jueves, 8 de diciembre de 2011

La conspiración de la CIA y la contrarrevolución cubana en el asesinato de Kennedy.

¿Pudo ser Kennedy asesinado en Miami cuatro días antes de su homicidio?   
    
Percy Francisco Alvarado Godoy
Kennedy en la morgue

De acuerdo con un artículo aparecido el 16 de octubre de 2009 en el New York Times bajo la firma de Scott Shane,  todo parece indicar que la Agencia Central de Inteligencia de los Estados (CIA)  Unidos está haciendo lo imposible  por evitar la desclasificación de sus archivos secretos relacionados con el asesinato de ex presidente norteamericano  John F. Kennedy, ocurrido el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas.
En los cerca de 295 documentos secretos que la Agencia se niega a desclasificar,  podrían aparecer los estrechos vínculos de la misma con contrarrevolucionarios cubanos, quienes han sido reiteradamente acusados de haber sido los ejecutores directos  del magnicidio que estremeció al mundo en la década de los 60. Algunos de los documentos en cuestión se refieren a la actividad del oficial de la CIA  George E. Joannides, quien se encargó en aquellos años de dirigir y controlar la actividad de decenas de terroristas como Luis Posada Carriles, Félix Rodríguez Mendigutía, Antonio Veciana Blanch, Jorge Mas Canosa y otros, desde su cargo como Jefe de guerra sicológica de la estación  JMWAVE en Miami. 
Sospechosamente, la CIA nombró a Joannides en 1978 como su contacto oficial con la comisión del Congreso norteamericano, denominada  Comité Selecto Sobre Asesinatos de la Cámara de Representantes, encargada de investigar el magnicidio de 1963. Su tarea principal fue, desde luego, mantener al  Congreso desinformado de la oscura conspiración que dio al traste con la vida del controvertido mandatario y proteger a la vez a la CIA de cualquier sospecha, tal como fue descubierto en el 2001 por el periodista del Washington Post Jefferson Morley, quien durante años se ha dedicado a desentrañar las ocultas maquinaciones de la Agencia en torno al magnicidio de Dallas.
Incansable batallador, Morley presentó una querella legal contra la CIA ante el Tribunal Federal de Washington, la que desembocó en una próxima audiencia ante el juez Richard J. Leon,  en noviembre de este año, con el fin de obligar a la misma a desclasificar importantes documentos sobre su actividad y, particularmente, sobre las relaciones entre oficiales de la CIA pertenecientes a la estación JM/WAVE con testaferros y terroristas de origen cubano.
En una entrevista realizada por José Pertierra y publicada hoy en Cubadebate, Jefferson Morley profundiza aún más sobre el resultado de sus investigaciones en torno al papel jugado por la CIA. De acuerdo con él:
  George E. Joannides era el hombre de la CIA que tenía como tarea controlar y dirigir a los cubanos de Miami que se encargaban de las operaciones contra Cuba a principios de los años 60. Específicamente, estaba encargado de controlar al Directorio Revolucionario Estudiantil (DRE). 
  Sus líderes eran Alberto Muller, Ernesto Travieso y Juan Manual Salvat.  Este último después fundó una librería en la Calle 8 de Miami, llamada Librería Universal.  Uno de sus militantes era el joven Jorge Mas Canosa, quién después fundaría la Fundación Nacional Cubanoamericana (FNCA).  El DRE operaba desde Miami bajo la dirección de un par de importantes oficiales de la CIA: David Phillips y Howard Hunt.
  Una de las más celebres de sus operaciones violentas contra Cuba ocurrió en agosto de 1962, cuando Salvat y un grupo de militantes del DRE (…) se dirigieron a Cuba desde Miami (…)  y atacaron a medianoche el Hotel Rosita de Hornedo, (…) Entre los militantes del DRE que atacaron el hotel esa noche estaba José Basulto, quien después fundó la organización Hermanos al Rescate en 1995. 
