domingo, 26 de julio de 2015

Colombiano asciende de profesor a jefe del FBI en Nueva York



 Foto: AP en español

Diego Rodríguez, nacido en Colombia, enseñaba español en una escuela pública cuando el FBI quiso reclutarlo por primera vez a fines de los años 80 con la intención de incorporar personal de habla hispana para aumentar la diversidad. Su respuesta inicial fue "no, gracias. Estoy muy satisfecho enseñando".

Pero más tarde cambió de idea. Cuando ingresó en la agencia, trabajó principalmente en casos de drogas. Más de 25 años después, como director asistente a cargo de la oficina del FBI en Nueva York, supervisa a unos 2.000 agentes y algunos de los casos de terrorismo, tráfico de información privilegiada, fraude cibernético y corrupción pública.

Se trata de un cargo con enorme potencial de proyección pública. Pero mientras otros altos funcionarios de la aplicación de las leyes son reconocidos por el público, Rodríguez ha mantenido mayormente una presencia discreta en su primer semestre en el cargo, reflejando una manera de actuar que permite que los resultados de sus agentes sean elocuentes.

"Me intereso genuinamente en sus casos, pero no soy un detallista", afirmó el funcionario de 50 años de edad en una entrevista reciente en su oficina en el bajo Manhattan. "Ellos tienen su propia cadena de comando. El jefe de la oficina no debe inmiscuirse en determinados detalles".

Rodríguez proviene de un origen humilde: nació en Colombia y lo trajo su familia a la ciudad de Nueva York de infante. Pasó su infancia en un sector de Queens, de clase media, donde su padre lo entusiasmó por el fútbol llevándolo a ver jugar al legendario Pelé en el Cosmos de Nueva York.

Después de graduarse en la Universidad de St. John's y enseñar español en la escuela intermedia, cambió de carrera y recibió su primera asignación en una fuerza de tareas del FBI que investigaba lavado de dinero de grupos del narcotráfico sudamericanos y mexicanos. A lo largo de los años ocupó distintas funciones como investigador y supervisor en Puerto Rico, Miami y Washington antes de ser designado en 2010 director de la división penal en la oficina de Nueva York.

En esos momentos la división investigaba al magnate de Wall Street Raj Rajaratnam y su fondo de inversiones de riesgo Galleon. Fue la primera vez que la agencia apeló al método familiar en casos de hampones y narcos —interceptación telefónica— para escuchar conversaciones sobre manipulación de información privilegiada. El resultado fue que Rajaratnam fue a la cárcel y cumple una sentencia de 11 años.

El director del FBI James Comey lo escogió para dirigir la oficina de Nueva York el año pasado por considerar valiosa "su experiencia táctica y su estilo de supervisión considerado y motivador".

Rodríguez llegó en momentos en que la agencia enfrentaba una amenaza terrorista creciente: los llamamientos del grupo extremista Estado Islámico por internet para motivar ataques individuales en suelo estadounidense.

El Estado Islámico "es muy efectivo en las redes sociales manipulando a la gente y haciéndole pensar lo que ellos quieren que piensen", comentó. "Es como las pandillas que medran con los jóvenes vulnerables que no tienen dónde ir".

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