¿Pudo ser Kennedy asesinado en Miami cuatro días
antes de su homicidio?
Percy Francisco Alvarado Godoy
Kennedy en la morgue |
De acuerdo con un artículo aparecido el 16 de octubre de 2009 en el New
York Times bajo la firma de Scott Shane, todo parece indicar que la Agencia Central de
Inteligencia de los Estados (CIA) Unidos
está haciendo lo imposible por evitar la
desclasificación de sus archivos secretos relacionados con el asesinato de ex
presidente norteamericano John F.
Kennedy, ocurrido el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas.
En los cerca de 295 documentos secretos que la Agencia se niega a
desclasificar, podrían aparecer los
estrechos vínculos de la misma con contrarrevolucionarios cubanos, quienes han
sido reiteradamente acusados de haber sido los ejecutores directos del magnicidio que estremeció al mundo en la
década de los 60. Algunos de los documentos en cuestión se refieren a la
actividad del oficial de la CIA George
E. Joannides, quien se encargó en aquellos años de dirigir y controlar la
actividad de decenas de terroristas como Luis Posada Carriles, Félix Rodríguez
Mendigutía, Antonio Veciana Blanch, Jorge Mas Canosa y otros, desde su cargo
como Jefe de guerra sicológica de la estación
JMWAVE en Miami.
Sospechosamente, la CIA nombró a Joannides en 1978 como su contacto
oficial con la comisión del Congreso norteamericano, denominada Comité Selecto Sobre Asesinatos de la Cámara
de Representantes, encargada de investigar el magnicidio de 1963. Su tarea
principal fue, desde luego, mantener al
Congreso desinformado de la oscura conspiración que dio al traste con la
vida del controvertido mandatario y proteger a la vez a la CIA de cualquier
sospecha, tal como fue descubierto en el 2001 por el periodista del Washington
Post Jefferson Morley, quien durante años se ha dedicado a desentrañar las
ocultas maquinaciones de la Agencia en torno al magnicidio de Dallas.
Incansable batallador, Morley presentó una querella legal contra la CIA
ante el Tribunal Federal de Washington, la que desembocó en una próxima
audiencia ante el juez Richard J. Leon,
en noviembre de este año, con el fin de obligar a la misma a
desclasificar importantes documentos sobre su actividad y, particularmente,
sobre las relaciones entre oficiales de la CIA pertenecientes a la estación
JM/WAVE con testaferros y terroristas de origen cubano.
En una entrevista realizada por José Pertierra y publicada hoy en
Cubadebate, Jefferson Morley profundiza aún más sobre el resultado de sus
investigaciones en torno al papel jugado por la CIA. De acuerdo con él:
● George E. Joannides era el
hombre de la CIA que tenía como tarea controlar y dirigir a los cubanos de
Miami que se encargaban de las operaciones contra Cuba a principios de los años
60. Específicamente, estaba encargado de controlar al Directorio Revolucionario
Estudiantil (DRE).
● Sus líderes eran Alberto
Muller, Ernesto Travieso y Juan Manual Salvat.
Este último después fundó una librería en la Calle 8 de Miami, llamada
Librería Universal. Uno de sus
militantes era el joven Jorge Mas Canosa, quién después fundaría la Fundación
Nacional Cubanoamericana (FNCA). El DRE
operaba desde Miami bajo la dirección de un par de importantes oficiales de la CIA:
David Phillips y Howard Hunt.
● Una de las más celebres de sus operaciones
violentas contra Cuba ocurrió en agosto de 1962, cuando Salvat y un grupo de
militantes del DRE (…) se dirigieron a Cuba desde Miami (…) y atacaron a medianoche el Hotel Rosita de
Hornedo, (…) Entre los militantes del DRE que atacaron el hotel esa noche
estaba José Basulto, quien después fundó la organización Hermanos al Rescate en
1995.
● En agosto de 1963, miembros
del DRE en New Orleáns tuvieron una serie de encuentros con Lee Harvey
Oswald. Después del asesinato del
Presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963, los miembros del DRE difundieron
una campaña publicitaria para insinuar que Castro fue quien asesinó a Kennedy,
porque Oswald supuestamente estaba afiliado con Cuba y con la Unión Soviética.
La verdad es que tanto Joannides, David Attle Phillips, Howard Hunt y
otros oficiales de la CIA eran los encargados de monitores la actividad de
grupúsculos terroristas como el DRE, asignándoles tareas operativas y
financiando su actividad con pingües sumas de dinero.
A las sospechas de Morley sobre los turbios manejos de la CIA para
escamotear la verdad sobre el asesinato de Kennedy, se sumaron en los próximos
tiempos otros investigadores, periodistas y funcionarios como el juez federal
de Minnesota, John R. Tunheim y Gerald Posner, autor de Caso Cerrado, donde
examinó varios aspectos de la conspiración anti Kennedy.
Por su parte, el investigador cubano más identificado con los
pormenores de la conspiración contra Kennedy, el general Fabián Escalante Font,
ex viceministro del Ministerio del Interior de Cuba, ha ofrecido en varios
libros y entrevistas diversos elementos que prueban la confabulación del CIA
con la contrarrevolución cubana para cometer el magnicidio de Dallas. Tal es el caso de "La Guerra Secreta:
Operaciones Encubiertas de la CIA Contra Cuba, 1959-1962", y "El
Complot", escritos por Escalante en los últimos años.
Según este investigador, solo los miembros de la llamada Operación 40, un
operativo de la CIA creado con la bendición del Consejo Nacional de Seguridad, poseían las habilidades requeridas para
perpetrar el magnicidio, destacándose entre ellos los norteamericanos David Sánchez
Morales, David Attle Phillips, Howard Hunt, Barry Seal, William Harvey, Frank
Sturgis, Gerry Hemming, John Rosselli y
Porter Goss. Por su parte, entre los cubanos pertenecientes a este operativo de
la CIA se encontraban Luis Posada Carriles, Orlando Bosch Ávila, Félix
Rodríguez Mendigutía, los hermanos Novo Sampoll, José Dionisio Suárez Esquivel,
José Basulto León, José Miguel Battle, Pedro Luis Díaz Lanz, Gaspar Jiménez
Escobedo, Rafael Quintero Ibarbia, Ricardo Morales Navarrete, Eugenio Rolando
Martínez, Antonio Veciana Blanch, Rolando Mansferrer Rojas, Pedro Crispín Remón
Rodríguez, Antonio Cuesta del Valle, Manuel Artime Buesa, Herminio Díaz García,
Eduardo Arocena Pérez, Jorge Mas Canosa, Jorge Robreño, Juan Manuel Salvat
Roque, Andrés Nazario Sargent, Virgilio González, José Joaquín Sanjenis Perdomo, Virgilio Paz
Zamora, Alvin Ross Díaz, Manuel Rodríguez Orcaberro y Eladio Ceferino del Valle.
Casi todos ellos se involucraron en el asesinato de
Kennedy como ejecutores directos o como copartícipes en la conspiración
homicida.
VARIOS MIEMBROS DE LA OPERACIÓN 40 ESTABAN
SOSPECHOSAMENTE EN DALLAS CUANDO KENNEDY
FUE ASESINADO.
Con independencia de
decenas de teorías que involucraron a diferentes
gobiernos y a servicios de inteligencia
extranjeros con el magnicidio perpetrado contra Kennedy a las 12:30 del
mediodía del viernes 22 de noviembre de
1963 en Dallas, Texas, muchas de ellas burdas tapaderas para esconder la
verdad, así como al crimen
organizado y a sectores de la
ultraderecha norteamericana, muchos hechos apuntan directamente a la CIA y a
sus asalariados de la contrarrevolución cubana radicados en Estados Unidos como
comisores de este execrable crimen. A los 42 años de edad John Fitzgerald
Kennedy, el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, pagó con su vida
sus desavenencias con la poderosa Agencia Central de Inteligencia.
