La
reciente Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba evidencia
que se ha dado un serio paso en pos de la Paz en la sufrida y desgarrada
hermana República de Colombia, así como el esfuerzo desinteresado de Cuba, Venezuela
y Noruega, entre otros para hacer posible esta esperanzadora oportunidad para
los colombianos. Sin grandes ribetes, Cuba expuso las razones de su
colaboración entre las partes en conflicto: “Como
fruto de las conversaciones exploratorias celebradas en La Habana desde el 23
de febrero de 2012 y conforme han declarado las partes, se ha abierto un
proceso de diálogo comprometido con la paz y con la solución del conflicto
histórico en Colombia, el cual Cuba respalda, consciente de la importancia que
tiene para el pueblo colombiano y de su trascendencia para América Latina y el
Caribe. El Gobierno cubano continuará prestando su ayuda solidaria y sus buenos
oficios a favor de este esfuerzo, en la medida en que el Gobierno de Colombia y
las FARC-EP así lo soliciten.”
Tanto
el presidente Juan Manuel Santos como los representantes de las FARC-EP
mostraron su optimismo y la apuesta por el diálogo, por la comprensión entre
las gentes, dejando a un lado recelos y viejas y dolorosas desgarraduras. Todos
saben, a ciencia cierta, que tanto luto y dolor deben desaparecer. Todos saben,
enteramente, que Colombia necesita urgentemente tener su oportunidad para
labrar un camino seguro y próspero hacia el futuro. Todos saben, a qué negarlo,
que Colombia grita de impaciencia por lograr la definitiva tranquilidad para
sus ciudadanos y que terminen las grandes marginaciones sociales que dieron
origen a este eternizado conflicto.
¿Se
logrará realmente la paz en Colombia? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero hay
que intentar probarlo. No hacerlo sería eternizar a las matanzas y abrir nuevas
heridas en esa hermosa nación hermana. La consumación de los cinco puntos a
discutir: desarrollo rural y mayor acceso a la tierra; garantías del ejercicio
de oposición política y participación ciudadana; fin del conflicto armado, que
implica abandono de las armas y reinserción a la vida civil por parte de los
guerrilleros; búsqueda de solución al problema del narcotráfico, y derechos de
las víctimas; entrañan un serio y enorme compromiso a ambas partes.
La
noticia tuvo una amplia repercusión positiva no solo en Colombia, sino en el
mundo entero. Un Chávez entusiasmado escribió en Twitter: "¡Acompañemos a la hermana Colombia en sus esfuerzos por lograr la
Paz! Ya lo dijo Simón Bolívar: La Paz es mi puerto, la Paz es mi todo".
Una
a una, se fueron sumando las
congratulaciones y las propuestas para colaborar con las partes colombianas en
conflicto. Chile se sumó de inmediato al esfuerzo conciliador, al igual que el
canciller noruego, Jonas Gahr Stoere, declaraba su compromiso con el mismo.
Eufórica, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aplaudió este paso por la
Paz. Lo mismo haría la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. La OEA
también mostró su satisfacción y se mostró dispuesta a colaborar. No faltó
tampoco el plauso de ¡la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine
Ashton.
Mientras
tanto, los actuales abanderados de las guerras en el oriente medio, el primer
ministro británico, David Cameron, y el presidente norteamericano, Barack
Obama, mostraron un desacostumbrado regocijo, capaz de despertar recelos a
cualquiera que conozca un poco de política.
De
esta forma, las conversaciones entre ambas partes tendrán lugar en octubre, en dos escenarios diferentes: Noruega y Cuba,
siendo elegidos ya por las mismas sus representantes a las pláticas.
Paralelamente
a estos sucesos surgen diversas especulaciones sobre cómo se logró sentar en la
mesa de diálogo a estos casi eternos contrincantes. Una de las versiones le da
el mérito a Chávez; otra se lo otorga a Juan Manuel Santos, quien dice haber
mantenido informado a Obama de sus pasos; otra le concede el mérito a Fidel Castro, quien se dice envió a Colombia a
un emisario para entrevistarse, en noviembre de 2011, con Timoleón Jiménez, alias
Timochenko. Lo cierto es que fue una larga y ardua labor de acercamiento,
venciendo recelos, que llevó a las partes a encontrarse en varias y no pocas
ocasiones para lograr la consumación del diálogo.
Pero
acostumbrados como estamos a que la felicidad siempre encuentra una nota
discordante que trata de opacarla, a nadie sorprendió que fueran la
ultraderechista jefa de la comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de
Representantes, la republicana Ileana Ros-Lehtinen, así como ególatra de Álvaro
Uribe, quienes lanzaran, desde sus posiciones de intolerancia, las más absurdas
objeciones al diálogo de Paz entre los colombianos.
Para
la Loba Feroz, enfermiza anticubana, fue un dolor en el trasero que fuera
precisamente Cuba, a la que EE UU acusa de ser un país “terrorista” quien
apoyara y facilitara el encuentro. Con la prepotencia que la caracteriza, y
contraria a las declaraciones de Obama, declaró: "Es preocupante que el gobierno colombiano inicie negociaciones
con las FARC, consideradas una organización terrorista por Estados Unidos, sin
condiciones previas.”
Obviamente,
le puso el dedo en cuello a Obama, como cuchillo filoso al sugerir que la
posición de EE UU con respecto a las FARC-EP, no debe ser modificada. Fue, sin
dudas, una amenaza al presidente demócrata en un momento pre electoral, en el
cual éste debe andar con tino ante la ofensiva republicana. Le trató de bajar
protagonismo al Obama sobredimensionado por Santos, al manifestar: “… siempre estuvo apoyándonos, inclusive
envió en varias ocasiones emisarios especiales para hablar conmigo sobre el
particular".
Pero el promisorio Acuerdo General para la
Terminación del Conflicto, como se ha identificado a las conversaciones y a su
resultado, tiene también otro enconado detractor el Álvaro Uribe, quien lo
calificó como algo "muy grave, ya
que supone empezar un proceso de paz sin cese de actividades criminales por
parte del terrorismo". Sin tapujos declaró igualmente que este diálogo
era una "bofetada a la
democracia".
De
tal forma, amigos lectores, es bueno tener en cuenta, desde ya, que el Acuerdo
General para la Terminación del Conflicto, ha comenzado a encontrar adversarios
que harán todo lo posible por entorpecerlo y vulnerar la confianza entre las
partes. Ese será su decidido propósito. En tal sentido, hago un llamado no solo
a las partes en el diálogo, sino también a todos quienes le apoyan y facilitan,
a que resulta importante caracterizar a todos aquellos sujetos, organizaciones,
facciones y sucios intereses que actúen en las sombras, para vulnerarlo.
De
la confianza, la comunicación, la comprensión y la inclusión de todos los
colombianos en este esfuerzo por la paz, depende enteramente el éxito del
mismo.
Percy
Francisco Alvarado Godoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario