Aparentemente como caído del cielo, Boko Haram irrumpió en la
conciencia de la gente de todo el mundo como un siniestro grupo de
islamistas con capacidad de realizar audaces ataques que paralizaron el
ejército del país más populoso de África. Ahora la gente quiere conocer
los orígenes del grupo, de dónde provino, por qué secuestra muchachas y
cómo se ha convertido en una amenaza tan poderosa. Son todas preguntas
importantes, pero preguntas que no pueden ser respondidas si se
consideran solo las políticas interiores de Nigeria, por importantes que
sean, porque Boko Haram es incomprensible si es descontextualizado de
la desestabilización, muerte y destrucción desencadenadas en África del
Sáhel a África Occidental como resultado de un evento histórico, la
cruel obliteración del Estado de Libia por la OTAN.
El jefe de
la Comisión de la Unión Africana, Jean Ping, advirtió a la OTAN, durante
su campaña de bombardeo y de armamento de así llamadas fuerzas rebeldes
en Libia, que las armas que suministraba a los “rebeldes” terminarían
en manos de al Qaida en toda África. Dijo: “La preocupación de África es
que las armas que son entregados a uno u otro lado… ya están en el
desierto y armarán a terroristas y al tráfico de combustible”.
El expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo expresó lo que muchos en África temían por el ataque de la OTAN contra Libia:
“Sabíamos que al fin de las operaciones en Libia, habría consecuencias. Y la consecuencia sería ¿dónde terminarán todas las armas? ¿Dónde estarán algunos de aquellos que han sido entrenados en el uso de armas [y] cómo serán responsabilizados? … “Parte de lo que sucede en Malí forma parte de las secuelas de Libia, y no debemos esperar que Malí sea la última.”
Informes de las Naciones Unidas, del periódico The Guardian
y muchas otras fuentes revelan cómo Boko Haram se benefició de la
desestabilización de varios países en todo el Sáhel después del
conflicto en Libia, recibiendo armas y entrenamiento de un al Qaida
envalentonado y sus patrocinadores saudíes.
Es uno de los
motivos por los cuales la investigación del manejo del ataque en Bengasi
es importante, especialmente para gente preocupada por el secuestro de
las colegialas en Nigeria. La destrucción de Libia no condujo solo al
fortalecimiento de Boko Haram – también condujo a la transferencia de
armas de Libia a Siria, en violación del derecho internacional, para
derrocar el gobierno soberano de Bacher al-Asad. Esto terminó por
aumentar la capacidad militar de islamistas derechistas
salafistas/yihadistas en una media docena de países y en la preparación
del terreno para el efecto bumerán del aniversario del 11-S que llevó a
la muerte del embajador de EE.UU. en Libia y de otros tres ciudadanos
estadounidenses.
Pero por cierto existe una oposición significativa a las audiencias.
En lo que la líder demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy
Pelosi, caracterizó como “triquiñuela de publicidad con fines
políticos”, “subterfugio” y “táctica diversionista”, los republicanos en
la Cámara de Representantes votaron la semana pasada a fin de formar un
comité de 12 miembros para investigar el manejo de los ataques en 2012
en Bengasi por la administración de Obama.
Afirmando que ahora
tienen una “prueba concreta”, con la publicación forzosa de correos
electrónicos previamente ocultados que sugieren que el gobierno de Obama
despistó deliberadamente al público estadounidense sobre lo que sabía
de los eventos que condujeron al ataque y a la muerte del embajador
estadounidense en Libia, los republicanos en la Cámara parecen estar
abocados a dar a la administración de Obama su affaire Irán-contra –
pero no con el objetivo de debilitar aún más al gobierno, sino más bien
de destruir a Hillary Clinton.
La reacción de los demócratas ha
sido predecible. Los demócratas que ya están alineados detrás de una
campaña de Clinton comprenden que no importa qué resulte de esta
investigación, Bengasi tiene el potencial e convertirse en un yugo
permanente que desgaste la candidatura Clinton. Pero en otra extraña
demostración de subordinación política e ideológica al Partido Demócrata
y a su elite derechista, elementos de la izquierda también han
expresado su oposición a esta investigación.