La CIA se encontraba
seriamente amenazada por Kennedy en esos tiempos a causa de sus probados
fracasos en contra de la Revolución Cubana y por los métodos empleados por ésta
a nivel internacional. Para entonces, Kennedy le había expresado a uno de sus
cercanos colaboradores, Clark Clifford, lo siguiente: "Algo muy malo está ocurriendo dentro de la CIA y quiero saber qué
es. Quiero desmantelar en mil pedazos a la CIA y moverlos a los cuatro
vientos."
La CIA supo encontrar
a dos aliados incondicionales para
llevar a cabo el asesinato de Kennedy: el crimen organizado y la
contrarrevolución cubana radicada en Estados Unidos. En el primer caso, la mafia norteamericana se veía sometida a
una fuerte presión y combate por parte de la administración de Kennedy, así
como tildaban al presidente de débil ante la Revolución Cubana que había
expropiado sus casinos y prohibido el juego en la Isla. Es por ello que Santos
Trafficante, Sam Giancana, John Roselli y otros mafiosos, se involucraron de inmediato en el magnicidio contra Kennedy, de la misma
manera que anteriormente ellos lo habían hecho contra Fidel Castro. En el segundo caso,
la contrarrevolución cubana cuestionó seriamente el papel de Kennedy al
negarles su apoyo en el bochornoso desenlace de la invasión por Playa Girón. Nunca
fue perdonado por esto y lo sentenciaron a muerte en varios discursos y
manifestaciones.
A contra tono con las
aseveraciones de las distintas comisiones e investigadores nombrados por el
gobierno norteamericano, que han negado en unos casos la existencia de una
conspiración y, en otros, la presencia
de varios tiradores en la escena del magnicidio, la Plaza Daley de Dallas, se
conoció la presencia de varios miembros de la Operación 40 en el citado lugar,
en el mismo momento del crimen.
Realmente no fue solo
Lee Harvey Oswald quien disparó contra Kennedy. Aunque fueron tres los
proyectiles disparados contra el presidente, se sabe que otros tiradores
dispararon al mismo tiempo contra la limousine
presidencial. Los dos equipos de tiradores fueron dirigidos por Jack
Ruby, asesino de la mafia, y por Frank Sturgis, uno de los miembros del team de
la CIA, en el que se encontraban los dos tiradores reconocidos como Eladio del Valle y Herminio Díaz. Otros
francotiradores fueron Howard Hunt y Frank Sturgis. Todos, por supuesto,
escaparon sin ser molestados por la Policía de Dallas, ni por el Servicio
Secreto, ni por el FBI.
Conjuntamente con
estos elementos, hay otros hechos que confirman la presencia de
contrarrevolucionarios cubanos en el momento en que se efectuó el asesinato de
John F. Kennedy, así como su involucramiento en la conspiración para cometerlo.
Estos son:
●
Declaración de una agente de la CIA, Marita Lorentz, ante el Comité Selecto de la Cámara de Representantes:
Esta persona testimonió el 31 de mayo de 1978 que estuvo presente en la reunión efectuada en
casa de Orlando Bosch Ávila, en septiembre de 1963, en la que participaron Lee Harvey Oswald, Frank Sturgis, Pedro Luis
Díaz Lanz y el propio Bosch.
Según ella, el 15 de noviembre partió
de Miami una caravana de dos autos con destino a Dallas, Texas, en la que ella
viajó junto a Gerry Patrick Hemming, los
hermanos Novo Sampoll, Pedro Luis Díaz Lanz, Frank Sturgis, Orlando Bosch y Lee
Harvey Oswald. En un punto del viaje fueron contactados por Jack Ruby.
Citados por la Comisión, varios de
ellos negaron las afirmaciones de Lorenz ante los miembros del Congreso.
Orlando Bosch, según consta en JFK
Document No. 009363, p.2, negó haber participado en el viaje, aunque no negó
contactos con la agente de la CIA en 1962. Lo mismo hizo por su parte Gerry
Patrick Hemming, así como Frank Sturgis y Pedro Luis Díaz Lanz.
