“No negocie con el gobierno castrista si no estamos
nosotros presentes”. Este fue el mensaje de un tal Guillermo Fariñas, quien se
define a sí mismo como opositor del gobierno cubano, al Presidente Barack
Obama.
Cuando yo era muchacho, estudiante de bachillerato,
agitador callejero que protestaba contra la dictadura de Batista, nunca se me
hubiera ocurrido decirle a Ike Eisenhower, Presidente estadounidense en ese
entonces, que no negociara con el Dictador si no nos incluía a nosotros en el
pastel del mando.
En realidad los problemas de los países deben resolverse
entre los ciudadanos que allí viven, excepto que nos encontremos en presencia
de un gobierno que masacra a las personas en la calle, allana sin razón las
moradas asesinando a sus ocupantes e impone normas basadas en la exclusión
sistemática de los ciudadanos respecto a los asuntos públicos.
En casos como esos la comunidad internacional tiene
obligaciones éticas, morales y pragmáticas para impedir cualquier tipo de
exterminio masivo a manos de un grupo de Poder.
Cuba en realidad no tiene parecido con el cuadro que
acabamos de describir. Por eso nos repugna escuchar solicitudes semejantes
provenientes de personas que suponen luchar por el bienestar de su país y no
por el mezquino deseo de derrocar un gobierno para sustituirlo en funciones.
Las palabras de Fariñas parecen buscar el apoyo del poderoso, más como una
fácil manera de llegar al Poder que por la comprensible actitud de pedir
reconocimiento a su lucha.
Fariñas se parece a aquellos que entre los años 1960 a
1965 querían derrocar al gobierno revolucionario de entonces, pero abandonaron
la Isla sin disparar un tiro ni participar en protesta alguna y desde el
exterior le pidieron al gobierno estadounidense que enviara los marines para
hacer el trabajo sucio, mientras ellos se preparaban para el regreso.
Más ponderada fueron las palabras de Berta Soler, otra
persona que se define de igual modo y quien dijo: “La libertad de Cuba depende
de nosotros los cubanos, no depende de ningún Gobierno. Pero sí debemos y
queremos contar con el apoyo moral y espiritual de los Gobiernos”.
La señora Soler, quien claramente carece de una buena
escolaridad, lo cual se nota en su falta de dicción y en la pobre sintaxis de
sus pronunciamientos, es sin dudas menos irrespetuosa que Fariñas respecto
a su cubanía.
Traemos a colación el tema, porque aunque ambos vieron
por breves minutos al Presidente Obama en Miami en casa de Jorge Más Santos, el
acontecimiento fue realmente más cuento que realidad.
Más Santos es hijo de quien fuera en una época el Niño de
Oro de las Administraciones estadounidenses en sus enfermizos planes por
derrocar al gobierno cubano.
La Fundación Nacional Cubanoamericana, fue fundada por su
padre y sirvió para disfrazar el matiz terrorista e insurreccional, que hasta
ese momento habían tenido las organizaciones que, desde el exterior, pretendían
derrotar el gobierno revolucionario de La Habana.
En realidad el disfraz duró poco. En la década del
noventa, a uno de sus ejecutivos le fue incautado un fusil calibre 50, en un
yate que se dirigía a Isla Margarita con el propósito de derribar el avión en
el que viajaría el Presidente cubano Fidel Castro a una reunión que se
celebraba en aquel balneario venezolano.
En esa misma década varias bombas fueron colocadas en
hoteles de La Habana. Los terroristas fueron apresados y según sus
declaraciones se supo que el también terrorista internacional Luis Posada
Carriles, protegido de Washington hasta los días de hoy, había planeado y
dirigido el tenebroso plan que ocasionó la muerte de un joven turista italiano.
El terrorista Carriles también dirigió el derribo de un avión de pasajeros en
el año 1976, al cual le colocaron una bomba en pleno vuelo. Su vida ha sido un
rosario de crímenes y un ejemplo de la doble moral de los gobiernos estadounidenses.