  En agosto de 1963, miembros del DRE en New Orleáns tuvieron una serie de encuentros con Lee Harvey Oswald.  Después del asesinato del Presidente Kennedy el 22 de noviembre de 1963, los miembros del DRE difundieron una campaña publicitaria para insinuar que Castro fue quien asesinó a Kennedy, porque Oswald supuestamente estaba afiliado con Cuba y con la Unión Soviética.
La verdad es que tanto Joannides, David Attle Phillips, Howard Hunt y otros oficiales de la CIA eran los encargados de monitores la actividad de grupúsculos terroristas como el DRE, asignándoles tareas operativas y financiando su actividad con pingües sumas de dinero.  
A las sospechas de Morley sobre los turbios manejos de la CIA para escamotear la verdad sobre el asesinato de Kennedy, se sumaron en los próximos tiempos otros investigadores, periodistas y funcionarios como el juez federal de Minnesota, John R. Tunheim y Gerald Posner, autor de Caso Cerrado, donde examinó varios aspectos de la conspiración anti Kennedy.
Por su parte, el investigador cubano más identificado con los pormenores de la conspiración contra Kennedy, el general Fabián Escalante Font, ex viceministro del Ministerio del Interior de Cuba, ha ofrecido en varios libros y entrevistas diversos elementos que prueban la confabulación del CIA con la contrarrevolución cubana para cometer el magnicidio de Dallas.  Tal es el caso de "La Guerra Secreta: Operaciones Encubiertas de la CIA Contra Cuba, 1959-1962", y "El Complot", escritos por Escalante en los últimos años.
Según este investigador,  solo los miembros de la llamada Operación 40, un operativo de la CIA creado con la bendición del  Consejo Nacional de Seguridad,  poseían las habilidades requeridas para perpetrar el magnicidio, destacándose entre ellos los norteamericanos David Sánchez Morales, David Attle Phillips, Howard Hunt, Barry Seal, William Harvey, Frank Sturgis, Gerry Hemming, John Rosselli  y Porter Goss. Por su parte, entre los cubanos pertenecientes a este operativo de la CIA se encontraban Luis Posada Carriles, Orlando Bosch Ávila, Félix Rodríguez Mendigutía, los hermanos Novo Sampoll, José Dionisio Suárez Esquivel, José Basulto León, José Miguel Battle, Pedro Luis Díaz Lanz, Gaspar Jiménez Escobedo, Rafael Quintero Ibarbia, Ricardo Morales Navarrete, Eugenio Rolando Martínez, Antonio Veciana Blanch, Rolando Mansferrer Rojas, Pedro Crispín Remón Rodríguez, Antonio Cuesta del Valle, Manuel Artime Buesa, Herminio Díaz García, Eduardo Arocena Pérez, Jorge Mas Canosa, Jorge Robreño, Juan Manuel Salvat Roque, Andrés Nazario Sargent, Virgilio González,  José Joaquín Sanjenis Perdomo, Virgilio Paz Zamora, Alvin Ross Díaz, Manuel Rodríguez Orcaberro y  Eladio Ceferino del Valle.
Casi todos  ellos se involucraron en el asesinato de Kennedy como ejecutores directos o como copartícipes en la conspiración homicida.
VARIOS  MIEMBROS DE LA OPERACIÓN 40 ESTABAN SOSPECHOSAMENTE  EN DALLAS CUANDO KENNEDY FUE ASESINADO.
Con independencia de decenas de teorías que involucraron a  diferentes gobiernos y  a servicios de inteligencia extranjeros con el magnicidio perpetrado contra Kennedy a las 12:30 del mediodía del  viernes 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas, muchas de ellas burdas tapaderas para esconder la verdad, así como  al crimen organizado  y a sectores de la ultraderecha norteamericana, muchos hechos apuntan directamente a la CIA y a sus asalariados de la contrarrevolución cubana radicados en Estados Unidos como comisores de este execrable crimen. A los 42 años de edad John Fitzgerald Kennedy, el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, pagó con su vida sus desavenencias con la poderosa Agencia Central de Inteligencia.
La CIA se encontraba seriamente amenazada por Kennedy en esos tiempos a causa de sus probados fracasos en contra de la Revolución Cubana y por los métodos empleados por ésta a nivel internacional. Para entonces, Kennedy le había expresado a uno de sus cercanos colaboradores, Clark Clifford, lo siguiente: "Algo muy malo está ocurriendo dentro de la CIA y quiero saber qué es. Quiero desmantelar en mil pedazos a la CIA y moverlos a los cuatro vientos."
La CIA supo encontrar a dos  aliados incondicionales para llevar a cabo el asesinato de Kennedy: el crimen organizado y la contrarrevolución cubana radicada en Estados Unidos. En el primer caso,  la mafia norteamericana se veía sometida a una fuerte presión y combate por parte de la administración de Kennedy, así como tildaban al presidente de débil ante la Revolución Cubana que había expropiado sus casinos y prohibido el juego en la Isla. Es por ello que Santos Trafficante, Sam Giancana, John Roselli y otros mafiosos,  se involucraron de inmediato  en el magnicidio contra Kennedy, de la misma manera que anteriormente ellos lo habían  hecho contra Fidel Castro. En el segundo caso, la contrarrevolución cubana cuestionó seriamente el papel de Kennedy al negarles su apoyo en el bochornoso desenlace de la invasión por Playa Girón. Nunca fue perdonado por esto y lo sentenciaron a muerte en varios discursos y manifestaciones.
A contra tono con las aseveraciones de las distintas comisiones e investigadores nombrados por el gobierno norteamericano, que han negado en unos casos la existencia de una conspiración y, en otros,  la presencia de varios tiradores en la escena del magnicidio, la Plaza Daley de Dallas, se conoció la presencia de varios miembros de la Operación 40 en el citado lugar, en el mismo momento del crimen.
Realmente no fue solo Lee Harvey Oswald quien disparó contra Kennedy. Aunque fueron tres los proyectiles disparados contra el presidente, se sabe que otros tiradores dispararon al mismo tiempo contra la limousine  presidencial. Los dos equipos de tiradores fueron dirigidos por Jack Ruby, asesino de la mafia, y por Frank Sturgis, uno de los miembros del team de la CIA, en el que se encontraban los dos tiradores reconocidos como  Eladio del Valle y Herminio Díaz. Otros francotiradores fueron Howard Hunt y Frank Sturgis. Todos, por supuesto, escaparon sin ser molestados por la Policía de Dallas, ni por el Servicio Secreto,  ni por el FBI.
Conjuntamente con estos elementos, hay otros hechos que confirman la presencia de contrarrevolucionarios cubanos en el momento en que se efectuó el asesinato de John F. Kennedy, así como su involucramiento en la conspiración para cometerlo. Estos son:
  Declaración de una agente de la CIA, Marita Lorentz, ante el  Comité Selecto de la Cámara de Representantes: Esta persona testimonió el 31 de mayo de 1978  que estuvo presente en la reunión efectuada en casa de Orlando Bosch Ávila, en  septiembre de 1963,  en la que participaron  Lee Harvey Oswald, Frank Sturgis, Pedro Luis Díaz Lanz y el propio Bosch.
Según ella, el 15 de noviembre partió de Miami una caravana de dos autos con destino a Dallas, Texas, en la que ella viajó junto a  Gerry Patrick Hemming, los hermanos Novo Sampoll, Pedro Luis Díaz Lanz, Frank Sturgis, Orlando Bosch y Lee Harvey Oswald. En un punto del viaje fueron contactados por  Jack Ruby.
Citados por la Comisión, varios de ellos negaron las afirmaciones de Lorenz ante  los miembros del Congreso.
Orlando Bosch, según consta en JFK Document No. 009363, p.2, negó haber participado en el viaje, aunque no negó contactos con la agente de la CIA en 1962. Lo mismo hizo por su parte Gerry Patrick Hemming, así como Frank Sturgis y Pedro Luis Díaz Lanz.
  Papel de Luis Posada Carriles: Por su parte, Chauncey Holt, vinculado a la CIA y a la mafia de Trafficante, reconoció haber visto en Dallas por esa fecha a Luis Posada Carriles. No se descarta que el criminal de Barbados haya participado como francotirador, pues ésta era una de sus habilidades reconocidas por la CIA cuando integró la Operación 40.
  Implicación de Alpha 66: Manuel Rodríguez Orcarberro, vinculado a la dirección de Alpha 66,  viajó a Dallas dos meses antes del magnicidio, usando la casa de Jorge Salazar, ubicada en el 3126 Harlandale Avenue, en Dallas, como centro de mando de la operación magnicida.   De esa vivienda  salieron al menos varios de los asesinos con sofisticados fusiles dotados de  mirillas telescópicas y otro armamento de apoyo, entre los que se encontraban Eladio Ceferino  del Valle y Herminio Díaz García.
LA SUERTE FATAL DE LOS ASESINOS DE KENNEDY.
Sabido es que la CIA es experta en hacer desaparecer aquellos cabos sueltos que pueden poner en peligro sus oscuras y criminales operaciones encubiertas, sobre todo si las mismas la comprometen en acciones dentro del territorio norteamericano, lo cual tiene  expresamente prohibido y viola con frecuencia.
No es desconocido para el público el destino sufrido por algunos de los implicados como Lee Harvey Oswald y Jack Ruby, aunque la suerte fatal de otros implicados aún permanece en dudoso esclarecimiento. Tales son los casos de John Roselli, Eladio Ceferino del Valle y David  W. Ferrie.
  John Rosselli, participante en la conspiración magnicida de Dallas y reconocido como vínculo entre la CIA y el capo mafioso Santos Trafficante, fue salvajemente asesinado y descuartizado el 9 de agosto de 1976, sin que se conocieran sus asesinos. Estos colocaron sus miembros, al viejo estilo de Jack el Destripador, dentro de un barril de petróleo que apareció flotando en Biscayne Bay, en Miami.
● Otro implicado, David W. Ferrie, había manifestado públicamente su odio hacia Kennedy en un discurso realizado en Nueva Orleans en julio de 1961. Estuvo vinculado con el Frente Revolucionario Democrático Cubano de Nueva Orleans, llegando incluso a robar cuantiosas armas y explosivos de un depósito oficial en Houma, Luisiana, para preparar agresiones contra Cuba.
Temiendo la CIA que Ferrie hablara sobre su participación en la conspiración contra Kennedy, fue asesinado el  22 de febrero de 1967 en su apartamento en la ciudad de Nueva Orleans. Aunque el dictamen No. W67-2-255 del médico forense de Nueva Orleans,  Ronald A. Gales  MD,  asumió oficialmente que la causa de la muerte fue un aneurisma de Berry, aparecieron dos sospechosas notas del occiso declarando que se suicidaría.
El cuerpo de Ferrie,  marcado con etiqueta de identificación NOPD # 1440, se llevó a la tumba el secreto de las verdaderas causas de su deceso. No hay dudas que la mano de la CIA intervino para deshacerse de este eslabón comprometedor.
  Eladio Ceferino del Valle Gutiérrez (Lado) fue otro de los ejecutores directos del presidente Kennedy y constituía un peligroso testigo de la conspiración de la CIA contra el extinto presidente. Tanto él como Ferrie, citados para testificar ante la Comisión del Congreso, estaban  predestinados a desaparecer de cualquier manera. Había sido sub campeón de tiro en el pasado  y uno de los miembros  de la corruptela política en Cuba pre revolucionaria. Se incorporó como piloto en actividades clandestinas de la CIA y llegó a ser el Presidente del Comité por Cuba Libre de la Florida, una de las tantas organizaciones financiadas por la Agencia en su guerra sucia contra Cuba.