●
Papel de Luis Posada Carriles: Por su parte, Chauncey Holt, vinculado
a la CIA y a la mafia de Trafficante, reconoció haber visto en Dallas por esa
fecha a Luis Posada Carriles. No se descarta que el criminal de Barbados haya
participado como francotirador, pues ésta era una de sus habilidades
reconocidas por la CIA cuando integró la Operación 40.
●
Implicación de Alpha 66: Manuel Rodríguez Orcarberro, vinculado
a la dirección de Alpha 66, viajó a
Dallas dos meses antes del magnicidio, usando la casa de Jorge Salazar, ubicada
en el 3126 Harlandale Avenue, en Dallas, como centro de mando de la operación
magnicida. De esa vivienda salieron al menos varios de los asesinos con
sofisticados fusiles dotados de mirillas
telescópicas y otro armamento de apoyo, entre los que se encontraban Eladio Ceferino
del Valle y Herminio Díaz García.
LA SUERTE FATAL DE
LOS ASESINOS DE KENNEDY.
Sabido es que la CIA
es experta en hacer desaparecer aquellos cabos sueltos que pueden poner en
peligro sus oscuras y criminales operaciones encubiertas, sobre todo si las
mismas la comprometen en acciones dentro del territorio norteamericano, lo cual
tiene expresamente prohibido y viola con
frecuencia.
No es desconocido
para el público el destino sufrido por algunos de los implicados como Lee
Harvey Oswald y Jack Ruby, aunque la suerte fatal de otros implicados aún
permanece en dudoso esclarecimiento. Tales son los casos de John Roselli,
Eladio Ceferino del Valle y David W. Ferrie.
●
John Rosselli, participante en la conspiración magnicida de Dallas y
reconocido como vínculo entre la CIA y el capo mafioso Santos Trafficante, fue
salvajemente asesinado y descuartizado el 9 de agosto de 1976, sin que se
conocieran sus asesinos. Estos colocaron sus miembros, al viejo estilo de Jack
el Destripador, dentro de un barril de petróleo que apareció flotando en
Biscayne Bay, en Miami.
● Otro implicado, David W. Ferrie,
había manifestado públicamente su odio hacia Kennedy en un discurso realizado
en Nueva Orleans en julio de 1961. Estuvo vinculado con el Frente
Revolucionario Democrático Cubano de Nueva Orleans, llegando incluso a robar
cuantiosas armas y explosivos de un depósito oficial en Houma, Luisiana, para
preparar agresiones contra Cuba.
Temiendo la CIA que Ferrie hablara
sobre su participación en la conspiración contra Kennedy, fue asesinado el 22 de febrero de 1967 en su apartamento en la
ciudad de Nueva Orleans. Aunque el dictamen No. W67-2-255 del médico forense de
Nueva Orleans, Ronald A. Gales MD, asumió
oficialmente que la causa de la muerte fue un aneurisma de Berry, aparecieron
dos sospechosas notas del occiso declarando que se suicidaría.
El cuerpo de Ferrie, marcado con etiqueta de identificación NOPD #
1440, se llevó a la tumba el secreto de las verdaderas causas de su deceso. No
hay dudas que la mano de la CIA intervino para deshacerse de este eslabón
comprometedor.
●
Eladio Ceferino del Valle Gutiérrez (Lado) fue otro de los ejecutores
directos del presidente Kennedy y constituía un peligroso testigo de la
conspiración de la CIA contra el extinto presidente. Tanto él como Ferrie,
citados para testificar ante la Comisión del Congreso, estaban predestinados a desaparecer de cualquier
manera. Había sido sub campeón de tiro en el pasado y uno de los miembros de la corruptela política en Cuba pre
revolucionaria. Se incorporó como piloto en actividades clandestinas de la CIA y
llegó a ser el Presidente del Comité por Cuba Libre de la Florida, una de las
tantas organizaciones financiadas por la Agencia en su guerra sucia contra
Cuba.
De acuerdo con el Certificado de la
autopsia, emitido el 23 de febrero de
1967 por el forense Peter L. Lardizabal MD, un día después de su muerte, Lado murió de varios disparos y de un
machetazo en la cabeza, a los 45 años de edad. El crimen contra él se realizó
en un lugar desconocido, pero su cadáver apareció en la esquina de 37 Avenue NW
7th Street, dictaminándose su deceso a la una y media de la madrugada de ese
mismo día.
