Ileana Ros-Lehtinen, que dirige en el Congreso los ataques contra la América Latina progresista, y su colega Marco Rubio,
que Mitt Romney exhibe como su “latino” de predilección, se han
quitado la máscara para intentar salvar de una humillante y pronosticada
derrota al representante cubanoamericano David Rivera, nombrado recientemente “el miembro más corrupto del Congreso” por segunda vez.
Hace poco el grupo independiente Ciudadanos Responsables por la Ética
(Citizens for Responsible Ethics) de Washington, atribuyó a Rivera,
por segundo año consecutivo, este poco envidiable título, lo que tuvo el
efecto de rayar un poco más su ya deteriorada imagen en plena campaña.
Por colmo, hace apenas una semana, la Comisión de Etica de la Florida
denunciaba que Rivera cometió 11 faltas mientras se desempeñaba en la
Legislatura estatal, entre las cuales someter información financiera
falsa, malversar fondos de campaña y ocultar un contrato de consultoría
de cerca de $1 millón.
La fiscalía federal de Miami presentó hace poco una brocheta de
cargos contra el político que van desde el lavado de dinero, de
vinculación con el crimen organizado y hurto mayor.
Rivera compite contra el demócrata Joe García por el Distrito 26 para
el Congreso federal y parece siempre más cierto que sin socorro morderá
el polvo, a pesar de que su clientela es en buena parte cubanoamericana
y que utilizó al máximo los trucos que le enseñó Ros-Lehtinen, su
madrina.
El sur de la Florida siempre tuvo desde años la mala fama de hacer
elecciones como se hacían en Cuba en la época “dorada” del dictador
Fulgencio Batista y de sus socio mafioso Meyer Lansky.
Esperando al último minuto y rezando para que no fuera necesario,
Ros-Lehtinen y Rubio, que se mantenían lejos de su colega apestado,
confirmaron públicamente su apoyo y hasta su confianza a su semejante en
peligro.
Ros-Lehtinen, que es jefa de la Comisión de Relaciones Exteriores de
la Cámara de Representantes donde se dedica a difamar de Cuba, Venezuela
y Nicaragua y a sublimar a Israel, cumplió la tarea con un correo
electrónico enviado a la prensa mafiosa local. En su mensaje afirmó que
el campeón de la corrupción se ha destacado por sus “iniciativas” y buen
nivel de preparación en las reuniones y audiencias” de esta misma
comisión.
“Repetida y consistentemente ha puesto temas para ayudar a ser
verdaderamente libres a la gente en Cuba, Venezuela y Nicaragua, y
comparto sus puntos de vista sobre las dictaduras”, escribió retomando
su retórica ya oxidada, la politiquera sesentona.
“Privar al régimen de Castro de dólares ha estado siempre presente en
su agenda legislativa”, prosiguió olvidándose del expediente de Rivera.
En tanto a Marco Rubio, el niño prodigio “latino” de Mitt Romney,
dejó el trabajo a su portavoz, Alex Burgos, que extendió el apoyo del
senador a todos los candidatos republicanos.
“El senador Rubio está apoyando a todos los candidatos republicanos
al Congreso en Florida y ha grabado llamadas de varios de ellos,
incluyendo a David Rivera, Karen Harrington, Steve Southerland y Allen
West, entre otros”, balbuceó Burgos, a pesar de que Rubio y Rivera
tienen fama de ser viejos socios desde siempre.
Soborno, robos de boletas, manipulaciones de listas electorales, son
los tradicionales métodos que se usan para implementar la democracia
mafiosa en un país que se pretende un modelo universal en esta esfera y
muchas más.
Este año, la moda privilegió la compra de “votos de ausentes”
gracias al cual se autoriza la votación anticipada por correo con
boletos bajo el pretexto de favorecer la participación. Pura casualidad,
es en el condado de Ros-Lehtinen, que los investigadores del FBI
descubrieron que se generalizaba el fenómeno de venta de boletos
gracias al cual un político puede ampliar artificialmente su
“popularidad”.
En materia de elecciones, Rivera - heredero de la cultura electoral
batistiana - tiene varias manchas en el expediente. Una de ellas es
bastante impactante. En el 2002, en plena campaña, se le acusó de haber
chocado voluntariamente con un camión del servicio federal de correo
que transportaba, a última hora, folletos de propaganda de su principal
adversario.
Por Jean Guy Allard
Cubadebate
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