Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes
Cuatro han sido,
fundamentalmente, las misiones desarrolladas por el FBI contra Cuba en las
últimas décadas, sirviendo como instrumento incondicional de la hostilidad de
las administraciones norteamericanas para propiciar la caída de la Revolución.
En primer lugar, el Buró ha vendido a su gobierno la falsa imagen de que Cuba
se ha convertido en un paraíso de terroristas y delincuentes comunes, quienes
son protegidos por el gobierno de la Isla. En segundo lugar, el Buró ha
desarrollado en los últimos años una descomunal campaña contra el llamado espionaje
cubano en Estados Unidos, totalmente parcializada y politizada, siguiendo
procedimientos y métodos que solo se aplican a personas de nacionalidad cubana,
sin la complacencia con la que tratan a espías de otras nacionalidades cuya
peligrosidad para la seguridad nacional están debidamente probadas y tienen
alta notoriedad. Por último, el FBI ha usado, entrenado y protegido, mediante
los más abominables contubernios, a los grupos mafiosos y terroristas de origen
cubano radicados en Estados Unidos, haciéndose de la vista gorda ante sus
crímenes y tratándolos con una cómplice benevolencia. No podía faltar, por
supuesto y, como elemento adicional, su comprometimiento en varias acciones
terroristas contra la Isla, incluidos planes magnicidas contra el Comandante
Fidel Castro.
Para nadie es un secreto hoy
la confabulación de los feds en algunos de los 638 planes de atentado contra
Fidel, teniendo el FBI el triste mérito de haber sido la precursora de las
agencias norteamericanas en organizar el primero de ellos el 28 de diciembre de
1958, cuando infiltró en las serranías orientales de Cuba al agente del FBI,
Allen Robert Nye, portando un fusil Remington con mirilla telescópica, calibre
30.06, y con la misión de asesinar al líder rebelde. Si bien el FBI ha
participado de manera directa solo en algunos de estos planes magnicidas,
distribuidos de la siguiente manera a los largo de las administraciones
norteamericanas: Eisenhower (38), Kennedy (42), Johnson (72), Nixon (184),
Carter (64), Reagan (197), George Bush padre (16) y Clinton (21), sin
tener en cuenta aquellos que se han fabricado en el más absoluto silencio con
posterioridad al 2007, ha recibido información sobre varios de ellos y ha hecho
mutis al respecto, llegando a proteger, incluso, a los confabulados en estos
criminales intentos.
De la misma manera, el FBI
ha tenido conocimiento pleno de muchos de los casi cinco mil actos terroristas
cometidos contra Cuba en estas décadas, que han provocado la pérdida de la vida
a 3 478 víctimas inocentes, 2 099 lesionados y heridos, así como cuantiosas
pérdidas materiales, sin que haya realizado decisivos y serios intentos por
detener a los grupos terroristas que los han ejecutado. Tampoco ha parecido
importarle que muchos de estos crímenes, casi 500 de ellos, se hayan realizado
dentro de los EE UU y que fueran asesinados impunemente en su territorio cerca
de 35 personas, incluidas el ex canciller chileno Orlando Letelier y el
diplomático cubano Félix García Rodríguez.
La magnitud y la cantidad de
los hechos criminales cometidos por los mafiosos terroristas de origen cubano
en estas décadas, pone sobre el tapete el dudoso papel del FBI en su
enfrentamiento. ¿Incapacidad o confabulación?, se preguntarán muchos. Por mi
parte, como demostraré en esta serie de artículos, existió siempre una
clara confabulación y compromiso de tipo político y operacional entre los
federales y los grupos mafiosos anti cubanos radicados en Miami, New Jersey y
Nueva York. Muchos de estos terroristas, a la par que colaboradores del Buró,
fueron leales empleados de otras agencias como la CIA y la DEA, así como
ejecutores de la guerra sucia impuesta por EE UU contra Cuba.
Baste citar como ejemplo la
investigación desarrollada por el Comité Church del Senado norteamericano en el
año 1975, en la que se comprobó que varias agencias estadounidenses, entre
ellas el FBI, se vieron involucradas en planes de atentado contra la vida de
Fidel Castro. En un informe secreto al que tuvo acceso el citado Comité,
fechado el 23 de mayo de 1967, se prueba que el entonces inspector general CIA,
F.S. Earman, coordinó con el FBI el reclutamiento de personas para cumplimentar
los planes magnicidas. Como resultado de estas coordinaciones inter agencias,
Richard M. Bissell, jefe de operaciones encubiertas de la CIA, solicitó al
entonces director de la Oficina de Seguridad de la CIA, el coronel Sheffield
Edwards, la tarea de buscar a los ejecutores de los planes, siendo el enlace
entre la CIA, el FBI y los mafiosos ítalo americanos John Roselli, Sam Giancana
y Santo Trafficante, nada menos que el ex agente del FBI Robert Maheu.
El FBI, por orientaciones de
su gobierno, presenta a Cuba como refugio de terroristas y delincuentes comunes
Cuba, que padeció durante
cinco décadas el robo descarado de sus aeronaves por parte de delincuentes y
batistianos, ha sido acusada injustamente de proteger a terroristas y
secuestradores por parte de las administraciones norteamericanas y,
particularmente, por los voceros del FBI. Parecen haber olvidado que en el
período que medió entre 1959 hasta el 2001, fueron desviados al “país de las
grandes oportunidades” nada menos que 51 aeronaves cubanas de distinto
tipo, la gran mayoría de las cuales fueron virtualmente robadas por el gobierno
estadounidense. Fueron contados con los dedos los secuestradores que recibieron
algún tipo de pena judicial, ya que la gran mayoría de ellos fueron exonerados
de cargos y recibidos como héroes por la mafia miamense.
Estados Unidos permaneció
impasible ante estos hechos delictivos, irrespetando los dos Acuerdos de
Extradición de 1904 y 1926 existentes entre ambas naciones, y solo tomó cartas
en el asunto cuando el secuestro de aviones se volvió contra ellos en un efecto
boomerang. Del estímulo descarado, se pasó a una real preocupación. Entre el
lapso que medió entre 1968 y 1984 fueron desviadas a Cuba 71 aeronaves
norteamericanas y de otras nacionalidades. Cuba, sin embargo, nunca se apropió
de alguna de ellas y las devolvió de inmediato. Los secuestradores, por su
parte, en un número de 69, fueron condenados por los tribunales cubanos a
largas penas de prisión.
Fue tal la preocupación de
las autoridades norteamericanas por el secuestro de sus aeronaves, no solo
hacia Cuba sino hacia otras naciones, que implementaron una apresurada
legislación en la que se enmarcada la figura del secuestro como acto de
piratería, presionando a otros países y a organismos como la IATA y la OACI
para crear una legislación internacional al respecto. Con Cuba, de manera
particular, los EE UU firmaron un acuerdo bilateral para la devolución de
secuestradores de aviones, irrespetado frecuentemente por la parte
norteamericana.
Uno de los elementos de la
política detractora contra Cuba fue la presentación el 11 de mayo de 1995 de
una lista elaborada por el FBI, en la que se acusaba a la Isla de mantener bajo
su protección a 78 delincuentes norteamericanos y de otras nacionalidades
requeridos por la justicia estadounidense, mezclando en la misma, de manera
deliberada, a un grupo de luchadores independentistas borinqueños y a la
luchadores norteamericanos por la igualdad racial, con una mayoría de
transgresores comunes de la ley.
La abultada lista, fruto de
la invención de algunos oficiales del FBI incluye a personas que ni siquiera
han estado en Cuba o se duda de su existencia. La lista existe, sin embargo,
como instrumento de la sucia campaña ideológica anticubana, de la que se ha
valido el Departamento de Estado para lanzar sus diatribas contra la Isla,
provocando el enrarecimiento de las relaciones entre ambas naciones.
La lista de fugitivos del
FBI está encabezada por Robert Lee Vesco, quien fuera acusado de fraude
multimillonario por las autoridades norteamericanas y quien falleció en Cuba de
un cáncer pulmonar el 23 de noviembre de 2007.
William Potts, quien en
marzo de 1984 secuestró una aeronave norteamericana y la desvió a la Habana, y
dijo pertenecer al Ejército de Liberación Negro, fue sentenciado por las
autoridades cubanas a una larga condena por ese delito. Hoy se encuentra en
Cuba tratando de regresar a su país.
Otro de los mencionados en
la lista, Charlie Hill, quien fue acusado de asesinar a policía estatal en
Nuevo México, devenido posteriormente en secuestrador de una aeronave en 1971,
purgó también prisión en Cuba. Dijo pertenecer a un grupo secesionista negro
denominado “New Afrika”.
Otros dos norteamericanos
acusados de secuestro, Ralph Goodwin y Michael Finney, ya fallecieron. El
primero ahogado en el mar y el segundo de cáncer.
Sí se pudo comprobar
ciertamente la presencia en Cuba de Víctor Manuel Gerena, hace algún tiempo,
aunque se desconoce su destino actual, y de Luis Soltren, independentistas
boricuas que han luchado a favor de la justa causa de su pueblo. En el caso del
segundo de ellos, Luis Soltren, éste tomó la decisión personal de retornar a
los Estados Unidos el 19 de marzo de 2010, enfrentando actualmente un proceso
legal en ese país. En el caso de Gerena, éste es buscado en relación con un
robo a mano armada de a una compañía de seguridad en West Hartford,
Connecticut, en 1983. Fue miembro del Movimiento Independentista Revolucionario
Armado Los Macheteros.
Otra de las personas de la
lista del FBI es Assata Shakur (Joanne Deborah Byron Chesimard), activista del
Black Liberation Army y tía del fallecido rapero Tupac Shakur, quien
fue condenada a cadena perpetua por el supuesto asesinato el 2 de mayo de
1973 de un oficial de policía de Nueva Jersey. Shakur se fugó de la cárcel,
donde había sufrido innumerables torturas, y escapó a Cuba en 1984, ocasión en que
le fue otorgado el asilo político. A pesar de ser acusada por el Buró y de que
su nombre haya sido incorporado el 2 de mayo de 2005 a la lista de Terroristas
Buscados por el FBI, Assata ha recibido un amplio apoyo por parte de diversas
organizaciones como la National Conference of Black Lawyers y Mos Def, así como
varios grupos progresistas norteamericanos. Es autora del libro titulado “An
Autobiography”.
Otra luchadora
norteamericana radicada en Cuba desde 1990 y buscada por el FBI es Nehanda
Abiodun (Cheri Dalton), a la que se acusa de haber integrado el comando que
liberó a Shakur y de haber cometido varios robos. Escritora incansable, sigue
promoviendo una revolución socialista en Estados Unidos.
La abultada y vieja
lista del FBI, ubica en Cuba, además de los ya mencionados, a los
norteamericanos Eldridge Cleaver, James Patterson, Palm William, Teresa Grosso,
William Brent, Clinton Smith, George Wright, Patrick Latortue, Montfort
Ambrosa, Catherine Kerkow, Donald Rider y Francisco Teroll.
Asimismo, integran la lista
del FBI los ciudadanos de origen cubano Richard Linares, Juan Marques, Orestes
Bello, Cosme Iglesias, Bárbara Álvarez, Ofelia Bernardo, José Tuñón Bernardo,
Ernesto Ferrero, Fidel Rego Otaño, Vicente Rego Otaño, Nacasio Delgado, Miguel
Sánchez, Ricardo Coro, Rosalino Rodríguez Cabria, José Montero, Héctor Ochoa,
Mario Fonseca, Divaldo Rojas Reyes, Wilfredo Oquendo, Eduardo Salgado, Roberto
Salgado, Carlos Arias Valdez, Marino Samon, Rolando Cadenas, Silvio Cabrera,
Crescencio Zamora, Sergio Rojas, Juan García, Robert Gracial, Ciro Granda,
Santiago Guerra Valdez, Ramón Delgado, Brian Wilson, Héctor González, Daniel
Abad, Joaquín Estrada Babin, Miguel Aguiar, Rogelio Leyva, Roberto Aguiar, José
Caballero, Gilberto Calero, Miguel Toledo, Nelson Molina, Manuel Vargas
Agüeros, Armando Díaz La Rossa, Esmeraldo Ramírez Castañeda, José García
Sánchez, Pedro De Quesada, Rigoberto González Sánchez, Ramón Martín, Jesús
Armenteros y Gilberto González Carrazana.
No podían faltar,
igualmente, en la lista del FBI sobre presuntos delincuentes refugiados en
Cuba, un grupo de ciudadanos de otros países como el colombiano Eduardo
Jiménez, los dominicanos Payano Antajares y Félix Coolin, el ciudadano de Islas
Vírgenes nombrado Ismael Ali y el italiano Rafaele Minichiello.
“Ni son todos los que son,
ni están todos los que están“, reza un viejo refrán que
puede ser endilgado a esta lista inventada por el FBI y que está llena de
incongruencias y de nombres cuyos dueños se desconoce se encuentren en
Cuba o hayan estado en la Isla alguna vez. Por abultada, es sospechosa y
apócrifa como son los enredos calenturientos que se fabrican por trasnochados y
bostezadores jefes del Buró desde sus oscuras y aburridas oficinas. Sin
embargo, su existencia es una dañina y falsa acusación contra Cuba, que sirve
de base a frecuentes ataques que la involucran injustamente como “paraíso” de
delincuentes.
El manido tema del espionaje
cubano en los Estados Unidos
Un coronel retirado de los
servicios de contra inteligencia militar de Estados Unidos, Chris Simmons, se
ha encargado de capitanear la actual campaña anticubana desarrollada por el
FBI, la ultraderecha norteamericana y los representantes de los grupos mafiosos
de Miami sobre una creciente actividad de espionaje cubano en Estados Unidos.
Con la sobredimensionada fama de ser un “innato cazador de espías cubanos“,
por haber participado en las operaciones de detección de la actividad de
algunos supuestos agentes cubanos, se ha dedicado a confraternizar
frecuentemente con los senadores de la intolerante ultraderecha
contrarrevolucionaria de La Florida, Ileana Ros-Lehtinen, Mario y Lincoln
Díaz-Balart, así como con notorios terroristas de la FNCA y del Consejo por la
Libertad de Cuba, con vistas a lograr ese sucio propósito.
No hace mucho, Simmons montó
un show propagandístico en unión de Ileana Ros Lehtinen, al declarar que, dada
su experiencia, así como su labor como jefe del Cuban Intelligence Research
Center, desde que lo fundó en el 2007, podía asegurar que Cuba cuenta con cerca
de 250 “espías” en EE UU, de los que 175 se encuentran actuando en la
ciudad de Miami. La Lehtinen, devenida también en burlesca cazadora de
espías, aseguró a continuación que 30 de los espías actúan desde la Sección
de Intereses de Cuba en Washington y otros en la Misión de Cuba en Nueva York.
Lo sorprendente de las declaraciones de la Loba Feroz es que asevera que
existen 69 posibles espías cubanos infiltrados en las altas esferas
gubernamentales y otros 12 en Universidades como la de New York, Columbia,
Georgetown, la Florida International University, Barry University, University
of Miami, Harvard y Yale.
Lo peligroso de estas
febriles aseveraciones de Simmons y la Ros Lehtinen es que anuncian y
estimulan una cacería de brujas dirigida hacia todos aquellos ciudadanos
norteamericanos que visiten la Isla o participen en los intercambios culturales
y científicos entre las dos naciones. El neo macartismo de estos histéricos
émulos de Edgar Hoover tiene un fin claro: enrarecer el acercamiento promovido
por varios sectores del Congreso y la nación hacia Cuba, fomentar la falsa
imagen de que la Isla es una amenaza potencial para la seguridad nacional de EE
UU y, por último, enfrentar la creciente campaña a favor de la liberación de
los Cinco Héroes injustamente condenados en ese país.
Simmons, impulsado por un
enfermizo afán de protagonismo, sabe bien lo que hace al seguirles el juego a
los enemigos de Cuba. Su papel en la detección y posterior captura de Ana Belén
Montes, la analista principal sobre Cuba en la Agencia de Inteligencia en el
Pentágono en el año 2001, así como su rol en la mascarada que llevó a la
expulsión de 14 diplomáticos cubanos de EE UU bajo el falso cargo de espionaje,
estimuló su egocentrismo y lo convirtió, a su vez, en instrumento de las
apetencias mafiosas de la ultraderecha de origen cubano. Falsario redomado,
acusó a Cuba de enviar agentes para monitorear la actividad de las
organizaciones cubanas en Miami y espiar en las instalaciones militares
norteamericanas.
Las maniobras en las que
participó Simmons como enlace de la contrainteligencia militar y varios
funcionarios del FBI, entre los que se encontraba el agente a cargo en Miami,
Héctor Pesquera, con la finalidad de involucrar a funcionarios diplomáticos
cubanos en actos de espionaje, tuvo una digna respuesta por parte del MINREX de
Cuba el 13 de mayo de 2003, en una declaración en la que desmiente tales burdas
acusaciones. La referida declaración, expresó: “La expulsión de catorce
diplomáticos cubanos es un irracional acto de venganza del gobierno de los
Estados Unidos contra Cuba. Es una señal de la creciente desesperación de los
sectores extremistas que reclaman un endurecimiento del bloqueo y nuevas
agresiones contra el pueblo al que no han podido doblegar tras más de cuarenta
y cuatro años de heroica resistencia.”
El gobierno de Estados
Unidos ha empleado en más de una oportunidad al FBI como instrumento para
propiciar montajes anticubanos en determinados momentos políticos de particular
importancia. El primero de ellos ocurrió cuando se llevaba a cabo la batalla
legal por la devolución del niño Elián González a partir de 1999. En este caso
particular, el FBI, con Héctor Pesquera a la cabeza, fabricó una conspiración
de espionaje cubano en EE UU que involucraba a un alto funcionario del INS y a
dos diplomáticos cubanos. De acuerdo con el FBI, Mariano Faget, en esos momentos
el subdirector del Servicio de Inmigración y Naturalización en La Florida, fue
acusado de entregar información clasificada a la DGCI cubana, y detenido en el
17 de febrero del 2000. Posteriormente, sin pruebas y evidencias de peso, fue
condenado a cinco años de privación de libertad.
El montaje de una supuesta
actividad de espionaje cubano en EE UU y su sobredimensionamiento mediático por
la prensa vinculada a la mafia anticubana, plagada de histeria y de mentiras,
no tenía otra finalidad que sabotear la fuerte campaña a favor de la devolución
a Cuba del niño secuestrado en Miami y predisponer a la opinión pública con
respecto a la Isla. Era también un golpe bajo al INS, favorable al retorno del
niño a su país de origen. Solo se buscaba, a todas luces, matar tres pájaros de
un solo tiro.