Según el Investigador de la Policía de
Miami, el detective Giordano, el occiso
fue encontrado dentro de un auto Cadillac
Fleetwood del año 1966, en la parte
trasera del mismo, sin que existieran trazas toxicológicas en el cuerpo.
Como era de suponerse, nunca
aparecieron los culpables de este homicidio, en realidad una rendición de
cuentas de la CIA a quien fue uno de sus comprometedores servidores.
● Herminio Díaz García fue otro de los implicados directos en el
asesinato de Kennedy y estuvo vinculado al crimen organizado. Desde su arribo a
Miami en 1963 se vinculó a Tony Varona y
a las organizaciones contrarrevolucionarias que pululaban en esa ciudad.
Participó dentro de la Operación 40 de la CIA, participando en un frustrado
atentado contra Fidel Castro en diciembre de 1963.
Aunque pudo escapar de las manos de la
CIA, Díaz García pereció el 29 de mayo de 1966 cuando trató de infiltrarse en
la zona del Monte Barreto, en Miramar. Traía como misión el asesinato del entonces presidente cubano Osvaldo Dorticós
Torrado y, posteriormente, ametrallar instalaciones hoteleras ubicadas en el
norte de Ciudad de la Habana.
● Otros implicados escaparon de las manos de la
CIA sirviéndola fielmente en otras
actividades subversivas en años posteriores, pero siempre dispuestos a
chantajearla ante la más mínima amenaza. Tales han sido los casos de Luis
Posada Carriles, Orlando Bosch Ávila, Félix Rodríguez Mendigutía, José Basulto
y otros terroristas, quienes han acudido reiteradamente ante sus jefes de la
Agencia para procurarse impunidad ante sus crímenes y una vía de escape ante
las dificultades que han enfrentado.
Todos conocen que actualmente Luis
Posada Carriles amenaza y chantajea, sin remilgo alguno, al gobierno norteamericano, evitando ser
juzgado por sus crímenes o deportado a otros países que lo reclaman para ser
enjuiciado.
En una entrevista concedida a Fonzi,
el terrorista Antonio Veciana Blanch le confesó: "Yo tengo información muy gorda, pero esa la guardo porque es mi
seguro de vida".
David Attle Phillips (Maurice
Bishop) fue el oficial CIA que atendió a
Veciana en Miami y quien le orientó la creación del grupo terrorista Alpha 66,
implicado en el magnicidio de Dallas y en múltiples acciones terroristas contra
Cuba. En encuentro de Veciana con Attle Phillips reconoció haber visto en
alguna ocasión a Lee Harvey Oswald.
Según aparece en un
documento del gobierno norteamericano con referencia R-759-2-91 / 2, el 9 de enero de 1963 09 Veciana envió a Elizabeth T. Babcock, vecina de Woodbury, Long
Island, New York, una carta donde relata las acciones de Alpha 66 contra Cuba.
Esta persona los entregó al FBI y la misma llegó directamente al Fiscal General
Robert Kennedy, quien hizo caso omiso al
peligroso papel de Alpha 66 y su violación de la Ley de Neutralidad.
Otro de los implicados en el
magnicidio de Dallas, Frank Sturgis, reconoció el 7 de mayo de 1990 ante un
periodista del San Francisco Chronicle, que Richard Nixon estuvo interesado en
escamotear la verdad sobre el asesinato de Kennedy, a la par que reconocía su
participación en este hecho, cuando declaró: "… la razón por la que nosotros robamos en Watergate fue porque
Nixon estaba interesado en parar las filtraciones de noticias relacionadas con
las fotos de nuestro rol en el asesinato del Presidente John F. Kennedy."
Otro servidor de la CIA vinculado a la
Operación 40 y al asesinato de Kennedy, quien después participaría en la
operación para suministrar armas a la contra nicaragüense desde Ilopango y que
dio origen al escándalo Irán-Contras, Rafael
Quintero Ibarbia, fallecido el 24 de octubre de 1966, siempre se mantuvo
temeroso de que ésta lo eliminara. Por eso la sirvió sin rechistar, aunque no
dejó de declarar: “Si yo alguna vez digo
lo que yo sé sobre Dallas y Bahía de Cochinos, eso sería el mayor escándalo que
jamás haya sacudido a la nación."
Rafael "Chi Chi" Quintero, unido a fuertes lazos de amistad con Luis
Posada Carriles y a Félix Rodríguez
Mendigutía, fue reclutado por la CIA en 1960 y actuó dentro del Movimiento de
Recuperación Revolucionaria (MRR). Fue quien involucró a Posada Carriles con
las actividades de la CIA en la década de los 80.
KENNEDY ESTUVO EN PELIGRO EN MIAMI
CUATRO DIAS ANTES DE SU ASESINATO.
Existen numerosos expedientes de la
Policía de Miami que pueden esclarecer la peligrosidad de los grupos
contrarrevolucionarios radicados en Miami y cómo los mismos valoraron realizar
fuertes acciones contra Kennedy durante la visita que el mismo realizó el 18 de
noviembre a esa ciudad, con vistas a inaugurar un evento de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP).
Solo algunos de ellos han podido ser
desclasificados de la censura impuesta por el Estatuto de la Florida 119.07.3
(d), pero permiten conocer de manera aproximada el estado de opinión de la
contrarrevolución miamense hacia Kennedy, luego de que éste negara el apoyo
aéreo norteamericano a la invasión de Playa Girón.
En un reporte de la Oficina del
Sheriff de Miami y del departamento de Seguridad Pública, emitido el 19 de
noviembre de 1963 por el Teniente L J Van Buskirk de la Sección de Inteligencia
Criminal, tres días antes del asesinato de Kennedy y mientras éste visitaba esa
ciudad, se dio a conocer que de acuerdo con el caso 71498 F se había recibido
una tarjeta el día anterior con amenazas
al presidente. La citada tarjeta recibida el 16 de noviembre decía: “Los
comandos cubanos tienen bombas listas para matar a JFK”.
El 30 de diciembre de 1963, ya
consumado el magnicidio, el entonces jefe del Servicio Secreto de Estados
Unidos, James J. Rowley, recibió un
informe escrito por el Agente Especial L F de Freese sobre la pasada visita de
Kennedy a Miami en la que se involucró a Orlando Bosch Ávila, entonces jefe
del Movimiento de Recuperación
Revolucionaria (MRR) con una protesta contra el mandatario norteamericano, tal
como se recoge en el mensaje interno NBR 6225.
Según cita el documento, se identifica a Bosch de la
siguiente manera: “Orlando Bosch Avila,
nacido en Cuba el 18 de agosto de 1926, entró en Miami, Florida, el 28 de julio
de 1960, y se le asigna el Servicio de Inmigración N º A 11 881 810. En la
actualidad labora como pediatra para el
Servicio de Salud Pública del Condado de Dade, y reside en el 2121 SW 11th
Street, Miami, Florida.”
De acuerdo con las fuentes policiales
de Miami, Orlando Bosch Ávila fue entrevistado personalmente en su residencia y
negó las acusaciones. Se le advirtió que
sería responsable de cualquier incidente provocado contra Kennedy en Miami. Sin
embargo, Marita Lorenz lo involucró en un viaje a Dallas y confabulado con el
magnicidio del 22 noviembre de 1963.
Bosch acusó en más de una oportunidad
al presidente Kennedy de tomar en serio a los “luchadores” de origen cubano
radicados en Miami. En un artículo titulado "La tragedia de Cuba",
acusó al entonces presidente de Estados
Unidos de debilidad ante Cuba y de no comprometerse realmente con la
destrucción de la Revolución Cubana. Envió una copia al presidente Kennedy para
darle a conocer sus opiniones.
