El 8
de octubre 1976, fue enviada una solicitud de Condado Dade al Departamento de
Seguridad de la CIA con vista a solicitar apoyo para el esclarecimiento del ciudadano
Johnny Roselli. El documento fue elaborado por Curtis R. Ríos, a nombre de la
Oficina del Sheriff del Condado de Dade.
Según
dicho documento, en el que parecen referencias a las indagatorias sobre varios
contrarrevolucionarios cubanos residentes en La Florida, entre los que se
encontraban Rolando Masferrer, Luciano Nieves Mestre, José de la Torriente, José
Quintana, Joaquín Antonio Cortizo, Manuel Artime, entre otros, los que podían
haber estado involucrados en el asesinato de Roselli o, al menos, tener
vínculos de actividades con el mismo.
Varios
antecedentes relacionados con Roselli lo vincularon con la Cosa Nostra, el FBI,
la CIA, el asesinato del presidente John F. Kennedy y, directamente, a un grupo
de la CIA denominado Operación 40, un grupo especial creado por la Agencia
Central de Inteligencia como complemento de la Brigada 2506, con funciones
operativas independientes a la misma, con las siguientes misiones específicas:
1) La
infiltración de saboteadores dentro de Cuba, previo a la invasión de Playa
Girón, para organizar grupos de apoyo a los invasores.
2)
Durante el desarrollo de la invasión, los miembros de Operación 40 penetrarían
la retaguardia de las fuerzas revolucionarias con misiones de asesinatos de
dirigentes, búsqueda de inteligencia, así como otras misiones de sabotaje.
3) De
existir un resultado positivo en la acción mercenaria, los 53 hombres de la Operación
40 se ocuparían de realizar la "limpieza general", de todas las
personas comprometidas con la Revolución Cubana.
En
un Memorándum a Richard Goodwin, firmado por Arthur Schlesinger, Jr., y emitido
el 9 de junio 1961, con denominativo SSCIA 157-1002-10057 MRD, la CIA reconoció
que el grupo Operación 40 debió dedicarse a "matar comunistas", para lo cual fue preparado en los métodos
interrogatorio de tercer grado, tortura y terrorismo en general.
Los
jefes de la CIA a cargo de este grupo eran David Atlee Philips, Howard Hunt y
David Sánchez Morales, así como el jefe directo del mismo, Joaquín Sanjenis.
Los más renombrados miembros de este operativo CIA fueron Luis Posada Carriles,
Orlando Bosch Ávila, Félix Rodríguez Mendigutía, los hermanos Guillermo e
Ignacio Novo Sampoll, José Dionisio Suárez Esquivel, José Basulto León, Pedro
Luis Díaz Lanz, Gaspar Jiménez Escobedo, José Miguel Battle, Antonio Veciana
Blanch, Ricardo Morales Navarrete, Rafael Quintero Ibarbia, Eugenio Rolando
Martínez, Frank Sturgis (Frank Fiorini), Eugenio Rolando Martínez, Porter
Gross, Herminio Díaz, Eduardo Arocena Pérez, Rolando Masferrer Rojas, Bernard
Barker, Pedro Remón Rodríguez, Barry Seal, Antonio Cuesta del Valle, Manuel Artime
Buesa, Jorge Mas Canosa, Alberto Blanco Romariz, Virgilio Paz Romero, Alvin
Ross Díaz, Andrés Nazario Sargent, entre
otros. Por supuesto, no faltó en la lista John Roselli, conocido por todos por
el mote de “Handsone Johnny”, quien había fungido como enlace de la CIA con la
mafia de Santos Trafficante.
LAS
CULPAS DE ROSELLI
Tal
vez su culpa principal, la que lo condujo a convertirse en un cadáver
descuartizado y descompuesto metido dentro de un tonel metálico que fue
encontrado flotando el 9 de agosto de 1976, en las aguas de la Bahía de
Biscayne, cerca de Miami, fue hablar más de la cuenta, según el criterio de sus
jefes de la CIA, ante un Comité del Congreso encargado de investigar el
asesinato del presidente Kennedy y los planes magnicidas contra Fidel Castro.
De
nada le sirvió para encontrar una muerte tan horrenda haberse cambiado su
nombre originario, Filippo Sacco, y sus orígenes en Esperia, en Frosinone,
Italia, para morir a manos de sus propios empleadores. Tampoco le valió de
mucho su ascenso lento y difícil en el bajo mundo de la Cosa Nostra,
iniciándose como gánster de poca monta en Los Ángeles, bajo las órdenes de Jack Dragna,
hasta convertirse en
representante de la Cosa Nostra de Chicago y de Los Ángeles, en 1954, nada
menos que en la floreciente ciudad de Las Vegas. Tampoco le fueron de utilidad
sus actividades como productor de películas de gánsteres en Hollywood, para
evitar la muerte horrenda que le tocó.