Tanto el Director Regional
de la Oficina Federal de Investigaciones, Paul Mallet, como su contraparte en
Miami, Héctor Pesquera, involucraron falsamente a Faget con los diplomáticos
cubanos José Imperatori y el vicecónsul Luis Molina, los que fueron instados a
abandonar EE UU. La macabra conspiración anticubana estaba en pleno apogeo, al
extremo que no se hizo esperar la complacencia de la Fundación Nacional
Cubano-Americana, la que exigió a la administración de Clinton la suspensión de
la deportación de Elián a Cuba, dado que el INS estaba comprometido en
actividades de espionaje a favor de Cuba.
Otro caso que involucró al
FBI y al propio Simmons fue el de Ana Belén Montes, ciudadana estadounidense de
origen puertorriqueño, quien laboró inicialmente como analista de la Agencia de
Inteligencia de Defensa (DIA) en la Base Bolling de la Fuerza Aérea
estadounidense y luego como funcionaria del Pentágono, acusada de espiar para
Cuba, la que fue condenada a 25 años de prisión el 16 de octubre de 2002.
Con una entereza digna de
admiración, Ana Belén Montes reconoció haber colaborado con los servicios
cubanos por convicción ideológica, lo que confirmó ante el juez federal Ricardo
Urbina, luego de conocer la larga pena a la que fue sentenciada: “La
política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta”. (…) “Me sentí
moralmente obligada a ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos por
imponerle nuestros valores y nuestro sistema político”.
Tanto para el caso de Ana
Belén Montes, así como para otros norteamericanos como Walter Kendall
Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber, capturados el 21 de noviembre de 2009
por colaborar voluntariamente a favor de Cuba, son válidos y precisos los
pronunciamientos de Fidel en una de sus Reflexiones del 7 de junio de 2009: “Los
que de una forma u otra contribuían a proteger la vida de cubanos frente a
planes terroristas y los proyectos de asesinar a sus dirigentes, de los
numerosos programados por varias administraciones de EE.UU., lo hicieron por
imperativos de sus conciencias y merecen, a mi juicio, todos los honores”.
Ricardo Alarcón, sobre Ana Belén Montes, en entrevista realizada por Edmundo García “[…] hay en el mundo muchas Ana Belén Montes, que apoyan a nuestra patria en los distintos confines del Mundo. Los enemigos de Cuba le llamarán espía, yo personalmente la considero mi hermana. Ella constituye un aliento para continuar la lucha por la Revolución”. |
Como resultado de la captura
de Ana Belén Montes, se fabricó el 6 de noviembre de 2002 una sucia maniobra
que comprometió falsamente a varios diplomáticos cubanos. Sabiendo que las
acusaciones carecían de fundamento, el Departamento de Estado declaró personas
“non grata” a cuatro diplomáticos cubanos, acusados de estar vinculados
con la actividad de Montes. Dos de estos funcionarios, Oscar Redondo Toledo y
Gustavo Machín Gómez, trabajaban en Washington, y los otros dos en las Naciones
Unidas, en Nueva York.
La hipócrita maniobra fue
sellada con una declaración de Charles Barclay, portavoz del Departamento de
Estado en la Oficina de Asuntos Hemisféricos, quien declaró: “En respuesta a
ciertas actividades inaceptables, hemos decidido actuar enérgicamente”.
No todo, sin embargo, salió
a pedir de boca para los obcecados jefes del Buró. Una de las chapuzas del FBI
y de la contrainteligencia militar norteamericana en relación con el supuesto
espionaje cubano en La Florida, involucró a Alberto Coll, quien en ese entonces
presidía el Departamento de Investigaciones Estratégicas del Colegio de Guerra
Naval en Newport, Rhode Island. Supuestamente, Coll habría sido reclutado por
la DGI cubana en un viaje que realizó a Cuba en el 2004. La alharaca levantada
en torno a Coll, quien sirvió entre 1990 y 1993 como subsecretario adjunto en
el Departamento de Defensa, puso en ridículo al FBI y a su investigación sobre
esta persona, a la que no se pudo probar vínculos con los servicios de
inteligencia de la Isla.
