Los espías
mimados de Israel en Estados Unidos.
Percy Francisco Alvarado Godoy
.
ALGUNOS CONCEPTOS BASICOS.
El viejo diferendo entre
el gato y el ratón, que ha alcanzado su máxima expresión en los comics de Tom
& Jerry, ha marcado históricamente los enfrentamientos entre el espionaje y
el contraespionaje. Tal como expresó Tzun Tsu,
en El Arte de la Guerra, “La información no puede obtenerse de fantasmas
ni espíritus, ni se puede tener por analogía, ni descubrir mediante cálculos.
Debe obtenerse de personas; personas que conozcan la situación del adversario.”
Tal es la razón de la existencia misma del espionaje, como una actividad
desarrollada por instituciones, en nombre de un país u organización, cuya
finalidad es la obtención de información sensible o secreta de otra
contraparte. Para lograr ese objetivo se ha hecho presuponer que no valen
recetas preconcebidas, ni escrúpulos y, sobre todo, apego a la legalidad.
Mediante la penetración y la infiltración de agentes, recurriendo a la siembra
de topos, al chantaje y al comprometimiento, el soborno y la explotación de las
debilidades de los funcionarios enemigos, la búsqueda de afinidades ideológicas
en algunos potenciales objetivos a partir de sus convicciones y las apetencias
materiales de otros propensos a la traición, los servicios de inteligencia
acceden a la información que les interesa para conocer las debilidades y planes
de sus enemigos y, sorpresivamente, de algunos que consideran sus amigos. Este
proceso es simple: se basa en un estudio inicial de perfiles de los potenciales
agentes, la fase ulterior de acercamiento a la fuente y su reclutamiento.
Obviamente, cada nación
debe protegerse de estas amenazas y para ello cuenta con sus servicios de
contraespionaje, cuya actividad es impedir que el enemigo obtenga información
secreta, neutralizar redes de espionaje,
así como crear mecanismos de desinformación para confundir a la inteligencia
enemiga. Su trabajo, por supuesto, se sustenta
en la infiltración y penetración de las células de espionaje en su
territorio, el monitoreo de las mismas y de las sedes diplomáticas donde operan
centros de espionaje, la creación de perfiles de los funcionarios de las
entidades gubernamentales con acceso a información sensible y valiosa, así como
el reclutamiento de agentes mediante los mismos métodos que emplea la
inteligencia, tales como sobornos, chantaje, amenazas y otras variantes del
rejuego operativo.
Un aspecto esencial del
trabajo de contraespionaje es esperar el momento oportuno para operar contra
una red de espionaje enemigo. Aquí no valen los apresuramientos y muchas veces
es más beneficioso darle cuerda al ratón para conocer sus intenciones,
caracterizarlo en sus procedimientos y alcances de su trabajo, desinformarlo,
que equivale a usarlo en propio beneficio. Un arresto prematuro de agentes
puede dar al traste con casos de mayor y más peligrosa envergadura y alcance.
Por tanto, el trabajo del contraespionaje requiere sutilezas y paciencia. Al
respecto, el propio Tzun Tsu aclaró en su Arte de la Guerra: “No se puede
obtener la verdad de los espías sin sutileza.”
Un elemento esencial para
comprender el trabajo de los servicios de espionaje y contraespionaje es el de
verlos como instrumentos de la política de cada estado en su exacto tiempo y
espacio. Hay ocasiones en que el gato y el ratón se convierten en enconados
enemigos; otros en que cooperan entre sí por circunstancias específicas e
intercambian información entre ellos ante un peligro foráneo; otras en que el
gato es complaciente con el ratón en correspondencia a un contexto político
internacional en que los intereses son coincidentes. Todo depende de sus
patrocinadores gubernamentales y de sus objetivos en políticas e intenciones de
estado. Al respecto, señaló acertadamente Honoré de Balzac: “Todo poder es una
conspiración permanente”.
Hay ocasiones, sin
embargo, en que la actividad del espionaje consentido puede crear graves
problemas a un gobierno, tal como ha ocurrido a Estados Unidos con la actividad
del Mossad israelí en su territorio. Las alianzas norteamericanas con Israel,
la fortaleza del lobby judío y su influencia en los círculos de poder
estadounidenses, así como una excesiva confianza, le han creado más de un dolor de cabeza y han
puesto en ridículo la eficacia de su contraespionaje. De hecho, el espionaje
consentido del Mossad en EE UU ha despertado muchos recelos es las esferas
gubernamentales norteamericanas por la agresividad, impunidad y peligrosidad de
los servicios de inteligencia israelíes, quienes han puesto en tela de juicio
la vulnerabilidad de ese país en mas de una ocasión. Tal vez le faltó a Estados
Unidos tener más en cuenta aquella vieja y sabia frase de Benjamín Franklin:
“Al elegir un amigo ve despacio, y más despacio todavía al cambiar de amigos”.
LA COLABORACION
INTERAGENCIAS.
Un hecho reciente, la
captura de treinta espías norteamericanos pertenecientes a la CIA por parte del
ministerio iraní de Inteligencia, todos en realidad vinculados al Mossad
israelí, puso de manifiesto la colaboración
interagencias de inteligencia entre ambas naciones. El empleo de los centros de
la CIA en las sedes diplomáticas ubicadas en varios países árabes como los
Emiratos Árabes Unidos, Malasia y Turquía, para reclutar ciudadanos iraníes y
de otras naciones del Medio Oriente, tuvo como soporte al Mossad, pues el mismo
se encargó de cumplir con las fases de selección, acercamiento y parte del
reclutamiento de los mismos. En esta oportunidad, mediante promesas de libre
emigración a EE UU y dinero, se pretendía obtener información sensible sobre
las defensas, finanzas y otros secretos
de la República Islámica de Irán.
En casos como este, los
favores se pagan e Israel tiene bien claro que el objetivo de su espionaje debe
ser, primero que todo, aquellos países que, como Estados Unidos, cuentan con
grandes concentraciones de ciudadanos árabes. Tal fue la razón de que a partir
de los años 60 el Mossad creara abundantes redes de monitoreo en varias
ciudades norteamericanas con la anuencia de la Casa Blanca. Estas redes
dedicadas a espiar a las comunidades árabes también tienen como misión la
eliminación física o el secuestro de potenciales enemigos.
El reciente caso de la
captura de los treinta espías de la CIA y el Mossad no es un hecho aislado.
Varios documentos de Wikileaks dados a conocer el año pasado, y enviados a la
CIA, y luego entregados a sus socios del Mossad, ponen sobre el tapete que las
embajadas norteamericanas en países árabes y musulmanes, emplearon el sistema militar de comunicación SIPDIS
como soporte informativo. En uno de ellos se recoge la propuesta de Meir Dagan
a EEUU, el jefe del Mossad, de un plan para ejecutar un golpe de Estado en Irán
en el año 2007. A pesar de algunas diferencias de interpretación de las
políticas a seguir con respecto a Irán, entre ambos gobiernos prevaleció la
intención de destruir a la Revolución Islámica recurriendo a los tradicionales
mecanismos de subversión interna, apoyo a la contrarrevolución, una guerra
mediática y desinformativa, así como el aislamiento internacional sobre la base
de falsas acusaciones sobre el programa nuclear iraní y una fabricada violación
de los derechos humanos. Para ello, desde luego, coordinaron acciones entre la
CIA y el Mossad.
EL ESPIONAJE CONSENTIDO
DEL MOSSAD EN ESTADOS UNIDOS.
El espionaje consentido
del Mossad dentro de Estados Unidos ha alcanzado ribetes inimaginables desde
hace más de cincuenta años, cuando la inteligencia israelí se planteó
monitorear a las comunidades árabes asentadas en ese país. En diciembre de 2008
fue la propia inteligencia rusa la que destapó la presencia de redes de Mossad,
financiadas desde 1960 por parte de millonarios de origen judío, entre los que
sobresalió el neoyorquino Bernard Madoff. La captura de Madoff se relacionó con
un sonado caso de espionaje del Mossad que involucró a Larry Franklin, capturado en el 2005 cuando, desde
su puesto como miembro del Pentágono, vendió secretos al AIPAC, el Comité
Estadounidense-Israelí para Asuntos Públicos, grupo de cabildeo dentro del Congreso
y de la Casa Blanca, vinculado estrechamente
al Mossad. Larry Franklin, un analista del Pentágono especializado en Irán y
perteneciente a la Oficina de Asuntos de
Oriente Medio y el Sur de Asia (NESA), encargada de diseñar las políticas del
Pentágono para esas regiones. Este golpe contra los israelíes, por supuesto,
fue parte de una política coyuntural de Obama para deslindarse en apariencia de
la influencia israelí tan predominante en las esferas de poder de Estados
Unidos. Fue, en resumen, el sacrificio de peones en el tablero de ajedrez sin
afectar a las grandes piezas.
Como un antecedente del
espionaje israelí dentro de territorio norteamericano estuvo la captura en 1985 de Richard Smyth, quien fue encontrado
culpable de vender temporizadores nucleares a Israel.
Philip Giraldi, ex funcionario de la CIA,
desmintió los alegatos de Tel Aviv de que actividad del Mossad en EEUU es un espionaje impune
sostenido bajo presión del lobby israelí. De este modo, el Mossad está
espiando en EEUU con impunidad, dijo Giraldi. La captura de Ben-Ami Cádiz en el
2008, luego de permanecer más de veinte años informando secretos militares a
Israel es prueba de ello. Lo sorprendente de este caso es que Ben-Ami Kadish,
ex ingeniero en Picatinny Arsenal en Nueva Jersey, salió luego de pagar una
multa y aún percibe su pensión del Departamento de Defensa. Esta impunidad ha
cobrado realce luego del aumento de las tensiones entre Israel e Irán en los
últimos meses. El Mossad ha tratado, en más de una ocasión, espiar y coaccionar
a ciudadanos árabes en EE UU bajo la fachada de pertenecer al FBI, sobre
todo en grandes urbes como Nueva York y
Nueva Jersey, operando incluso desde la misión de Israel ante las Naciones
Unidas en Nueva York. Está claro de que el FBI tiene las manos atadas para
actuar contra sus falsos agentes israelíes, en una aceptación de una rutina
extendida e ilegal, aceptada incluso por el Departamento de Justicia.
Otro sonado caso de
espionaje israelí involucró a Stewart
Nozette, un científico aeroespacial del Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT), quien trabajó en el Laboratorio Nacional Livermore del Departamento de
Energía y en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, capturado por
el FBI el 20 de octubre de 2009, intentado vender secretos a un agente
encubierto que dijo pertenecer al Mossad. Aunque su culpabilidad quedó
demostrada, Nozette confía en antecedentes anteriores en que espías al servicio
del Mossad y del AIPAC, como Steve Rosen y Keith Weissman, quienes fueron
absueltos bochornosamente en abril de 2009.
Desde 1989 hasta 2006
contaba con autorización de seguridad de alto nivel y acceso frecuente a
información y documentos vinculados a la defensa nacional, señaló el FBI.
El espionaje del Mossad en
EE UU tiene barbas largas y se ha convertido en un vicio en el stablishment
norteamericano. Uno de los casos más antiguos fue el de Jonathan Jay
Pollard, ex analista civil de
inteligencia de la Marina de los Estados Unidos, condenado por espiar para
Israel y suministrar a la LAKAM (Oficina de Operaciones Especiales de Israel)
alrededor de 800.000 páginas de documentos norteamericanos clasificados.
Condenado a cadena perpetua en 1987, purga su condena en la penitenciaría
federal de Butner, en Carolina del Norte,
identificado como el preso número 09185-016. Sin ser acusado de traición
pues Israel no es enemigo de EE UU, Pollard ha sido una excepción en el trato
con los espías israelíes. Todo parece haber sido cuestión de rejuegos
políticos: el 12 de Mayo de 1998 Israel aceptó que Pollard era agente del
Mossad y le concedió la ciudadanía israelí en 1995, tres años antes. Se sabe
también que el AIPAC, y el propio gobierno de Israel, hacen gestiones para su
liberación. Por último, el 4 de enero de 2011 el primer ministro israelí,
Benjamín Netanyahu, solicitó oficialmente el indulto de Jonathan Pollard.
También alcanzó notoriedad
el caso de un militar norteamericano, David Tenenbaum, quien en 1997 suministró
secretos militares al Mossad sobre
misiles y vehículos acorazados.
Tal vez la prueba del
espionaje consentido del Mossad en territorio norteamericano la ofreció Susan
Lindauer, un ex contacto de la CIA en Iraq, quien ha lanzado la acusación de
que la CIA tuvo conocimientos previos sobre el ataque en las Torres Gemelas y
donde involucra al Mossad en estos
eventos del 11 de septiembre de 2001. Para Lindauer, su jefe en la CIA, Kevin
Barret, tenía conocimiento del ataque antes que el mismo tuviera lugar. Las
declaraciones de Lindauer coinciden con documentos oficiales desclasificados
del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, donde se muestra que el
gobierno de Bush planeó la guerra contra Irak
casi un año antes del ataque al World Trade Center. Para eliminar cualquier infidencia de Lindauer, la misma
fue condenada como agente al servicio de Irak, aunque luego fue liberada por
razones de inapropiadas condiciones mentales. Sin embargo, la expulsión masiva de espías israelíes luego de
los atentados fue una respuesta por la falta de cooperación del Mossad de
Israel para impedir la masacre los hechos del 11 de septiembre de 2001. Aunque
el FBI consiguió pruebas al respecto, se sabe que las altas esferas de poder
permitieron luz verde al ataque al WTC.
A principios del año 2006
se pudo evidenciar una operación dentro de Estados Unidos ejecutada por dos
secciones del Mossad: la Metsada o sección de servicios especiales, encargada
de proyectos de guerra paramilitares y
psicológicos, así como del Lohamah Psichlogit Department (L.A.P.), que llevó al
FBI a realizar amplios interrogatorios a miembros de la prensa
norteamericana sobre sus conocimientos
sobre la existencia de redes de inteligencia israelíes en territorio
estadounidense y sus vínculos con la prensa de ese país, ya que existía una
marcada tendencia a difundir información falseada a favor de Israel. Uno de los
casos fue el de la periodista Judith Miller, experta en desinformar a la
opinión pública por más de una década entre los años 80 y 90. Obviamente, como
en todos los casos, cualquier investigación federal fue saboteada por los
grupos de poder emparentados con el poderoso AIPAC y con la Conferencia de
Presidentes de las Organizaciones Judías más Importantes (CPMJO). El colmo de
la impunidad ha sido la penetración del FBI por agentes del Mossad, tal como
ocurrió con los casos de Richard Perle y Paul Wolfowitz, quienes entregaron
varios dossiers al servicio israelí en 1980. Muchos altos dirigentes del
contraespionaje norteamericano, del Pentágono
y figuras del gobierno como Elliot Abrams, Rubin y Libby en el Consejo
Nacional de Seguridad, el Departamento de Estado y la Oficina del
Vicepresidente, permitieron la impunidad del Mossad.
El nivel de manejo
ideológico de la ultraderecha norteamericana pro israelí se puso de manifiesto
cuando creó el Washington Institute for
Near East Policy (WINEP), donde muchos funcionarios del departamento de Estado
norteamericano y del Ministerio de Defensa realizan cursos sobre temáticas
relacionadas con el Oriente Medio. Por si fuera poco, el AIPAC invita a los
nuevos miembros del Congreso de EE UU a un viaje gratuito a Israel para realizar
turismo político.
Otro apoyo de los
servicios israelíes en Estados Unidos,
la Zionist Power Configuration (ZPC), ha ejercido una fuerte influencia
dentro del Congreso y en la Casa Blanca para condicionar la política
norteamericana a favor de Israel, vinculándose a la ultraderecha estadounidense
y al Complejo Militar Industrial, con vistas a bloquear cualquier acuerdo de
paz en el Oriente Medio. Para muchos, hoy por hoy, el poder de ZPC sobrepasa la
influencia de AIPAC.
CONCLUSIONES
El hecho de que la política
norteamericana hacia el Medio Oriente se encuentre secuestrada por Israel,
quien ha logrado penetrar los altos estamentos gubernamentales de Estados
Unidos, financiar campañas y sobornar a políticos, militares y jefes de los
servicios de inteligencia y contrainteligencia norteamericanos, así como
controlar el poderoso Complejo Militar Industrial, ha posibilitado la libre
actuación de agentes y oficiales del Mossad y otros servicios israelíes con
total impunidad.
No existe un servicio más
activo que opere en la Unión que el proveniente de Israel. A pesar de los
procesos investigativos llevados a cabo por el FBI y otros órganos de
contraespionaje, a pesar del apresamiento de decenas de espías y redes
completas, la justicia norteamericana los exonera de sus cargos o son
simplemente expulsados con total impunidad. Aquí el gato juega complaciente con
el ratón, ofreciéndole siempre una sonrisa irónica y bonachona.
Este espionaje consentido
existe por obra y gracia de las confabulaciones, alianzas e identidades
ideológicas entre Israel y Estados Unidos. Mientras tanto, Cinco cubanos purgan
injustas condenas en cárceles norteamericanas.
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