Su
destinó lo marcó el triunfo de la Revolución Cubana el primero de enero de
1959, la que dio al traste con el juego mafioso, y el haberse involucrado en
los planes de Sam Giancana, capo mafioso de Chicago, y de Santo Trafficante,
jefe de la mafia de Tampa, quienes lo emplearon como enlace con la CIA para
asesinar al dirigente cubano, Fidel Castro.
La
CIA contactó a Roselli a través del ex-agente del FBI, Robert Maheu, en 1960.
Esta orientación vino directamente de Richard Helms, recién estrenado
subdirector de la CIA, a cargo de Acciones subversivas. Luego de los contactos
entre Maheu y los dos capos jefes de Roselli, comenzó la confabulación para
asesinar a Fidel. Primero intentaron hacerlo con píldoras de veneno
suministradas a Roselli por la CIA, con el fin de introducirlas en los
alimentos de su importante objetivo.
Un
año después, en 1961, Roselli se dedicó a entrenar a varios tiradores en una
base secreta de la CIA en Cay Sal Bank, con vistas a asesinar a Fidel. Ya
Roselli estaba involucrado en la Operación 40, como uno de sus principales
operativos en su estación de Miami, JMWAVE.
Nuevos
planes y fracasos de la CIA en sus planes magnicidas contra Fidel lo
vincularían a los principales jefes y operativos de la CIA como William King
Harvey, David Atlee Philips, Howard Hunt y David Sánchez Morales.
La
CIA, a través de William Harvey, jefe de su fuerza tarea, pidió al coronel
Edwards que contactara a John Roselli, propiciándose una entrevista entre ambos
en Miami, en la que Harvey le orientó
contactar a los contrarrevolucionarios cubanos asentados en esa ciudad. Corría
el año 1962 y, en esta ocasión, Harvey le solicitó mantener al margen a sus
jefes de la Cosa Nostra, así como al impredecible Maheu. Luego tuvieron tres
reuniones más en las que planearon diversos planes de atentados contra Fidel
Castro, usando principalmente a Tony Varona, en los que se incluía el uso de
veneno y de distintos tipos de armamento. Roselli fue el receptor de los
artilugios letales.
Más
adelante se conocería el premio a la incondicionalidad de Roselli por parte de
la CIA en cerca de tres oportunidades, en los años 1966, 1967 y 1971. El Informe del Comité Church puso sobre el
tapete que la Agencia evitó que éste fuera procesado por sus actividades
gansteriles. Este destape propiciado por el Comité Church propició otras
investigaciones del Comité Especial de la Cámara de Representantes sobre el
asesinato del presidente Kennedy, que pusieron al desnudo los vínculos de la
CIA con la mafia terrorista de Miami y la Cosa Nostra. Sin embargo, todo quedó
allí. Un oscuro manto de tolerancia, confabulación y sucio compromiso acalló la
verdad, hasta que el prontuario criminal de Roselli fuera sacado a la luz en
1971 por Jack Anderson, un reportero del
Washington Post, quien abrió las puertas para que la propia CIA se hiciera el
harakiri en el año 2007, al desclasificar importantes documentos vinculados a
estos sucesos.
No
obstante, la CIA, particularmente William Harvey, vio en Roselli un operativo
de experiencia para introducirlo en la conspiración que, con el FBI, la Cosa
Nostra y otras élites ultra conservadoras norteamericanas, estaba dirigida a la
eliminación física del presidente Kennedy. Varios elementos prueban esta
aseveración:
- Roselli
se reunió con Jack Ruby en el otoño de 1963.
- Hay
quienes le vincularon, junto a Charles "Chuckie" Nicoletti, otro mafioso
vinculado a la CIA y posteriormente asesinado, como dos de los gatilleros que
atentaron contra Kennedy. Así lo afirmó
otro miembro de la CIA nombrado James Files.
- Un
mafioso que compartió celda con Roselli, el capo de New York, Bill Bonanno,
afirmó en su autobiografía que le confesó haber disparado un tiro desde un alcantarillado
localizado en Elm Street, en Dallas.
- Un
ex piloto de la CIA, "Tosh" Plumlee, afirmó que condujo a Roselli
desde Tampa a Dallas, en la mañana del fatídico 22 de noviembre de 1963.
- Roselli
fue usado para vender la falsa versión de que el asesinato de Kennedy había
sido planeado por Cuba.
Los
turbios negocios en Las Vegas lo llevaron a juicio en 1968, en el cual se le
condenó por delitos migratorios, al carecer de la ciudadanía norteamericana,
por lo que se ordenó su deportación a Italia por el Servicio de Inmigración y
Naturalización. La CIA usó todas sus influencias e Italia se negó a aceptarlo.
LA
SENTENCIA DE LA CIA
Sin
poder escurrirse, Roselli se vio obligado a testificar ante el Comité del
Senado estadounidense en Actividades de Inteligencia (SSCIA), presidido por el
senador Frank Church, en los días 24 de junio y 22 de septiembre de 1975.
Elocuente y sin medir los riesgos que contraía, Roselli develó los planes de la
CIA para asesinar a Fidel Castro y el contenido de la secretísima Operación
Mangosta. Ignoraba el pobre hablador que su jefe, Sam Giancana había sido
asesinado apenas 48 horas antes.
Desvalido
y asustado, Roselli sabía que había llegado su hora y que la CIA nunca
perdonaba. Se refugió entonces en Miami hasta que recibió una nueva citación
para testificar el día 26 de abril de 1976, esta vez en relación con la
conspiración por asesinato del presidente Kennedy. Acudió al citatorio y, tal
vez creyéndose protegido, habló por los codos. Fue llamado tres meses después,
pero no apareció. Era el 28 de julio de 1976 y ni la SSCIA ni el FBI pudieron
encontrarlo.
Roselli,
en realidad, ya estaba muerto y descuartizado. Su cadáver flotaba dentro de un
tonel, putrefacto, en las aguas de la Bahía de Biscayne.
Cuerpo de Roselli al ser sacado de las aguas de la Bahía Biscayne |
EL
SILENCIO FORZOSO DE LOS IMPLICADOS EN LA MUERTE DE KENNEDY
La
CIA, el FBI, la Cosa Nostra y la ultraderecha norteamericana trató a toda costa
de borrar todas las trazas que pusieran sacar a la luz, aunque ello implicara
el asesinato o la muerte sospechosa de decenas de personas. El objetivo fue
obstaculizar cualquier acercamiento a la verdad y todavía, aún, se mantiene un
oscuro silencio y un anuncio tácito de peligro para el que intente desentrañar
lo sucedido. Los peones fueron cayendo, uno tras otro, sobre el sórdido tablero
de ajedrez.
John
Roselli no fue la única víctima. Algunas de las muertes de personas
relacionadas con el caso evidenciaron esa aún latente amenaza.
En
mayo de 1964 fue asesinado Gary Underhill, un agente de la CIA, quien dijo conocer
la participación de la CIA en el asesinato de Kennedy, aunque su deceso fue
visto como un suicidio. Otra persona, un ex agente del FBI nombrado Guy
Bannister, sufrió un sospechoso ataque al corazón en junio de 1964. Asimismo, Mary
Meyer, una amante de JFK cuyo ex esposo, Cord Meyer, pertenecía a la CIA, fue
asesinada en octubre de 1964 en un parque de Washington, DC.
Igualmente,
David Ferrie, un miembro de la Operación 40, murió de dudosa embolia cerebral
en febrero de 1967. También su amigo, Eladio del Valle, recibió un disparo a
corta distancia el día después de la muerte de Ferrie.
Otro agente de la CIA, Clay Shaw, murió de un
inesperado cáncer en febrero de 1974.
Otro
de los involucrados en los planes de asesinato contra Kennedy y Fidel Castro,
el capo mafioso Sam Giancana, fue asesinado en el sótano de su casa, amparado
supuestamente en el Programa de Protección a Testigos Federales, en junio de
1975. No podía desnudar a la CIA ante el Comité de Inteligencia del Senado.
Otro
enlace entre la CIA y la Cosa Nostra, al igual que Roselli, Charles Nicoletti,
también fue asesinado en Chicago en marzo de 1077.
El
tufo de la sospecha también cuestionó el aparente suicidio del ex presidente
cubano Carlos Prío Socarrás, en abril de 1977.
Todos
estos decesos dudosos y muchos no mencionados en esta lista, se suman a las
muertes de Lee Harvey Oswald y de Jack Ruby, quienes sí estuvieron en el lugar
adecuado y en la hora precisa en que se asesinó a Kennedy, aquel 22 de noviembre
de 1963 en la Plaza Dealey, en Dallas, Texas. Otros, al menos pusieron su
granito de arena para el éxito del magnicidio y de la macabra conspiración.
Todos,
como Roselli, fueron piezas descartables para la CIA. De esta forma se cerró,
ante los ojos del mundo, otro capítulo siniestro hasta ahora imposible de
develar.
Percy Francisco Alvarado Godoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario