martes, 10 de junio de 2014

Crisis de Inteligencia en la Casa Blanca

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 Con la política exterior estadounidense de capa caída en todos los frentes, los asesores del presidente Barack Obama decidieron que era hora de hacer algo. De tal suerte que Obama voló a Afganistán para estar presente junto a las tropas durante el reciente Memorial Day (día de conmemoración en honor a los caídos).
 
La aproximación a la Base Aérea Bagram fue solo la primera de las 'operaciones fotográficas'. Dos días después, el presidente convino una conferencia de prensa en Rose Garden para anunciar su decisión de cara al volumen futuro de tropas en Afganistán, y al tiempo proyectado para terminar la guerra más larga de Estados Unidos, de una vez y para siempre. Al siguiente día, Obama voló a West Point para compartir 'un mensaje importantísimo sobre política exterior' en la ceremonia de apertura.
 
Todas estas paradas -cuidadosamente planeadas- fueron diseñadas para despejar las dudas de una audiencia local que cada vez exhibe más dudas. El contenido del mensaje: el presidente Obama todavía está en el poder, así que es hora de que ustedes dejen de preocuparse por lo que sucede en el mundo, y sigan mirando 'America’s Got Talent' tranquilos por televisión.
 
Bueno, al menos ese era el plan. Pero solo una Casa Blanca indiferente ante los asuntos internacionales aspiraría a que una serie de discursos eliminase las preocupaciones frente a los tropiezos registrados en Libia, Siria, Irak y Ucrania, la incapacidad para lidiar de manera efectiva con los reclamos territoriales chinos -que cada vez comportan mayor agresividad-, o el resurgimiento de al-Qaeda.
 
Pero ni siquiera este 'plan perfecto' funcionó como se esperaba. La Casa Blanca tropezó en su primera jugada, 'expulsando' al Jefe de Estación de la CIA en Afganistán. Los intentos subsiguientes por recuperarse -al anunciarse que la Administración investigaría por cuenta propia, para ver cómo tuvo lugar ese evento tan vergonzante- fueron, en sí mismos, embarazosos.
 
Ni siquiera la NBC ayudó. En medio de la campaña presidencial centrada en la expresión 'todo está bien con la política exterior', la cadena decidió poner al aire una entrevista exclusiva con Edward Snowden, el contratista del gobierno federal que se fue por la puerta con algunos de los secretos más grandes de la comunidad de inteligencia.
 
Es probable que la iniciativa presidencial del 'todo está bien' del presidente estadounidense se desvanezca en la percepción ciudadana, pero las distracciones no deberían ser olvidadas. Estas revelan una crisis silenciosa en Washington: el estado de la inteligencia estratégica de los Estados Unidos de América.
 
Durante años, fue el comentario en Washington que el presidente se rehúsa a leer los informes de inteligencia, o que ignora el consejo provisto en esta materia de parte de oficiales de inteligencia.
 
A través de la debacle de las revelaciones de Snowden, la Administración terminó corriendo en círculos intentando responder. Esto no ha logrado otra cosa que hacer ver a los funcionarios del gobierno como ineptos.
 
Y, en lo que tiene que ver con espionaje...
 
En abril, los dos funcionarios principales de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) anunciaron que se daban por vencidos, y que presentaban su renuncia.
 
Cuando, luego de cocinarse a fuego lento durante muchos meses, la crisis de Ucrania finalmente se desató cuando la DIA -según se comenta- no tenía a nadie sentado en su escritorio ucraniano -si acaso ese escritorio existió alguna vez.
 
Mientras los tanques rusos ingresaban a Crimea, la Administración admitió no contar con advertencias que previeran sobre lo que se proponía hacer Putin.
 
La crisis en la inteligencia estratégica suelen flotar por allí en forma de burbujas, hasta que explotan.
 
El último error humillante de la Casa Blanca, que culminó con la traición de nuestro propio espía en Afganistán, debería tener a todo mundo preguntándose cómo diablos esta Administración dirige a la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos.
 
En 2004, el congreso aprobó el Acta de Prevención del Terrorismo y de Reforma de Inteligencia. La legislación de referencia introdujo las más contundentes reformas en la comunidad, desde el Acta de Seguridad Nacional de 1947. Y, ¿qué sucedió? ¿Contribuyó el Acta con más reformas o, sencillamente, dio lugar a más burocracia? ¿Qué clase de comando ha demostrado Obama en el curso de sus dos períodos presidenciales?
 
En un mundo cada vez más inquieto, en donde el presidente estadounidense pretende unas fuerzas armadas más pequeñas y una política exterior más reticente, dejar de preocuparse por lo que sucede en el exterior, ¿es algo que pueda entenderse?
 
Dr. James Jay Carafano

Publicado originalmente en el periódico The Washington Examiner (Washington, D.C., Estados Unidos)

Traducción al español: Matías E. Ruiz | Artículo original en inglés, en http://dailysignal.com/2014/06/08/theres-intelligence-crisis-white-house/

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