg" era el alemán de Tokio en nombre del cual el servicio de información naval japonés (joho kyoku) enviaba fondos a Kühn.
Kühn acompañó a Yoshikawa al cobertizo del jardincito, situado detrás de la casa, donde el alférez le entregó el saquito y el sobre. Kühn abrió primero el sobre y encontró una carta, sin firma, escrita a máquna, en inglés, en una sola hoja de papel. "En la carta me pedían -recordó más tarde el destinatario- que hiciera una prueba con mi emisora de onda corta a determinada hora de la noche, unos días después, en cierta longitud de onda. Las letras de llamada que Kühn había de usar eran EXEX; la frecuencia, 11.980. Tenía que ponerse en contacto con la estación JHP a la una en punto, hora oficial del Pacífico, el 3 de noviembre, y a las cinco treinta, también hora oficial del Pacífico, el 5 de noviembre.
Luego, Yoshikawa le entregó una hoja de papel en blanco y un sobre, y Kühn, cuya agitación aumentaba por momentos, garabateó una breve respuesta, diciendo que no podría efectuar la prueba. Estaba muy nervioso -dijo Kühn más tarde-, puse la nota en el sobre y se lo entregué. Le pregunté si sabía que había en el paquete y me contestó que no. Le pregunté si quería un recibo, y me respondió que no. Cuando se marchó, abrí el paquete y conté el dinero... Creo que -Kühn se andaba con rodeos (cosa muy comprensible, pues estaba declarando ante el FBI después de estallar la guerra)- se trataba que el joho kyoku trataba de establecer contacto conmigo a través de aquella carta.".
Aunque, naturalmente, se trataba de mucho más que de un contacto. Otto Kühn acababa de ser "activado".
El mensaje de Ogawa le dio a Kühn el gran susto de su vida. La última
vez que vio al capitán, a finales del otoño de 1940, se vanaglorió de
haber montado una potente emisora de onda corta "para comunicar
directamente con Japón en caso de urgencia". También le había bosquejado
a Ogawa una complicada clave a base de números que había ideado para
encubrir informaciones sobre movimientos de barcos, así como un esquema
para la transmisión de tales noticias. Presentó, asimismo, la
proposición de hacer señales a los sumergibles japoneses mediante luces
en las ventanas de los dormitorios de su casa de Kailua, colgando ropa
blanca en el tendedero de su casa de la playa de Lanikai, cambiando de
posición la estrella y el número de la vela de su bote, publicando
anuncios -que en realidad serían mensajes cifrados- por la estación
KGMB, y en caso de que todo fallase, quemando basura "en ciertos puntos y
a determinadas horas".
Su plan había causado una impresión duradera en Ogawa. El capitán le ordenaba ahora que estructurase ya su clave y sus sistemas de señales con todo detalle, y los sometieses "lo antes posible" a Tokio, por conducto del Consulado. Ogawa la asignaba, además, un nuevo nombre supuesto "Jimmie", que sustituiría el de "Friedel" y le dio orden de suscribir un apartado en la oficina de correos de Honolulu, para que el Consulado pudiera enviarle correspondencia por tal medio.
Kühn ya tenía un apartado de correos, el número 1.476, en la oficina principal de Correos de la ciudad. Tenía también su casa en Kailua, y mucha basura que quemar. Pero por todo lo demás, las instrucciones de Ogawa le ponían en un gran aprieto. Kühn había engolosinado al japonés con un pastel de mentiras. No tenía ni emisora ni embarcación de vela alguna. Por otra parte, como andaba tan apurado de dinero, había alquilado hacía poco su casa en la playa de Lanikai a un par de tenientes del Ejército agregados al Schofield Hospital.
No obstante, debió hacer lo que le mandaban, y comenzó a trabajar en seguida para recopilar una complicada clave e idear un sistema de señales radiacado en su casa de Kailua, el programa de anuncios económicos por radios y los cubos de basura... El despacho en que más tarde sometió su esquema a Tokio para que obtuviera la aprobación de Ogawa hubiera podido convertirse en la señal definitiva de advertencia que pusiese en guardia a Washington. Pero, como veremos, no fue más que otra pista que se perdió.
Su plan había causado una impresión duradera en Ogawa. El capitán le ordenaba ahora que estructurase ya su clave y sus sistemas de señales con todo detalle, y los sometieses "lo antes posible" a Tokio, por conducto del Consulado. Ogawa la asignaba, además, un nuevo nombre supuesto "Jimmie", que sustituiría el de "Friedel" y le dio orden de suscribir un apartado en la oficina de correos de Honolulu, para que el Consulado pudiera enviarle correspondencia por tal medio.
Kühn ya tenía un apartado de correos, el número 1.476, en la oficina principal de Correos de la ciudad. Tenía también su casa en Kailua, y mucha basura que quemar. Pero por todo lo demás, las instrucciones de Ogawa le ponían en un gran aprieto. Kühn había engolosinado al japonés con un pastel de mentiras. No tenía ni emisora ni embarcación de vela alguna. Por otra parte, como andaba tan apurado de dinero, había alquilado hacía poco su casa en la playa de Lanikai a un par de tenientes del Ejército agregados al Schofield Hospital.
No obstante, debió hacer lo que le mandaban, y comenzó a trabajar en seguida para recopilar una complicada clave e idear un sistema de señales radiacado en su casa de Kailua, el programa de anuncios económicos por radios y los cubos de basura... El despacho en que más tarde sometió su esquema a Tokio para que obtuviera la aprobación de Ogawa hubiera podido convertirse en la señal definitiva de advertencia que pusiese en guardia a Washington. Pero, como veremos, no fue más que otra pista que se perdió.
A primeros de diciembre, Tokio envió un telegrama al cónsul Kita en el
que le ordenaba que enviase inmediatamente el sistema de señales que
Otto Kühn estaba ideando. Kita tomó medidas inmediatas para ponerse en
contacto con Kühn. Dirigió una tarjeta postal al apartado de correos
1.476 de la oficina principal de Honolulu, invitando a su "amigo" a
reunirse con él "en el sitio acostumbrado" la mañana siguiente. La firmó
con el nombre de "Jimmy" y la entregó a Ichitaro Ozaki, chófer del
Consulado, para que la echase en la misma oficina.
El 3 de diciembre, el "doctor" Kühn, como se titulaba ahora Otto a sí mismo, encontró la tarjeta postal en su apartado y fue inmediatamente al "sitio acostumbrado": un salón de belleza del centro de Honolulu. Allí le aguardaba el joven a quien conocía como el vicecónsul Morimura.
Kühn acudió completamente preparado, y llevaba incluso un "parte de barcos en el puerto" que él mismo había elaborado. Así le dijo a "Morimura" (que era, por supuesto, el alférez Yoshikawa), que según su última cuenta había "siete acorazados, dos portaaviones, cuarenta destructores y veintisiete submarinos en aguas hawaiianas", casi toda la flota del Pacífico, por aquellas fechas. Esto provocó una discusión. Yoshikawa, que se creía bien informado, expresó la opininón de que Kühn "se extralimitaba" mucho en su cuenta, y el alemán replicó airado que no se equivocaba jamás.
Pero luego se calmó y le dio al alférez el "sistema simplificado de señales" que el capitán Ogawa le había encargado preparase. Lo había redactado limpiamente en varias hojas de papel, en inglés, pero con caracteres góticos, y tenía un aire muy profesional, pues Kühn había redactado el parte de claves según las conocidas normas de los libros de señales.
Resultó ser una clave de cifras que iba desde el 1 al 8, y cada cifra significaba un movimiento diferente de diversos tipos de barcos: los números 1, 3 y 6 indicaban acorazados de fuerzas divisionarias; los números 2, 4, 5 y 8 designaban portaaviones. El sistema encerraba cuatro métodos de señales con disposiciones diferentes para el día y para la noche. Para indicar los diversos números de clave, Kühn proponía: 1º encender luces en las buhardillas de sus casas de Kailua y Lanikai (continuaba incluyendo su casa en la playa de Lanikai en el sistema, a pesar de que la ocupaban las dos parejas del Ejército a las que la había alquilado y cuya presencia impedía en absoluto el hacer señales desde ella); 2º desplegar una estrella, o el número, en cifras romanas, III, o ambas cosas a la vez, en la cima de la vela de un bote apostado a la altura de la playa Lanikai (a pesar de que no poseía tal bote); 3º publicar una serie de anuncios por radio, tales como "Se vende estera china" (que equivaldría a las señales 3 y 6). "Se vende granja avícola" (que significaría los números 4 ó 7), y "Se necesita directora de salón de belleza", para los números 5 y 8.
Todavía ideó un cuarto método, por si no se podía usar ninguno de los anteriores. Proponía hacer señales con fuego o con humo quemando desperdicios en determinado lugar de las alturas de la isla Maui a horas precisas, de modo que según l ahora (comprendidas éstas entre las siete y las diez de la noche), significaría un aviso distinto. En conjunto, parecía un sistema ingenioso. Por ejemplo, como el tener luces encendidas en varias ventanas había podido llamar la atención, Kühn sugería no encender sino en una o dos ventanas del ático, y el intervalo de tiempo que lo estuvieran indicaría el número de clave.
El sistema poseía, además, cierto número de rasgos interesantes que, vistos a posteriori, destacan como pistas significativas. Siguiendo, al parecer, nuevas instrucciones de Ogawa (pero de las cuales no perdura testimonio alguno), Kühn había redactado su sistema sólo para el período de ocho días que terminaba el 6 de diciembre. Además, siendo como era un sistema básicamente visual (con excepción de los anuncios comerciales por radio) presuponía la presencia de embarcaciones japonesas en aguas hawaiianas, en las zonas habituales de tránsito por las que pasaba periódicamente la flota norteamericana, entrando o saliendo de Pearl Harbor. La idea consistía en que unos sumergibles japoneses recogiesen las señales y transmitieran las noticias secretas de última hora a la fuerza de ataque del vicealmirante Nagumo.
El 3 de diciembre, el "doctor" Kühn, como se titulaba ahora Otto a sí mismo, encontró la tarjeta postal en su apartado y fue inmediatamente al "sitio acostumbrado": un salón de belleza del centro de Honolulu. Allí le aguardaba el joven a quien conocía como el vicecónsul Morimura.
Kühn acudió completamente preparado, y llevaba incluso un "parte de barcos en el puerto" que él mismo había elaborado. Así le dijo a "Morimura" (que era, por supuesto, el alférez Yoshikawa), que según su última cuenta había "siete acorazados, dos portaaviones, cuarenta destructores y veintisiete submarinos en aguas hawaiianas", casi toda la flota del Pacífico, por aquellas fechas. Esto provocó una discusión. Yoshikawa, que se creía bien informado, expresó la opininón de que Kühn "se extralimitaba" mucho en su cuenta, y el alemán replicó airado que no se equivocaba jamás.
Pero luego se calmó y le dio al alférez el "sistema simplificado de señales" que el capitán Ogawa le había encargado preparase. Lo había redactado limpiamente en varias hojas de papel, en inglés, pero con caracteres góticos, y tenía un aire muy profesional, pues Kühn había redactado el parte de claves según las conocidas normas de los libros de señales.
Resultó ser una clave de cifras que iba desde el 1 al 8, y cada cifra significaba un movimiento diferente de diversos tipos de barcos: los números 1, 3 y 6 indicaban acorazados de fuerzas divisionarias; los números 2, 4, 5 y 8 designaban portaaviones. El sistema encerraba cuatro métodos de señales con disposiciones diferentes para el día y para la noche. Para indicar los diversos números de clave, Kühn proponía: 1º encender luces en las buhardillas de sus casas de Kailua y Lanikai (continuaba incluyendo su casa en la playa de Lanikai en el sistema, a pesar de que la ocupaban las dos parejas del Ejército a las que la había alquilado y cuya presencia impedía en absoluto el hacer señales desde ella); 2º desplegar una estrella, o el número, en cifras romanas, III, o ambas cosas a la vez, en la cima de la vela de un bote apostado a la altura de la playa Lanikai (a pesar de que no poseía tal bote); 3º publicar una serie de anuncios por radio, tales como "Se vende estera china" (que equivaldría a las señales 3 y 6). "Se vende granja avícola" (que significaría los números 4 ó 7), y "Se necesita directora de salón de belleza", para los números 5 y 8.
Todavía ideó un cuarto método, por si no se podía usar ninguno de los anteriores. Proponía hacer señales con fuego o con humo quemando desperdicios en determinado lugar de las alturas de la isla Maui a horas precisas, de modo que según l ahora (comprendidas éstas entre las siete y las diez de la noche), significaría un aviso distinto. En conjunto, parecía un sistema ingenioso. Por ejemplo, como el tener luces encendidas en varias ventanas había podido llamar la atención, Kühn sugería no encender sino en una o dos ventanas del ático, y el intervalo de tiempo que lo estuvieran indicaría el número de clave.
El sistema poseía, además, cierto número de rasgos interesantes que, vistos a posteriori, destacan como pistas significativas. Siguiendo, al parecer, nuevas instrucciones de Ogawa (pero de las cuales no perdura testimonio alguno), Kühn había redactado su sistema sólo para el período de ocho días que terminaba el 6 de diciembre. Además, siendo como era un sistema básicamente visual (con excepción de los anuncios comerciales por radio) presuponía la presencia de embarcaciones japonesas en aguas hawaiianas, en las zonas habituales de tránsito por las que pasaba periódicamente la flota norteamericana, entrando o saliendo de Pearl Harbor. La idea consistía en que unos sumergibles japoneses recogiesen las señales y transmitieran las noticias secretas de última hora a la fuerza de ataque del vicealmirante Nagumo.
El telegrama que Yoshikawa envió a Tokio con el sistema de señales de
Kühn fue entregado en las oficinas de la RCA (Radio Corporation of
America) en Honolulu, cifrado en la clave consular japonesa OITE.
Gracias a los esfuerzos del jefe de la oficina de contraespionaje del
14º distrito naval, el capitán Irving Mayfield, una copia perfecta de
este telegrama, con el texto completo, fue a parar a manos
norteamericanas (violando el secreto postal) ese mismo día.
Pero esa hazaña de Mayfield no sirvió para nada, ya que la clave OITE, en esos momentos, no era descrifrable por los criptógrafos en las Hawaii. Así fue como se perdió esta pista fundamental para conocer anticipadamente las intenciones japonesas. El telegrama fue finalmente elaborado el 11 de diciembre, cuatro días después del ataque y a ocho de haber sido captado.
No queda constancia alguna de que el sistema de señales de Kühn se pusiera en práctica. En mi opinión, el sistema de señales nunca se llegó a utilizar.
Pero esa hazaña de Mayfield no sirvió para nada, ya que la clave OITE, en esos momentos, no era descrifrable por los criptógrafos en las Hawaii. Así fue como se perdió esta pista fundamental para conocer anticipadamente las intenciones japonesas. El telegrama fue finalmente elaborado el 11 de diciembre, cuatro días después del ataque y a ocho de haber sido captado.
No queda constancia alguna de que el sistema de señales de Kühn se pusiera en práctica. En mi opinión, el sistema de señales nunca se llegó a utilizar.
Al día siguiente del ataque japonés a la Pacific Fleet en Pearl, Otto
Kühn fue arrestado y el 21 de febrero de 1942, justo 76 días después del
ataque, Bernard Otto Julius Kühn fue encontrado culpable de espionaje y
condenado a morir fusilado. Más tarde, mientras esperaba su sentencia
encarcelado en Sand Island, el 26 de octubre de 1942 la sentencia fue
conmutada por cincuenta años de trabajos forzados a cumplir en la
prisión de Alcatraz. Antes de cumplir su pena completamente, fue
deportado a Alemania. La esposa e hija de Otto Kühn también estuvieron
presas durante un tiempo, siendo posteriormente liberadas.
Es algo paradójico que una familia al completo trabajara para que, en un día tan familiar como es el domingo, los japoneses atacaran Pearl Harbor.
Es algo paradójico que una familia al completo trabajara para que, en un día tan familiar como es el domingo, los japoneses atacaran Pearl Harbor.
FUENTES CONSULTADAS
La guerra secreta! Número 109 enciclopedia la SGM, Codex 1969
El Sello Roto. Ladislas Farago. Bruguera 1974
http://www.trivia-library.com/a/pearl-harbor-and-the-japanese-spy-family-part-1.htm
http://www.fbi.gov/page2/feb05/kuehn022105.htm
La guerra secreta! Número 109 enciclopedia la SGM, Codex 1969
El Sello Roto. Ladislas Farago. Bruguera 1974
http://www.trivia-library.com/a/pearl-harbor-and-the-japanese-spy-family-part-1.htm
http://www.fbi.gov/page2/feb05/kuehn022105.htm
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