Luego de ser descubierto como el responsable de aquellas bombas, Posada admitió en una entrevista con la periodista Anne Louise Bardach que el financiamiento de sus operaciones provenía de la Fundación Nacional Cubano Americana.
El señor Más Santos convocó, en su residencia de
Pinecrest, en el Condado Miami Dade, a una serie de donantes para recaudar
dinero para el Partido Demócrata, aprovechando la visita a Miami del Presidente
Barack Obama.
En una jugada que conviene al empresario y también al
Presidente Obama, propuso que el tal Fariñas y la señora Soler estuviesen
presentes y así facilitar un breve encuentro de estas personas con el
Presidente.
Con semejante gesto Más Santos ha calmado los ánimos de
la señora Soler, quien criticó fuertemente a la Fundación cuando ésta denunció
que ciertos grupos que reciben dinero de Estados Unidos, supuestamente para
derrocar al gobierno cubano, estaban cometiendo fraudes. La auditoria demostró
la veracidad del la acusación.
Esa denuncia afectó en su momento los ingresos de la
señora Soler, quien vive de ese financiamiento del Departamento de Estado.
Al propio tiempo, con este gesto le concedió importancia
a Guillermo Fariñas, quien se hizo de un nombre inventando huelgas de hambre,
algunas de las cuales duraron meses y fueron de tal modo exageradas que lo
convirtieron en una especie de fakir cubano.
Pero el principal y verdadero objetivo de la reunión fue asegurarse el reconocimiento del Partido Demócrata, con miras a tener influencias en la Casa Blanca ante el posible triunfo de éste Partido en las elecciones del año 2016.
Al darle reconocimiento a personas dentro de la Isla, Más
Santos se acerca a la comunidad cubana que compone el verdadero Miami de hoy,
la cual tiene por norma sostener vínculos con su país, viajar con asiduidad a
la Isla y mantener distancia con quienes de una forma u otra, realizan
actividades dirigidas al derrocamiento ilícito del gobierno cubano. Estas
personas, en un alto porcentaje votan en las elecciones.
Acercándose a ellos el señor Santos recupera para sus
negocios, la influencia perdida, tras la muerte de su padre, dentro de los
medios políticos locales. La actitud crítica de esa nueva comunidad cubana,
cuyo nacimiento ha venido conformándose en los últimos treinta años, hacia los
viejos políticos de origen cubano, permitirá el surgimiento de nuevos
representantes locales, que obviamente serán controlados por capitales como el
del señor Más Santos.
No debemos olvidar tampoco que la familia Más Canosa no
vaciló en establecer vínculos comerciales con China, con lo cual no es de dudar
que exista un propósito oculto de invertir eventualmente en Cuba, ante la
perspectiva de los cambios que vienen realizándose en la Isla.
Obama es un buen aliado para el señor Más Santos quien
por razones generacionales”, confronta realidades diferentes a las de su padre
y reacciona consecuentemente para el bien de sus negocios y en aras de
fortalecer la influencia política de su familia y amigos.
Por su parte el señor Santos es un buen aliado para Obama
por cuanto aquel representa nuevos votos para el Partido Demócrata y una ayuda
eficaz para desplazar a los antiguos intereses republicanos del sur de La
Florida.
Curiosamente estamos presenciando que, al mismo tiempo
que en Cuba se reafirma el legado de Fidel Castro, definido por sus objetivos y
no por los accidentes coyunturales de la historia, Miami se aproxima a pasos
agigantados a la era Post Exilio, cuya leyenda y entramados resultan ajenos a
la generación de Más Santos y a los nuevos integrantes de la comunidad cubana
de Miami.
Todo indica que las realidades pueden más que la leyenda.
Con esto no estamos aprobando o desaprobando, sino plasmando la visión de una
realidad que difícilmente puede ser negada.
Así lo veo y así lo digo.
Lorenzo
Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
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