De acuerdo con el Certificado de la autopsia, emitido  el 23 de febrero de 1967 por el forense Peter L. Lardizabal  MD, un día después de su muerte,  Lado murió de varios disparos y de un machetazo en la cabeza, a los 45 años de edad. El crimen contra él se realizó en un lugar desconocido, pero su cadáver apareció en la esquina de 37 Avenue NW 7th Street, dictaminándose su deceso a la una y media de la madrugada de ese mismo día.
Según el Investigador de la Policía de Miami, el detective  Giordano, el occiso fue encontrado dentro de  un auto Cadillac Fleetwood del año  1966, en la parte trasera del mismo, sin que existieran trazas toxicológicas en el cuerpo.
Como era de suponerse, nunca aparecieron los culpables de este homicidio, en realidad una rendición de cuentas de la CIA a quien fue uno de sus comprometedores servidores.
● Herminio Díaz García  fue otro de los implicados directos en el asesinato de Kennedy y estuvo vinculado al crimen organizado. Desde su arribo a Miami en 1963 se vinculó a Tony Varona y  a las organizaciones contrarrevolucionarias que pululaban en esa ciudad. Participó dentro de la Operación 40 de la CIA, participando en un frustrado atentado contra Fidel Castro en diciembre de 1963.
Aunque pudo escapar de las manos de la CIA, Díaz García pereció el 29 de mayo de 1966 cuando trató de infiltrarse en la zona del Monte Barreto, en Miramar. Traía como misión el asesinato del  entonces presidente cubano Osvaldo Dorticós Torrado y, posteriormente, ametrallar instalaciones hoteleras ubicadas en el norte de Ciudad de la Habana.
 Otros implicados escaparon de las manos de la CIA sirviéndola fielmente  en otras actividades subversivas en años posteriores, pero siempre dispuestos a chantajearla ante la más mínima amenaza. Tales han sido los casos de Luis Posada Carriles, Orlando Bosch Ávila, Félix Rodríguez Mendigutía, José Basulto y otros terroristas, quienes han acudido reiteradamente ante sus jefes de la Agencia para procurarse impunidad ante sus crímenes y una vía de escape ante las dificultades que han enfrentado.
Todos conocen que actualmente Luis Posada Carriles amenaza y chantajea, sin remilgo alguno,  al gobierno norteamericano, evitando ser juzgado por sus crímenes o deportado a otros países que lo reclaman para ser enjuiciado.
En una entrevista concedida a Fonzi, el terrorista Antonio Veciana Blanch le confesó: "Yo tengo información muy gorda, pero esa la guardo porque es mi seguro de vida".  
David Attle Phillips (Maurice Bishop)  fue el oficial CIA que atendió a Veciana en Miami y quien le orientó la creación del grupo terrorista Alpha 66, implicado en el magnicidio de Dallas y en múltiples acciones terroristas contra Cuba. En encuentro de Veciana con Attle Phillips reconoció haber visto en alguna ocasión a Lee Harvey Oswald.
Según aparece en un documento del gobierno norteamericano con referencia R-759-2-91 / 2,  el 9 de enero de  1963 09 Veciana envió a  Elizabeth T. Babcock, vecina de Woodbury, Long Island, New York, una carta donde relata las acciones de Alpha 66 contra Cuba. Esta persona los entregó al FBI y la misma llegó directamente al Fiscal General  Robert Kennedy, quien hizo caso omiso al peligroso papel de Alpha 66 y su violación de la Ley de Neutralidad. 
Otro de los implicados en el magnicidio de Dallas, Frank Sturgis, reconoció el 7 de mayo de 1990 ante un periodista del San Francisco Chronicle, que Richard Nixon estuvo interesado en escamotear la verdad sobre el asesinato de Kennedy, a la par que reconocía su participación en este hecho, cuando declaró: "… la razón por la que nosotros robamos en Watergate fue porque Nixon estaba interesado en parar las filtraciones de noticias relacionadas con las fotos de nuestro rol en el asesinato del Presidente John F. Kennedy."
