lunes, 26 de mayo de 2014

Archivo: Mi querido FBI (I)



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Una larga historia de crímenes, desmanes y sucias actividades contra Cuba y otras víctimas inocentes. 

A punto de arribar a sus 102 años de vida el próximo 26 de julio de 2010, el Buró Federal de Investigaciones de los Estados Unidos (FBI) cuenta con una larga y controvertida vida, marcada por numerosos escándalos, burdo espionaje y cuestionables métodos en los que el chantaje, la difamación y las oscuras maquinaciones han arruinado la vida a miles de norteamericanos, convirtiéndose en instrumento de políticas internas y externas de las administraciones norteamericanas de turno. El más acendrado anticomunismo, la frívola y empecinada intolerancia, así como las maquiavélicas conspiraciones de los grupos de poder, han encontrado en el FBI el instrumento propicio para el acoso, la persecución y la eliminación pública de intelectuales, artistas, científicos y personalidades progresistas a lo largo de estos años.

Hoy reverdecen el más burdo macartismo escudándose en la lucha contra el terrorismo, pisoteando a su antojo las libertades civiles y sirviendo de herramienta para consumar las viacrucis de terror implementadas desde las oscuras oficinas de la ultraderecha conservadora, no solo contra las fuerzas progresistas en Estados Unidos, sino también como soporte de su política internacional basada en el injerencismo y sus apetencias imperiales. Cuba, por supuesto, no ha escapado al agresivo avatar del FBI, a su confabulación y protección con los mafiosos anticubanos y, sobre todo, a su involucramiento en campañas de dudosa autoría, que solo buscan el destruir a la Revolución o, al menos, debilitar su imagen a nivel internacional.

Como parte protagónica de las campañas anticubanas, el FBI se ha prestado al hostigamiento a los simpatizantes de la Revolución en Estados Unidos, contra miembros de la emigración cubana favorecedores del diálogo con su país de origen, con los grupos solidarios, así como enfrentando a ciudadanos norteamericanos que participan en el legítimo intercambio cultural y científico entre nuestras dos naciones, lo que ha sido una de sus sistemáticas modalidades. Prueba de ello lo es la reciente denuncia ante el diario Huffington Post, en la que se imputa que el FBI ha interrogado a una decena de ciudadanos acogidos a los referidos programas de intercambio, ejerciendo diversas presiones sobre ellos a tenor con las disposiciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro, así como inusualmente recabando información sobre sus estancias en la Isla. La sospechosa actuación de los feds hace presuponer la existencia de una nueva disposición muy secreta del Departamento de Justicia y un recrudecimiento tras bambalinas de la política de la administración Obama hacia la Isla.

En esta serie de varios artículos podremos al desnudo el papel del FBI como instrumento de los gobiernos norteamericanos durante las últimas décadas, tanto como socavador de las libertades civiles dentro de los propios EE UU, como artífice y participante de la guerra sucia contra Cuba.

UNA LARGA HISTORIA DE ATROPELLOS Y ESCANDALOS

El FBI fue diseñado como el instrumento de investigaciones del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, siendo este departamento, de acuerdo al artículo 28, del Código de los Estados Unidos, en su sección 533, el encargado de supervisar sus operaciones y subordinar a una vasta red de 56 oficinas locales a lo largo de la Unión, otras 400 pequeñas oficinas en pequeños pueblos y ciudades, y otras 50 que funcionan bajo el amparo de sedes diplomáticas en todo el mundo.

Desde que fue creado, a iniciativas del entonces fiscal general Charles Bonaparte, el 26 de julio de 1908, con un reducido grupo de 9 detectives y otros 25 investigadores, el Buró fue creciendo paulatinamente, alcanzando notorios resultados en la lucha contra el crimen organizado, el gansterismo, la venta e importación de bebidas alcohólicas burlando la ley “seca” y otras actividades delictivas. Vinculado a las labores de contraespionaje desde 1917, durante la presidencia de Woodrow Wilson, hizo de esta actividad una de sus labores de alta prioridad. Sin embargo, cuestionado y alabado por unos y otros, el FBI alcanzó un fatídico reconocimiento a partir del 10 de mayo de 1924, cuando pasó a ser dirigido por J. Edgar Hoover.

Hoover convirtió al FBI en un instrumento de persecución política, centrando su especial atención en las fuerzas progresistas y en los comunistas norteamericanos, contando con el espaldarazo del presidente Franklin Delano Roosevelt y la cuestionada Ley Smith de 1940, para llevar a cabo una guerra sin cuartel basada en detracciones, invención de conspiraciones y violación descarada de la constitucionalidad. Para ello, así como cumplir las misiones de búsqueda de espías alemanes, italianos y japoneses, incrementó su plantilla a 13,000 agentes en 1943. Mediante el Servicio Especial de Inteligencia (SIS), creado en 1940, el Buró extendió sus labores de contraespionaje por toda Latinoamérica.

El término de la contienda bélica en 1945, le confirmó al FBI nuevamente su papel de instrumento de persecuciones y abusos, enfocándose principalmente a la asechanza de personalidades progresistas y simpatizantes comunistas, convirtiéndose en un macabro protagonista dentro de la naciente Guerra Fría.
Con una vasta misión, el FBI se encarga a grandes rasgos de la protección de EE UU de ataques terroristas, de operaciones extranjeras de espionaje e inteligencia, de ciberataques y crímenes de alta tecnología, de combatir la corrupción de los servicios públicos en todos los niveles, de “proteger los derechos civiles”, de combatir a organizaciones y empresas de carácter criminal nacionales y transnacionales, de enfrentar al crimen de cuello blanco, estafas corporativas, fraudes financieros, robo de identidad, etc., así como enfrentar igualmente a los crímenes violentos de conmoción pública, entre otras misiones.

El FBI cuenta actualmente con 30 847 empleados, entre ellos 12.737 agentes especiales, incluyendo a 18 110 profesionales vinculados a áreas de apoyo análisis de inteligencia, especialistas en idiomas, científicos, expertos en tecnología de la información y otras. Dirigido por Robert S. Mueller III desde 10 de agosto de 2001, se apoya en un presupuesto anual de cerca de 6 000 millones de USD. Los permanentes escándalos que han debilitado la imagen del FBI en las últimas décadas, han llevado a Mueller a renovar casi un tercio de los altos cargos, empezando por las secciones especializadas en la lucha contra el terrorismo.

Sin negarle el mérito del enfrentamiento al delito, el FBI se ha visto involucrado en hechos que han puesto en duda su eficacia, tales como los sucesos de Waco y Ruby Ridge, Idaho. En el primer caso, ocurrido en 1973, fueron virtualmente asesinados decenas de niños y mujeres pertenecientes a la secta de los davidianos. En el segundo caso, fue asesinada una mujer con un niño de meses pertenecientes a la familia Weaver.

La cacería de brujas protagonizada por el FBI en los años posteriores a la culminación de la Segunda Guerra Mundial y la exacerbación de la histeria anticomunista, provocaron hechos cuestionables como la captura y posterior asesinato judicial de los esposos Julius y Ethel Rosemberg. Cerca de 108 supuestos espías al servicio de la URSS, entre los que se encontraban asimismo Judith Coplon y Klaus Fusch, así como decenas de personalidades progresistas, fueron las víctimas de montajes, falsas acusaciones y juicios cuestionables.

Otro asunto sucio del FBI lo relacionó con Jack Ruby, nacido como Jacob Rubinstein, gerente de un cabaret y amigo de mafiosos como los hermanos Campisi y Carlos Marcello, así como de contrarrevolucionarios de origen cubano, quien edificara una juventud desordenada en reformatorios y clínicas mentales, y fuera el asesino del Lee Harvey Oswald, a su vez acusado del magnicidio cometido el 22 de noviembre de 1963 contra el presidente norteamericano John F. Kennedy, en Dallas, Texas.

Su alianza con el FBI tuvo sus orígenes cuando sirvió directamente a Hoover como delator de oficio, levantando falsas acusaciones contra diversos ciudadanos durante la cacería de brujas implantada por el senador McCarthy, durante los años 40 y 50 del siglo pasado. Sospechosamente, Jack Ruby apareció también dentro del equipo del entonces congresista Richard Nixon.

Quien asesinara a Lee Harvey Oswald el 24 de noviembre de 1963 ante las cámaras de televisión, en un montado show mediático, falleció en prisión en 1967 víctima de cáncer. Sus vínculos con el FBI hacen que no se excluya un conocimiento previo por parte del Buró de los planes magnicidas contra Kennedy y que sus jefes no levantaran un dedo para evitarlo.

Durante la presidencia de Richard Nixon, el 18 de noviembre de 1975, tuvo lugar el sonado caso Watergate, en que se puso en duda el papel del FBI durante el proceso investigativo por parte de las Audiencias llevadas a cabo por el senador Frank Church. En las mismas sobresalió la ineficacia de los feds para esclarecer el asesinato de Martin Luther King Jr. Igualmente, llamó poderosamente la atención el hecho de que, entre los cinco hombres vinculados a la CIA y capturados en la sede del Comité Demócrata Nacional, Virgilio González, Bernard Baker, James W. McCord, Jr., Eugenio Rolando Martínez y Frank Sturgis, se encontraba McCord, quien entonces era el Director de seguridad del comité para la reelección de Nixon y agente del FBI. Nixon dimitió el 8 de agosto de 1974.

En el caso particular del asesinato de Martin Luther King, ocurrido el 4 de abril de 1968, mientras se encontraba acompañado por Jesse Jackson y Ralph Abernathy, se capturó a James Earl Ray como autor del disparo mortal, aunque quedan serias dudas sobre la forma en que se condujo la investigación por el FBI. El propio Ray, quien recibió una condena de cadena perpetua por el hecho, mantuvo posteriormente su inocencia hasta su muerte en 1998.

La aceptación en diciembre de 1999 por parte de un jurado civil de los Estados Unidos de la existencia de una conspiración para asesinar a Luther King, puso en crisis la teoría del FBI sobre la existencia de un solo asesino: James Earl Ray.

Otros escándalos y pifias cometidas por el FBI han puesto en duda la aureola inicial de eficacia del mismo, como fue la detención errónea de una persona en el caso de la bomba durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, el espionaje realizado por uno de sus altos directivos a favor de la URSS y su incapacidad de prevenir los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono. Asimismo, un escándalo involucraría nuevamente al FBI, el 19 de julio de 2001, cuando éste se vio obligado a reconocer públicamente la pérdida de 446 armas y 184 computadoras portátiles, algunas de las cuales contenían información sumamente confidencial.

La ineficacia del FBI ha estado también puesta en tela de juicio a raíz del descubrimiento de que uno de sus altos oficiales, Robert Hanssen, espió para la URSS durante 15 años, así como la incapacidad del Buró de jugar limpio con los abogados de la defensa de Timothy McVeigh, el autor de los atentados de Oklahoma City, al ocultarle millares de páginas de documentos necesarios para su defensa.

El FBI se ha involucrado en sucios escándalos de hostigamiento a personalidades famosas, basados en chismografía inocua y dudosas fuentes, lo que lo ha convertido en un controvertido aliado de culebrones y de la prensa del corazón, tal como ocurrió el 14 de diciembre de 2006, cuando se dio a conocer que había espiado sistemáticamente a John Lennon, tildándolo de amenaza para la seguridad nacional norteamericana dadas sus ideas progresistas y su lucha a favor de la paz.