Aún en el año 2009, el FBI
se mantenía renuente a desclasificar la investigación realizada contra Coll,
alegando que la misma es considerada “top secret”, en un evidente intento de
ocultar una de sus frecuentes meteduras de pata. Solo se pudo comprobar a Coll
el haber mentido sobre su visita a la Isla, pues en lugar de visitar a una tía
enferma, como declaró, el verdadero motivo de su viaje fue visitar a una novia
que tenía en Cuba. Sin embargo, el romántico Coll fue sentenciado el 7 de junio
del 2005, por mentir sobre los motivos de su viaje a Cuba, a un año de
privación de libertad y a una multa de 5 000 USD, perdiendo a su vez su puesto
en el Colegio de Guerra Naval en Newport. Ahora labora en la Universidad
DePaul, en Chicago.
Otra de las burdas maniobras
en las que participó el FBI para implicar a Cuba en actividades de espionaje
que ponían en peligro la seguridad nacional de EE UU ocurrió el 31 de mayo de
2002, cuando agentes del Buró y del INS capturaron al ciudadano cubano
Juan Emilio Aboy, quien había arribado en 1996, bajo el cargo de intentar
infiltrarse en las fuerzas armadas para conseguir información para Cuba, así
como monitorear a los grupos terroristas asentados en Miami.
Sin poder demostrar las
acusaciones de espionaje esgrimidas por el FBI, Aboy fue deportado a Cuba en
abril de 2005 ante su renuencia a aceptar los cargos que se le imputaban y
declararse en huelga de hambre durante 38 días en digna respuesta ante las
falsas acusaciones. Sacado por la fuerza del Centro de Detención de Krome, fue
enviado a Cuba donde fue atendido de inmediato en el Hospital Salvador Allende.
La familia de Aboy libra hoy
continuas batallas legales para lograr su retorno al seno de su familia, luego
de que una apelación en el 11no Circuito de la Corte de Apelaciones en Atlanta,
diera un espaldarazo a su deportación a Cuba.
No cabe duda que la acusación
contra Aboy fue una chapuza del FBI y que su deportación a su país de origen
fue la fórmula idónea encontrada por el Buró para cubrir sus espaldas ante el
manejo cuestionado de la investigación, los cargos infundados que se levantaron
y mantener, a toda costa, la histeria anticubana para complacer a sus socios
terroristas de Miami.
Un nuevo caso de espionaje
manejado por el FBI en Miami, encaminado a complacer a sus socios mafiosos
anticubanos de esa ciudad y demonizar los acercamientos culturales y científicos
entre las dos naciones tuvo lugar el 20 de diciembre de 2006, cuando
Carlos Álvarez y su esposa Elsa Prieto, ambos trabajadores de la
Universidad Internacional de Florida (FIU), en Miami, fueron arrestados bajo la
acusación de ser agentes no registrados a favor de Cuba, así como espiar para
este país desde 1970, dentro del marco de un programa de intercambios del
Instituto de Investigaciones Cubanas de FIU.
El juez federal de Miami, K.
Michael Moore les condenó, luego de un arreglo con la fiscalía, de la siguiente
manera: Carlos Álvarez a 5 años y a su esposa a 3 años de privación de
libertad.
El último caso de espionaje
montado por el FBI, calificado por Fidel como una “ridícula historieta”
del supuesto fisgoneo cubano contra EE UU, tuvo lugar en junio de 2009 cuando
fueron arrestados los ancianos Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn
Steingraber Myers, residentes en Washington DC, acusados de realizar
actividades de espionaje a favor de la Isla.
Como resultado de la
ridícula acusación montada por el FBI, los Myers fueron condenados el 21 de
noviembre de 2009 por el juez de Distrito Reggie B. Walton, luego de arribar a
un acuerdo con la fiscalía. Walter Kendall Myers, quien había trabajado desde
1977 en el Departamento de Estado hasta su retiro en el 2007, recibió una
condena de cadena perpetua y la sanción accesoria de pagar 1,7 millones de USD
correspondientes a su salario devengado en dicha institución durante sus 24
años de servicio. La esposa, Gwendolyn Steingraber Myers, fue condenada a siete
años y medio de prisión.
Tal como ocurrió en el caso
de Ana Belén Montes, los Myers actuaron “no por motivos egoístas o en busca
de ganancias personales, sino debido a su conciencia y compromiso personal”, según
manifestó su abogado defensor Bradford Berenson.
El análisis de los casos
mencionados en este artículo pone al desnudo una verdad que no puede ocultarse:
en la mayoría de los casos de supuesto espionaje cubano en Estados Unidos, los
procesos investigativos del Buró han sido viciados políticamente por los
sectores más intolerantes de la ultraderecha norteamericana, sirviendo de
instrumentos para enrarecer las relaciones entre las dos naciones. Cuba, es
cierto, se ha visto obligada a protegerse de los grupos terroristas ante la
impunidad con la que los mismos actúan ante los ojos del FBI. Muchos cubanos
valientes han asumido con orgullo, honra y sencillez, el papel de defenderla en
las entrañas del monstruo. También aquellos nacidos en otros países que han
colaborado en la defensa del pueblo cubano, actuando no por dinero sino por
plena convicción, son legítimos depositarios de la admiración de todo ese
pueblo.
Mientras cierro este
artículo, nuevamente el FBI parece haber hecho el ridículo al endilgarle a un
diplomático de Qatar la acusación de terrorismo mientras viajaba en el vuelo
633 de United Airlines entre las ciudades de Washington y Denver. Arrestado
mediante un aparatoso despliegue policial, que incluyó el despegue de dos cazas
a reacción de la Fuerza Aérea, el tercer secretario qatarí Al Modadi, fue
interrogado por agentes federales hasta que se comprobó que no poseía
explosivos en su poder. Por supuesto, el FBI tuvo que disculparse, argumentando
que se trató de “un mal entendido”.
Pero si la metedura de pata
del FBI ha sido sonada, peor ha sido que el agente del Buró John Thomas
Shipley, haya sido acusado hace dos días en una corte federal de traficar armas
de manera reiterada desde el 2005 hasta el 2008, para destinarlas al crimen
organizado y narcotraficantes. El monto de sus ventas ascendió a cerca de 118
000 USD.
Lo interesante del caso es
que este agente del FBI era poseedor de dos fusiles Barrett, calibre 50,
idénticos a los que pensaban utilizar los terroristas de la FNCA en el atentado
contra Fidel Castro en Isla Margarita, Venezuela, en 1997. No resultaría
extraño, pues, que el propio FBI, interesado en exculpar a los magnicidas
capturados en el yate “La Esperanza”, cerca de Puerto Rico, haya provisto o, al
menos, se los hayan facilitado a sus dueños terroristas como Francisco José
Hernández Calvo.
Un lugar especial en el
controvertido papel del FBI contra el supuesto espionaje cubano, asumiendo el
rol de instrumento de los intereses de la política ultraderechista de la mafia
anticubana, lo representa el descubrimiento de la llamada Red Avispa y el
amañado proceso judicial seguido contra nuestros Cinco Héroes, lo cual
analizaremos en el próximo artículo. Las mentiras fabricadas por el FBI a
solicitud de la mafia miamense, las oscuras y sucias confabulaciones saldrán a
la luz en toda su putrefacta dimensión.
Para cerrar este artículo
nada mejor que un fragmento aparecido en el día de hoy en el Editorial del
Diario Granma: “El enemigo usa todas las armas de presión. Utiliza el
chantaje político y ordena el aniquilamiento mediático de quienes pretendan ser
solidarios con Cuba. Intenta acallar cualquier voz que discrepe de su dictado.”
(…) “Daremos la pelea con nuestras ideas, en nuestras calles y en todos los
escenarios internacionales.”
Percy Francisco Alvarado Godoy
9 abril 2010
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