Otro servidor de la CIA vinculado a la Operación 40 y al asesinato de Kennedy, quien después participaría en la operación para suministrar armas a la contra nicaragüense desde Ilopango y que dio origen al escándalo Irán-Contras,  Rafael Quintero Ibarbia, fallecido el 24 de octubre de 1966, siempre se mantuvo temeroso de que ésta lo eliminara. Por eso la sirvió sin rechistar, aunque no dejó de declarar: “Si yo alguna vez digo lo que yo sé sobre Dallas y Bahía de Cochinos, eso sería el mayor escándalo que jamás haya sacudido a la nación."
Rafael "Chi Chi" Quintero,  unido a fuertes lazos de amistad con Luis Posada Carriles y a  Félix Rodríguez Mendigutía, fue reclutado por la CIA en 1960 y actuó dentro del Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR). Fue quien involucró a Posada Carriles con las actividades de la CIA en la década de los 80.
KENNEDY ESTUVO EN PELIGRO EN MIAMI CUATRO DIAS ANTES DE SU ASESINATO.
Existen numerosos expedientes de la Policía de Miami que pueden esclarecer la peligrosidad de los grupos contrarrevolucionarios radicados en Miami y cómo los mismos valoraron realizar fuertes acciones contra Kennedy durante la visita que el mismo realizó el 18 de noviembre a esa ciudad, con vistas a  inaugurar un evento de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Solo algunos de ellos han podido ser desclasificados de la censura impuesta por el Estatuto de la Florida 119.07.3 (d), pero permiten conocer de manera aproximada el estado de opinión de la contrarrevolución miamense hacia Kennedy, luego de que éste negara el apoyo aéreo norteamericano a la invasión de Playa Girón.
En un reporte de la Oficina del Sheriff de Miami y del departamento de Seguridad Pública, emitido el 19 de noviembre de 1963 por el Teniente L J Van Buskirk de la Sección de Inteligencia Criminal, tres días antes del asesinato de Kennedy y mientras éste visitaba esa ciudad, se dio a conocer que de acuerdo con el caso 71498 F se había recibido una tarjeta el día anterior  con amenazas al presidente. La citada tarjeta recibida el 16 de noviembre decía: “Los comandos cubanos tienen bombas listas para matar a JFK”.
El 30 de diciembre de 1963, ya consumado el magnicidio, el entonces jefe del Servicio Secreto de Estados Unidos, James J. Rowley, recibió  un informe escrito por el Agente Especial L F de Freese sobre la pasada visita de Kennedy a Miami en la que se involucró a Orlando Bosch Ávila, entonces jefe del  Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR) con una protesta contra el mandatario norteamericano, tal como se recoge en el mensaje interno NBR 6225.  
Según cita  el documento, se identifica a Bosch de la siguiente manera: “Orlando Bosch Avila, nacido en Cuba el 18 de agosto de 1926, entró en Miami, Florida, el 28 de julio de 1960, y se le asigna el Servicio de Inmigración N º A 11 881 810. En la actualidad labora como  pediatra para el Servicio de Salud Pública del Condado de Dade, y reside en el 2121 SW 11th Street, Miami, Florida.”
De acuerdo con las fuentes policiales de Miami, Orlando Bosch Ávila fue entrevistado personalmente en su residencia y  negó las acusaciones. Se le advirtió que sería responsable de cualquier incidente provocado contra Kennedy en Miami. Sin embargo, Marita Lorenz lo involucró en un viaje a Dallas y confabulado con el magnicidio del 22  noviembre de 1963.
Bosch acusó en más de una oportunidad al presidente Kennedy de tomar en serio a los “luchadores” de origen cubano radicados en Miami. En un artículo  titulado "La tragedia de Cuba", acusó al entonces presidente de  Estados Unidos de debilidad ante Cuba y de no comprometerse realmente con la destrucción de la Revolución Cubana. Envió una copia al presidente Kennedy para darle a conocer sus opiniones.
Otro incidente preparado contra Kennedy en su visita del 18 de noviembre de 1963 a Miami, fue llevado a cabo por contrarrevolucionarios vinculados a la Brigada Invasora 2506. En ese entonces, la Unidad de Inteligencia del Departamento de Policía de Miami, reconoció disponer de  información de que Enrique Llaca, Jr., así como Roberto Torres Fernández, Antonio Franco, René Gutiérrez Quintanilla y Raúl Artiles, integrantes de la Brigada 2506, previeron realizar manifestaciones contra Kennedy. Enrique Llaca, Jr. y René Gutiérrez Quintanilla, fueron convocados en la unidad de inteligencia del Departamento de Policía de Miami y se les advirtió que se abstuvieran de realizar cualquier acto de hostilidad contra el presidente.
 El clima anti Kennedy existente en Miami en 1963 llevó al Servicio Secreto, a la Policía Metropolitana y al FBI a tomar fuertes medidas de protección hacia el presidente. Un informe al jefe del Servicio Secreto  de EE.UU., fechado días después, detalla las medidas de seguridad adoptadas en Miami, tanto para garantizar la seguridad del mandatario en el Aeropuerto Internacional de Miami, el en Hotel Panamericana donde se realizó el encuentro de la SIP, así como durante el recorrido por la Ciudad.
En un informe dirigido a James J. Rowley,  Jefe del Servicio Secreto de EE.UU., el 30 de diciembre 1963, por  John A. Marshall, Agente Especial a Cargo del Secret Service, y por el Agente Especial  Ernest I. Aragón,    se pudo conocer que previo a la visita de Kennedy a Miami se realizaron reuniones de coordinación entre la CIA, el FBI y la Policía de Miami para establecer el control de las actividades de los grupos terroristas cubanos asentados en esa ciudad. De esta reunión salieron como acuerdos:
● Mantener un estricto control sobre los integrantes de la Brigada 2506. En esta dirección, mantener contactos con los jefes de la Brigada como Juan José Peruyero Rodríguez, Andrés Aurelio Bassols Pozo  y Rodolfo Corondo Quintana, para mantener controlados a sus miembros.
  Ejercer vigilancia contra Pedro Díaz Lanz, quien había manifestado intenciones de acosar verbalmente al presidente Kennedy y acusarlo de traicionar a “los exiliados”.
En tal sentido, se estableció vigilancia sobre el mismo  y sobre su vivienda situada en el  120 St SW 71. Ave., Miami, Fla. 
Como medida profiláctica el funcionario Charles Yeager presionó a Díaz Lanz para que se mantuviera alejado del presidente durante su visita a Miami.
● Otro objetivo de la vigilancia de las autoridades de Miami fue el  doctor  Emilio Núñez Portuondo, quien en un discurso durante un homenaje al antiguo propietario del Diario de la Marina en el Bayfront Park de  Miami,  José Ignacio Rivero, atacó duramente a Kennedy ante cerca de 6 000 personas. Díaz Lanz estuvo presente en el acto.
CONCLUSIONES
La probada participación de la mafia contrarrevolucionaria de Miami en el magnicidio cometido contra Kennedy ha sido ampliamente probada, aunque existen todavía muchos elementos por descubrir.
Es posible que algunos elementos que se sintieron defraudados por  Kennedy hayan planificado o pensado en su asesinato durante su visita a Miami en noviembre de 1963, pero la CIA, el FBI y las autoridades locales se encargaron de persuadirlos de no realizar acción alguna contra él. La causa principal pudo haber sido no una eficiente respuesta de los mismos en asuntos de seguridad presidencial, sino el hecho de que la conspiración magnicida ya había empezado a mover sus criminales engranajes y John Fitzgerald Kennedy estaba pre sentenciado a morir en Dallas cuatro días después.
Para la CIA no era oportuno que el magnicidio tuviera lugar en Miami, donde se encontraba su mayor centro operacional en el Hemisferio Occidental y donde podían ser comprometidos de manera más evidente sus vínculos con la mafia terrorista de que pululaba en esa ciudad.
La verdad total y completa aparecerá algún día no muy lejano.

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