Pero no fue solo Lennon el espiado por el FBI. A lo largo de los años el Buró ha abierto expediente tras expediente a centenares de figuras públicas entre los que se han destacado los Beach Boys, Frank Sinatra, Albert Einstein, Bette Davis, Walt Disney, Robert Blake, Andy Warhol, Wladziu Valentino Liberace, Groucho Marx, Louis Armstrong, Efrem Zimbalist, Lucille Ball y Desi Arnaz, entre otros. Hoy por hoy, se estima que el FBI dispone de caso 6 millones de expedientes de investigación sobre diversas personas.

Otros escándalos han sacudido al FBI en los últimos tiempos, tal como el que tuvo lugar el pasado 16 de enero de 2010, ocasión en que el laboratorio del Buró realizó un retrato robot de Osama bin Laden, basándose en una imagen electoral de Gaspar Llamazares, ex líder y actual diputado de Izquierda Unida.
El espionaje descarado por parte del FBI ha sido recientemente también puesto en tela de juicio el pasado 17 de marzo de 2010, cuando se comprobó que el mismo emplea ilegalmente las redes sociales como Facebook, MySpace y Twitter, para llevar a cabo sus investigaciones, acudiendo a la creación de perfiles apócrifos para obtener información de ciudadanos comunes.

No hace mucho se comprobó la ineficacia del FBI al descartar la peligrosidad del comandante Nidal Malik Hasan y desestimar la apertura de una investigación sobre el mismo, quien efectuó una matanza de trece militares en las instalaciones de Fort Hood, Texas, el 11 de diciembre de 2009.

El FBI se ha dejado usar como una cuestionable punta de lanza en la lucha contra el terrorismo, tal como denunció la World Socialist Web el 18 de agosto del 2004, basándose en actividades de chantaje, intimidación, burdo espionaje y otros sucios métodos contra opositores a las administraciones de turno. Tal fue el caso de las presiones ejercidas por miembros de la Fuerza de Tarea Conjunta Contra el Terrorismo (JTTF) del FBI, durante la realización de las convenciones Nacional Demócrata en Boston y del Partido Republicano, en Nueva York, realizadas en ese año.

Tal ha sido el desprestigio del FBI en los últimos tiempos que hace apenas unos meses, el pasado 1 de julio de 2009, el presidente Obama anunció su interés por incrementar las nóminas del FBI en 2.100 profesionales y de 850 agentes especiales más. Para su sorpresa, el Buró volvió a mostrar su ineficacia, lo que fue duramente criticado por el actual ocupante de la Casa Blanca el 5 de enero de 2010, al recriminarle al Buró no detectar que el nigeriano Umar Faruk Abdulmutallab, abordara un avión comercial de la compañía Northwest Airlines, con casi 300 personas a bordo, procedente de Ámsterdam y con destino a Detroit, con explosivos y amenazara con volarlo en pleno vuelo.

Obama fue cáustico en su reprimenda: “El gobierno estadounidense tenía suficiente información para desbaratar el complot y quizá para evitar el ataque el día de Navidad, pero nuestros servicios de inteligencia no lograron reunir las piezas, lo que habría puesto al sospechoso en la lista de personas que no pueden volar”.

El propio Obama, si no se dejara engañar por sus agencias anti terroristas, hubiera podido comprobar que la “The United and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism” (Ley USAPATRIOT), emitida el 26 de octubre de 2001, en lugar de proteger al país no hace otra cosa que vulnerar las libertades civiles por las incongruencias de su aplicación.

El FBI se cubrió, empero, de una triste y repudiable fama con el asesinato del líder independentista boricua Filiberto Ojeda, ocurrido el 23 de septiembre de 2005, propiciado por casi un centenar de agentes del FBI en el municipio de Hormigueros, al oeste de la isla borinqueña. El vasto despliegue armado propició que Filiberto fuera herido y, posteriormente, privado de atención sanitaria hasta que falleció a causa de las heridas. El detestable crimen fue repudiado por todo el pueblo portorriqueño y aún se reclama justicia por ello, pues se sabe que el FBI no iba con intenciones de capturarlo, sino de propiciar su asesinato.

Un nuevo escándalo ronda por estos días al FBI cuando se dio a conocer el pasado 19 de enero de 2010, que el Buró violó la legislación norteamericana al recolectar aproximadamente 2,000 registros telefónicos en el territorio nacional, bajo el mandato de George W. Bush. Según The Washington Post el FBI se apoyó en leyes antiterroristas inexistentes y presionó a los directivos de empresas telefónicas para que les entregaran la información, de forma tal que accedieron ilegítimamente a dichos registros telefónicos entre 2002 y 2006, en franca violación de la Ley de Privacidad en Comunicaciones Electrónicas.

LOS ACTUALES PROBLEMAS DEL FBI.

El recrudecimiento de la actividad de grupos extremistas y de ideología ultra reaccionaria, mantiene en jaque por estos días al FBI, luego de que fueran arrestados varios miembros de Hutaree, uno de los casi más de 1 750 grupos de ideología reaccionaria y extremista asentados en el país, fundamentalmente pro nazis, anti inmigrantes y antigubernamentales, que cuentan con cerca de 30 mil miembros activos y aproximadamente 250 mil simpatizantes. El propio Hutaree planeaba un atentado en Ohio, durante un posible funeral de un policía que previamente sería asesinado por ellos.

Uno de los factores que propicia la existencia de estos grupos y su clara peligrosidad, resulta la facilidad con la que sus integrantes pueden acceder a cantidades ilimitadas de armamento. No es desconocido que, apenas entre noviembre del 2008 y enero de 2009, por citar un ejemplo, se vendieron en EE UU más de 3 millones y medio de armas de todo tipo sin restricción alguna por parte del FBI y otras agencias federales. Solo en el 2008 la cifra de armas adquiridas por los ciudadanos norteamericanos ascendió a 13 millones.

Lo absurdo del problema actual del crecimiento de la violencia en el país es que, mientras estos hechos ocurren, el FBI destina a varios de sus agentes a la protección del famoso Tiger Woods en el torneo de golf de Augusta, en Georgia.

Por si fueran pocos los problemas actuales que involucran al FBI, un grupo de importantes firmas han arremetido contra el Buró y otras agencias del gobierno por lo que consideran un exagerado acceso de estas instituciones a datos privados de las personas en la Internet. Tanto Google, eBay, Microsoft, Intel, AT&T, como otras compañías, buscan la actualización de la obsoleta Ley de Privacidad de Comunicaciones Electrónicas (ECPA) de 1986, mediante una coalición conocida como Digital Due Process (Debido Proceso Digital), solicitando la protección de los datos on line de sus usuarios. De esta manera, solo estarán obligadas a ofrecer información privada de sus clientes a partir de una orden judicial que presuponga una causa probable. Esta demanda evitaría la actual impunidad con la que el FBI y otras agencias acceden actualmente a los datos on line de los ciudadanos en franca violación de la ley.

El ataque solapado a las redes sociales como Facebook, Twitter, MySpace, Linkedin y otras similares por parte del FBI y otras agencias gubernamentales, se basan en normas que son de desconocimiento público y que son establecidas internamente sin basamento jurídico.

Por otra parte, tanto el FBI como otras agencias, se encuentran abocadas al establecimiento de nuevas medidas de seguridad para los vuelos internacionales, anunciadas hace tres días por la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, basadas en un supuesto perfil de los viajeros. Al respecto, Napolitano declaró: “Estas nuevas medidas utilizan en tiempo real información de inteligencia basada en amenazas junto con otros múltiples y aleatorios controles de seguridad, algunos de los cuales son visibles y otros no para el pasajero, para prevenir de manera más eficaz amenazas terroristas”.

Las nuevas medidas, a diferencia de las existentes hace unos meses, buscan flexibilizar los controles a la entrada a EE UU, dándole un rol prioritario a la información de inteligencia recopilada con anterioridad más que a patrones como perfiles físicos y nacionalidad de los viajeros. Recuérdese que los viajeros procedentes de Cuba, así como de otros países como Irán, Sudán y Siria, Afganistán, Argelia, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí, Somalia y Yemen, eran sometidos a férreos controles como el escaneo corporal, registros y revisión pormenorizada del equipaje. Las nuevas medidas mantienen estos procedimientos, así como las controvertidas listas negras, pero se apoyará más en ciertos patrones obtenidos por la actividad de inteligencia tan controvertidos como la raza o la religión.

Otro de los actuales problemas que enfrenta el FBI es una carta amenazante recibida por cerca de 30 gobernadores norteamericanos por parte de un grupo extremista auto titulado Guardians of the Free Republics, en la que les otorgan tres días para que renuncien a sus cargos.

Por último, el FBI se ha visto envuelto en una oscura trama de espionaje hace unos días cuando, de acuerdo con el diario argelino Ennahar, un posible miembro del Mossad fue capturado en Argelia usando una falsa identidad, la del ciudadano español Alberto Vagilo. Este agente sionista trató de infiltrar en el país árabe a supuestos grupos terroristas, haciéndose pasar como Abu Ammar, un palestino de 48 años, natural de Al Quds. Lo sugestivo del caso es que el propio vice jefe del FBI, John Pistole, viajó el 25 de marzo a Argel para buscar la liberación del espía del Mossad. ¿Interesante, no?

A MODO DE CONCLUSION PRELIMINAR.

Mientras todo esto ocurre, centenares de individuos con amplio historial terrorista se pasean impunemente por las calles de ciudades como New Jersey, Nueva York y Miami, al amparo del FBI, cuyos jefes ignoran su pasado e, incluso, comparten con ellos momentos de placer como lo hicieron reiteradamente Héctor Pesquera y Jonathan I. Salomón, ex oficiales a cargo del FBI en Miami. Por su parte, el actual jefe del Buró en Miami, John Gillies, parece también ignorar que su ciudad es un turbio habitáculo de extremistas y terroristas, dedicando a sus 460 agentes desplegados desde Fort Pierce hasta Cayo Hueso en tareas anti corrupción y otros delitos.

Las confabulaciones entre los jefes del FBI con los grupos de poder en Miami, representados en las organizaciones mafiosas anti cubanas, vinculadas hasta los tuétanos a actividades terroristas, al tráfico de personas y al narcotráfico, son parte del modus vivendi establecido durante décadas en esa pequeña y soleada república bananera. En otros casos, la experiencia acumulada en largos años de práctica en el Buró, parece servirles de poco a la hora de detectar terroristas. El propio Salomon se hizo de la vista gorda ante gente como Posada Carriles, Santiago Álvarez y compañía. Sí son duchos, empero, en tratar de capturar a supuestos espías de Castro, aupando una histérica campaña contra un supuesto espionaje cubano en La Florida, mediante los más virulentos shows mediáticos.

Pero el dudoso contubernio del FBI con los mafiosos de Miami ha llegado a extremos impensables. Desde que el agente George Kyszinski entregara a Oliver North y a Posada Carriles, el 24 de marzo de 1986, un documento interno del Buró sobre la actividad de los contras en relación con el tráfico de drogas y contrabando de armas en Ilopango, hasta la sospechosa y burda destrucción en agosto de 2003 de las evidencias que implicaban a Posada Carriles en actos terroristas, nada menos que en los propios archivos del FBI en Miami y por parte de Ed Pesquera, otro agente del Buró, cualquier cosa es posible.

En los próximos artículos saldrán a la luz las verdades ocultas sobre el rol del FBI en las campañas anticubanas y su abierta complicidad con los grupos terroristas radicados en Miami, llegando al extremo de tender dudosas cortinas de humo sobre los abominables crímenes cometidos por estos.

La verdad se hará valer por sí sola.

Por: Percy Francisco Alvarado Godoy, escritor guatemalteco

Abril 2010

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