Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes.
A punto de arribar a sus 102
años de vida el próximo 26 de julio de 2010, el Buró Federal de Investigaciones
de los Estados Unidos (FBI) cuenta con una larga y controvertida vida, marcada
por numerosos escándalos, burdo espionaje y cuestionables métodos en los que el
chantaje, la difamación y las oscuras maquinaciones han arruinado la vida a
miles de norteamericanos, convirtiéndose en instrumento de políticas internas y
externas de las administraciones norteamericanas de turno. El más acendrado
anticomunismo, la frívola y empecinada intolerancia, así como las maquiavélicas
conspiraciones de los grupos de poder, han encontrado en el FBI el instrumento
propicio para el acoso, la persecución y la eliminación pública de
intelectuales, artistas, científicos y personalidades progresistas a lo largo
de estos años.
Hoy reverdecen el más burdo
macartismo escudándose en la lucha contra el terrorismo, pisoteando a su antojo
las libertades civiles y sirviendo de herramienta para consumar las viacrucis
de terror implementadas desde las oscuras oficinas de la ultraderecha
conservadora, no solo contra las fuerzas progresistas en Estados Unidos, sino
también como soporte de su política internacional basada en el injerencismo y
sus apetencias imperiales. Cuba, por supuesto, no ha escapado al agresivo
avatar del FBI, a su confabulación y protección con los mafiosos anticubanos y,
sobre todo, a su involucramiento en campañas de dudosa autoría, que solo buscan
el destruir a la Revolución o, al menos, debilitar su imagen a nivel internacional.
Como parte protagónica de
las campañas anticubanas, el FBI se ha prestado al hostigamiento a los
simpatizantes de la Revolución en Estados Unidos, contra miembros de la
emigración cubana favorecedores del diálogo con su país de origen, con los
grupos solidarios, así como enfrentando a ciudadanos norteamericanos que
participan en el legítimo intercambio cultural y científico entre nuestras dos
naciones, lo que ha sido una de sus sistemáticas modalidades. Prueba de ello lo
es la reciente denuncia ante el diario Huffington Post, en la que se imputa que
el FBI ha interrogado a una decena de ciudadanos acogidos a los referidos
programas de intercambio, ejerciendo diversas presiones sobre ellos a tenor con
las disposiciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del
Departamento del Tesoro, así como inusualmente recabando información sobre sus
estancias en la Isla. La sospechosa actuación de los feds hace presuponer la
existencia de una nueva disposición muy secreta del Departamento de Justicia y
un recrudecimiento tras bambalinas de la política de la administración Obama
hacia la Isla.
En esta serie de varios
artículos podremos al desnudo el papel del FBI como instrumento de los
gobiernos norteamericanos durante las últimas décadas, tanto como socavador de
las libertades civiles dentro de los propios EE UU, como artífice y
participante de la guerra sucia contra Cuba.
UNA LARGA HISTORIA DE
ATROPELLOS Y ESCANDALOS
El FBI fue diseñado como el
instrumento de investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados
Unidos, siendo este departamento, de acuerdo al artículo 28, del Código de los
Estados Unidos, en su sección 533, el encargado de supervisar sus operaciones y
subordinar a una vasta red de 56 oficinas locales a lo largo de la Unión, otras
400 pequeñas oficinas en pequeños pueblos y ciudades, y otras 50 que funcionan
bajo el amparo de sedes diplomáticas en todo el mundo.
Desde que fue creado, a
iniciativas del entonces fiscal general Charles Bonaparte, el 26 de julio de
1908, con un reducido grupo de 9 detectives y otros 25 investigadores, el Buró
fue creciendo paulatinamente, alcanzando notorios resultados en la lucha contra
el crimen organizado, el gansterismo, la venta e importación de bebidas
alcohólicas burlando la ley “seca” y otras actividades delictivas. Vinculado a
las labores de contraespionaje desde 1917, durante la presidencia de Woodrow
Wilson, hizo de esta actividad una de sus labores de alta prioridad. Sin
embargo, cuestionado y alabado por unos y otros, el FBI alcanzó un fatídico
reconocimiento a partir del 10 de mayo de 1924, cuando pasó a ser dirigido por
J. Edgar Hoover.
Hoover convirtió al FBI en
un instrumento de persecución política, centrando su especial atención en las
fuerzas progresistas y en los comunistas norteamericanos, contando con el
espaldarazo del presidente Franklin Delano Roosevelt y la cuestionada Ley Smith
de 1940, para llevar a cabo una guerra sin cuartel basada en detracciones,
invención de conspiraciones y violación descarada de la constitucionalidad.
Para ello, así como cumplir las misiones de búsqueda de espías alemanes,
italianos y japoneses, incrementó su plantilla a 13,000 agentes en 1943.
Mediante el Servicio Especial de Inteligencia (SIS), creado en 1940, el Buró
extendió sus labores de contraespionaje por toda Latinoamérica.
El término de la contienda
bélica en 1945, le confirmó al FBI nuevamente su papel de instrumento de
persecuciones y abusos, enfocándose principalmente a la asechanza de
personalidades progresistas y simpatizantes comunistas, convirtiéndose en un
macabro protagonista dentro de la naciente Guerra Fría.
Con una vasta misión, el FBI
se encarga a grandes rasgos de la protección de EE UU de ataques terroristas,
de operaciones extranjeras de espionaje e inteligencia, de ciberataques y
crímenes de alta tecnología, de combatir la corrupción de los servicios
públicos en todos los niveles, de “proteger los derechos civiles”, de combatir
a organizaciones y empresas de carácter criminal nacionales y transnacionales,
de enfrentar al crimen de cuello blanco, estafas corporativas, fraudes
financieros, robo de identidad, etc., así como enfrentar igualmente a los
crímenes violentos de conmoción pública, entre otras misiones.
El FBI cuenta actualmente
con 30 847 empleados, entre ellos 12.737 agentes especiales, incluyendo a 18
110 profesionales vinculados a áreas de apoyo análisis de inteligencia,
especialistas en idiomas, científicos, expertos en tecnología de la información
y otras. Dirigido por Robert S. Mueller III desde 10 de agosto de 2001, se
apoya en un presupuesto anual de cerca de 6 000 millones de USD. Los
permanentes escándalos que han debilitado la imagen del FBI en las últimas
décadas, han llevado a Mueller a renovar casi un tercio de los altos cargos,
empezando por las secciones especializadas en la lucha contra el terrorismo.
Sin negarle el mérito del
enfrentamiento al delito, el FBI se ha visto involucrado en hechos que han
puesto en duda su eficacia, tales como los sucesos de Waco y Ruby Ridge, Idaho.
En el primer caso, ocurrido en 1973, fueron virtualmente asesinados decenas de
niños y mujeres pertenecientes a la secta de los davidianos. En el segundo
caso, fue asesinada una mujer con un niño de meses pertenecientes a la familia
Weaver.
La cacería de brujas
protagonizada por el FBI en los años posteriores a la culminación de la Segunda
Guerra Mundial y la exacerbación de la histeria anticomunista, provocaron
hechos cuestionables como la captura y posterior asesinato judicial de los
esposos Julius y Ethel Rosemberg. Cerca de 108 supuestos espías al servicio de
la URSS, entre los que se encontraban asimismo Judith Coplon y Klaus Fusch, así
como decenas de personalidades progresistas, fueron las víctimas de montajes,
falsas acusaciones y juicios cuestionables.
Otro asunto sucio del FBI lo
relacionó con Jack Ruby, nacido como Jacob Rubinstein, gerente de un cabaret y
amigo de mafiosos como los hermanos Campisi y Carlos Marcello, así como de
contrarrevolucionarios de origen cubano, quien edificara una juventud desordenada
en reformatorios y clínicas mentales, y fuera el asesino del Lee Harvey Oswald,
a su vez acusado del magnicidio cometido el 22 de noviembre de 1963 contra el
presidente norteamericano John F. Kennedy, en Dallas, Texas.
Su alianza con el FBI tuvo sus
orígenes cuando sirvió directamente a Hoover como delator de oficio, levantando
falsas acusaciones contra diversos ciudadanos durante la cacería de brujas
implantada por el senador McCarthy, durante los años 40 y 50 del siglo pasado.
Sospechosamente, Jack Ruby apareció también dentro del equipo del entonces
congresista Richard Nixon.
Quien asesinara a Lee Harvey
Oswald el 24 de noviembre de 1963 ante las cámaras de televisión, en un montado
show mediático, falleció en prisión en 1967 víctima de cáncer. Sus vínculos con
el FBI hacen que no se excluya un conocimiento previo por parte del Buró de los
planes magnicidas contra Kennedy y que sus jefes no levantaran un dedo para
evitarlo.
Durante la presidencia de
Richard Nixon, el 18 de noviembre de 1975, tuvo lugar el sonado caso Watergate,
en que se puso en duda el papel del FBI durante el proceso investigativo por
parte de las Audiencias llevadas a cabo por el senador Frank Church. En las
mismas sobresalió la ineficacia de los feds para esclarecer el asesinato de
Martin Luther King Jr. Igualmente, llamó poderosamente la atención el hecho de
que, entre los cinco hombres vinculados a la CIA y capturados en la sede del
Comité Demócrata Nacional, Virgilio González, Bernard Baker, James W. McCord,
Jr., Eugenio Rolando Martínez y Frank Sturgis, se encontraba McCord, quien
entonces era el Director de seguridad del comité para la reelección de Nixon y
agente del FBI. Nixon dimitió el 8 de agosto de 1974.
En el caso particular del
asesinato de Martin Luther King, ocurrido el 4 de abril de 1968, mientras se
encontraba acompañado por Jesse Jackson y Ralph Abernathy, se capturó a James
Earl Ray como autor del disparo mortal, aunque quedan serias dudas sobre la
forma en que se condujo la investigación por el FBI. El propio Ray, quien
recibió una condena de cadena perpetua por el hecho, mantuvo posteriormente su
inocencia hasta su muerte en 1998.
La aceptación en diciembre
de 1999 por parte de un jurado civil de los Estados Unidos de la existencia de
una conspiración para asesinar a Luther King, puso en crisis la teoría del FBI
sobre la existencia de un solo asesino: James Earl Ray.
Otros escándalos y pifias
cometidas por el FBI han puesto en duda la aureola inicial de eficacia del
mismo, como fue la detención errónea de una persona en el caso de la bomba
durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, el espionaje realizado por uno de
sus altos directivos a favor de la URSS y su incapacidad de prevenir los
atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York y al
Pentágono. Asimismo, un escándalo involucraría nuevamente al FBI, el 19 de
julio de 2001, cuando éste se vio obligado a reconocer públicamente la pérdida
de 446 armas y 184 computadoras portátiles, algunas de las cuales contenían
información sumamente confidencial.
La ineficacia del FBI ha
estado también puesta en tela de juicio a raíz del descubrimiento de que uno de
sus altos oficiales, Robert Hanssen, espió para la URSS durante 15 años, así
como la incapacidad del Buró de jugar limpio con los abogados de la defensa de
Timothy McVeigh, el autor de los atentados de Oklahoma City, al ocultarle
millares de páginas de documentos necesarios para su defensa.
El FBI se ha involucrado en
sucios escándalos de hostigamiento a personalidades famosas, basados en
chismografía inocua y dudosas fuentes, lo que lo ha convertido en un
controvertido aliado de culebrones y de la prensa del corazón, tal como ocurrió
el 14 de diciembre de 2006, cuando se dio a conocer que había espiado
sistemáticamente a John Lennon, tildándolo de amenaza para la seguridad
nacional norteamericana dadas sus ideas progresistas y su lucha a favor de la
paz.
Pero no fue solo Lennon el
espiado por el FBI. A lo largo de los años el Buró ha abierto expediente tras
expediente a centenares de figuras públicas entre los que se han destacado los
Beach Boys, Frank Sinatra, Albert Einstein, Bette Davis, Walt Disney, Robert
Blake, Andy Warhol, Wladziu Valentino Liberace, Groucho Marx, Louis Armstrong,
Efrem Zimbalist, Lucille Ball y Desi Arnaz, entre otros. Hoy por hoy, se estima
que el FBI dispone de caso 6 millones de expedientes de investigación sobre
diversas personas.
Otros escándalos han
sacudido al FBI en los últimos tiempos, tal como el que tuvo lugar el pasado 16
de enero de 2010, ocasión en que el laboratorio del Buró realizó un retrato
robot de Osama bin Laden, basándose en una imagen electoral de Gaspar
Llamazares, ex líder y actual diputado de Izquierda Unida.
El espionaje descarado por
parte del FBI ha sido recientemente también puesto en tela de juicio el pasado
17 de marzo de 2010, cuando se comprobó que el mismo emplea ilegalmente las
redes sociales como Facebook, MySpace y Twitter, para llevar a cabo sus
investigaciones, acudiendo a la creación de perfiles apócrifos para obtener información
de ciudadanos comunes.
No hace mucho se comprobó la
ineficacia del FBI al descartar la peligrosidad del comandante Nidal Malik
Hasan y desestimar la apertura de una investigación sobre el mismo, quien
efectuó una matanza de trece militares en las instalaciones de Fort Hood,
Texas, el 11 de diciembre de 2009.
El FBI se ha dejado usar
como una cuestionable punta de lanza en la lucha contra el terrorismo, tal como
denunció la World Socialist Web el 18 de agosto del 2004, basándose en
actividades de chantaje, intimidación, burdo espionaje y otros sucios métodos
contra opositores a las administraciones de turno. Tal fue el caso de las
presiones ejercidas por miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el
Terrorismo (JTTF) del FBI, durante la realización de las convenciones Nacional
Demócrata en Boston y del Partido Republicano, en Nueva York, realizadas en ese
año.
Tal ha sido el desprestigio
del FBI en los últimos tiempos que hace apenas unos meses, el pasado 1 de julio
de 2009, el presidente Obama anunció su interés por incrementar las nóminas del
FBI en 2.100 profesionales y de 850 agentes especiales más. Para su sorpresa,
el Buró volvió a mostrar su ineficacia, lo que fue duramente criticado por el
actual ocupante de la Casa Blanca el 5 de enero de 2010, al recriminarle al
Buró no detectar que el nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab, abordara un avión
comercial de la compañía Northwest Airlines, con casi 300 personas a bordo,
procedente de Ámsterdam y con destino a Detroit, con explosivos y amenazara con
volarlo en pleno vuelo.
Obama fue cáustico en su
reprimenda: “El gobierno estadounidense tenía suficiente información para
desbaratar el complot y quizá para evitar el ataque el día de Navidad, pero
nuestros servicios de inteligencia no lograron reunir las piezas, lo que habría
puesto al sospechoso en la lista de personas que no pueden volar”.
El propio Obama, si no se
dejara engañar por sus agencias anti terroristas, hubiera podido comprobar que
la “The United and Strengthening America by Providing Appropriate Tools
Required to Intercept and Obstruct Terrorism” (Ley USAPATRIOT), emitida el 26
de octubre de 2001, en lugar de proteger al país no hace otra cosa que vulnerar
las libertades civiles por las incongruencias de su aplicación.
El FBI se cubrió, empero, de
una triste y repudiable fama con el asesinato del líder independentista boricua
Filiberto Ojeda, ocurrido el 23 de septiembre de 2005, propiciado por casi un
centenar de agentes del FBI en el municipio de Hormigueros, al oeste de la isla
borinqueña. El vasto despliegue armado propició que Filiberto fuera herido y,
posteriormente, privado de atención sanitaria hasta que falleció a causa de las
heridas. El detestable crimen fue repudiado por todo el pueblo portorriqueño y
aún se reclama justicia por ello, pues se sabe que el FBI no iba con
intenciones de capturarlo, sino de propiciar su asesinato.
Un nuevo escándalo ronda por
estos días al FBI cuando se dio a conocer el pasado 19 de enero de 2010, que el
Buró violó la legislación norteamericana al recolectar aproximadamente 2,000
registros telefónicos en el territorio nacional, bajo el mandato de George W.
Bush. Según The Washington Post el FBI se apoyó en leyes antiterroristas
inexistentes y presionó a los directivos de empresas telefónicas para que les
entregaran la información, de forma tal que accedieron ilegítimamente a dichos
registros telefónicos entre 2002 y 2006, en franca violación de la Ley de
Privacidad en Comunicaciones Electrónicas.
LOS ACTUALES PROBLEMAS DEL
FBI.
El recrudecimiento de la
actividad de grupos extremistas y de ideología ultra reaccionaria, mantiene en
jaque por estos días al FBI, luego de que fueran arrestados varios miembros de
Hutaree, uno de los casi más de 1 750 grupos de ideología reaccionaria y
extremista asentados en el país, fundamentalmente pro nazis, anti inmigrantes y
antigubernamentales, que cuentan con cerca de 30 mil miembros activos y
aproximadamente 250 mil simpatizantes. El propio Hutaree planeaba un atentado
en Ohio, durante un posible funeral de un policía que previamente sería
asesinado por ellos.
Uno de los factores que
propicia la existencia de estos grupos y su clara peligrosidad, resulta la
facilidad con la que sus integrantes pueden acceder a cantidades ilimitadas de
armamento. No es desconocido que, apenas entre noviembre del 2008 y enero de
2009, por citar un ejemplo, se vendieron en EE UU más de 3 millones y medio de
armas de todo tipo sin restricción alguna por parte del FBI y otras agencias
federales. Solo en el 2008 la cifra de armas adquiridas por los ciudadanos
norteamericanos ascendió a 13 millones.
Lo absurdo del problema
actual del crecimiento de la violencia en el país es que, mientras estos hechos
ocurren, el FBI destina a varios de sus agentes a la protección del famoso
Tiger Woods en el torneo de golf de Augusta, en Georgia.
Por si fueran pocos los
problemas actuales que involucran al FBI, un grupo de importantes firmas han
arremetido contra el Buró y otras agencias del gobierno por lo que consideran
un exagerado acceso de estas instituciones a datos privados de las personas en
la Internet. Tanto Google, eBay, Microsoft, Intel, AT&T, como otras compañías,
buscan la actualización de la obsoleta Ley de Privacidad de Comunicaciones
Electrónicas (ECPA) de 1986, mediante una coalición conocida como Digital Due
Process (Debido Proceso Digital), solicitando la protección de los datos on
line de sus usuarios. De esta manera, solo estarán obligadas a ofrecer
información privada de sus clientes a partir de una orden judicial que
presuponga una causa probable. Esta demanda evitaría la actual impunidad con la
que el FBI y otras agencias acceden actualmente a los datos on line de los
ciudadanos en franca violación de la ley.
El ataque solapado a las
redes sociales como Facebook, Twitter, MySpace, Linkedin y otras similares por
parte del FBI y otras agencias gubernamentales, se basan en normas que son de
desconocimiento público y que son establecidas internamente sin basamento
jurídico.
Por otra parte, tanto el FBI
como otras agencias, se encuentran abocadas al establecimiento de nuevas
medidas de seguridad para los vuelos internacionales, anunciadas hace tres días
por la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, basadas en un
supuesto perfil de los viajeros. Al respecto, Napolitano declaró: “Estas nuevas
medidas utilizan en tiempo real información de inteligencia basada en amenazas
junto con otros múltiples y aleatorios controles de seguridad, algunos de los
cuales son visibles y otros no para el pasajero, para prevenir de manera más
eficaz amenazas terroristas”.
Las nuevas medidas, a
diferencia de las existentes hace unos meses, buscan flexibilizar los controles
a la entrada a EE UU, dándole un rol prioritario a la información de
inteligencia recopilada con anterioridad más que a patrones como perfiles
físicos y nacionalidad de los viajeros. Recuérdese que los viajeros procedentes
de Cuba, así como de otros países como Irán, Sudán y Siria, Afganistán,
Argelia, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Somalia y Yemen,
eran sometidos a férreos controles como el escaneo corporal, registros y
revisión pormenorizada del equipaje. Las nuevas medidas mantienen estos
procedimientos, así como las controvertidas listas negras, pero se apoyará más
en ciertos patrones obtenidos por la actividad de inteligencia tan
controvertidos como la raza o la religión.
Otro de los actuales
problemas que enfrenta el FBI es una carta amenazante recibida por cerca de 30
gobernadores norteamericanos por parte de un grupo extremista auto titulado
Guardians of the Free Republics, en la que les otorgan tres días para que
renuncien a sus cargos.
Por último, el FBI se ha
visto envuelto en una oscura trama de espionaje hace unos días cuando, de
acuerdo con el diario argelino Ennahar, un posible miembro del Mossad fue
capturado en Argelia usando una falsa identidad, la del ciudadano español
Alberto Vagilo. Este agente sionista trató de infiltrar en el país árabe a
supuestos grupos terroristas, haciéndose pasar como Abu Ammar, un palestino de
48 años, natural de Al Quds. Lo sugestivo del caso es que el propio vice jefe
del FBI, John Pistole, viajó el 25 de marzo a Argel para buscar la liberación
del espía del Mossad. ¿Interesante, no?
A MODO DE CONCLUSION
PRELIMINAR.
Mientras todo esto ocurre,
centenares de individuos con amplio historial terrorista se pasean impunemente
por las calles de ciudades como New Jersey, Nueva York y Miami, al amparo del
FBI, cuyos jefes ignoran su pasado e, incluso, comparten con ellos momentos de
placer como lo hicieron reiteradamente Héctor Pesquera y Jonathan I. Salomón,
ex oficiales a cargo del FBI en Miami. Por su parte, el actual jefe del Buró en
Miami, John Gillies, parece también ignorar que su ciudad es un turbio
habitáculo de extremistas y terroristas, dedicando a sus 460 agentes
desplegados desde Fort Pierce hasta Cayo Hueso en tareas anti corrupción y
otros delitos.
Las confabulaciones entre
los jefes del FBI con los grupos de poder en Miami, representados en las
organizaciones mafiosas anti cubanas, vinculadas hasta los tuétanos a
actividades terroristas, al tráfico de personas y al narcotráfico, son parte
del modus vivendi establecido durante décadas en esa pequeña y soleada
república bananera. En otros casos, la experiencia acumulada en largos años de
práctica en el Buró, parece servirles de poco a la hora de detectar
terroristas. El propio Salomon se hizo de la vista gorda ante gente como Posada
Carriles, Santiago Álvarez y compañía. Sí son duchos, empero, en tratar de
capturar a supuestos espías de Castro, aupando una histérica campaña contra un
supuesto espionaje cubano en La Florida, mediante los más virulentos shows
mediáticos.
Pero el dudoso contubernio
del FBI con los mafiosos de Miami ha llegado a extremos impensables. Desde que
el agente George Kyszinski entregara a Oliver North y a Posada Carriles, el 24
de marzo de 1986, un documento interno del Buró sobre la actividad de los
contras en relación con el tráfico de drogas y contrabando de armas en
Ilopango, hasta la sospechosa y burda destrucción en agosto de 2003 de las
evidencias que implicaban a Posada Carriles en actos terroristas, nada menos
que en los propios archivos del FBI en Miami y por parte de Ed Pesquera, otro
agente del Buró, cualquier cosa es posible.
En los próximos artículos
saldrán a la luz las verdades ocultas sobre el rol del FBI en las campañas
anticubanas y su abierta complicidad con los grupos terroristas radicados en
Miami, llegando al extremo de tender dudosas cortinas de humo sobre los
abominables crímenes cometidos por estos.
La verdad se hará valer por
sí sola.
Por: Percy Francisco
Alvarado Godoy, escritor guatemalteco
Abril 2010
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