En Latinoamérica es común que la gente piense que los
acuerdos de libre comercio que durante años los gobernantes de Estados Unidos
han tratado de imponerles cual “ley del embudo”, perjudican a los
latinoamericanos y caribeños en beneficio de los estadounidenses.
Pero la realidad difiere de esta consideración tan
simple. Estos engendros neoliberales entre países pobres -eufemísticamente
llamados “en vías de desarrollo”- y naciones ricas tecnológicamente
desarrolladas, perjudican a los pueblos de ambos grupos de naciones en
beneficio de una pocas grandes corporaciones del Norte y algún que otro
oligarca o potentado local en el Sur.
Hace treinta años, el aplaudido cantante estadounidense
Bob Dylan popularizó una canción titulada "Ocaso Sindical" (“Union
Sundown”, en inglés) que ahora parece algo así como una profecía
musicalizada.
Aquella canción provocó comentarios inyectados de mucho
odio en críticos afines al “establishment”, afiliados a la ideología neo
liberal que entonces empezaba a apoderarse de Estados Unidos con una obsesión
sin freno por convertir todo en mercancía y lograr ganancias por encima de
todo.
En la década de 1980 comenzaron a escasear los empleos en
Norteamérica y a reducirse a escombros industrias que alguna vez habían sido
modelos y envidia de la economía mundial. Pero fue en 1983, que los efectos
negativos de la globalización y el libre comercio empezaron a manifestarse en
la economía doméstica estadounidense. Cientos de centros de trabajo se
desplazaban a otros países, sobre todo de Asia, en busca de trabajo asalariado
más barato. Una economía de menores salarios, crecimiento del desempleo y
extensión de prácticas anti sindicalistas pasó a encabezar la agenda de
problemas de los trabajadores de Estados Unidos.
Con el tratado de libre comercio en América del norte
(TLCAN), 10 años más tarde, se aceleró la pérdida de empleos y el deterioro de
las condiciones de trabajo a causa de la globalización neoliberal haciendo aún
más comprensible y preciso el texto de canción de Dylan.
El TLCAN desplazó a los trabajadores en ambos lados de la
frontera México-Estados Unidos, deprimió los salarios, debilitó los sindicatos
y fijo los términos de la economía neoliberal global.
El TLCAN causó la pérdida de 700.000 empleos en empresas
que trasladaron su producción a México, donde la mano de obra era peor
remunerada; fortaleció la capacidad de los patrones en EEUU para obligar a los
obreros a aceptar menores salarios y beneficios; extrajo de la agricultura a
millones de trabajadores mexicanos y sus familias enviándoles al sector de
pequeños negocios en el que no pueden competir con la inundación de productos -
a menudo subsidiados - de Estados Unidos y, lo más importante, delineó las
reglas de la nueva economía globalizada emergente, donde los beneficios fluyen
hacia el capital y los costos a la mano de obra.
La lírica de Dylan no se limitó a denunciar la trágica
caída del protagonismo económico, la productividad básica y el empleo en
Estados Unidos, criticó la mercantilización de las cosas -naturaleza incluida-,
el estado de la economía, la dictadura burocrática y la suplantación de
gobiernos por monopolios.
La letra de sus canciones no criticaba solamente a
halcones corporativos y al rabioso libre comercio. La debilidad e impotencia de
los grandes sindicatos fueron también objeto de su crítica. La disminución
gradual del peso relativo de los sectores de la industria con los que se
asociaron estas organizaciones obreras, unida a los ataques contra los derechos
de los obreros a la afiliación sindical y la negociación colectiva han reducido
la influencia de los sindicatos en la economía, que venía mermando sin cesar
desde la década de 1970 por estas mismas razones que ahora se han multiplicado.
Solo el 9% de la población en edad laboral de EEUU está
sindicalizada.
En el sector privado es menos del 8%.
La última estrofa de “Union Sundown”, resume la
naturaleza de las controversias económicas y civiles en el ámbito
norteamericano de 1983: "la democracia no gobierna al mundo/métete
esto en la cabeza/este mundo está gobernado por la violencia/pero supongo que
es mejor ni hablar de eso."
Para Dylan, la democracia, tal como la concebimos, no es
más que una farsa. La democracia que existe en la mente de la mayoría de los
estadounidenses simplemente no existe.
Por eso, no hay que suponer que los efectos negativos de
los tratados de integración entre países pobres y ricos, benefician a todos los
ciudadanos de los países ricos y perjudican a todos en los países pobres. En
verdad benefician a los más ricos de ambos bandos y perjudican a todos los
demás. En las relaciones internacionales capitalistas es siempre así.
Manuel E. Yepe Menéndez
Mayo 28 de 2014.
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