Otro incidente preparado contra
Kennedy en su visita del 18 de noviembre de 1963 a Miami, fue llevado a cabo
por contrarrevolucionarios vinculados a la Brigada Invasora 2506. En ese
entonces, la Unidad de Inteligencia del Departamento de Policía de Miami, reconoció
disponer de información de que Enrique
Llaca, Jr., así como Roberto Torres Fernández, Antonio Franco, René Gutiérrez
Quintanilla y Raúl Artiles, integrantes de la Brigada 2506, previeron realizar
manifestaciones contra Kennedy. Enrique Llaca, Jr. y René Gutiérrez
Quintanilla, fueron convocados en la unidad de inteligencia del Departamento de
Policía de Miami y se les advirtió que se abstuvieran de realizar cualquier
acto de hostilidad contra el presidente.
El clima anti Kennedy existente en Miami en
1963 llevó al Servicio Secreto, a la Policía Metropolitana y al FBI a tomar
fuertes medidas de protección hacia el presidente. Un informe al jefe del
Servicio Secreto de EE.UU., fechado días
después, detalla las medidas de seguridad adoptadas en Miami, tanto para
garantizar la seguridad del mandatario en el Aeropuerto Internacional de Miami,
el en Hotel Panamericana donde se realizó el encuentro de la SIP, así como
durante el recorrido por la Ciudad.
En un informe dirigido a James J.
Rowley, Jefe del Servicio Secreto de
EE.UU., el 30 de diciembre 1963, por John
A. Marshall, Agente Especial a Cargo del Secret Service, y por el Agente
Especial Ernest I. Aragón, se pudo conocer que previo a la visita de
Kennedy a Miami se realizaron reuniones de coordinación entre la CIA, el FBI y
la Policía de Miami para establecer el control de las actividades de los grupos
terroristas cubanos asentados en esa ciudad. De esta reunión salieron como
acuerdos:
● Mantener un estricto control sobre
los integrantes de la Brigada 2506. En esta dirección, mantener contactos con
los jefes de la Brigada como Juan José Peruyero Rodríguez, Andrés Aurelio Bassols
Pozo y Rodolfo Corondo Quintana, para
mantener controlados a sus miembros.
●
Ejercer vigilancia contra Pedro Díaz Lanz, quien había manifestado
intenciones de acosar verbalmente al presidente Kennedy y acusarlo de
traicionar a “los exiliados”.
En tal sentido, se estableció
vigilancia sobre el mismo y sobre su vivienda
situada en el 120 St SW 71. Ave., Miami,
Fla.
Como medida profiláctica el
funcionario Charles Yeager presionó a Díaz Lanz para que se mantuviera alejado
del presidente durante su visita a Miami.
● Otro objetivo de la vigilancia de
las autoridades de Miami fue el doctor Emilio Núñez Portuondo, quien en un discurso
durante un homenaje al antiguo propietario del Diario de la Marina en el
Bayfront Park de Miami, José Ignacio Rivero, atacó duramente a Kennedy
ante cerca de 6 000 personas. Díaz Lanz estuvo presente en el acto.
CONCLUSIONES
La probada participación de la mafia
contrarrevolucionaria de Miami en el magnicidio cometido contra Kennedy ha sido
ampliamente probada, aunque existen todavía muchos elementos por descubrir.
Es posible que algunos elementos que
se sintieron defraudados por Kennedy
hayan planificado o pensado en su asesinato durante su visita a Miami en
noviembre de 1963, pero la CIA, el FBI y las autoridades locales se encargaron
de persuadirlos de no realizar acción alguna contra él. La causa principal pudo
haber sido no una eficiente respuesta de los mismos en asuntos de seguridad
presidencial, sino el hecho de que la conspiración magnicida ya había empezado
a mover sus criminales engranajes y John Fitzgerald Kennedy estaba pre sentenciado
a morir en Dallas cuatro días después.
Para la CIA no era oportuno que el
magnicidio tuviera lugar en Miami, donde se encontraba su mayor centro
operacional en el Hemisferio Occidental y donde podían ser comprometidos de
manera más evidente sus vínculos con la mafia terrorista de que pululaba en esa
ciudad.
La verdad total y completa aparecerá
algún día no muy lejano.
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