Se pensaría que
los de izquierdas apoyarían esta investigación, por limitada y
partidaria que sea, por el principio democrático de que el pueblo tiene
derecho a conocer lo que ocurrió antes, durante y después del ataque.
Pero incluso más importante es que al demandar un examen más exhaustivo
de toda la actividad de EE.UU. en Libia después de la destrucción de ese
Estado, incluyendo la misión de la CIA en Bengasi, la izquierda puede y
debiera plantear serios cuestionamientos que saquen a la luz del día la
peligrosa estrategia de empoderar a fuerzas antidemocráticas,
derechistas, de yihadistas conectados con al Qaida en Siria a
neofascistas en Ucrania.
Creemos que habrá un intento de
limitar el enfoque. Miembros de ambos partidos y todos en los altos
ámbitos de la comunidad de los militares y los servicios de inteligencia
sabían que EE.UU. se había alineado con grupos en Libia Oriental que
eran conocidos como yihadistas. El hecho de que ambos partidos apoyaron
la intervención de la OTAN a sabiendas de que yihadistas afiliados con
al Qaida jugaron un rol importante en el derrocamiento de Gadafi y que
la mayor estación de la CIA en el Norte de África estaba establecida en
Bengasi donde suministró armas y fue utilizada como base de operaciones
para insertar fuerzas yihadistas en Siria, significa que ambos partidos
comparten intereses en evitar las serias implicaciones legales y morales
de las acciones de EE.UU. en Libia.
Apoyo las audiencias y no
me importan lo más mínimo las implicaciones para la candidatura de
Hillary Clinton o la reputación de Barack Obama. Estoy más interesado en
poner fin a la trayectoria militarista derechista de la política de
EE.UU. Como afro-estadounidense el sufrimiento de más de 200 colegialas
capturadas por Boko Haram me indigna especialmente. Pero también me
indigna el asesinato de gente que defiende sus derechos a la
autodeterminación a manos de matones apoyados por EE.UU. en Odesa,
Ucrania, indignado ante el hecho de que la gente es aterrorizada a
diario por el constante zumbido de drones de EE.UU. que matan a mujeres y
niños en fiestas de matrimonio e individuos que pueden “actuar” como si
pudieran ser así llamados terroristas, indignado porque haya personas
que puedan llamarse morales e incluso progresistas y apoyan la brutal
ocupación israelí y la deshumanización de los palestinos.
Y me
indigna saber que a los responsables políticos de EE.UU. no les importan
un bledo las colegialas en Nigeria porque su verdadero objetivo es
utilizar la amenaza de Boko Haram en el norte del país para justificar
su verdadero objetivo de ocupar los campos petrolíferos en el sur y
bloquear a los chinos en Nigeria.
Dejar al descubierto la
sórdida historia de la destrucción de Libia y del papel de al Qaida como
“soldados sobre el terreno” para objetivos geoestratégicos de EE.UU. en
el Norte de África y en Medio Oriente representa la única estrategia
que una izquierda independiente y de principios puede mantener ante el
hecho de que las audiencias tendrán lugar. Cualquier otra cosa es
capitulación, algo que la izquierda ha hecho rutinariamente durante los
últimos seis años, y algo contra lo cual algunos de nosotros seguimos
luchando en la esperanza de que algún día la izquierda “responsable”
rechace los privilegios que provienen de su colaboración objetiva con
los intereses y la visión del mundo del poder blanco neoliberal y se
vuelva a basar en auténticos principios radicales y en la lucha a escala
mundial contra la dominación occidental.
Ajamu Baraka es
desde hace mucho tiempo un activista por los derechos humanos, escritor y
veterano de los movimientos de Liberación Negra, contra la guerra,
contra el apartheid y por la solidaridad con Centroamérica en EE.UU.
Actualmente es miembro asociado del Institute for Policy Studies en
Washington D.C.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Rebelión
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